…Sin embargo,
en su misma forma cristianizada, esta búsqueda es igualmente desconocida en los primeros textos del cristianismo ortodoxo, y la tradición del Grial tiene visiblemente muy poco en común con la apostólico-romana. Sobre el segundo punto, hemos visto ya que el jefe de la estirpe regia del Grial, José de Arimatea, recibe directamente la investidura de manos de Cristo, y su dinastía, esencialmente real,
no guarda relación con la Iglesia de Roma, sino que conduce directamente al reino nórdico del rey Arturo, y una de sus ramificaciones, según Wolfram von Eschenbach, desemboca en el reino simbólico del preste Juan, «rey de reyes». En cuanto al primer punto, si bien
la literatura eclesiástica conocía ya el personaje de José de Arimatea y su encarcelamiento, no sabe nada del Grial, ni hay antiguos textos bretones (con excepción de uno, y en un solo pasaje, que parece intercalado) en los que José aparezca como apóstol cristiano de Inglaterra.
El cronista Elinando, que fue el primero en referir la historia del Grial haciendo aparecer en ella a José de Arimatea, escribe: Gradalis autem vel gradale dicitur Gallice scutella lata et aliquantulum profunda in quia preciosas dapes, cum suo jure divitibus solent apponi, et dicitur nomine Graal...
Hanc historiam latine scriptam (entiéndase: en los escritos de la Iglesia)
invenire non potui, sed tantum Gallice scripta habentur a quibusdam proceribus, nec facile, ut aiunt, tota inveniri potest. En 1260, Jakob van Maerlant
desmentirá la historia del Grial, precisamente basándose en el hecho de que hasta entonces la Iglesia todavía no sabía nada o, mejor dicho, no quería saber nada de ella.
Si bien en algunos textos el cáliz de José de Arimatea se identifica con el de la última Cena, en ninguna tradición cristiana se encuentran rastros de tal asociación. Por otra parte, aunque en los textos más posteriores y de fuerte tendencia cristiana el Grial adoptará, en este sentido, una función análoga a la del cáliz eucarístico en el misterio de la Misa, la repugnancia de un Robert de Boron, por ejemplo, a hablar de la naturaleza del Grial y la alusión a palabras secretas que a él se refieren, que nadie debe repetir y que sólo habían sido transmitidas a José de Arimatea, hacen pensar
que se trata de un misterio diferente al del rito católico, y que en cualquier caso aparece celebrado por otros, no por el clero ortodoxo,
junto a un simbolismo y a un esoterismo totalmente ajenos al cristianismo . Y cuando algunos textos identifican el Grial como copa con el cáliz de Jesús y la lanza con la lanza de la crucifixión, quien sigue la lógica interna y advierte el tono fundamental del conjunto no puede dejar de preguntarse si se trata de algo más que de imágenes de la conciencia religiosa predominante tomadas a modo de préstamo como medio para expresar un contenido distinto.
Que ese contenido arranca de tradiciones ajenas al cristianismo y refleja un clima bastante poco reducible a la religiosidad cristiana resulta bastante claro para todo aquel que considere en su conjunto las leyendas del Grial.
Wolfram von Eschenbach hace remontar las fuentes de su narración a un «Kyot el Provenzal», que a su vez había encontrado la leyenda de Parsifal y del Grial en textos paganos, descifrados por él gracias a su conocimiento de los caracteres mágicos. Flegetanis, de la estirpe de Salomón, había escrito en tiempos antiquísimos la historia del Grial contenida en esos textos, basándose en su ciencia astrológica, al haber leído el nombre del Grial en las estrellas. «Examinando las estrellas, descubrió secretos profundos de los que no hablaba sin estremecerse».
De modo que la leyenda del Grial presenta en general caracteres sobrenaturales, secretos e iniciáticos. Robert de Boron atribuye las verdaderas fuentes de esta historia a un «gran libro» que él no pudo leer, «donde están escritos los grandes misterios que son llamados del Grial», y en el Percevalli Gallois se añade: «Esta historia es muy valiosa y no se cuenta a gente que no pueda comprenderla, ya que una cosa buena divulgada entre hombres malvados nunca será aprendida por ellos.» Y Robert de Boron: «La gran historia del Grial nunca había sido tratada por un hombre mortal: unque retreite este n'avoit – la grant estoire dou Graal - par nul homme qui fust mortal.» Las metamorfosis que se despliegan en la visión del Grial son para él inexpresables, «ya que los secretos del sacramento no deben revelarse más que a aquel a quien Dios ha dado la fuerza para tanto»...
Leyéndolo, se producen apariciones, el espíritu es raptado por los ángeles y llevado a contemplar directamente la Trinidad. Abrir el estuche que contiene el Grial significa entrar directamente en contacto con Cristo. Sin embargo, aun junto a esos caracteres, a causa de las heridas, de la obcecación o de la sed ardiente de que ese mismo texto hablará en relación con quienes desean acercarse demasiado al Grial, permanece
el antiguo y más originario significado de un mysterium tremendum que poco tiene que ver con el pathos cristiano.
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