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Tema: 7 de octubre de 1571: Cuando se abrieron los cielos

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  1. #1
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    7 de octubre de 1571: Cuando se abrieron los cielos

    7 DE OCTUBRE DE 1571... CUANDO SE ABRIERON LOS CIELOS







    AUXÍLIUM CHRISTIANÓRUM... ORA PRO NOBIS

    Un Pontífice Santo, San Pío V, implorando a Dios con las manos alzadas como Moisés.

    Un Rey Santo, Felipe II, rogando devotamente con todo su séquito. Y todos sus Reinos, como una sola voz, desde el ciego mendigo de la puerta del templo hasta el Duque, rezando juntos. Desde el niño que hurta higos en las huertas hasta el Abad más linajudo. Todos.

    San Pío V había pedido a todos los cristianos que rezaran el Santo Rosario para alcanzar la victoria y una Cristiandad, obediente al Santo Padre, secundaba la petición del Pontífice. Se rezaba el Santo Rosario: desde la ciudad más populosa hasta la aldea más recóndita, todos rogando...

    Y Don Juan de Austria, brazo de Dios y espada de María Santísima, con el mazo dando.

    Hoy 7 de octubre de 2008 recordamos aquella jornada: "la más alta ocasión que vieron los siglos" -escribiera de ella el más grande de los escritores, partícipe también de aquella hazaña sin parangón.

    Conmemoramos aquel 7 de octubre de 1571 y le pedimos a Dios que nos dé luces, para aprender de aquel día que de nada vale afanarse, si no rezamos. Es la oración la que nos salva, la que logra abrir los cielos para que los ángeles de Dios combatan a nuestro lado contra el maligno enemigo y sus secuaces del otro y de éste mundo.

    Mientras la batalla tenía lugar, el Papa estaba conversando con algunos cardenales; de repente, los dejó, se quedó algún tiempo con sus ojos fijos en el cielo, y cerrando el marco de la ventana, dijo:

    "No es hora de hablar mas sino de dar gracias a Dios por la victoria que ha concedido a las armas cristianas".

    No fueron pocos los cruzados que aquel día vieron los cielos abrirse... El Capitán Pedro de Quero Escabias, natural de Andújar (Sagrario de Nuestra Señora de la Cabeza y mi pueblo) estaba allí en Lepanto con su compañía. Muchos eran los andujareños y paisanos del Reino de Jaén que pelearon bravamente en aquella jornada. La sangre del turco hasta los codos, sudorosos, fatigados de la portentosa brega, pero todavía con arrojo para descargar la espada... Sobre la que habían jurado morir en Cruzada. Según los papeles que guarda un tío mío, Pedro de Quero Escabias vio aquella victoria, y más tarde pasó como Capitán de Caballos a Flandes, con el Conde de Fuentes. Vínose a la postre a España, para establecer la Milicia general en el partido de Cuenca, tierra de Molina, y Marquesado de Atienza. Durante todos sus días, hasta el día de su muerte, rezó el Santo Rosario mandando que lo rezáramos todos sus descendientes.

    El Santo Rosario es el arma más poderosa que tenemos los cristianos.




    Maestro Gelimer

    http://librodehorasyhoradelibros.blogspot.com/
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  2. #2
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    Re: 7 de octubre de 1571: Cuando se abrieron los cielos

    Cita Iniciado por Hyeronimus Ver mensaje
    7 DE OCTUBRE DE 1571... CUANDO SE ABRIERON LOS CIELOS







    AUXÍLIUM CHRISTIANÓRUM... ORA PRO NOBIS

    Un Pontífice Santo, San Pío V, implorando a Dios con las manos alzadas como Moisés.

    Un Rey Santo, Felipe II, rogando devotamente con todo su séquito. Y todos sus Reinos, como una sola voz, desde el ciego mendigo de la puerta del templo hasta el Duque, rezando juntos. Desde el niño que hurta higos en las huertas hasta el Abad más linajudo. Todos.

    San Pío V había pedido a todos los cristianos que rezaran el Santo Rosario para alcanzar la victoria y una Cristiandad, obediente al Santo Padre, secundaba la petición del Pontífice. Se rezaba el Santo Rosario: desde la ciudad más populosa hasta la aldea más recóndita, todos rogando...

    Y Don Juan de Austria, brazo de Dios y espada de María Santísima, con el mazo dando.

    Hoy 7 de octubre de 2008 recordamos aquella jornada: "la más alta ocasión que vieron los siglos" -escribiera de ella el más grande de los escritores, partícipe también de aquella hazaña sin parangón.

    Conmemoramos aquel 7 de octubre de 1571 y le pedimos a Dios que nos dé luces, para aprender de aquel día que de nada vale afanarse, si no rezamos. Es la oración la que nos salva, la que logra abrir los cielos para que los ángeles de Dios combatan a nuestro lado contra el maligno enemigo y sus secuaces del otro y de éste mundo.

    Mientras la batalla tenía lugar, el Papa estaba conversando con algunos cardenales; de repente, los dejó, se quedó algún tiempo con sus ojos fijos en el cielo, y cerrando el marco de la ventana, dijo:

    "No es hora de hablar mas sino de dar gracias a Dios por la victoria que ha concedido a las armas cristianas".

    No fueron pocos los cruzados que aquel día vieron los cielos abrirse... El Capitán Pedro de Quero Escabias, natural de Andújar (Sagrario de Nuestra Señora de la Cabeza y mi pueblo) estaba allí en Lepanto con su compañía. Muchos eran los andujareños y paisanos del Reino de Jaén que pelearon bravamente en aquella jornada. La sangre del turco hasta los codos, sudorosos, fatigados de la portentosa brega, pero todavía con arrojo para descargar la espada... Sobre la que habían jurado morir en Cruzada. Según los papeles que guarda un tío mío, Pedro de Quero Escabias vio aquella victoria, y más tarde pasó como Capitán de Caballos a Flandes, con el Conde de Fuentes. Vínose a la postre a España, para establecer la Milicia general en el partido de Cuenca, tierra de Molina, y Marquesado de Atienza. Durante todos sus días, hasta el día de su muerte, rezó el Santo Rosario mandando que lo rezáramos todos sus descendientes.

    El Santo Rosario es el arma más poderosa que tenemos los cristianos.

    Maestro Gelimer

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    Hoy es dia para recuerdarmos y rogarmos a Díos Nuestro Señor por los que perderan la vida en la mar de Lepanto, en Su Nombre y Divina Gloria.

    Es también dia para plantearmos como serían hoy nuestras vidas, como sería la Europa entera, sin lo sacrificio de los héroes españoles de Lepanto o de los héroes polacos y austríacos en los Balcanes y los de tantas otras batallas por la Cristandad.

    Hoy podemos podemos decir que matar es un pecado, y que todos los hombres, cristianos o turcos, son criaturas de Díos. Y asi és... pero se podemos decirlo y cumplir eso mandamento de Díos, tranquillos y seguros en nuestras casas o nuestras iglesias (hasta cuando?), lo podemos por que los héroes de Lepanto mataron y murieron en aquel 7 de Octobre.

    Pecadores somos todos... pero martires muy pocos. Roguemos por ellos.
    res eodem modo conservatur quo generantur
    SAGRADA HISPÂNIA
    HISPANIS OMNIS SVMVS

  3. #3
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    Re: 7 de octubre de 1571: Cuando se abrieron los cielos

    Lepanto en la memoria


    Recordar Lepanto es hacer semblanza nostálgica de la España que fue, porque aquello fue una hazaña española. Cuando se está en la cúspide de la Historia (o de la Rueda de la Fortuna, que también se puede decir) se ve mejor, más lejos y con mejores perspectivas, y España veía y entendía bien. Entonces.


    La política respecto a los Paises Bajos, aunque con repercusiones y efectos para la Iglesia, era más empresa y empeño de la Corona y la Casa de Austria; lo mismo respecto al Imperio, se podría decir. Las cosas con Francia, son más "españolas", lo mismo que los asuntos de Portugal; lo que había y habría de haber con Inglaterra también se distingue de lo demás. Aunque todo tenía que ver con todo, finalmente y recapitulando, porque España entonces con todo tenía que ver: El mundo se ceñía desde el Oriente al Occidente con banda española, con un Plus Ultra no solo lema, sino realidad.

    El corazón sentimental del mundo de la cenital España ya no era el medieval de cinco siglos antes. Con la pérdida irreversible de la identidad de "Cristiandad" tras la crisis protestante, Europa seguía limitada por un Mediterráneo islámico, sin el resorte de la fe para poder activar una respuesta adecuada a la expansión de la media luna. A la vez que se perfilaban identidades nacionales, se iba pedido la capacidad de respuesta común al enemigo de todos.

    La Edad Media que se cierra con la caída de Bizancio, deja abierta la puerta de la Era Moderna a un Imperio Otomano que se planta en Europa y hace fronteras con el Imperio por el Este y con todas los reinos ribereños del Mediterráneo, desde Venecia a España, por tierra y por mar. El único freno efectivo al avance del islam por el oriente son los principados de Kiev y luego Moscú, en lucha con clanes de tártaros y cosacos; coincidiendo con el fatídico declive bizantino, se iba consolidando lo que sería al poco la gran Rusia de los Zares. Por Occidente, luego del fracaso estrepitoso de las Cruzadas, la única actividad contra el islam invasor se mantuvo gracias a los Reinos Españoles, León-Castilla, Aragón y Portugal; y desde mediado el siglo XIII, la Reconquista había quedado en manos de Castilla.


    La acción hispana había sido hasta tal punto eficaz que los musulmanes invasores habían sido obligados a replegarse al norte de África, y en vísperas del Descubrimiento de América, Castilla tenía ya plazas aseguradas en enclaves estratégicos de la costa africana, como avanzadas de lo que podría haber sido una penetración-reconquista efectiva del Occidente Cristiano en la antigua Provincia Romana de África. Pero América impuso otro rumbo.


    Por eso, por la incesante beligerancia de los Reinos de España contra la amenaza islámica, la España de Felipe IIº era mucho más sensible al peligro que aun representaba un Mediterráneo infectado de piratas berberiscos, obedientes al Sultán que desde la desafortunada Constantinopla (renombrada - ay!- Estambul) daba rostro a una re-actualizada agresividad de la media luna.
    .


    La irresponsabilidad de Francia había llegado al colmo de entenderse con la Sublime Puerta, con tal de mantener, al precio que fuera, su oposición a España. Alemania era un totum revolutum de principados, ya católicos, ya protestantes, en tensión intestina que hará de aquellos restos del Imperio algo desorganizado hasta la potente emersión de Prusia, dos siglos más tarde.Venecia estaba desacreditada por sus mismos hechos e intereses, quizá la menos fiable, por su versatilidad, de entre todas las repúblicas y ducados italianos para emprender nada que supusiera pacto o alianza entre estados. Por su parte la Santa Sede apenas subsistía como soberanía, a costa de las hipotecas que el nepotismo de los Pontífices había cargado sobre el Patrimonium Petri. A pesar de todo, los Papas habían sido los únicos que habían sido constantes en reclamar la unión de los Príncipes Cristianos contra la amenaza del Imperio Turco. Pero con una Cristiandad desintegrada, apenas podría esperarse que el Papado fuera la instancia que fraguara la necesaria y urgente alianza contra el turco.



    Finalmente, España fue la clave, Pío V el gestor, y el común catolicismo el crisol de aquella ocasional "aleación", con Génova, Venecia y los Estados Papales unidos con España, cabeza de la Liga Santa, con la garantía imprescindible de su capacidad y potencia. Una potencia definidamente católica, que dejaba los imponderables posibles en manos de la Providencia.


    La victoria marcó un antes y un después en y para el Mediterráneo. No es descabellado entenderla como una coda a cuatro siglos de las Cruzadas. Insuficientemente aprovechada por los vencedores, tendría que ser Inglaterra en el XIX quien desde su instalación en Malta rentabilizara la ventaja que España ganó para todo el Occidente. No es exagerar entender parte de la actual geo-estrategia de las potencias occidentales dependiente todavía de nuestra victoria del 7 de Octubre de 1571 en Lepanto.


    Significativamente, lo que en España se olvida deliberadamente, está fresco y es herida sin restañar para el islam vencido. ¿No serían estas memorias históricas las dignas de exhumarse y activarse?

    http://exorbe.blogspot.com/2008/10/l...a-memoria.html

  4. #4
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    Re: 7 de octubre de 1571: Cuando se abrieron los cielos

    Lepanto.

    -La batalla de Lepanto por Paolo Veronese-.

    España, salvadora de la Cristiandad, jamás vamos a olvidar la gloriosa historia de España.

    ¡Viva España, nación valiente e inmortal!

    "Hijos, a morir hemos venido, o a vencer si el cielo lo dispone. No deis ocasión para que el enemigo os pregunte con arrogancia impía ¿Dónde está vuestro Dios? Pelead en su santo nombre, porque muertos o victoriosos, habréis de alcanzar la inmortalidad".
    Don Juan de Austria, el último cruzado.



    Comunidad de Pueblos Hispánicos
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  5. #5
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    Re: 7 de octubre de 1571: Cuando se abrieron los cielos

    Lepanto , el Rosario y María Auxiliadora.

    El 7 de Octubre de 1571 se libró ; en el golfo de Lepanto una batalla decisiva para la cristiandad. Los musulmanes ambicionaban apoderarse de Europa y suplantar el reinado de la Cruz por el de la medialuna. ¿Qué hubiera pasado, si ,a las puertas del mundo moderno, la armada cristiana hubiera sido derrotada? ¿Qué hubiera interrumpido el furor asesino de la guerra santa?
    Shakespeare tenía entonces 7 años. Góngora apenas 10 . Faltaban 9 para el nacimiento de Quevedo. 13 para el de Tirso de Molina, y hacía 36 que estaba enterrado Garcilaso, el soldado poeta . Con los frailes Luis de León y Luis de Granada alcanzaría esplendor España. ¡Preparaba Europa su gloria en las letras!. Recién muerto Rabelais , en Francia brillaba Ronsard . Camöens, ya tuerto del ojo derecho, escribía Las Lusiadas . Alonso de Ercilla ,en América , contaba la conquista de Chile en La Araucana; Tomas y Sackville escribían en Inglaterra; Bandello , Tasso y Giraldi en Italia. Es el año de 1571.
    Calvino y Nostradamus acaban de morir. Nace Galileo . Francis Drake destruye navíos españoles en el Atlántico mientras la reina de Inglaterra Isabel Tudor encarcela a María Estuardo y profundiza el cisma anglicano, lo cual le vale la excomunión del santo Papa Pío V. Para suavizar el escándalo, Alexander Nowell , deán de St Paul, inventa la cerveza embotellada. A contrapelo de la reina inglesa, John Barber ,en Escocia, pública el poema épico de John Bruce , seguidor del caudillo Wallace ,a quien hemos visto en el cine.
    Mientras, en España , Felipe II gobierna el imperio más grande de la historia. Recién finalizado el Concilio de Trento que define el catecismo universal, comienza el rey la construcción del Escorial . En contraposición ,Francia y los Países Bajos, se hayan en guerras de religión. En 1566 los protestantes destruyen 400 iglesias y organizan la matanza de miles de católicos, preparando la respuesta de la noche violenta de San Bartolomé , 6 años después. Año de 1571, la sangre y el arte se mezclan . Cosme de Medicis, en Italia, disfruta las obras esculpidas y pintadas por los recién fallecidos Miguel Ángel y Leonardo. Tintoretto , Cellini , Rubens, Caravaggio , Brueghel , Veronese, El Greco ,Berruguete, Navarrete y Velázquez pronto van nacer. Arte.
    En el horizonte, Solimán el Magnífico. Sangre.
    En América ,en 1571, Juan de Garay aún no fundó Santa Fe de la ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Bonaire . Hace 18 años que se fundó Santiago del Estero y faltan dos para la fundación de Córdoba. Esto ocurre mientras Europa empieza a conocer el tabaco, llevado por Juan Nicot en 1560, y mientras se funda la primera escuela americana de Rugby en Río de Janeiro en 1567, año de la terrible fiebre tifoidea que diezma cientos de miles de hombres entre las tribus y mientras una parte de Europa goza del influjo renovador de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz indígenas de América, al tiempo que el carbunclo hace lo propio Lisboa, Portugal.
    Y mientras una parte de Europa goza del influjo renovador de Santa Teresa de San Juan de la Cruz ,de San Francisco de Sales, de San Luis Gonzaga ,de San Ignacio de Loyola, de San Francisco Javier , de San Francisco de Borja, de San Carlos Borromeo y de San Felipe Neri ,otra parte es bautizada, no con el signo de la Cruz, sino en los charcos de sangre de la avanzada musulmana del Imperio Turco del gran Solimán el Magnífico.
    De haber seguido el turco su avance ,no hubiera podido Palestrina, ni Vitoria,ni Gabrielli , ni Zarlino dejarnos su música. Ni hubiera sido entonces fundada la Universidad de Génova, ni la Sociedad Científica de Nápoles. Ni hubiera seguido su camino la recientemente fundada Universidad Complutense, si el Santo Padre , y Venecia y el rey Felipe II, no se hubiesen puesto de acuerdo y librando contra los turcos la gran batalla marina de la época : Lepanto, 7 de Octubre de 1571.
    Cuando Mahoma en el año 600 fundó la religión musulmana, mezclando textos de las Sagradas Escrituras y de la traición judaica, con el evangelio de Jesucristo , a quien juzgó como un gran profeta pero menor a él, imaginaba que los pueblos árabes, descendientes de Agar, se unirían e impodrían a todos los pueblos su religión... o la esclavitud. Cinco preceptos les dio Mahoma: ayuno, limosna, oración, peregrinación a La Meca y... la guerra santa. La guerra santa, la "jihad" al infiel, predicada por orden directa de Alá ,permitía atacar, invadir ,matar y conquistar vastas naciones a fin de imponerles el yugo del islam. Mahoma dejó dicho en el Corán, que morir combatiendo por el Islam constituía para Dios el acto más meritorio de un hombre, acto que valdría la inmediata entrada al paraíso, lleno de placeres sensuales para siempre.
    Primero fue la Península Arábiga, unificada por el islam ,luego Persia y Siria, Palestina y Egipto. El fuego siguió por África : fue el turno de Libia, la Tripolitania ,Túnez , Argelia y Marruecos. Como jinetes de fuego invadieron España y hasta el sur de Francia llevaron su guerra santa.
    En ,oriente parte del Asia Menor, Chipre ,Armenia, Turkestán, Afganistán, Beluchistán. En menos de 100 años el reino del profeta de Alá se extendía desde China a los Pirineos, alcanzando el doble de tamaño del Imperio Romano y 10 veces el del imperio de Napoleón. Asoló los puertos de Europa: Niza, Génova , Pisa y hasta Roma. Pasaron los siglos , y en 1453 cayó Constantinopla . En 1492 los Reyes Católicos le arrebataron la punta de lanza que era España, reconquistando parte del África. Rechazado por occidente, el imperio avanza sobre Serbia, Albania ,Bosnia y Grecia. En 1480 cayó sobre el puerto italiano de Otranto y el terror fue grande en toda la cristiandad. Sin embargo, falleció el sultán , y los cristianos tuvieron un respiro. Años después, en 1520 ,Selim I unifica todo el mundo musulmán y es reconocido por todos los grupos como auténtico Khalifa . Su hijo ,Solimán el Magnífico, llevaría a cabo el ataque más terrible y que más daños ocasionó a Europa. Belgrado y Rodas cayeron. Le tocó el turno a Hungría. Luego Austria, hasta Viena.
    El pirata Barbarroja se puso servicio del sultán , y la flota turca no tardó en dominar el Mediterráneo. Fue entonces cuando se enfrentaron esos dos enormes y terribles imperios : el turco y el español . Murió Solimán en 1566 , y Carlos V en 1558 , sin llegar al encuentro definitivo. Serían sus hijos quienes pelearían. Selím II, el tonto, y Felipe II. El 7 de Octubre de 1571, fiesta de Nuestra Señora del Rosario , o de Nuestra Señora de las Victorias , Auxilium Cristianorum, como le llamó la Iglesia desde entonces.
    ¿Y cómo fue la batalla naval? Unidos España ,Venecia y el Papa San Pío V, a quien la Virgen manifestó que si libraba la batalla triunfaría, reunieron unas trescientas velas y 80 mil soldados, que salieron del puerto de Messina al mando de don Juan de Austria, el heroico hijo bastardo de Carlos V. La fuerza turca apenas, más formidable que la cristiana , salió de Constantinopla al mando de Alí Bajá, el sanguinario. El golfo de Lepanto ,en la costa griega, vería el enfrentamiento . De esa batalla data la decadencia del Imperio Otomano.
    Dudaron los cristianos acerca de la conveniencia de atacar, pero don Juan diciendo "horas de pelear y no de discutir" y cayendo de rodillas, trazó sobre sí la señal de la cruz , la cual mandó enarbolar en un pendón sobre su palo mayor. En 5 partes se dividieron los cristianos. Una delante, tres en medio y una detrás , de manera que su flota atacaba en forma de cruz. Y los turcos, buscando llevar el combate más afuera, avanzaron poniendo énfasis en las alas cristianas ,con lo cual formaron la media luna.
    La Cruz golpeó como un ariete y la gloria fue cristiana.
    Grande fue el júbilo de la cristiandad. San Pío V declaró que la Victoria se debía a la Virgen del Rosario, a quién imploró fervientemente durante todo el tiempo de la expedición, y agregó a sus letanías la invocación «Auxilio de los Cristianos» favorita, siglos después , de Don Bosco.
    Nunca más después de Lepanto volvería al poder turco a nivel de 1570. Europa pudo seguir su camino. Y sus rencillas. Y advino el renacimiento. Pronto en las costas de Grecia ,pasado el terror, volvieron a sonar los cantos y los bailes que coronaron esa batalla de vida para Europa.
    Panorama católico. N°7. Año 2000.








    El Rincón de Don Rodrigo
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  6. #6
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    Re: 7 de octubre de 1571: Cuando se abrieron los cielos

    Regina Sacratíssimi Rosarii Ora Pro Nobis, Ora Pro Nobis.
    AVE MARIA, gratia plena, Dominus tecum. Benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui, Iesus. Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc, et in ora mortis nostrae. Amen.

  7. #7
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    Re: 7 de octubre de 1571: Cuando se abrieron los cielos

    Hoy es Nuestra Señora del Rosario. Y el día de Lepanto.

    Felicitats a totes les Rosers i Rosarios!


    En el siglo XVI el turco, que había conquistado Constantinopla un siglo antes, amenazaba con invadir toda Europa. El Papa llamó a su defensa; España tomó el liderazgo de la escuadra combinada y venció a los turcos el 7 de octubre de 1571 en el golfo de Lepanto. San Pío V instauró en esa fecha la fiesta de la Virgen del Rosario, pues a ella le atribuyó la decisiva victoria.

    Cataluña se volcó. Centenares de catalanes participaron en el combate (Montserrat Guardiola, Ferran Sanoquera, Enric de Cardona, Dimas de Boixadors, etc), en Barcelona se construyó la nave Real, y desde Barcelona zarparon las naves. Juan de Cardona mandaba la escuadra de descubierta. Luis de Requesens, de Molis de Rey, fue lugarteniente de Juan de Austria en la batalla de Lepanto. Él escoltaba su galera Real. Cuando los turcos asaltaron la Real, fue Requesens quien cambió la situación, tomando la nave Sultana de la armada turca; su pabellón se halla en la iglesia de Sant Feliu de Guíxols, pues 80 marineros del pueblo participaron en la batalla. El capitán Camisó mató al almirante otomano Alí Pachá. Así lo recuerda Verdaguer:

    A arrencar la Creu d´Europa
    véne quatre-cents naus;
    si avui no escona la Lluna,
    què en vol fer Deu de sos llamps?
    Millor llamps li sou vosaltres,
    naus d´Espanya, sempre avant;
    al topar-se Europa i Asia,
    una o altra al fons del mar.

    (…)


    Catalunya, Catalunya,
    prou te’n pots ben alabar,
    que al Rey moro de l’armada
    un teu fill li llevá’l cap;
    per çò sa llántia de plata
    n’es promesa a Montserrat,
    la gran llántia del Rey moro
    que may l’han vista cremar,
    i per çò tens, Barcelona,
    lo Sant Cristo de Lepant.

    (Jacinto Verdaguer: La Batalla de Lepanto)


    Que la Mare de Déu del Roser ens acompanyi aquesta diada!



    Hoy es Nuestra Señora del Rosario. Y el día de Lepanto. |

  8. #8
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    Re: 7 de octubre de 1571: Cuando se abrieron los cielos

    juan vergara dio el Víctor.

  9. #9
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    Re: 7 de octubre de 1571: Cuando se abrieron los cielos

    Lepanto, la gloriosa victoria de la Cristiandad!!!

  10. #10
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    Re: 7 de octubre de 1571: Cuando se abrieron los cielos

    La batalla de Lepanto: la más grande ocasión que vieron los siglos

    Por Rafael Gambra (7 de octubre 1971)

    Cúmplese este 7 de octubre el cuarto centenario de la Victoría de Lepanto. En la hora que vivimos, sombría cual ninguna para la Cristiandad y para la conciencia nacional española, ningún contrapunto puede ofrecerse más estimulante que la evocación de esta fecha. Porque en ella culmina la gloria mayor de nuestra patria y la más alta plenitud de la Católica Cristiandad.

    Mediado el siglo XVI la unidad interna de la Cristiandad empieza a cuartearse por la escisión protestante en la Europa Central, y, al mismo tiempo, los turcos —la última y más temible oleada de islamismo— acentuaba su presión en el Mediterráneo y en el corazón mismo de Hungría, a las puertas de una Europa escindida.

    La batalla de Lepanto por Paolo Veronese
    ¿Qué habría sucedido si una postrera resistencia de la Cristiandad no hubiera conjurado el peligro deteniendo el lento avance otomano hacia Occidente? ¿Si un Pontífice en aquella coyuntura o el emperador en nombre de la Catolicidad se hubiera dirigido a Solimán el Magnífico para ofrecerle la paz basada en la "libertad religiosa" y la garantía de una "no resistencia armada" por tratarse de "motivos religiosos"?

    La alternativa de aquella encrucijada histórica no hubiera sido otra que la de que hoy fuéramos musulmanes toda Europa, y América cuya colonización se estaba iniciando. O lo que es lo mismo: el definitivo triunfo del Islam y la completa extinción de la fe de Cristo sobre el Planeta. Hubo, sin embargo, un santo Pontífice que dedicó todo su empeño a la creación de una Liga Santa. Hubo un rey —el más occidental de Europa y, por lo mismo. el menos directamente amenazado— que comprendió la necesidad del común esfuerzo y lo secundó con su inmenso poderío. Hubo también un homo missus a Deo cui nomen erat Joannes. Hubo, en fin, un Dios en los Cielos reforzando con su providencia los designios humanos dignos de ella, y una Madre amantísima de los cristianos que, por su patente amparo en aquel trance, sería honrada en su fiesta del Santo Rosario y alabada como Auxilium Christianorum.

    De esta gran conjunción nació Lepanto: obra portentosa de la santidad de un Papa, de la prudencia de un Rey, de la intrepidez de un General, de la fe de todo mi ejército, de la providencia de Dios... "Nunca los mares vieron en su seno, ni volverá a presenciar el mundo, conflicto tan obstinado ni mortandad más horrible, ni corazones de hombres tan animosos y esforzados." Y de la extraordinaria victoria —"la más alta ocasión que vieron los siglos"— resultó la definitiva ruina del poderío naval turco y la más cercana esperanza de alcanzar una Cristiandad unida y gloriosa en torno a la fe que le dio vida. Es la ocasión en que Hernando de Acuña puede dedicar a la Majestad de Felipe II el famoso soneto:

    Ya se acerca, Señor, o ya es llegada
    la edad gloriosa en que promete el cielo:
    una grey y un pastor sólo en el suelo,
    por suerte a vuestros tiempos reservada.
    Ya tan alto principio en tal jornada
    os muestra el fin de vuestro santo celo,
    y anuncia al mundo, para más consuelo,
    un Monarca, un Imperio y una Espada.
    Ya el orbe de la tierra siente en parte
    y espera en toda vuestra Monarquía,
    conquistada por Vos en justa guerra,
    que a quien ha dado Cristo su estandarte,
    dará el segundo más dichoso día
    en que vencido el mar, venza la tierra.
    La victoria de Lepanto tocó las entrañas del pueblo español en momentos dichosos en que su fe, su fervor y su esperanza —en compenetración con su monarca— formaban un solo canto a la gloria del Señor. El feliz suceso fue musa de nuestros mejores poetas. Es el canto magnífico que Fernando de Acuña dedica a le gran victoria:

    En sonando los clarines
    de las soberbias armadas,
    una de la gran Turquía
    y otra de la noble España...
    El valiente Juan de Austria,
    teniendo en entrambas manos
    un crucifijo y su espada,
    anima d'esta manera:
    Muramos por la fe, ganemos fama,
    al arma, guerra, guerra! ...
    Escurecióse el sol, tembló la tierra,
    embistiéronse las galeras,
    tiñeron de sangre el agua,
    que a la pólvora y al plomo
    no resiste fuerza humana...

    Han pasado cuatro siglos y, con ellos, muchos y muy extraños eventos: Quizá ninguna época pueda contraponerse con tantos acentos tan dramáticos a "aquella edad de prestigios y maravillas" como la inmensa crisis moral y religiosa que vivimos en el presente.

    ¿Dónde está ya aquella esperanza cierta en "la edad gloriosa" que promete el cielo? ¿Dónde ''nuestra Monarquía a quien ha dado Cristo su estandarte"? ¿Dónde la comunión de fe y de empresas que alcanzara sobrehumanas victorias? ¿Dónde la España que era a la vez cruz, enseña y arma?

    A cuatro siglos de San Pío V y de la Liga Santa, de todo un ejército que recibe del Santo Pontífice la Sagrada Comunión y la bula de Cruzada, se reniega públicamente, en el mismo seno de la Iglesia, de lo que despectivamente se llama Era Constantiniana —dieciocho siglos de historia de la Cristiandad— cuyo ápice fue Lepanto. Una doctrina sospechosa, resabio del protestantismo, y germen de toda disolución —el maritenismo— sustituye en la Iglesia a los grandes sistemas clásico-cristianos de la Escolástica. Se abjura de la tradición de Trento, se luteraniza el culto, se elimina la piedad mariana, el latín, el gregoriano... Se niega el principio religioso como fundamento del orden civil, se afirma la "indiscriminación" y el "pluralismo" religiosos, se desautoriza la armonía del Pontificado y el Imperio (Iglesia-Estado), se ultraja a cuantos lucharon y murieron por la Fe, se proclama la laicidad y la democracia universal como únicos cimientos políticos y morales... Y un pontificado se abre con el acto —de inverosímil simbolismo— de devolver al Turco la enseña gloriosa de Lepanto, en Roma depositada por los cruzados vencedores.

    ¿Hemos llegado en esta extrema mutación histórica —con este vacuo "humanismo"— a la vaticinada herejía de los últimos tiempos en los que el hombre "se adorará a sí mismo"?

    Mas por encima de los hombres, de sus mudanzas y apostasías, está el Cielo, el Señor de los Ejércitos y la Madre amantísima de los cristianos —Auxilium Christianorum—, recursos supremos. Allá viven, con todos los mártires de le Fe, los héroes de Lepanto, intercediendo por nuestra unidad y nuestra esperanza.

    Símbolo sobrenatural de cuanto ellos representan es el Santo Rosario como devoción popular y como advocación mariana. Nacido el Rosario de una aparición de la Virgen al español Santo Domingo de Guzmán, fue a su rezo en las solemnes rogativas públicas que presidió San Pío V a lo que en su tiempo se atribuyó la victoria de Lepanto. Y por lo mismo el día 7 de octubre quedó consagrado el por el santo Pontífice como fiesta litúrgica de Nuestra Señora del Rosario o de las Victorias.

    Y —obsérvese bien— en todas las apariciones de María en los últimos tiempos, desde Lourdes y la Salette hasta Fátima —únicos lazos milagrosos con el Más Allá— ha sido elemento común el recuerdo insistente del Santo Rosario como áncora de salvación para una humanidad desviada, en camino vertiginoso de perdición. Devoción de las Victorias, símbolo de Lepanto, el Rosario será para siempre para nosotros —católicos y españoles— la confirmación divina de nuestra Fe y de lo mejor de nuestra historia.

    Rafael Gambra Ciudad
    El Pensamiento Navarro (10/10/1971)

    Reino de Granada

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    Re: 7 de octubre de 1571: Cuando se abrieron los cielos



    444 años tras Lepanto, la olvidada. Desde sus banderas a los naufragios,hoy

    Javier Noriega


    Ya las armas se encuentran,
    ya se embisten, ya se traban;
    de don Juan y el turco Alí,
    las galeras capitanas,
    furiosos tiros escupen,
    fieros cañones disparan,
    humo que los aires ciega,
    fuego que los hombres mata.
    ¡Qué de mástiles y proas
    desmenuzan y quebrantan,
    los herrados espolones
    deshacen y desencajan!


    Lope de Vega


    El choque de civilizaciones es tan antiguo como la historia, e igualmente tan antigua es la ceguera de los hombres que las buscan, que las generan. Pero queramoslo o no, son las bisagras, los puntos de inflexión de la historia. La batalla que hoy recordamos en espejo de navegantes, en su 444 aniversario es uno de esos puntos importantes de inflexión de la historia. En la segunda mitad del siglo XVI, los tambores de guerra sonaban musulmanes y el muftí del sultán otomano proclamaron la yihad contra Occidente. Pío V, el papa del momento si entendió que la verdadera batalla que se libraba, era la que empujaba un choque de credos, que a modo de cruel duelo hacía peligrar la propia existencia misma del Occidente cristiano y su forma de vida. Casi nada.





    Y era curioso, han pasado varios siglos y la actualidad geopolítica de Oriente Medio nos parece traer ecos del pasado con extraordinaria viveza. ¿Quien duda del valor de la historia?. Es para tomársela en serio, por mucho que nos empeñemos en delegarla…Por aquel entonces se rompió la unidad de la cristiandad (en Europa), como consecuencia de las revueltas protestantes, latente en los países del Norte. “El Norte está lleno de cosas enredadas y textos, con los ojos doloridos”, rezaban las letras de aquellos rumores de los cristianos viejos. Parece una broma, un guiño a la actualidad. Una grieta que el poder otomano iba a aprovechar terriblemente. Sabían lo que se hacían en esto de la estrategia. El Islam tenía su oportunidad y era el momento del zarpazo hegemónico y militar. El Imperio Otomano, la sede del poder islámico, puso su ojo y su mano claramente para controlar el Mediterráneo. Y movía ficha.


    Golfo e isla de Djerba del gran cartógrafo otomano Piri Reis.


    Y lo hacía de una manera diversificada, planificada, como si de una partida de ajedrez se tratara. Los corsarios allanaban el norte de África con sus continuas razzias. La enorme flota del sultán anclada en el Mediterráneo oriental dejaba bien claro su poder y magnificencia presta a acudir allí donde estableciesen. Los ejércitos islámicos a lo largo de las costas de África, el Medio y Cercano Oriente, presionaban contra el Adriático, con la consecuencia que sus numerosos ejércitos musulmanes amenazaban claramente el Imperio de los Habsburgo a través de los Balcanes.



    Toma de Malta por los Otomanos 6 años antes de la batalla de Lepanto. Plaza por plaza el Mediterráneo se iba rindiendo hegemónicamente a sus pies.


    Fruto de todo este expansionismo tuvo como inevitable efecto la batalla de Lepanto. No había otra. Se estaban esperando. Uno de los grandes choques entre Oriente y Occidente, con la consabida victoria para la Santa Liga de las naciones cristianas. Una victoria que dejó un reguero de recuerdos conmemorativos en las ciudades Europeas, con gran importancia en su momento. Hoy, todo eso prácticamente se ha olvidado. Máxime en nuestro país, en donde la historia marítima y sus frutos se han relegado al olvido. ¿Que hay de aquellos barcos?. ¿De aquellos naufragios?. ¿De aquellos marinos y soldados?. O de sus banderas, sus armas, sus gallardetes, sus tambores y sus rodelas, sus espolones, sus cañones o sus velas…Aunque parezca mentira es difícil rastrear su pista en lo material, no así afortunadamente en abundantes obras históricas que han tratado magistralmente el tema. La misma cuestión trató el profesor Manuel Lucena del Consejo superior de investigaciones científicas (CSIC) en su “la trama global de los viajes y las expediciones Españolas en época moderna“. Notable y suficiente literatura y trabajos históricos sobre el asunto, ninguna arqueología de época moderna y poca materialidad y museo sobre la maritimidad. Aquí y allá, aparecen medallas conmemorativas, una legendaria bandera abandonada entre la oscuridad y esquinas de remotas capillas europeas que se asoma tras siglos de espera…





    En cientos de rincones de lejanas iglesias, en dispersos museos y en pequeñas colecciones, que van desde el conocido monasterio de San Lorenzo de El Escorial a la Real Armería de Madrid, pasando por las catedrales de Toledo y Santiago. Recónditos monasterios como el de Santa María de las Huelgas, el de Monserrat o Montesión. En el Museo del ejército o en el querido y omphalos marítima del país, nuestro querido Museo naval de Madrid. En pequeñas iglesias como la de Medina del Campo. En museos y palacios de Venecia, impresionante ciudad artística, que maravilla la pintura de Vicentino en la sala del colegio del palacio ducal. Para no olvidar. Para mi una de las más impresionantes (junto con el cuadro del Museo naval de Madrid), sobre Lepanto. En la comuna de Forno di Zoldo, en la iglesia de Santo Stefano de Pisa, en la iglesia de Santa ágata de Spelona, en el castillo de Rivalta, en la iglesia de San Domenico de Turín, en Génova, por supuesto en la Santa sede e incluso en la lejana Viterbo….La batalla de Lepanto nos la encontramos atomizada por todos lados.A modo de solitarios símbolos han sido guardados para la historia de una manera paradójica, ya que curiosamente no han sido objetos de un museo, de un lugar de reencuentro y de memoria (importantes batallas como Waterloo o el DIA D, lo tienen y no fueron menos importante que esta, es más fueron otros goznes importantes de la historia, como la propia Lepanto). No existe una huella que nos recuerde tal día como hoy de manera claridad. La claridad en la que toda Europa fue una, liderada por un capitán Español. Desgraciadamente encontraremos pocos legados en la historia que reflejen este hecho.





    Figuras en soledad, muchas veces descontextualizadas de un mensaje, de una historia. La de la más grande batalla que conoció la Cristiandad. Vayamos a recordar donde y que ocurre con los verdaderos protagonistas de los naufragios de Lepanto. Hoy en su aniversario, vamos a ver si encontramos sus restos.

    De Arqueología submarina sobre Lepanto. Nada de nada.




    Si hablamos de una batalla naval y de las naves que naufragaron en la contienda, a todos nos viene rápidamente a la mente la cuestión arqueológica. Es normal. La arqueología representa la vanguardia de la historia y para la cuestión marítima, para sus hegemonías y sus redes de intercambio, que mejor que explicarla mediante pecios y los hitos del legado subacuatico. Aunque parezca mentira aún no se ha excavado íntegramente ningún galeón de época moderna, por lo que no podemos esperar a que encontremos desgraciadamente ninguna campaña de investigación sobre las galeras de Lepanto. Sin embargo si encontramos y recientemente, a los científicos del INA, (Institute, Nautical Archeology de Texas) excavando, con el arqueólogo español Casabán integrado en el equipo, a un barco cargado de adornos suntuarios y lujosos espejos y cristales, además de pigmentos, para el palacio del sultán otomano Murad III. El «Gagliana grossa». Una nave grande, de remos, fletada por una rica familia de Dubrovnik y que partió de la costa Dálmata en 1583 con el fin de satisfacer la demanda del mercado. Una tormenta desatada nada más partir lo hundió, con su rico cargamento, junto a Gnalic, en un pequeño islote apenas a 3 millas de la ciudad croata de Biograd. Pero todo esto será diez años después de Lepanto. Afortunadamente es de los pocos registros que tenemos sobre los pecios de la época, por lo que queda mucho por investigar en la materia. Intentemos hacer de un problema, una oportunidad. ¿Nos podríamos imaginar lo que significaría estudiar la batalla de Lepanto en profundidad desde la arqueología?. Olvidada para la cultura, sin embargo si ha sido sopesada como un objetivo por los “desastrosos” cazatesoros. Lo de siempre. Además de estos, Throckmorton, ya se interesaba sobre la zona. Normal, es una de las grandes batallas navales de la humanidad. Y no sólo se interesó, sobre la zona realizaron campañas de prospección subacuática que en su momento supusieron cierta novedad, fue la primera vez en Grecia que se utilizó la tecnología de los sistemas de sonar. Las cinco expediciones que tuvieron lugar entre 1971 y 1972 tenían el objetivo de localizar naufragios, sobre todo naves del siglo XVI. Buscaban a Lepanto.







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    Re: 7 de octubre de 1571: Cuando se abrieron los cielos

    De esa forma rastrearon la a zona entre Mesolongi y la isla de Oxeia. Para la filmación de un documental sobre la batalla de Lepanto (1571), el canal alemán Spiegel TV si se interesó. Aunque parezca mentira, los germanos si se asomaban a aquella ventana de la historia. No existe una sola nave musealizada de la época, ninguna nave que nos hable de las maravillas de la arquitectura naval de la época. Si acaso, para conocer algunas de los rastros de aquella cultura marítima tendremos que acercarnos al “Dieniz Musezi” de Estambul. Un museo marítimo recientemente renovado, en el que podemos encontrar algunos rastros de aquella legendaria cultura marítima Otomana. No podemos olvidar que en aquella batalla se entremezclan las naves y los naufragios de las naves occidentales junto a la de aquel gran Imperio naval con aquella magistral tradición oriental. Cuando estuvimos en sus salas y tras conocer sus fondos, podemos decir que el museo alberga más de 20.000 piezas interesantísimas para su estudio y quizás lo más importante, un impresionante archivo en Besiktas cuyo corazón alberga buena parte de la memoria naval de aquella época. Una extensa colección que espera ser descubierta para los investigadores y los ciudadanos. Si la arqueología no ha nutrido a las investigaciones, ni a los museos de excavaciones, de material arqueológica, de investigaciones, ¿que podemos encontrar sobre la batalla de Lepanto hoy?. Restos aislados, en ocasiones excepcionales, pero que como si se tratase de singulares “reliquias medievales” se exhiben como si fueran restos milagrosos de una batalla. No existe un discurso narrativo, explicativo en su conjunto de lo que significó aquel gozne de la historia. Toda una oportunidad pérdida, que hoy en el aniversario de su efemérides es buen momento para recordar. Si bien esa es la triste realidad sobre la cuestión, veámos cuales son los “naufragios en tierra de la batalla más grande de la historia”…Comencemos por sus banderas.




    Del gallardete de Don Juan se Austria a las insignias Otomanas. La cuestión de las banderas




    Exposición reciente del impresionante y valioso gallardete de la galera capitana de Don Juan de Austria, expuesto en la catedral de Santiago.



    Los turcos habían desplegado unos 328 buques, de los cuales 208 eran galeras. En todas ellas, en sus popas y en sus “árboles”, transportaban sus valiososestandartes y pendones de las diferentes naciones y advocaciones que iban a la batalla. Como ha ocurrido siempre en los campos de batalla, se trataba del botín de honor más preciado tras el fragor de la misma. Curiosamente en esta cuestión de Lepanto, a modo de “mártires insignias”, muchas de estas banderas se desperdigaron a modo de diáspora por toda Europa. Como si se tratasen de “importantes reliquias”, lanzaban un claro y poderoso mensaje; el de la victoria de Cristo. Aquellas banderas tenían la bendición del Papa y el estandarte papal; las ministraciones de jesuitas, dominicos, los franciscanos y capuchinos que acompañaron a la flota, las oraciones de los fieles; y los rosarios que fueron presionados en las manos de cada remero cristiano. Aún recuerdo vivamente las palabras de González-Aller cuando descubría, apuntando con su dedo el en el cuadro de Lepanto del Museo Naval de Madrid, en el vestíbulo de los Austrias. Exclamaba certera y con su viva voz el papel ideológico de los sacerdotes que participaron junto a los alcázares de las naves, crucifijo en alto e invocando a las fuerzas de la virgen y de los arcángeles. Era una visión casi mítica. Y se podía ver, es más lo pueden ver cada uno de ustedes si visitan el museo y pueden observar allí, acercándose bien al óleo, como en primer plano, aparecen aquellos monjes jerónimo, franciscanos o dominicos vociferarando en la batalla.



    Detalle del impresionante cuadro sobre la batalla de Lepanto en e que encontramos la imagen de Don Juan de Austria comandando a la Real, tras él un monje crucifijo en alto arengando a las tropas en el alcázar de popa. Toda una fotografía del ataque a la Sultana. Los óleos, que ya tocamos en espejo de navegantes con anterioridad, adquiere una dimensión importante en lo relativo a la batalla de Lepanto.


    Y sobre las banderas se pueden decir muchas cosas. Afortunadamente demasiadas. Para empezar, curiosamente, los próximos días 15 y 16 de Octubre se celebra en Huelva el congreso nacional de vexicología. En suma, mucho debate sobre badneras. Su obra, “Lepanto, las banderas en la más alta ocasión”, un detallado y profundo estudio que nos detalla el papel de las mismas en la batalla de Lepanto.







    Sobre los trofeos de las armas, las banderas y los oros efectos de guerra ganados a los turcos las fuentes nos hablan algo. Poco, pero interesantes descripciones de lo poco que podemos salvar de la batalla. El repartimiento que entre las naciones que formaban la santa liga, se efectuó de los bajeles, de la artillería y de los esclavos cogidos al enemigo tenemos pocos datos. Cosa diferente es la distribución de las banderas, las armas, y los objetos que se cogieron. Los documentos de la época nos da cuenta del envío del estandarte que enarbolaba la capitana turca y que fue traído por Don Lope de Figueroa con la nueva del triunfo, y destinado al Escorial. Al corazón de aquella España de Felipe II. También lo fueron cuatro fanales de galeras capitanas turcas. Parece que el traje del almirante Ali Baja, y su poderoso e importante alfanje, el de su hijo y otras armas se conservaron por parte de los reyes de España en sus armerías. Su conocimiento no pasa de los estudiosos e investigadores que se interesan por el asunto. Sobre la enseña, fue curioso. Quedó reducida a cenizas en un incendio que sufrió el Escorial en 1671, al ser almacenado en una torre. Toda una pena, pues tenía que ser impresionante. “Entrego Hernando de Beiviesca un estandarte de lienzo dorado, de 15 palmos de largo y ocho de largo, escrito todo el de letras arábigas, parte dellas doradas y parte negras, y por la una parte tiene cuatro círculos de las dichas letras, mas menudas todas con sus orlas de letras grandes doradas”. Sobre los fanales, dispuso Felipe II, remitiéndose dos de dichas linternas al monasterio de Guadalupe. En la sacristía pude ver en su momento el latón dorado, envejecido de aquella linterna de popa. Pude imaginar como tenía que alzarse sobre la nave sultana del Otomano. Y como pudo ir a parar a aquel impresionante monasterio al otro lado del mundo de donde fue apresado dicho trofeo.





    Pero sigamos con las banderas, más adelante trataremos a las armas. Merece la pena detenerse sobre el gran Estandarte o bandera de la batalla de Lepanto. En damasco azul, y perteneciente al conjunto que entregó después de la victoria, Don Juan de Austria. Tiene decoración vegetal en dorado, con cenefa exterior .Aquí el Crucifijo es grande, proporcionado a la longitud del estandarte que mide 16 m., y los escudos son los de la Liga Santa, es decir, España, Venecia y el Papa. Debajo el escudo de Don Juan de Austria. Aquí están dispuestos en sentido vertical, y el final de la bandera se divide en dos puntas. Toda una joya histórica. Se ha encontrado durante siglos en la Catedral de Toledo. Año tras año en una de las grandes catedrales de España adornada solemnemente los oficios religiosos de aquella catedral castellana. Allí, impresionante con su cuidada iconografía del siglo XVI.









    Don Juan, dió su porción del botín capturado a sus católicas majestades, tanto a Felipe II, como al papa, redoblando su generosidad añadiendo a su tesoro los 30.000 ducados le otorgó por la ciudad de Messina. También hizo regalos de dos banderas capturadas, las principales, no podía ser de otro modo: El estandarte imperial otomana fue al Papa; la fabulosa bandera de seda verde fue a Felipe II, le acompañaba el informe posterior a la acción. Con él vinieron 34 banderas que serían repartidas por el Imperio, incluidas las impresionantes banderas Otomanas. La colección existente en la Real Armería en Madrid, es sin lugar a dudas una de las más importantes del mundo, como nuestra Real Armería, que junto a real armero, uno de los hombres y equipo de patrimonio nacional que son toda una institución en si para la historia y la memoria del pasado a nivel internacional .Sobre las banderas Otomanos disponemos fotográficamente a continuación las existentes en dicha Real Armería de Madrid.









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    Re: 7 de octubre de 1571: Cuando se abrieron los cielos


    La cuestión de las armas




    El museo del ejército Turco, una obligada y apasionante visita para estudiar las impresionantes armas de mano del fiero imperio Otomano. Recordemos el valor que tuvo en la batalla los temidos arcos turcos y los afilados ayagates.


    A la muerte de Don Juan de Austria, lo heredó su hermano, el rey, que a la sazón mando de nuevo depositar en la real armería dichos trofeos. Fue Don Juan de Austria, como gran vencedor de la batalla el que recibió buena parte de los honores. Habría que ver que fue de los líderes venecianos. “De los despojos ganados al turco”, fueron, aparte de los bajeles, (que sumo nada mas y nada menos que un total de 16), junto a 720 esclavos de cadena, la celada y el brazalete de Ali baja; ocho cabos de estandarte, cuatro colas de caballo, tres hacerlas de armar, arcos, flechas, carcaxes y otras armas blancas. Recuerda poderosamente a los trofeos de las batallas de la antigüedad. Con total poderío recogía los despojos de los vencidos. . ¿Y donde están en la actualidad?. Como hemos visto, para el público en general, apenas sin ser conocidas. Consta además que se entregaron en la armería once banderas cristianas, azules, con sus cordones y borlas de igual color y oro, las cuales fueron regaladas por el otro gran vencedor. El papa Pío V a Don Juan de Austria.


    El alfanje del almirante turco Ali baja.”Cuando la poesía formaba parte de las batallas”.





    Y es que la espada del Turco es un testimonio importante de la batalla. Una impresionante pieza, un alfanje turquesco, dorados y la guarnición una cruz, de oro, al igual que el pomo, de terciopelo pardo…En el campo del lado izquierdo, junto a la espiga, varios animales fantásticos y un circulo que contiene una leyenda árabe. En trazados de oro y confeccionados a la damasquina. La leyenda siempre me impresionó sobremanera. Eran otras épocas en las que las armas iban revestidas de advertencias y eran bendecidas. En el caso del alfanje existente en la Real Armería, (que abajo disponemos en fotografía de su hoja, ya que la imagen de arriba pertenece al alfanje de “Soleiman el magnífico”, del museo del ejército Turco), vertida al castellano decía algo así como; “Tus acciones sean en buenas obras; sed buena, fortuna, a la obra de Hachi Murad”. Parece que siempre los Dioses acompañan a cualquier ejército, sean vencedores o vencidos, como veremos más adelante, curiosa egolatría. Lo que se extiende a lo largo de la letra con hojas de oro, dice; “Ciertamente te abrimos camino manifiesto para que te perdone Dios tus pecados pasados y venideros, te conceda sus beneficios y te guíe por el camino recto”. Sigue en idioma turco. “Si me son terribles con tu asistencia, es que das, como el sol, a las criaturas la luz, haces a todo siervo con tu gracia beneficios y que sea yo una gota, siendo tu mar profundo. Nuestro señor el jeque Abdelcader el Sivazi”.

    “Y cuando venga el auxilio de Dios y la victoria, y veas a la gente abrazar en tropel la religión de ala, alaba si tu señor , gratificándole y pide perdón, pues ciertamente es condenador”. Al otro lado de la hoja decía; «El auxilio de Dios y la victoria próxima”. Mucho nos tememos que dicha Victoria no le llegó nunca en Lepanto.





    La celada de Ali Baja




    Una celada de hierro damasquino, que se gano el día de la batalla naval. El yelmo en cuestión era impresionante. “Tenía, nada más y nada menos que treinta seis rubíes, los treinta pequeños en el cabo alto e los seis en las orejas e cuatro turquesas e dos diamantes e toda ella listado de alto a bajo de oro”. La pedrería y el oro de las listas desaparecieron con el tiempo. Seguramente la codicia hizo de las suyas. El buril en el lanceó del lado nasal así como en las cartelas que rodeaba el borde inferior de la celada, decía: «En el nombre de Dios clemente y misericordioso; ciertamente te abrimos camino manifiesto para que te perdone Dios sus pecados y venideros, te conceda sus beneficios y te guíe por el camino recto. En el auxilio viene de Dios y la victoria esta próxima. Felicita por tanto a los creyentes, ¡oh mohamad!. Y en la visera continuamos con los versos sagrados; refugióme en Dios (para que me libre de) Satanas el apedreado; poco falta para que los infieles te miren con ojos de malicia cuando oyen el Coran, y digan; es un alucinado; pero ello no es sino una advertencia para todo el Universo”.


    Colección de yelmos europeos del siglo XVI. Algunos de ellos pertenecientes de las naciones de la Santa Liga. Museo del ejército Turco. Estambul.




    Yelmo Otomano de la batalla de Lepanto.


    La armada católica había sido visto por los buques espías musulmanes (pintados totalmente de negro para que por la noche pasasen desapercibidos). El 7 de octubre de 1571, puestos de observación de don Juan dieron la alarma como las naves cristianas entraron en el Golfo de Patras. Los otomanos, de su base naval de Lepanto en el Golfo adyacente de Corinto, habían formado una línea de batalla, su frente vestida de tres “batallas”. Por delante de las “tres batallas” de don Juan, una cuña de galeaza, más lentos, artillados y menos maniobrables, pero que compensaba su falta de movilidad, con su potencia de fuego sin igual. Pero donde se dirimió la batalla fue en lo relativo a las armas blancas, los arcabuces y la fuerza bruta de los soldados que se enfrentarían entre las bordas de aquellas naves…La mar tuvo que tintarse de rojo y sangre. No había otra. La batalla se resumió en que, las galeazas dibujaron las primeras sangres, con las cubiertas llenas de plasma de turcos y astillas por todos lados. Los otomanos, básicamente navegaron alrededor de las naves cristianos, con el objetivo, de lidiar con las naves católicas y que la batalla girase en un violento e incesante combate cuerpo a cuerpo flotante de cimitarras musulmanas, arcos, espadas y mosquetes contra las católicas, picas y arcabuces De ahí la importancia de estos legendarios trofeos de guerra…



    Los cañones estallaron, las flechas llovieron sobre los cristianos, y los arcabuces escupieron bolas de plomo. De todo hubo sobre aquellas naves. De un lado volaban garfios; de otros, los cristianos lanzaban redes para repeler asaltantes y seguir con los disparos. Todo un espectáculo. Y la lucha cerrada mano a mano a bordo de las cubiertas. Los católicos que volvían los cañones giratorios sobre las naves enemigas, y los arqueros turcos disparando andanadas de flechas oscuras que se cobraron, entre otras, la vida de Agostini Barbarigo, comandante del ala izquierda católica, cuyo ojo fue traspasado cuando levantó la visera de emitir órdenes. Y parecía épica la paliza que le daría Lucas a las dotaciones del Victory siglos después den Trafalgar. Desde luego no se quedaba atrás la imponente batalla de Lepanto.





    A la cabeza del centro católico fue Don Juan a bordo del buque insignia real. Para él, y para el comandante musulmán Ali Pasha, la batalla fue toda una justa. Dispararon para anunciar su presencia el uno al otro, y luego condujo al choque, el uso de sus galeras como corceles. Las naves se estrellaron juntos. Don Juan a la cabeza, y en todas partes la línea estallaron con explosiones de cañones, bombas, disparos, y el choque de espadas y hachas de batalla, mientras que las flechas mortales y silenciosas, volaban, resonando en la madera y los hombres. Todo un infierno.


    Detalle del cuadro de la Batalla de Lepanto que narra precisamente el momento en el que la galera de Don Juan de Austria embestía a la Sultana para posteriormente decapitar a Alí Bajá. Su comandante. El momento del cenit de la batalla. Para verlo de cerca. El Museo Naval de Madrid.


    Al parecer, el barco de don Juan y los hombres estaban recibiendo la peor parte, hasta que Marco Antonio Colonna, comandante de las galeras papales, embistió su propia insignia contra la de Ali Pasha. Las fuerzas católicas crecientes, en lo que se había convertido en una batalla de infantería luchada a través de las cubiertas de los barcos, barrieron a los musulmanes ferozmente. El propio Ali Pasha fue muerto y decapitado, y cuando Don Juan hizo un gesto, de esos que pasarían a la historia, gritaría, arrojando la cabeza cortada del caudillo enemigo a un lado. No tiene pérdida lo que dicen los cantares….


    Derriban con presteza el estandarte
    del Turco capitán, y al punto arbolan
    en lo alto del carces la cruz sagrada,
    con la effigie mortal de Iesu Christo».
    (Felicissima Victoria, Canto XIV. 1a edeción, Lisboa 1578)



    La Bandera de la Santa Liga se planteó en alto, junto a la insignia del Otomano capturado, la reconocida bandera de Ali Pasha, finalmente rendida. Con esto acabó realmente la batalla. Con esto se apagaron para siempre los ecos de una de las mayores batallas de la historia de la humanidad.

    “A todos los parecía un sueño, por ser cosa que no se ha jamás visto ni oído esta batalla y victoria naval». Luego mandó el Señor D. Juan gritar victoria en la galera Real, y por consiguiente se gritó lo mismo en las demás “galeras que estaban cerca». Victoria. Victoria. Victoria.


    En Museo naval de Madrid. Junto a uno de los estandartes de Lepanto.



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    Último mensaje: 01/08/2006, 22:48
  4. Juan Francisco Donoso Cortés
    Por Ordóñez en el foro Historiografía y Bibliografía
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    Último mensaje: 27/12/2005, 17:20
  5. Los Fueros de Sepúlveda
    Por Ordóñez en el foro Historia y Antropología
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    Último mensaje: 04/08/2005, 16:22

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