SU SAGRADO CORAZÓN REINARÁ
SU SAGRADO CORAZÓN REINARÁ EN ESPAÑA
Desde los tiempos más remotos, el Sacratísimo Corazón de Jesús ha venido recibiendo culto entre los cristianos. La Patrística recibió la Tradición Apóstolica sobre el Corazón de Nuestro Señor Jesucristo. Y es que Jesús, como verdadero Dios y verdadero Hombre, tiene un corazón humano.
Muy tempranamente, San Agustín de Hipona aparecerá frecuentemente representado en su iconografía con el corazón ardiendo de amor por Dios y recibiendo un Corazón inflamado en llamas. En el siglo XII, Guillermo de Saint Thierry enseñaba lo importante que es “entrar de lleno en el Corazón de Jesús, en el Santo de los Santos”.
"En la devoción al Corazón Sagrado de Jesús, honramos, pues, el amor que nos alcanza el Verbo encarnado. Primeramente amor creado. Cristo Jesús, simultáneamente, Dios y Hombre, Dios perfecto: es el misterio mismo de la encarnación. En su calidad de “Hijo del hombre”, Cristo tiene un corazón como el nuestro, un corazón de carne, un corazón que late por nosotros con el amor más tierno, más verdadero, más noble, más fiel que pueda haber." -dice Dom Columba Marmion.
Santa Gertrudis (1256-1302) tuvo una visión en la fiesta de San Juan Evangelista. Santa Gertrudis preguntó a San Juan, en aquella visión que de él tuvo, si aquella noche de la Última Cena, al recostar él su cabeza en el pecho de Jesús, había podido oír San Juan los latidos del Corazón Sagrado. San Juan le respondió que sí había podido oír aquel Divino Corazón latir, pero que estaban por ser revelados esos misterios en un futuro. Esa revelación tendría lugar cuando el mundo se hubiera enfriado; y una vez que Dios diera a conocer sus misterios de amor, ese Corazón Sacratísimo volvería a calentar una tierra y una humanidad frígidas.
Todos los más grandes santos de la Iglesia han cultivado la devoción al Sagrado Corazón de Jesús como vía mística. Pero Cristo tenía escogida a Santa Margarita María de Alacoque, una humilde monja de la Visitación, para revelarle esos secretos del Santo de los Santos. Fue a finales del siglo XVII, en el monasterio de Paray-le-Monial en que profesaba Santa Margarita. En una de las muchas apariciones del Señor a Santa Margarita, Cristo le dice: “Mira el Corazón que tanto ha amado a los hombres… en vez de gratitud, de gran parte de ellos yo no recibo sino ingratitud”.
El culto al Sagrado Corazón de Jesús se convirtió así en una devoción entrañable de la cristiandad. Aun así, las almas se han ido enfriando a lo largo de los siglos, pese a las reiteradas invitaciones del Señor a inflamar nuestros corazones con el fuego imperecedero del Suyo.
Así le decía Jesús a una monjita de las Hermanas Coadjutoras del Sagrado Corazón, la madrileña Sor Josefa Menéndez:
“Quiero que ardas en deseos de verme amado y que tu corazón no se alimente más que en este deseo… Mira mi Corazón y el fuego que lo consume: es el amor que tengo a las almas, pero sobre todo a mis almas escogidas. A ellas reserva mi Corazón un sitio de preferencia… pero, ¡cuántas no lo saben! Entra en mi Corazón, gusta su dulzura, embriágate de su paz, deja que tu corazón se embriague al contacto de esta divina llama. Comparte mis penas, mis tristezas, mis horas de soledad, hazme compañía. Ámame por tantas almas que me dejan solo y me desprecian.”
Son las palabras de un Enamorado, del Divino Enamorado: enamorado de su criatura, la misma creatura que, en pago de tanto amor, tanto desprecia, ignora, relega y ofende a su Creador. Incomprensible misterio de Dios. Quien esté leyendo esto y haya amado en vano, sin ser correspondido, puede sacar sus propias conclusiones. Y la conclusión más esperanzadora es que, aunque nadie en la tierra nos amara, lo tenemos a Él, que nos espera para introducirnos en los dulces misterios de su Divino Corazón.
El corazón, símbolo del amor, pero también de la más alta inteligencia. Según Juan Eduardo Cirlot: “En la doctrina tradicional, el corazón es el verdadero asiento de la inteligencia, siendo el cerebro sólo un instrumento de realización; por ello, al cerebro corresponde la luna y al corazón el sol, en el sistema analógico antiguo que demuestra la profundidad de los conceptos y su persistencia.” El corazón es trono del amor y del intelecto, pues un intelecto desenamorado es medio intelecto y un amor necio es un amor de tontos.
Los enamorados dicen que se dan el corazón, y quién no ha pintado corazones atravesados por flechas, como la que el Serafín clavaba y sacaba del corazón de Santa Teresa de Ávila. Así nos lo cuenta ella misma: “Veíale [al ángel] en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios”.
El 14 de mayo de 1733, Jesucristo Nuestro Señor se le aparece al venerable Bernardo de Hoyos, estudiante de Teología en el jesuítico Colegio de San Ambrosio de Valladolid. Cristo le hace esta promesa:
“Reinaré en España, y con más veneración que en otras muchas partes”.
Los chuanes contrarrevolucionarios franceses adoptaron como emblema propio el Sagrado Corazón de Jesús. Durante el siglo XIX, los contrarrevolucionarios españoles carlistas también adoptamos como emblema el Sagrado Corazón, orlado frecuentemente con la jaculatoria que reza: “Detente bala, el Sagrado Corazón de Jesús está conmigo”. Nuestro Rey D. Carlos VII de España consagró públicamente España al Sagrado Corazón de Jesús.
El Sagrado Corazón de Jesús está indisolublemente unido a la adoración de la Sagrada Eucaristía y al Reinado Social de Cristo Rey. Los secretos de esta devoción no han sido suficientemente ponderados por los católicos. Y ya es hora de hacerlo.
Hemos de hacernos idea del tremendo poder de esta devota tradición del Sagrado Corazón de Jesús, y lo haremos a la luz de las múltiples insidias de Satanás, que receloso del daño que a sus malvados designios puede infligirle este culto al Corazón Sacratísimo, no ha cesado en sus intentos de tergiversar esta devoción. Por eso, para impedir toda desviación, Pío XII nos advirtió:
"Finalmente, con el ardiente deseo de poner una firme muralla contra las impías maquinaciones de los enemigos de Dios y de la Iglesia, y también hacer que las familias y las naciones vuelvan a caminar por la senda del amor a Dios y al prójimo, no dudamos en proponer la devoción al Sagrado Corazón de Jesús como escuela eficacísima de caridad divina; caridad divina, en la que se ha de fundar, como en el más sólido fundamento, aquel Reino de Dios que urge establecer en las almas de los individuos, en la sociedad familiar y en las naciones, como sabiamente advirtió nuestro mismo predecesor, de p. m.: “El reino de Jesucristo saca su fuerza y su hermosura de la caridad divina: su fundamento y su excelencia es amar santa y ordenadamente. De donde se sigue necesariamente: cumplir íntegramente los propios deberes, no violar los derechos ajenos, considerar los bienes naturales como inferiores a los sobrenaturales y anteponer el amor de Dios a todas las cosas”."
(Haurietis Aquas, Carta Encíclica sobre el culto al Sagrado Corazón de Jesús, Su Santidad Pío XII.)
El conocimiento y la propagación de este culto al Sagrado Corazón de Jesús puede proponerse como vía de salvación, personal y colectiva, en estos tiempos en que España está postrada en un letargo espiritual.
Por eso, permanecemos fieles a la promesa de Jesucristo:
“Reinaré en España, y con más veneración que en otras muchas partes”.
La acción de las Cofradías del Santísimo Sacramento y las agrupaciones de la Adoración Nocturna tendrían que orientarse, ordenándose a un mayor conocimiento y devoción del Sagrado Corazón de Jesús, a fin de implantar el Reino de Dios, el Reinado Social de Jesucristo.
Así será, Señor –así lo creemos, lo esperamos y lo anhelamos. Pues aunque el mundo se hunda a nuestro alrededor… Creemos en Vos. Y aunque la miseria moral y espiritual parezcan haber devastado esta gran nación católica… Esperamos en Vos. Y sabemos, con el corazón, que cuanto más degradado esté esta Patria tan bendecida por Vos cuando os fue fiel, más grande será nuestra esperanza en las promesas del Sagrado Corazón de Jesús.
Amén
Maestro Gelimer
http://librodehorasyhoradelibros.blogspot.com/
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