LA SANTA INTOLERANCIA
En el Concilio de Nicea, Arrio llevó su pestífero y pernicioso libelo herético titulado "Thalia". Al concilio había ido el heresiarca, a quien no se le dejaba entrar en el salón de los padres. San Nicolás también había ido. Se leyeron algunas proposiciones de Arrio. San Nicolás escuchaba las blasfemias arrianas, que negaban la divinidad de Jesucristo. No pudo contener por más el asco que aquellas satánicas mentiras producían en su corazón. El obispo de Myra se levantó de su sitial, muy indignado, y salió al vestíbulo, allí donde estaba el hereje.
Fue San Nicolás hacia Arrio y, sin mediar una palabra, le propinó un bofetón en el rostro que lo tiró al suelo. El abofeteado lloriqueó por su orgullo abajado y, resentido y rabioso, denunció a San Nicolás.
Constantino y los padres del Concilio despojaron a San Nicolás de las insignias episcopales y lo encarcelaron. Los arrianos querían vengarse, entrando en la prisión, para darle muerte a San Nicolás.
San Nicolás oró en aquel trance. Jesucristo y la Santísima Virgen María lo visitaron en la mazmorra y le preguntó: "¿Qué haces aquí, Nicolás?".
-Señor, estoy aquí preso por haber defendido con celo vuestra divinidad.
Cristo le dijo, entregándole los Evangelios: "Sal de esta prisión, que yo te restituyo a tu dignidad".
Y la Virgen María puso en los hombros de San Nicolás el "homophorion".
Maestro Gelimer
LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS
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