LAS REVUELTAS DEL SIGLO XVII EN ANDALUCÍA.
El día del Corpus Christi de 1640 los campesinos catalanes se levantaron tumultuados por sufrir los gajes propios del alojamiento y mantención de las tropas castellanas que estaban combatiendo a los franceses. Los campesinos, "els segadors", se alzaron también por el agobio de las cargas y privilegios señoriales. El virrey de España fue asesinado y la Generalitat -presidida por Pau Claris- declaró la independencia de Cataluña, para acto seguido pasar a ser vasalla del rey de Francia. Es uno de los hitos del separatismo catalán, revivificado en el siglo XIX con vocación secesionista. Pero, en Portugal surgía por aquella fecha un movimiento de secesión similar, alentado por los lusitanos apartadizos espoleados por los "servicios secretos" británicos que trabajaban en el socavamiento de la unidad peninsular.
Pero también el siglo XVII es el siglo de las "machinadas", los motines de algunas poblaciones vascas que por ser "Martín" nombre en aquella época muy estilado por el pueblo. El diminutivo de Martín en vasco era Machín, y así dieron en llamarse a aquellos tumultos campesinos "machinadas".
Los nacionalismos centrífugos quieren encontrar en aquellas revueltas antecedentes de un sentimiento nacionalista. Pero en Andalucía también hubo levantamientos parejos por la misma época.
LA REVUELTA DE ARDALES.
El P. Alejandro del Barco García nos ofrece curiosos datos sobre la revuelta que tuvo lugar en Ardales, en la noche del 6 de enero de 1647. Como todas las revueltas de aquel entonces, el grito era el de: "¡Viva el Rey y muera el mal gobierno!". El P. Barco escribe en el siglo XVIII, pero cuenta para ello con el archivo de los Marqueses de Estepa, bien abastecido de datos. Nos lo cuenta en "La Antigua Ostippo y actual Estepa" (nota bibliográfica abajo).
Como decimos, en la noche del 6 de enero de 1647 los vecinos de Ardales se sublevan, acaudillados por un barbero llamado Marcos Vázquez y su cuñado Juan de Vera, ambos naturales y residentes en la susodicha población.
Los facinerosos se tumultuaron, intentando matar al Administrador y al Escribano de Ardales. El Escribano encontró refugio en el convento de Capuchinos que, a la postre, fue asaltado por los sublevados. Se atropelló a los religiosos, cuenta el P. Barco que "rompiéndoles los hábitos a estocadas hasta que los obligaron a entregarles los papeles", papeles con los que el Escribano se había amparado en el sagrado del convento que no respetaron. El Escribano se dio a la fuga y pudo salvar el pellejo, pero uno de los Alcaldes de la villa "se ahogó huyendo en un río" y el otro Alcalde pudo aplacar la furia de los insurrectos que no se amilanaron. Los secuaces de Marcos Vázquez "echaron pregones, bajando los derechos del pescado y la carne, quitaron las alcabalas y citaron sublevar otros muchos pueblos de Andalucía, asegurándoles el dicho Marcos Vázquez que tenía más de diez mil hombres a su favor bien armados".
El Alcalde al que perdonaron la vida dio parte de lo que ocurría en Ardales a la viuda Marquesa de Ardales. Ésta señora pidió favor al Rey, al real Consejo y Chancillería de Granada. El Marqués de Estepa, D. Adán Centurión, a pesar de sus más de 64 años de edad y muy menoscabado por la gota, salió al paso para defender a la viuda y mandó una carta a los Alcaldes de Ardales, exponiéndoles que conseguiría el perdón para los rebeldes a condición de que estos renunciasen a sus propósitos. Parece que remitieron en sus insolencias, pero volvieron a las andadas y, allanando la casa de la Marquesa de Ardales, arrastraron a una de sus doncellas que por hermosa la amaba uno de la confianza de Marcos Vázquez. El caudillo barbero la mandó casar a la fuerza con su conmilitón.
El Marqués de Estepa, enterado de los desafueros que se cometían en Ardales, hizo un banderín de enganche que alistó a cien arcabuceros y tomó posiciones en Teba, muy cerca de la villa rebelde. Fue prevenido, pues los insurrectos de Ardales estaban armados hasta los dientes y resueltos a la resistencia. Pero el Marqués entró en Ardales sin un rasguño, nombró otros Alcaldes y restituyó el orden. Los cabecillas de la revuelta huyeron, pero muchos otros que resultaron apresados, fueron condenados a muerte. Prácticamente, la mayoría del vecindario había tenido parte en la rebelión.
Sin embargo, lo que llama la atención de todos estos hechos es que, aunque el Marqués de Estepa pudiera sofocar el epicentro de la revuelta andaluza, el conflicto se extendió por Andalucía y muchas poblaciones se alzaron contra las autoridades municipales, linchando alcaldes y ediles por doquier. Resulta curioso, pero la amenaza del barbero de Ardales, Marcos Vázquez, pareció ser algo más que un farol: "...citaron sublevar otros muchos pueblos de Andalucía, asegurándoles el dicho Marcos Vázquez que tenía más de diez mil hombres a su favor bien armados."
¿Quién era ese hombre o quiénes lo apoyaban, para que, siendo no más que un barbero pudiera estar tan seguro de tener "a diez mil hombres a su favor bien armados" en toda Andalucía?
¿Se trata de un enigma de la Historia de Andalucía que queda por despejar?
Conforme alguien vaya consiguiendo información de estos hechos del siglo XVII en Andalucía, no estaría mal ir pegándolos aquí, para hacernos una idea del alcance que aquella revuelta de 1640 tuvo en la Bética.
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1. Nota bibliográfica: El libro del que extraigo una sucinta exposición de los hechos de Ardales es el más arriba referido: "La antigua Ostippo y actual Estepa", su autor: P. Alejandro del Barco García, O.M. La edición, introducción y notas del manuscrito se debe al P. Alejandro Recio Veganzones, O.F.M. y Profesor de Arqueología en Roma, coordinan la edición: A. Rivero Ruiz y R. Soria Conde. Estepa, 1994.
LAS REVUELTAS EN EL REINO DE JAÉN.
Quiero seguir con las pocas, pero verídicas, noticias que de los levantamientos populares del Andalucía nos han llegado. He aquí el testimonio de un autor del siglo XVIII que habla de oídas de sus abuelos sobre el tumulto que tuvo lugar en Torredonjimeno, Reino de Jaén.
"No fue solo Sevilla la que padeció el trabajo de la sublevación, tocó este contagio a la villa de la Torre Don Jimeno, descargando el mayor golpe sobre la vida de su mayor Alcalde; pues como éste, por precaverse se comunicase el contagio de los pueblos vecinos; hubiese mandado cortar la comunicación con ellos, y hacer quemas de yerbas aromáticas, como tomillos, y otras para purificar los aires, contra las enfermedades epidémicas, ofendido el vulgo de estas providencias, por parecerle aumentaban la hambre, y la falta de mantenimientos que padecía, rompió en sublevación manifiesta, contra el gobierno y justicia. Saqueó varias casas; persiguió al Alcalde mayor que, huyendo de casa en casa, escondiéndose de la alterada multitud, fue al fin descubierto, y perseguido, hasta un tiro de mosquete del pueblo; donde alcanzado, le quitaron la vida con golpes de palos, y piedras; en que las mujeres (según oí a mis abuelso) fueron las más osadas, arrojando piedras y tiñendo los asadores de cocina, en la sangre del difunto Alcalde. Hoy señala el Sitio de su muerte, una Santa Cruz entre la ermita de este título, y molino del Rey en el mismo camino de Jaén.
A este temerario arrojo, siguió el dar el amotinado populacho la vara del gobierno a un caballero regidor del apellido Calatayud. Ofreciéronsela furiosos en su propia casa (que conocí en alberca, y hoy es solar, con nombre de la Casa de Alarcón, junto al puente de la villa) y aunque el regidor recibió la vara, por temor de perder la vida, y después de asegurar su casa, la volvió por una ventana. Tuvo después que perder su patria; o por haberla admitido o por haberla despreciado. Hoy reside su descendencia en la villa de Pegalajar. Este destierro siguió al hecho y tumulto; como la pena capital de los principales reos; para cuyo castigo y dejar escarmentado al populacho, envió el Gobierno Juez con tropa, que puso en orden la villa; y en debido respeto sus Ministros de Justicia"
Publicado originalmente en la revista cultural ÓRDAGO de Torredonjimeno, y extraído del manuscrito inédito "Augusta Gemela Ylustrada con los pueblos de su partiodo hoy villa de Martos", de fray Juan Lendínez, OFM, folios 426-427. Año 1778, corregida para hispanismo.org en su grafía original.
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