Aportación lingüística del Latín al Euskera
1. FORMACIÓN DE LAS LENGUAS ROMANCES HISPÁNICAS
El antiguo latín que se hablaba durante la época de romanización en la Hispania peninsular sufrió una continua evolución, dando lugar a las diferentes lenguas romances como el gallego, el leonés, el castellano, el aragonés y el catalán, además del mozárabe, que pronto se perdió.
Las áreas geográficas en las cuales se hablaban estos romances no correspondían siempre a la extensión del territorio que representan estos topónimos. Por ello, para darles mayor precisión geográfica e histórica, se formaron los compuestos galaico-portugués, astur-leonés, navarro-aragonés, etc.
El primer testimonio escrito del castellano y el vascuence son las llamadas Glosas Emilianenses. Fueron escritas en el Monasterio de Yuso, en San Millán de la Cogolla (La Rioja), a finales del siglo X.
Pero el desarrollo del primero es coetáneo al de otras variantes romances, como el gallego y el catalán, y aún del aragonés y del leonés.
De las lenguas romances señaladas, el castellano fue extendiéndose, no por imposición de ningún poder superior, sino por una muy superior capacidad expansiva debida, al parecer, a sus características fonéticas y léxicas, flexibilidad sintáctica, simplicidad y aspecto innovador. Estas cualidades permitieron que llegase a ser la lengua común de todos los pueblos que conformaron la realidad conocida en el futuro como España. El hecho por el cual el castellano fuese la lengua del reino que mayor expansión geográfica alcanzó durante los últimos siglos de la Reconquista influyó de manera muy positiva en su hegemonía sobre las demás.
La lengua primaria de Vascongadas y el uso lingüístico básico y fundamental, es decir, el euskera ha sido el centro de organización de la vida vasca desde los orígenes, que se confunden con la génesis del pueblo. Pero el euskera, a lo largo de su historia, ha convivido siempre estrechamente con otras lenguas y la sociedad vasca ha estado definida habitualmente por una pluralidad lingüística.
Durante la Edad Media no ha habido "lenguas nacionales", ya que no existían naciones. Los romances surgieron sobre una base latina, en un largo proceso evolutivo en el que intervinieron distintos factores históricos y literarios, entre otros. En todos los territorios que estuvieron bajo la férula de Roma, el latín era generalizado en su uso como lengua culta, la de la iglesia, la del pensamiento, la de ciertas formas de poesía e historia, y solo a partir de cierto momento, se puede decir que aquello ya no es latín, sino romance. Durante siglos, las lenguas vernáculas convivieron con el latín. Luego todos los pueblos adoptaron o aceptaron, el romance como la lengua común, conservando los vascos el euskera como su lengua primitiva.
2. IDIOMA CASTELLANO MEDIEVAL EN VASCONGADAS
Algunos de los hábitos articulatorios y ciertas particularidades gramaticales del euskera ejercieron poderosa influencia en la formación del idioma castellano por dos motivos:
1. el Condado de Castilla se fundó en un territorio de influencia vasca, donde parte de sus habitantes hablaban el euskera, en un momento en el cual este romance estaba en formación.
2. la participación de vascos y navarros en la Reconquista y repoblación peninsular en el Reino de Castilla.
Por tanto, el castellano fue una lengua románica surgida en la Reconquista con una acusada influencia del euskera, que cualquier otro romance no consiguió.
Su origen se encuentra en el habla de los vascos romanizados de Cantabria, norte de la provincia de Burgos, franja occidental de Álava colindante con la provincia de Burgos y los habitantes de la comarca vizcaína de las Encartaciones. Estas tierras en la época romana estaban habitadas por las tribus celtas de várdulos y autrigones. Su cercanía con la meseta, que desde épocas neolíticas fue foco cultural de las nuevas técnicas y costumbres, conseguiría que se irradiara el latín y la cultura romana con más fuerza. De la Romanización de los autrigones y várdulos surgiría el actual pueblo de Castilla y su lengua, el castellano. Pero esta lengua romance se diferencia de las demás gracias a la gran aportación que ejerció sobre ella el pueblo vasco y el euskera.
3. LENGUA ROMANCE DE NAVARRA: EL NAVARRO-ARAGONÉS
El navarro-aragonés era una lengua romance hablada en el valle del Ebro durante la Edad Media, anterior al castellano, con reductos actuales en el Pirineo aragonés, conocidos como aragonés y préstamos en el castellano de las actuales La Rioja, Comunidad Foral de Navarra (primordialmente la variante hablada en La Ribera de Navarra), Aragón y Comunidad Valenciana, con diferentes gradaciones.
Tuvo su origen en el latín vulgar, sobre un acusado sustrato vascón. Evolucionó del latín vulgar en la zona comprendida entre la Rioja Alta y la Ribagorza, provincia de Huesca, zonas bajo influencia vasca. La lengua recibió, en su período medieval, la denominación entre los lingüistas de navarro-aragonés, por abarcar los romances afines aragonés y navarro, así como el riojano.
La expansión del Reino de Navarra sobre tierras musulmanas y cristianas, con la consiguiente repoblación con cristianos de Navarra, llevaría consigo el idioma por todo el territorio conquistado. La anexión por el Reino de Navarra de los condados aragoneses supuso una importante influencia de la lengua navarro-aragonesa sobre los territorios posteriores de la Corona de Aragón.
Como es natural, por su extensión geográfica y la diferente evolución histórica de Navarra y Aragón, con períodos de unión y separación monárquica, el navarro-aragonés no presenta uniformidad absoluta. Menéndez Pidal e Yndurain ya señalaron algunas diferencias. Éstas han sido realzadas más tarde por Alvar y otros lingüistas navarros.
En todo caso, se trata sólo de matizaciones dentro de la unidad lingüística general. Estas diferencias se centran en las grafías qu > co, quo (coatro, quoatro), gu > go, gu (jegoa, yegua), representadas en aragonés comúnmente por qua, gua, y en la forma de escribir el sonido actual ñ, que en navarro era yn, inn e ynn (seinnor, seynnor), mientras que en aragonés se usaba ny, nni, ng, nn.
A estas diferencias se añade a veces la conservación del grupo mby la forma del sufijo -mente, las cuales, aun siendo características del navarro, no son privativas de él, pues existen también en aragonés, junto a las soluciones comunes m, -miente, -mientre, -mient, -ment.
Son, pues, pocas las diferencias. Por lo tanto, se puede seguir diciendo que el navarro-aragonés representa la unidad general básica de la lengua romance hablada y escrita en Navarra y Aragón conjuntamente desde el siglo X al XV.
4. LENGUAS ROMANCES EN EL PAÍS VASCO
Al caer el Imperio Romano, el antiguo latín evolucionó en los territorios de la Hispania post-romana, dándose una sucesión de varios idiomas románicos en el norte de España, desde el este, con el gallego, hasta el oeste, con el catalán, en el que participó el Románico vasco.
María Teresa Echenique considera que siempre hubo un cierto bilingüísmo vasco/romance en la zona de habla euskérica, lo que facilitaría los contactos. Echenique habla de un continuum en los idiomas románicos del norte de España en el que participaría el románico vasco. De hecho, hasta época reciente se documenta en el País Vasco un romance que ha sido calificado de "criollo", en el que se mezclan palabras en castellano y en euskera, incluso cuando los hablantes consideran que están hablando castellano.
El castellano es una lengua romance del grupo ibérico, originada en el Condado de Castilla, en las actuales provincias de Burgos, Vizcaya y Álava, y más tarde Reino de Castilla, que incluía aproximadamente la actual Provincia de Burgos, la totalidad de la Comunidad Autónoma de Cantabria y parte de las Comunidades Autónomas del País Vasco y La Rioja, cuyo centro es la zona de la Bureba, donde se halla el corredor de la Bureba, paso obligado para acceder desde el norte peninsular a la meseta ibérica. En esta área se supone que se hablaba euskera habitualmente en el siglo V, cuando se empezó a considerar una lengua bárbara y el latín como lengua propia de la cristiandad.
El latín era hablado y escrito por las clases cultas, como lengua de Estado transmisora de cultura escrita. En cambio, el euskera lo mantenían popularmente en zonas rurales, era solamente un "habla", pues no se manifestaba escrito, y se reforzaba por las repoblaciones con "navarros" durante la Reconquista. Por ello, no es extraño que los primeros textos en lengua romance que se conocen, los Cartularios de Valpuesta, del siglo IX (Burgos), como las Glosas Emilianenses, de finales del siglo X (La Rioja), incluyan nombres personales y frases en euskera.
Hoy está claro que parte del actual País Vasco forma parte de la cuna del español o castellano y no sólo la Álava castellana u occidental, sino también las Encartaciones de Vizcaya.
Como ha demostrado en una voluminosa tesis doctoral I. Echeverria Isusquiza:"Las Encartaciones parecen corresponder, a la llegada de los romanos, a la parte ya indoeuropeizada de la Península, de modo que, lejos de ser éste un espacio castellanizado más o menos recientemente, su lengua romance habría surgido sin interrupción de la evolución lingüística de ámbito ya indoeuropeo a la llegada de los romanos."
5. PRIMEROS TEXTOS EN ROMANCES HISPÁNICOS
La primera constancia escrita del navarro-aragonés y del vascuence está en las Glosas Emilianenses, surgido en el Reino Navarroaragonés, a principios del siglo XI. Son pequeñas anotaciones manuscritas realizadas en las lenguas latín, romance y euskera medieval, entre líneas o en los márgenes de algunos pasajes del códice latino Aemilianensis 60. Su nombre se debe a que fueron compuestas en el Monasterio de San Millán de la Cogolla (Millán o Emiliano procede del latín Aemilianus), perteneciente a la región de La Rioja y, por aquel entonces, parte del Reino de Navarra.
Se consideró como primer testimonio escrito de un dialecto romance hispánico, embrión o ingrediente básico del complejo dialectal que conformó el castellano, es decir, la lengua que ya hablaba por entonces el pueblo llano. Son más de mil glosas de las cuales unas cien están en romance, además, dos de ellas están escritas en lengua euskera.
Las dos breves glosas en lengua vasca son el testimonio escrito no epigráfico más antiguo del euskera del que se tiene noticia. La aparición de restos en euskera y la abundante toponimia de la región en dicha lengua son muestras de que estas glosas debieron ser escritas en zona de contacto lingüístico vasco-románico.
Los Cartularios de Valpuesta son una serie de documentos que van desde el año 804 hasta el 1200, y que serían el primer testimonio escrito del que se tiene noticia de un dialecto romance hispánico (si bien no hay consenso entre los expertos acerca de su autenticidad).
Escritos en el Monasterio de Santa María de Valpuesta (Burgos), se trata de manuscritos en los que se copiaron las escrituras originales (privilegios, derechos, títulos de propiedad y en general, documentos) de los archivos de la corona, de obispados, monasterios, iglesias, localidades o de personas privadas, con objeto de conservar, previamente autentificados, sus respectivos derechos, en caso de pérdida de sus originales. En estos primeros textos en latín se entreven algunas palabras con fonética claramente castellana; pero los primeros textos escritos plenamente en castellano no aparecen hasta el 1200.
El estatuto de autonomía de Castilla y León los menciona en su preámbulo como uno de los primeros testimonios escritos en lengua castellana. Por ello, Valpuesta (sito en el valle de Valdegovía, Burgos) al igual que San Millán de la Cogolla, se atribuye el título de “Cuna del Castellano”.
La presencia de patronímicos vascos es abundante: Anderkina ("pequeña señora"), Enneco ("mi pequeño"), Ozoa ("el lobo"). Se utiliza el euskera en expresiones: mie ennaia ("mi hermano"). Palabras de parentesco: eita (padre), ama (madre), ennaia (hermano), amunnu (abuela). Palabras de respeto como Anderazu ("anciana señora" con el significado de "doña") que se encontrarían posteriormente, en los textos riojanos del siglo XI. Así como topónimos vascos de la zona: Margalluli, Yrola, Zopillozi, etc.
Las Glosas Silenses son comentarios en lengua romance peninsular realizados por copistas medievales en los márgenes de un texto en latín. Datan de finales del siglo XI y, al igual que las Glosas Emilianenses o los Cartularios de Valpuesta, su finalidad es aclarar los pasajes oscuros del texto latino. Se encontraron en el archivo del monasterio de Santo Domingo de Silos, de donde procede su nombre, en la región española de Castilla y León. Sin embargo, estas glosas pueden ser sólo copias cuya versión original fuera muy anterior, probablemente poco posterior al manuscrito latino que contiene las glosas de San Millán, que puede ser también el lugar original de su procedencia.
Patriotas Vascongados: Aportación lingüística del Latín al Euskera
Última edición por ilustrado; 30/09/2021 a las 00:06
Aportación lingüística del Euskera al Castellano
1. ÁREAS DE INFLUENCIA VASCOIDE
Existen dos áreas geográficas donde el euskera ha influenciado y aportado rasgos fonéticos, sintácticos o gramaticales, comunes a las lenguas que se hablaban en dichos territorios:
1. Rasgos que tienen un epicentro en la zona vasca y que se difunden a zonas limítrofes afectando al castellano, al navarro-aragonés, al gascón y en parte al dialecto occidental del catalán. De este tipo de rasgos puede discutirse si se trata de una innovación local compartida o de un influjo de la pronunciación vasca, aunque los datos de reconstrucción del protovasco inducen a creer que al menos la mayoría serían rasgos de origen vasco.
2. Rasgos que se extienden desde Aquitania por la cornisa Cantábrica hasta Galicia y el norte de Portugal. En ocasiones se ha considerado que se habrían originado en un substrato previo desconocido que habría influido en toda la zona, incluso sobre el euskera. Este substrato supuestamente explicaría una serie de coincidencias fonéticas comunes entre el galaico-portugués y el vasco-aquitano, como la caída de /n/ intervocálica y la palatalización del diptongo /au/ originario, así como los restos de un sistema de cuenta vigesimal en Zamora, Santander y Portugal (sistema que es el único existente en vasco).
Se ha propuesto incluso identificar este substrato con los ligures (Gamillscheg). Con todo, tampoco puede descartarse el origen vasco de estos rasgos o que ese substrato fuese euskérico, y los ligures son un pueblo del que, aunque muy mencionado en las fuentes, apenas se sabe nada seguro sobre su lengua.
2. SUBSTRATO VASCO EN LENGUA CASTELLANA
Se llama Adstrato lingüístico a la influencia léxica, fonética y gramatical que dos lenguas ejercen entre si durante la convivencia en un mismo territorio, pero sin implantarse una sobre la otra. Por ejemplo, el dominio romano en la península ibérica produjo la desaparición de las lenguas aborígenes de la región, con excepción del vascuence. Sin embargo, muchas de sus características aún quedan como sustrato en el castellano; así, algunos lingüistas consideran que la desaparición de la inicial latina -f resultando una -h, inicialmente aspirada y posteriormente muda, parece deberse a la influencia vascuence, pues esta lengua rechazaba el fonema /f/.
El Substrato es el influjo que una lengua que desaparece ejerce sobre la que se implanta. Cuando el fenómeno se produce al revés, se llama Superestrato.
El substrato vasco en las lenguas románicas comprende todos los fenómenos de interferencia lingüística o influjos lingüísticos léxicos, fonéticos y gramaticales del euskera (o más correctamente su antecesor histórico, protoeuskera, pre-protoeuskera o prerrománico) sobre algunas variantes del latín de la península Ibérica y sobre algunas de las lenguas romances que le sucedieron como lenguas habladas.
El castellano, idioma romance cuya raíz fue el latín, se vio impregnado de elementos vascos con una serie de rasgos que le confieren una fuerte personalidad entre sus lenguas hermanas románicas.
Las variedades de navarro-aragonés son las hablas romances que tuvieron un mayor contacto con el euskera. Estas variedades presentan igualmente varios de los cambios fonéticos del castellano que han sido atribuidos a una posible influencia vasca.
El estudio de la etimología, origen y evolución de las palabras aporta claras evidencias del contacto e influencia mutua entre las lenguas. Esta influencia se ve también en el caso del euskera. Desde que se produjo el primer contacto con el latín, en torno al siglo II a. C., el euskera y las lenguas romances se han influido mutuamente, de diferentes maneras. Obviamente, la influencia se ha producido sobre todo desde el latín hacia el euskera, pero también existen algunas aportaciones vascas a las lenguas romances (al aragonés, al castellano y al gascón principalmente).
La influencia posible del substrato vasco-aquitano no habría sido antigua, sino que se habría podido prolongar hasta tiempos relativamente tardíos. Parece confirmada la idea de Coromines de que la lengua vasca tuvo una gran vitalidad y prestigio en la Baja Antigüedad y Alta Edad Media.
No en vano, el Reino de Navarra es uno de los protagonistas del inicio de la Reconquista, junto a eso, las tierras que los castellanos iban ganando a los árabes se repoblaban con vascos y navarros, que, lógicamente, llevaron sus hábitos lingüísticos y, además, ocuparon puestos preeminentes en la corte castellana hasta el siglo XIV. El Camino de Santiago, en pleno apogeo entonces, recorría precisamente la ruta desde Aquitania a Galicia pasando por el País Vasco.
3. RASGOS LINGÜÍSTICOS CASTELLANOS DE INFLUENCIA VASCA
Rasgos sintácticos
1. Presencia de la letra A ante un complemento directo de persona, como: "miró a su hermano", frente a "miró su herida".
2. Repetición del complemento indirecto, como: "le dije al moderador que..."
Rasgos fonéticos
3. Estructura vocálica con sólo 5 vocales: a, e, i, o, u. No distingue como el catalán o el gallego entre e/o abierta y cerrada.
4. Betacismo o la indistinción entre V y B, es decir que ambas letras suenen como B, bien oclusiva como bala, o bien fricativa como lobo, no se oponen como labiodental y bilabial respectivamente, en otras lenguas si ocurre.
5. Caída de /f/ inicial, tras pasar por una fase de aspirada /h/. El cambio también se encuentra en el gascón por lo que la explicación a partir del substrato vasco parece plausible. Sin embargo, el cambio se encuentra también en las variedades interiores más arcaicas del sardo, en el italiano calabrés y en variedades rumanos (meglenorrumano e istrorrumano). En estos otros casos, el recurso al vasco no parece razonable. De hecho, es posible que dicho cambio incluso en español originalmente no tenga que ver con el vasco.
Como ejemplo, harina: farina > harina en castellano, pero farina en catalán, italiano y provenzal, fariña en gallego, farinha en portugués, farine en francés y faina en rumano; en vasco es irin.
6. Pérdida de las sibilantes sonoras que se ensordecen y pasan a confundirse con las sordas. Esta simplificación hace que el complicado sistema de sibilantes del castellano antiguo se convierta en uno similar al del euskera. Este rasgo también diferencia al gallego del portugués. Sin embargo, este reajuste es tardío y no se dio hasta el siglo XVI, por lo que podría ser independiente de la influencia del euskera.
7. Aparición eventual de una vocal protética delante de /r/ inicial. Este fenómeno se documenta con claridad en gascón y castellano antiguo (así "arredondo" por "redondo"), aunque ha dejado algunos rastros en el actual (arrepentirse cast. ant. "repentirse" lat. "repaenitere"; "arruga" lat. "ruga"). Nuevamente la epéntesis también se da en italiano, con lo cual la influencia vasca no sería la única posibilidad.
8. Existencia de una apicoalveolar /s/ en oposición a un fonema dentoalveolar o dental /s̺/, /θ/. Sin embargo, la primera también se encuentra en varios dialectos romances del norte de Italia, lo que descartaría la influencia vasca.
9. Introducción del sufijo -rro. Este fenómeno está presente en vocablos como carro, cerro, cazurro, guijarro, pizarra, etc.; llevaba consigo un fonema extravagante y ajeno al latín y a todas las lenguas románicas, que es, sin embargo, uno de los rasgos definidores del sistema fonético español; se trata del fonema ápico-alveolar vibrante múltiple de la /r/.
4. PRESTAMOS VASCOS AL CASTELLANO
- agur: término vasco de despedida procedente del latín augurium
- alud, lurte: derrumbamiento de tierra; euskera: elur (nieve), lur (tierra)
- aquelarre: reunión nocturna de brujas; eusk: aker-larra (campo del diablo)
- azcona: arma arrojadiza; eusk: azkon (dardo)
- cencerro: campana que se cuelga a la cabeza de los rebaños para saber dónde se encuentran estos; eusk: zinzerri
- chabola: casucha; eusk: txabola, pasó de indicar la caseta temporal de los pastores vascos en la montaña a referirse a las casuchas en barracón en las que se apiñaban los mineros de Trápaga y Ortuella a principios del siglo XX.
- chaparro: rechoncho; eusk: txapar (chaparro, mata de encina)
- charro: algo recargado de adornos, de mal gusto; eusk: txar (malo)
- chatarra: hierro viejo; eusk: txatar
- chirimbolo: rodaja circular; eusk: txirimbol
- chispear, chirimiri: lluvia fina; eusk: zirimiri
- cococha: barbilla de la merluza; eusk: kokotxa
- gamarra: del euskera gamarra
- izquierda: eusk. ezkerr
- jorguín: hechicero; eusk. sorgin (bruja)
- laya: instrumento agrícola; eusk: lai (laya)
- mochil: joven que ayudaba y llevaba los recados a los campesinos, del que deriva mochila; eusk: mutil (muchacho) y mothil (criado)
- narria: un tipo de carretilla; eusk. narria
- órdago: expresión del mus; eusk: hor dago (ahí está)
- socarrar; del eusk. su (fuego) y gar (llama)
- zamarra: chaqueta de piel con lana y su variante chamarra; del eusk. zamar (lana esquilada, vellón de lana)
- zatico / zatillo: mendrugo de pan y zatiquero: panadero; eusk: zati (trozo, pedazo)
- zulo: agujero; del eusk: zulo agujero
- zurrón; del eusk: zorro (saco)
También existen términos muy específicos vascos como chacolí (un tipo de vino vasco), chistu (flauta típica vasca), pacharán (un licor navarro) o zorcico (tipo de composición musical vasca en octavas; zortzi: ocho); términos que la Real Academia reconoce pero indicando su uso dialectal en el País Vasco (larra, 'prado'), o préstamos muy recientes que incluye el Diccionario de la Real Academia y fácilmente reconocibles como euskéricos, tales como aberzale, aurresku o lendakari.
5. NOMBRES Y APELLIDOS CASTELLANOS DE ORIGEN VASCO
Aparte de los apellidos fácilmente reconocibles como vascos y que se encuentran con normalidad como apellidos castellanos, por ejemplo Mendizábal, son numerosos los apellidos vascos incorporados a la onomástica española.
La más exitosa aportación del euskera a la antroponimia mundial es el nombre Javier. Proviene del pueblo de Javier (Navarra), y se popularizó porque habiendo nacido allí, Francisco de Jassu, tomó como nombre religioso el de Francisco Xavier. Javier es un topónimo que es una de las diversas variantes de Etxaberri (casa nueva).
Por otra parte, el apellido de probable origen vasco más extendido es García (formas antiguas: Garsea, Garzea, Gartzia), que se cree proviene del vasco medieval gaztea (joven) o de hartza (oso). Al comienzo fue usado como nombre, pero al cabo de los años, al prohibirse el uso de nombres no cristianos, se pasó a usar como apellido; pero Michelena no considera segura esta relación.
Otros patronímicos de origen vasco son los siguientes, si bien eran muy comunes en la Edad Media como nombres de pila, actualmente se los conoce más como apellidos:
Íñigo proviene de Eneko, que significa "mi pequeño" o "hijo" está compuesto de Ene "mi" + el diminutivo ko.
Jimeno derivado de Xemeno también significa "pequeño hijo", compuesto de Xeme "hijo" + el diminutivo no.
El que sean nombres vascos en origen no quiere decir que sean nombres de raíces etimológicas de la lengua vasca necesariamente, sino que se consolidaron en un ámbito lingüístico vasco. Por ejemplo, Lope es de origen latino Lupus; y Aznar proveniente del vasco medieval azenari que significa "zorro", también documentado como Azeari, que a su vez descienden del término latino asinarius cuyo significado es "asno".
Tanto Galindo como Martín son germánicos; y Sancho derivado del sanctus latino que significa "santo" o de raíz eusquérica anso más un S protética. Un patronímico, que aunque no tenga origen vasco, fue popularizado en territorio lingüístico vasco y comenzado a utilizar en otras tierras fuera de este ámbito.
Velasco, Belasco y Blasco son provenientes del vasco Belasko "pequeño Bela", proveniente a su vez de Bela, tratándose este de una adaptación fonética vasca del patronímico visigodo Vigila + el diminutivo (s)ko.
Urraco de Urrako que significa "pequeño Áureo", a su vez es proveniente de Urre "oro, áureo" + el diminutivo ko. Si bien este nombre es conocido más por su modalidad femenina, Urraka, que fue nombre de condesas de Gascuña o reinas de Navarra y de Castilla.
Otros conocidos apellidos de origen vasco son:
- Mendoza de Mendi-otza, "Monte Frío"; Barrios a partir de berrioz, "nuevo caserío" formado por la unión matrimonial entre miembros de dos caseríos vecinos
- Bolívar de bolu-ibar "vega del molino"
- Cortázar de korta-zahar "establo viejo"
- Chaves: de etxabe "casa de abajo", el escudo del apellido Chaves son dos llaves cruzadas
- Ercilla aparentemente de erze+illa "pastizal"
- Muñoz de muno-otz "colina fría"
- Ochoa: de otso-a "el lobo"
- Ortiz es una adaptación vasca de Fortuno
Es destacable la onomástica navarra del ámbito pirenaico, y en concreto de Jaca al Nervión en los siglos X, XI, XII. Destacan nombres como García, Sancho, Enneco/Íñigo, Galindo, Aznar, Oveco, Jimeno o Lope. Estos fueron muy frecuentes en las gentes navarras de la época, como ejemplarizan los nombres de los reyes y nobles del condado de Pamplona y el reino de Navarra. Tuvieron origen en ese ámbito geográfico navarro pirenaico y después se extendieron por toda la península.
Durante los siglos de formación del lenguaje castellano y abandono del latín en tierras consideradas como vascas, navarras, riojanas, aragonesas y castellanas van surgiendo los patronímicos terminados en -ez. Partiendo de un nombre del padre, el apellido del hijo se formará con el nombre del padre, seguido del sufijo -ez, que indica procedencia familiar. Por ejemplo, Lope se transformará en apellido Lope + ez = López. La partícula -ez significa "hijo de". En un sentido onomástico, los términos que la llevan son derivados, ocupan un momento posterior.
Como ejemplos del uso de este patronímico en tierras navarras y vizcaínas durante el Medievo, toman las sagas de reyes de Navarra y la saga de señores de Vizcaya: Sancho Garcés, fue hijo del rey García; García Sánchez fue hijo del rey Sancho; Diego López de Haro, hijo del señor Lope de Haro; Lope Dieguez de Haro, hijo del señor Diego López.
Así tenemos que Martínez de Martín, Gómez de Gome, Rodríguez de Rodrigo, Jiménez de Jimeno, Fernández de Fernando, Pérez de Pedro, Márquez de Marco, Idiáquez de Idiaco, Ramírez de Ramiro, Iñiguez de Iñigo, Velázquez de Velasco, Sáez, Suarez, Gálvez, etc. son ahora apellidos, antes patronímicos, formados con el nombre del padre más el sufijo -ez, que indica procedencia paternal.
El sufijo -ez es derivado del euskérico -is, que al escribirlo se transforma en -iz, y más tarde, evolucionando durante los siglos, en -ez.
Algunos de estos apellidos con sufijo en -iz no evolucionaron en -ez, y quedaron con su forma original: Siyoniz, Ustáriz, Istúriz, Muzquiz, Ruiz, Ortiz, Arbelaiz, Daoiz, etc.
Otros casos particulares de patronímicos poseen una terminación -az (Imaz, Aranaz, Larraz, Díaz), -anz (Sanz, Ayanz, Estebaranz, Sáenz, Sainz), -oz (Muñoz).
Por ello, hay que constatar que una serie de apellidos que surgieron durante el Medievo como patronímicos fueron comunes a un conjunto de tierras vascas, navarras, riojanas, castellanas y aragonesas. La razón principal es la simbiosis entre sus lenguas: castellano, navarro-aragonés y euskera.
Además, están los valiosísimos ejemplos de nombres vascones en el Bronce de Ascoli como Arrenez(s), Eneguez(s) o el popularismo -(V)belez(s) por no hablar ya de los Chavarris, Chaornas, Iturioz, Chavez, Mendozas, Velascos, etc.
Los apellidos simples Martínez, García, Rodríguez, Sánchez, Jiménez, etc., muy frecuentemente fueron en origen compuestos por una parte patronímica y una parte toponímica. Por ejemplo Martínez de Quel fue un apellido formado en zonas de la ribera navarra y en La Rioja, y denominaba a personas apellidadas Martínez y originarias de la localidad riojana de Quel, que llegaban a un cierto sitio de la ribera navarra y de La Rioja, donde había otros Martínez. Entonces los funcionarios municipales o del señorío, los curas en las partidas de bautismo de sus descendientes, etc., los distinguían durante la época del Medievo de los otros Martínez con el topónimo de procedencia.
Existen centenares de ejemplos sobre personalidades que han hecho historia y cuyos nombres han sido escritos seguidos de su patronímico y toponímico correspondiente:
1. Martínez: Juan Martínez de Zaldibia, Lope Martínez de Isasti, Juan Martínez de Recalde y Saez de Vasozavala, Domingo Martínez de Irala, Andrés Martínez de Ordanza, Juan Martínez de Vergara
2. López: Diego López de Haro, Martín López de Zamalbide, Gil López de Oñaz Loyola, Miguel López de Legazpi, Pedro López de Ayala, Íñigo Ortiz de Retes, Juan López de Larrazaga, Juan López de Lazcano
3. Pérez: Juan Pérez de Loyola, Hernán Pérez de Yarza, Juan Pérez de Azcue
4. González: Domejón González de Andía, Pedro González de Mendoza, Francisco González de Irarrazábal
5. Ibáñez: José Agustín Ibáñez de la Rentería, Beltrán Ibáñez de Loyola
6. Ruiz: Fernán Ruiz de Irrarazabal, Martín Ruiz de Gamboa
7. Álvarez: Javier Álvarez de Mendizabal, Juan Álvarez de Eulate
8. Ortiz: Diego Ortiz de Zárate, Tomás Ortiz de Landázuri
9. Otros: Juan de Garay Otáñez, Íñigo Vélez de Guevara, Miguel Díez de Armendáriz, Rodrigo Ximénez de Rada, Martín Íñiguez de Carcicano
Con el tiempo la parte toponímica se fue perdiendo, el indicativo de procedencia -de se fue perdiendo en su uso ante registro, aunque aún sigan quedando muchos apellidos con esta preposición.
Por lo tanto, si además el castellano es una lengua históricamente tan utilizada por las gentes en el territorio vasco como el euskera, también lo deberían ser los apellidos que terminan en -ez. Normal que abunden tanto los apellidos de personalidades históricas vascas y navarras con terminación en -ez: García Iñiguez, Pérez de Unzueta, González de Legizamon, García Jiménez, García Azenariz, Pérez de Abendaño, López Iturriaga, Martínez de Iturrioz, López de Salazar, Fernández de Ochoa,...
Patriotas Vascongados: Aportación lingüística del Euskera al Castellano
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