Tema: El Capitan Alatriste, proceso de paz y memórias histéricas

La película no esta mal. Buena fotografía, excelentes localizaciones, magnífico vestuario... Qué lastima que el Alatriste cinematográfico no fuera interpretado por Carmelo Gómez. Que conste, que en esta opinión, nada tiene que ver el patriotismo de Manolo el del Bombo. De ese patriotismo en particular, por fortuna, hace mucho tiempo que no gasto. Pero el cine -que en la actualidad poco hay de arte y el resto es puro negocio-, tiene estas, y otras muchas cosas.

Entre las aventuras y desventuras de cawboys invertidos y bodrios manchegos de trama psicoanalítica de pacotilla, prefiero los filmes de capa y espada, con su caballero y dama correspondiente. Pues sin querer ofender a nadie, todavía sigo siendo hetero, aunque eso tampoco se lleve. Historias del Zorro no, por favor. Y mucho menos con el Banderas disfrazado de intrépido enmascarado. Entre fotograma y fotograma, se me aparece la Griffi con los tatuajes. Que mal trago, oiga. Se le atragantan a uno hasta las palomitas.

Para mi gusto, la cinta peca de excesiva sobriedad en los diálogos. Es lo que hay. No se le pueden pedir peras al neoyorquino Morguensen. En ocasiones, al protagonista se le desliza la lengua de tal forma, que parece estar beodo cuando la secuencia exige fluidez. Nada grave. A nuestros políticos de provincias, les ocurre tres cuartos de lo mismo cuando se desploman a diestro y siniestro, bloques de viviendas sin previo aviso. Eso si, la cosa nunca pasa de lo verbal, porque como somos mas europeos que nadie, el talante, por lo visto, ha diluido lo valiente. Algunos contertulianos deseosos de entretener a la gradería, justifican la escasez de reyertas políticas en este oasis catalán, no por ausencia de programa, sino por el desuso generalizado de hierro toledano. Pero bien mirado: ¿Qué metal, ni niña muerta? ¿Para qué sirve pues, tan lustrosa cornamenta?

Hermosa como ninguna, musa de mis deseos más libidinosos e inconfesables, una vez más, Ariadna Gil. En esta ocasión en el papel de María de Castro, una actriz de teatro que acaba de fulana real, para desespero de Alatriste, y, el mío. ¡Qué cosas tiene la vida! Mi musa, que todo lo que tiene de bella, lo tiene de separatista, es en la ficción, la putilla de un rey españolazo. No me importa, porque tampoco me quedaba mucha dignidad. Es mas, si el precio por conquistar ese corazón custodiado entre pechos inmaculados, todo hay que decirlo, fuera el de renegar de mi Dios, quemar todas las banderas y traicionar a la patria, no tendría ninguna duda de cual seria mi elección. Incluso, si fuera menester, estaría dispuesto a firmar a favor de la selección catalana de tiro al plato, El amor, cuando es amor, tiene estas, y otras muchas cosas.

Pero dejemos de hablar de cine, que para eso están los que saben y cobran por ello. A la salida de la multisala donde proyectaban la cinta, en un momento de inusitada lucidez, creía adivinar la intención última de Pérez Reverter. Me da la espina, que este hombre es una persona honrada, aunque no sé si valiente. Eso ahora tampoco poco importa. Lástima que no sea de la cuerda.

Si fuera de la cuerda, pensaría que la historia de Alatriste y la España Imperial que describe Reverter en sus cinco entregas, bien pudiera ser la crónica de la España de Felipe González y sus “Cien años de honradez”. Alatriste, espada hambrienta al servicio del Imperio y sus intrigas de palacio, retrata a la perfección a todos los macarras, bingueros y farloperos que integraron el GAL, y cuyos servicios a PRISA y al PSOE todavía están por esclarecer. Los protagonistas, los antagonistas, los personajes secundarios, las tramas, y las subtramas, coinciden sospechosamente. Incluso el papel de la monarquía, es, como en estos días, un simple objeto de decoración en el catálogo gratuito de IKEA.

El saqueo de las arcas del estado democrático y su pueblo soberano a manos de chorizos y desaprensivos de la talla de Roldan, Vera, Barrionuevo y una infinita lista de vividores, es calcado a la sangría que Reverter retrata de una España desfondada frente a la herejía. Además de honor y oro, también había corrupción, aunque por increíble que parezca, todavía no gobernase el PSOE.

Creo que en el fondo, Pérez Reverter, no apuntaba tan alto. Habrá más ocasiones. Porque en este país, la memoria, también es una fulana bien pagada, como María de Castro. La izquierda neoprog, sin más programa que el de casamentera oficial, agita desde su llegada al poder, los viejos fantasmas de un pasado lejano, sin percatarse que algunas fosas comunes de la “época gloriosa” de la cal viva y el plomo del consenso, todavía están calientes. Mientras tanto, como el que no quiere la cosa, ZP subvenciona palas y picos, y deja obsoleto callejeros municipales en su afán por rebautizar a su antojo, avenidas, calles y parques con pipi/can de toda España. Sin duda, corren malos tiempos para las editoriales de guías y planos metropolitanos. ¡Menudo es este Zapa!

Esta memoria disfuncional, en el ámbito de la psiquiatría se le denomina síndrome amnésico. Los expertos aseguran que a partir de un episodio amnésico, se puede producir una amnesia retrograda, que afectará a episodios y acontecimientos acaecidos en los últimos años, pero no así, a episodios anteriores. Pongamos por caso, que el paciente –esto es, el gobierno socialista-, bajo un episodio amnésico, no recuerde nada de la etapa de Felipe González, algo ciertamente difícil de que suceda, pero retenga con total nitidez los episodios protohistóricos del Cuéntame televisivo. Pero esto mismo, le puede suceder al ciudadano/voto por acción de un lavado de cerebro a gran escala. Conociendo como conocemos, la escasa resistencia que en anteriores ocasiones ha mostrado la ciudadanía frente a los saltos sin red de los socialistas (sin ir más lejos, si la memoria no me falla, recuerdo aquello de OTAN de entrada NO), nada es imposible que suceda o que haya ya sucedido.

He aquí, lo que tienen Zapatero y su cuadrilla: una empanada mental de tres pares de coles. De tanto alterne con los de ETA-HB en herrikotabernas, de tanto kalimotxo de garrafón, Zapatero sufre un síndrome de Korsakoff de libro, propio de los alcohólicos crónicos por proceso de paz.

Esto es:

Gudaris Epi y Blas.- Abro con ochocientos muertos, miles de mutilados y otros tantos huérfanos escondidos en la manga ancha.

Sociatas.- En nuestro partido sólo militan faranduleros. Los espadones no son de esta casa. Pero los veo. Dame carta.

Gudaris Epi y Blas.- ¡Miau!

Sociatas.- Escalera de treinta fiambres en cal.

Gudaris Epi y Blas.- Ya no nos acordábamos de aquello.

Sociatas.- Pues nosotros veníamos, ya de paso, a purgar nuestra mala conciencia.

Gudaris Epi y Blas.- Nos queda el comodín de la llamada. ¡Arzalluz!. ¿Dónde andas pues?

Sociatas.- Txeli, reparte kalimotxo que esto va pa’ largo.


Tanto el gobierno socialista, como los psicópatas de ETA-HB, son las únicas sectas que a día de hoy, pueden sentarse en una mesa de negociación y mirarse con serenidad a la cara. Ambos partidos comparten, aunque lo hayamos olvidado, ríos de sangre que brotan como manantiales en un desierto sin honor que en otros tiempos, nuestros numerosos enemigos, conocían por España.


¡Maldita amnesia colectiva!

Me alivia pensar, sin embargo, que ahora lo entiendo todo mucho mejor gracias a la pluma brillante de Reverter y el arrojo del Capitan Alatriste, que no era capitán, pero era valiente.



Arnau Jara


PD: Lo que más me puso de mala baba al llegar a casa, fue pensar que después de tantas vidas y haciendas sacrificadas en la lucha por una Europa Católica, siglos más tarde, los españoles de encefalograma plano y andorga llena, votaran a favor de una Constitución laica, neoliberal, apátrida y antihispánica.

El problema de la España actual y de las Vascongadas en particular, es su nulo conocimiento de su propia historia. Y el hecho de que al señor ZP, no es que le falten ideas para gobernar, es que le faltan pelotas para aplicarlas o para frenarles los pies a los nacionalistas de barrio que dirigen el cotarro en muchas autonomias.