Re: El desconocimiento de los símbolos propios.
El problema de poner el dedo en la llaga, es decir, plantear la verdadera crítica (la otra, la del comadreo sólo es maledicencia), es que hay que acompañarla de la posible solución o, al menos, de alternativas al problema. Entonces, siendo totalmente cierto lo que manifiestas, el problema es cómo dar con una solución a una situación que ha venido dividiendo a España en dos desde hace más de doscientos años. Ya Goya en sus pinturas negras expresa el problema. Yo lo veo como un círculo vicioso, por eso son muchos los que me ven negativo, pesimista, etcétera. Pero no, a pesar de los pesares y de que los ánimos juveniles, ese utopismo connatural con la edad cuando todo se ve posible, sigo siendo optimista, sino no estaría aquí, pero si que me he vuelto realista. Entonces me da por pensar en toda la problemática que encierra lo que pasa por un completo cambio de mentalidad para, a renglón seguido, proceder a un cambio educacional. En mi opinión, estos son los dos pilares esenciales sobre los que se ha de trabajar. La gran incógnita, eso que se suele llamar la pregunta del millón, es cómo. Sin duda, si no se trabaja, si no se empieza a sembrar, no se puede hacer nada y seguiremos siempre igual.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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