Elcano tiene en su escudo la esencia de la vuelta al mundo


(El regreso de Juan Sebastián de Elcano a Sevilla, obra de Elías Salaverría Inchaurrandieta)


Juan Sebastián Elcano, o Juan Sebastián del Cano, como también se escribía, como todos sabrán, fue el hombre que completó la primera vuelta al mundo, al llegar a Sanlúcar de Barrameda, puerto en el que había comenzado su mítico viaje. Fue en septiembre de 1522, y Magallanes, capitán del gran proyecto, había fallecido en abril de 1521 durante una batalla con los nativos de la isla filipina de Mactán.

La muerte del capitán Magallanes dejó lugar para que varios se postularan como sucesores, aunque parece que al final Elcano se ganó, por mérito propio, el puesto. Ya sin su capitán original consiguió la ya muy mermada expedición alcanzar las islas Molucas, que era el objetivo inicial del viaje. Ante la imposibilidad de volver por donde habían llegado, cruzando el Atlántico y el Pacífico, decidieron los pocos que quedaban volver a España por el sur de África, sobrepasando el cabo de Buena Esperanza. El viaje, todo él, fue una epopeya mítica, desproporcionada y oceánica, en todos los sentidos de esta palabra.

Pasados más de 1.000 días desde su partida, casi tres años, nadie esperaba ya su vuelta. Cuando Carlos V, en Valladolid y tras llegar de Alemania, fue informado de la hazaña, ordenó que inmediatamente compareciera ante él Elcano, junto con dos de sus hombres, aquellos “de mejor razón”. Los dos elegidos fueron Francisco Albo, el piloto, y Antonio Pigafetta, el sobresaliente.

Tras perder muchas vidas, poco más de dos decenas sobrevivieron de los 234 que partieron, varios barcos, pasar hambre, sed, enfermedades y todo tipo de calamidades, hay que saber que las especias que llegaron a bordo de la nao Victoria, la única nave en completar la circunnavegación, bastaron para pagar todo el viaje y aún sobró dinero. Y es que el motivo de la expedición era ese, las especias. Buscar una nueva ruta hacia las islas Molucas, las islas de las especias, para poder conseguirlas y traerlas a España.

La prueba final de la importancia de las especias en todo esto la tenemos en el escudo de armas que Carlos V otorgó a Elcano. El emperador hizo hidalgo al marino y le otorgó un escudo de armas donde «llenan el campo dos ramas de canela cruzadas junto con nueces moscadas y clavos de especias. Realzado con un casco y la esfera terrestre”. Además hay una torre, y sobre todo ello, coronando el escudo, está la esfera terrestre, y sobre la esfera terrestre, dejando claro para el resto de la historia quién había sido el primero en rodearla, el escudo tenía la siguiente inscripción:

Primus circundedisti me

Como vemos, el escudo de Elcano resume la aventura. Por qué se hizo, por las especias (nuez moscada, canela…) y lo que se consiguió, circundar por primera vez la esfera terrestre.


(Escudo de armas de Elcano)




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