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Tema: Juan Sebastián Elcano: la primera vuelta al mundo

  1. #1
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    Juan Sebastián Elcano: la primera vuelta al mundo

    Juan Sebastián Elcano.



    El 8 de septiembre de 1522, miles de años de polémica sobre si la Tierra era plana o no quedaron zanjados en un muelle del puerto de Sevilla. Juan Sebastián Elcano y 17 hombres más, harapientos y exhaustos, descendieron con parsimonia de la nao Victoria. Habían pasado tres años desde su partida. Tres años de navegación, tempestades, calmas chichas, costas ignotas habitadas por tribus de salvajes y penurias sin cuento. El precio pagado por la gesta era elevado, pero ese grupo de hombres acababa de completar la primera vuelta al mundo. La expedición se había fraguado unos años antes, en la bulliciosa Sevilla de principios del siglo XVI. Atraídos por el deseo de enriquecerse y por un innegable espíritu de aventura, marineros, comerciantes y trotamundos de media Europa se dieron cita a orillas del Guadalquivir. América estaba recién descubierta, y las expediciones desbordaban optimismo. Los primeros capitanes, dispuestos a comerse el mundo, bajaban orgullosos por el río al mando de sus carabelas. Era un lugar de promisión, la ciudad de los prodigios.

    Fernando de Magallanes, un marino portugués que había navegado por los mares de Oriente, viajó hasta Sevilla para ofrecer al jovencísimo rey de España un ambicioso proyecto que en la corte lisboeta no había cosechado demasiado éxito. Se trataba de llegar a las islas de las especias navegando hacia el Oeste y no hacia el Este, como se venía haciendo desde que Vasco da Gama arribase a la India, años antes. Magallanes estaba convencido de dos cosas: de que la Tierra era esférica –y, por tanto, circunnavegable– y de que la especiería se encontraba en el lado español de la línea de demarcación acordada con Portugal en Tordesillas.

    La cosa no era para tomársela en broma. Si era cierto lo que decía el portugués, España podía convertirse en la primera suministradora de pimienta, clavo, nuez moscada y otras bagatelas que, en Europa, tenían precios astronómicos. Magallanes se puso en contacto con Juan de Aranda, factor de la Casa de Contratación, que le consiguió una entrevista con el rey en persona. Carlos I estaba aún muy verde y apenas hablaba español, pero alguien debió de recordarle que lo de Colón empezó del mismo modo. El monarca se avino a capitular y financió de su bolsillo buena parte del coste del viaje.

    Se armaron cinco naves: la Trinidad, la San Antonio, la Santiago, la Concepción y la Victoria. Por el puerto de Sevilla se reclutaron 240 tripulantes, y se cargaron provisiones y otras vituallas para dos años de travesía.

    Es aquí donde aparece el hombre que pondría el broche final a la aventura, Juan Sebastián Elcano. Había nacido en un pueblecito de Guipúzcoa, Guetaria, que pronto se le quedó pequeño. Anduvo guerreando en Italia con el Gran Capitán, y se apuntó entusiasta a la expedición militar que en 1509 el cardenal Cisneros había armado contra Argel. Conquistada la gloria, regresó a España y se afincó en Sevilla, que era donde se cortaba el bacalao. Allí conoció a Magallanes y, engolosinado con las riquezas que le aguardaban al otro lado del mundo, consiguió el puesto de contramaestre de la Concepción.

    La flota partió de Sevilla a cañonazo limpio en agosto de 1519, y se hizo a la mar desde Sanlúcar al mes siguiente. Las cinco naves, con las velas hinchadas por la corriente de las Canarias, se dejaron caer hasta Tenerife, donde hicieron aguada. La idea de Magallanes era navegar pegado a la costa africana hasta poco antes del ecuador. En ese punto, y para evitar la temida zona de calmas chichas que tantas vidas se cobraba, tomaría rumbo oeste, para que el viento llevase sus barcos hasta la costa americana. Para bregados marinheiros como Magallanes, eso era coser y cantar.

    Ya en Brasil había que seguir la ruta que, años antes, había trazado Juan Díaz de Solís, un desdichado que, tras descubrir y cartografiar el Río de la Plata, terminó en la olla de los indios charrúas. Se dieron un festín, porque a Díaz de Solís le acompañaban 60 hombres. Magallanes ya sabía algo: ahí no debía fondear. A partir de ese punto todo lo tendría que descubrir él solito. No había mapas, ni testimonios: estaba tan lejos de la civilización que ni siquiera tenía leyendas a las que agarrarse.

    El primer invierno se les echó encima frente a las costas de la Patagonia. Fondearon y establecieron contacto con sus habitantes, unos indios de un tamaño descomunal a los que llamaron "patagones". El paraje era frío e inhóspito, y las mujeres, tal y como precisa el cronista de la expedición, Antonio Pigafetta, eran tan altas como los hombres; "pero, en compensación, son más gordas [...] Nos parecieron bastante feas; sin embargo, sus maridos parecían muy celosos".

    Pigafetta era un italiano culto y refinado que se había embarcado buscando aventuras y emociones fuertes. Gracias a él conocemos todos los detalles de la expedición. Como un reportero de la National Geographic, fue anotándolo todo: las plantas, las gentes, sus costumbres, las lenguas que hablaban, las constelaciones del cielo. No escatimó ni los arreglos comerciales con los indios. En Brasil, por ejemplo, comenta con sorna: "Cambiamos también a buen precio las figuras de los naipes: por un rey de oros me dieron seis gallinas, y aún se imaginaban haber hecho un magnífico negocio". Los indígenas de Filipinas resultaron ser aún más desprendidos: "Nuestras joyas y bagatelas se convertían en arroz, en cerdos, en cabras [...] por catorce libras de hierro nos daban diez piezas de oro". El paraíso de un negociante.

    Las diferencias entre Magallanes y los capitanes de las otros barcos, que eran españoles, no tardaron en aflorar durante el invierno patagón. Se produjo un motín. El portugués lo sofocó a tiempo y ajustició a sus instigadores. A uno de ellos, Gaspar de Quesada, le castigó abandonándole en la costa con un sacerdote. Es de suponer que para darle la extremaunción, llegado el momento. Elcano estaba envuelto en el complot, pero supo hacerlo de tal manera que, pasado lo peor, se ganó la estima de Magallanes.

    Superado el motín, el capitán general dio orden de proseguir hacia el sur. Hacía frío, y el mar era difícil de navegar. Estaban ya en el paralelo 50, pero Magallanes tenía intención de seguir hasta el 75 buscando el deseado paso que condujese su flota hasta el mar del sur, el mismo que había descubierto Núñez de Balboa en Panamá. El 21 de octubre dieron con él. Le llamaron "Estrecho de las Once Mil Vírgenes", aunque ha pasado a la historia como Estrecho de Magallanes. A la salida se encontraron con el océano más grande del planeta, la mayor masa de agua del sistema solar. Y tenían que cruzarlo.

    Un suave viento del sur infló sus velas. Muy a diferencia del Atlántico, el nuevo mar estaba plano como un plato, razón por la cual lo bautizaron "Océano Pacífico", denominación que ha llegado hasta nuestros días. Fue por pura casualidad, porque, en esa latitud, lo normal es que el Pacífico esté tan picado como su temperamental vecino.

    A partir de ahí comenzaría la verdadera odisea. Magallanes no sabía que el Pacífico era tan grande, por lo que se pasaron más de tres meses sin avistar tierra. Ningún europeo había navegado antes por esas aguas, que, en cierto modo, eran tan desconocidas para Magallanes como la cara oculta de la Luna para los primeros astrónomos.

    La travesía del Pacífico fue agotadora y se cobró muchas vidas a causa del escorbuto. "La galleta que comíamos no era ya pan sino un polvo mezclado con gusanos, que habían devorado toda su sustancia, y que tenía un hedor insoportable por estar empapado en orines de rata", precisa Pigafetta en su diario. Acabadas las provisiones, terminaron comiendo serrín y el cuero del palo mayor, previamente remojado y cocido. En cuanto a las ratas de a bordo, todas desfilaron por la cazuela.

    En marzo de 1521 avistaron las primeras islas: el archipiélago de las Marianas, que llamaron "de los Ladrones" porque los indígenas les birlaron una chalupa que habían dejado en la playa mientras se avituallaban. Tras comprobar que el buen salvaje no lo es tanto cuando ve algo que le gusta, prosiguieron viaje hasta que se tropezaron con un vasto grupo de islas, las Filipinas, que llamaron "de San Lázaro" porque, siguiendo el santoral al pie de la letra, las avistaron el 16 de marzo. Los portugueses, que trasteaban por la zona, aún no habían dado con ellas, por lo que Magallanes tomó posesión de las mismas en nombre del rey de España.

    Allí el capitán se buscaría la ruina. Se alejó del objetivo del viaje, que era llegar a las Molucas, y le dio por la política. Se dedicó a trabar alianzas con los jefes locales. Se alió con una tribu en contra de otra y pereció en una escaramuza entre ambas. Muertos Magallanes y su sucesor, Juan Serrano, a quien los indios asesinaron tras invitarle a cenar, se planteó el problema de volver a España y de nombrar nuevo jefe. Juan Sebastián Elcano fue el elegido.

    De los cinco navíos que habían partido de Sevilla quedaban tres a flote, pero no había tripulación suficiente. Incendiaron la Concepción y, ya al mando de Elcano, se encaminaron a las Molucas. El desánimo cundía. "Estábamos tan hambrientos y tan mal aprovisionados que estuvimos muchas veces a punto de abandonar los navíos y establecernos en cualquier tierra para terminar en ella nuestros días", anota Pigafetta.

    El problema de Elcano es que sabía que las Molucas existían, pero desconocía el lugar exacto donde se encontraban. Los portugueses, que conocían su posición, guardaban a buen recaudo el secreto. Propagaron incluso el falso rumor de que sus costas estaban infestadas de arrecifes y eran innavegables. Vagaron durante meses por el mar de las Celebes, recalaron en Borneo y, al final, una tribu de Mindanao les indicó cómo llegar hasta la codiciada especiería.

    El 8 de noviembre de 1521 llegaron a destino. Habían pasado dos años desde su partida. Elcano fondeó a la entrada de Tidur e hizo disparar toda la artillería. La ocasión merecía el dispendio. No había tiempo que perder: a los cuatro días ordenó comprar clavo a los indígenas. Les salió muy económico: algunos espejos, tijeras, cuchillos, gorros y paño de color rojo, que hacía furor entre las gentes de aquellas islas. Pigafetta, no obstante, se lamenta de haber sacado tan poco beneficio en el cambalache: "Hicimos, como se ve, un comercio muy ventajoso, aunque no sacamos todo el provecho que hubiéramos podido, pues deseábamos apresurar en lo posible el regreso a España".

    Gracias a un portugués que habían encontrado en Tidur, Elcano se enteró de que el rey de Portugal andaba pisándole los talones. Ordenó carenar las naves y poner nuevas velas, sobre las que hizo pintar la cruz de Santiago y la leyenda "Esta es la figura de nuestra buena aventura". El vasco estaba dispuesto a volver a España a cualquier precio, costase lo que costase.

    Abandonaron las Molucas a finales de diciembre y tomaron rumbo sur. El capitán dividió la flota: la Trinidad regresaría por el Pacífico; la Victoria, con Elcano abordo, por el Índico. No podía hacer una sola escala. El Índico pertenecía a Portugal, por lo que un encontronazo con cualquiera de sus barcos supondría el fin del viaje. Hizo aguada en Timor y, sospechando que los portugueses le esperarían junto a las costas de Bengala, trazó una arriesgada singladura: ir desde Timor hasta el cabo de Buena Esperanza, cruzando el océano por el paralelo 40, los rugientes 40, a miles de kilómetros de las costas de Asia. Era casi un suicidio, pero el de Guetaria, que a cabezón no le ganaba nadie, se salió con la suya.

    Doblado el cabo, ya sólo restaba remontar el Atlántico Sur sin aproximarse a la costa y tomar los alisios de vuelta a casa. Pero a Elcano y a su mermada tripulación le quedaba por vivir la última aventura, la traca de fin de fiesta. En julio avistaron Cabo Verde; no les quedaba agua ni comida, y el escorbuto visitaba de nuevo la cubierta, por lo que se arriesgaron a fondear en un archipiélago que era el cruce de caminos de todas las derrotas portuguesas, la mismísima boca del lobo.

    Elcano elaboró un ardid. Mintió a los portugueses asegurando que, en realidad, venían de América y que la rotura del trinquete les había desviado de la ruta. Los portugueses tragaron, pero al día siguiente advirtieron el engaño. El gobernador mandó un esquife para prender al español, pero era demasiado tarde: Elcano ya había largado velas.

    La maniobra fue magistral: se dirigió al Caribe y, antes de llegar, enfiló el alisio que condujo la Victoria al golfo de Cádiz, frente a la desembocadura del Guadalquivir. Sólo restaba un pequeño esfuerzo más, remontar el río, y estaban en casa.

    El 8 de septiembre entraron en el puerto de Sevilla, dispararon los pocos cañones que les quedaban y amarraron la Victoria. Sólo regresaban 18 hombres: 13 españoles, tres italianos, un portugués y un alemán, el leal cañonero Hans, de Aquisgrán. Lo desconocían, pero eran, después de Dios, los que más sabían del verdadero tamaño y complejidad del ancho mundo que empezaba, tímidamente, a abrirse a los ojos de Europa.

    Carlos I, ya convertido en emperador, recibió a Elcano en Valladolid. Le colmó de honores y le concedió un escudo de armas, cuya cimera era un globo terráqueo con la leyenda Primus circumdedisti me (El primero en rodearme). El escudo luce hoy en el buque escuela de la Armada Española, que lleva por nombre, precisamente, Juan Sebastián Elcano.

    El marino moriría años después en el Pacífico, durante otra expedición a las Molucas. Sus hombres arrojaron el cadáver en alta mar: bello final para el más grande de nuestros navegantes, para el hombre que llegó hasta el fin del mundo... y regresó. Fernado Díaz Villanueva





    http://historiasdelahistoria3.blogsp...in-elcano.html
    Pious dio el Víctor.

  2. #2
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    Re: Juan Sebastián Elcano: la primera vuelta al mundo

    SOLO REGRESARON DIECIOCHO Y UN SUBMARINO NUCLEAR



    JULIO DOMÍNGUEZ ARJONA
    7 de Septiembre de 2013


    Juan Sebastián de Elcano llegó el 6 de septiembre de 1522 al puerto de Sanlúcar de Barrameda al mando de diecisiete hombres a bordo de la nao “Victoria”, tras haber completado la primera vuelta al mundo, y en esa misma fecha escribió una carta al Emperador, ( Carlos I de España y V de Alemanía ) que se encontraba en Valladolid con la corte, informándole de la aventura.

    Muy alta e ilustrísima Majestad:

    Sabrá vuestra alta Majestad cómo hemos llegado dieciocho hombres solamente con una de las cinco naves que V. M. Mandó a descubrir la Especiería con el capitán Fernando de Magallanes, que gloria haya; ... que hemos descubierto y dado la vuelta a toda la redondez del mundo que yendo para el occidente hayamos regresado por el oriente .-

    Suplico a V. M., por los muchos trabajos, sudores, hambre y sed, frío y calor que esta gente ha padecido en servicio de V. M., les haga merced de la cuarta y de la veintena de sus efectos y de lo que consigo traen.

    Y con esto ceso, besando los pies y manos de vuestra alta Majestad.

    Escrita a bordo de la nave Victoria, en Sanlúcar, a seis días de septiembre de 1522.

    El capitán Juan Sebastián de Elcano


    Asi consta en un azulejo fechado el 7 de Mayo de 1956 que al día de hoy esta ubicado en el Bar Barbiana de Sanlucar de Barrameda ( Cádiz ) . Quizás haya que hacer una fraternal corrección en Cristo y es que posiblemente una de las mayores gestas geograficas y martimas de la Humanidad no partieron de esta maravillosa localidad gaditana, habian partido no el 20 de Agosto de 1519, sino un poco antes y mas arriba el 10 de Agosto de 1519 desde el Puerto de Mulas de Sevilla ( VER ) .-

    Si es cierto que las primera tierra peninsular española que tocaron fue Sanlucar de Barramenda el 6 de septiembre de 1522, en un epopéyico viaje de mas de 40.000 millas y mas de tres años de navegación , aventuras y desventuras . Dos dias despues, subieron el Guadalquivir remolcados por un batel de quince remeros, propiedad de una viuda saluqueña mandados por Gaspar Garcia CULMINANDO el viaje en Sevilla el 8 de Septiembre de 1522 llegando al mismo puerto de donde SALIERON , volver a
    ( VER ) .-

    Si bien es cierto que la placa conmemorativa sevillana es de 1919, tambien es verdad que en la placa sanluqueña de 1956 es la primera donde se hace constar los nombres, localidad de origen y oficio de los 18 heroes que regresaron :

    Juan Sebastián de Elcano, de Guetaria Capitán
    Francisco Albo, de Axio Piloto
    Miguel de Rodas, de Rodas Piloto
    Juan de Acurio, de Bermeo Piloto
    Antonio Lombardo (Pigafetta), de Vicenza Sobresaliente
    Martín de Yudícibus, de Savona Marino
    Hernando de Bustamante, de Mérida Marinero y barbero
    Nicolás el Griego, de Nauplia Marinero
    Miguel Sánchez de Rodas, de Rodas Marinero
    Antonio Hernández Colmenero, de Huelva Marinero
    Francisco Rodríguez, portugués de Sevilla Marinero
    Juan Rodríguez, de Huelva Marinero
    Diego Carmena, de Bayona Marinero
    Hans, de Aquisgrán Artillero
    Juan de Arratia, de Bilbao Grumete
    Vasco Gómez Gallego el Portugués, de Bayona Grumete
    Juan de Santandrés, o de Santander, de Cueto Grumete
    Juan de Zubileta, de Baracaldo Paje





    En Sevilla fuirmos un poco bastante mas lentos , pues esta nomina de heróico marinos hubo que esperar hasta el 8 de Septiembre de 2001 fue colocada en una mal iluminada placa en el suelo ( es lo mas facil del mundo no verla y lo mas dificil fotografiarla ) conmemorativa en la capilla de la Virgen de la Antigua de la Catedral de Sevilla, en memoria de los 18 tripulantes de la Nao Victoria que culminan la primera circunnavegación del globo, que tras su gesta al dia siguinete el 9 de Septiembre rindieron homenaje a la Virgen de la Antigua postrándose ante ella en agradecimiento a su amparo en la más larga travesía de la historia y posteriormente fueron a postrarse ante la Virgen de la Victoria , ( alli no hay placa ninguna )







    Oigan y ya que estamos en el tajo, regresamos de nuevo a Sanlucar de Barrameda, al mismo bar y hablando de vueltas al mundo, hay otra placa importante conmemorativa de la gesta del submarino nuclear norteamericano Triton que el 10 de mayo de 1960 finalizó la primera vuelta al mundo bajo el agua ,despues de 83 dias de inmersión y 43.500 millas bajo el agua solo emergieron en dos ocasiones , una el 2 de Mayo de 1960 en Sanlúcar de Barrameda en homenaje a los hombres de Magallanes y el Elcano, y otra en Montevideo para evacuar a un marinero que estaba enfermo .-

    Hay que estra atento a lo que hay en las paredes de los bares, que como ueden ver en sus paredes hay muchas mas cosas que pizarras con tapas y bebidas .-

















    SOLO REGRESARON DIECIOCHO Y UN SUBMARINO NUCLEAR

  3. #3
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    Re: Juan Sebastián Elcano: la primera vuelta al mundo

    PRIMERA VUELTA AL MUNDO POR MAGALLANES Y ELCANO




    Entre las muchas aportaciones que España ha realizado a la ciencia universal, hay una que en su momento fue decisiva: la primera demostración empírica de que la tierra es redonda. El deseo de llegar por las rutas de Occidente a las islas de las Especias, que acababan de descubrir los portugueses navegando por las rutas de Oriente, significó la oportunidad de dar, por primera vez, la vuelta al mundo.





    FERNANDO DE MAGALLANES




    Eso es lo que logró el viaje de Magallanes y Elcano alrededor del globo. Después de tres años de calamitosa travesía, el 6 de septiembre de 1522, Juan Sebastián Elcano junto con 17 hombres desnutridos y enfermos desembarcó de la nao Victoria en el puerto gaditano de Sanlúcar de Barrameda, tras recorrer unos 80.000 kilómetros.


    La primera vuelta al mundo partió de la idea de Fernando Magallanes, un marino portugués nacido en 1480, experto en las artes de navegar e intrépido aventurero. Había realizado unos primeros viajes por la India y Malaca entre 1505 y 1511, regresando a Portugal sabedor de la enorme riqueza que generaba la importación a Europa de las especias asiáticas.


    Los portugueses tenían colonias por las costas de África y Asia, controlaban las rutas a las islas de las especias en dirección este.


    Su proyecto trataba de buscar una ruta alternativa a la ya establecida por la corona portuguesa, en dirección oeste buscando un estrecho marítimo en América que permitiera pasar al mar del Sur, el mismo que la expedición de Vasco Núñez de Balboa llamó también Pacífico. Pero su proyecto fue rechazado por el monarca luso Manuel I el Afortunado.


    Sólo España estaba en condiciones de aunar la experiencia marinera, el conocimiento geográfico y cartográfico, la audacia humana, la voluntad política y los recursos económicos para emprender tal aventura marítima. Por eso, en 1517 Fernando de Magallanes viaja hasta Sevilla, donde se puso en contacto con Juan de Aranda, factor de la Casa de Contratación. Ambos consiguieron que en 1519 llegase su proyecto expedicionario a manos de Carlos I quien recibió al portugués en Valladolid, la capital de España.


    Su objetivo consistía en llegar a las islas Moculas para obtener especias permitiendo que España se convirtiese en la principal suministradora de pimienta, clavo, nuez moscada y otras especias tan codicias en Europa. El plan consistía en abrir una ruta por el oeste, rodeando el continente americano por su extremo sur, y pasando sólo por dominios españoles. Surgió una dificultad diplomática, ya que según el Tratado de Tordesillas firmado en 1494 entre Castilla y Portugal, ambos países se habían repartido el mundo en dos mitades. Por tanto, si las islas Moculas quedaban del lado luso, Carlos I quebrantaría las relaciones diplomáticas con Portugal. Magallanes, basándose en los mapas de su tiempo, creyó que el camino occidental es viable y que las primeras islas asiáticas están cerca de la barrera americana.


    Se trató, a posteriori, de un error de cálculo, pero el rey de España confió en la empresa y puso al portugués al frente de 265 hombres y cinco barcos: la capitanaTrinidad, la Concepción, la Victoria, la Santiago y la San Antonio, cargadas de provisiones previstas para dos años (galletas, sardinas arenques, higos y siete vacas que les proporcionaban leche fresca). Es la llamada Flota de las Malucas.





    JUAN SEBASTIÁN ELCANO




    Juan Sebastián Elcano tuvo conocimiento del proyecto y tomó partida en él como contramaestre de la nave Concepción. Marino guipuzcoano con amplios conocimientos náuticos, nació en Getaria en 1476. Participó en la expedición del cardenal Cisneros a Argel de 1509, y en las campañas de Italia del Gran Capitán.


    La expedición partió del puerto de Sevilla el 10 de agosto de 1519. El primer tramo de la expedición es relativamente tranquilo. Toda la armada cruzó el océano Atlántico y se dirigió a Sudamérica. Tocan Río de Janeiro, bordean la costa de Brasil, hacen un breve descanso en Río de Janeiro, exploran la gran boca del Río de la Plata y el litoral de la Patagonia. Pero empiezan a surgir los problemas y las desconfianzas de la tripulación con respecto a Magallanes debido a varios motivos: primero, Magallanes mantiene en secreto el objetivo de su viaje, lo cual inquieta al resto de capitanes; segundo, los capitanes españoles desconfían de Magallanes, en buena parte por las discusiones establecidas en Sanlúcar con agentes portugueses; y tercero, la costa suramericana parece interminable, no aparece ningún paso hacia el otro lado y, además, a bordo hace un frío insoportable.





    PUERTO DE SEVILLA, SIGLO XVI




    La armada navega por el hemisferio sur, donde en invierno empieza en marzo, las temperaturas son tan bajas que deciden invernar en la bahía de San Julián, en laPatagonia, donde hubo un intento de sublevación. El inspector de la expedición, Juan de Cartagena, secundado por otros tripulantes, Luis de Mendoza, tesorero,Antonio Coca, contador, y Gaspar de Quesada, se niega a seguir adelante. Magallanes resuelve el problema con astucia, pero fue severo con los cuatro cabecillas del complot. Más bien prefirió contemporizar con unos marineros muy necesarios para continuar el viaje. Uno de los más beneficiados por aquella indulgencia fue Elcano, subordinado de Gaspar de Quesada, que estaba entre los cabecillas del motín. Elcano se vio atrapado en un conflicto de fidelidades: o seguir al capitán de su barco, o seguir al jefe de la expedición. Primero se amotinó, pero luego contribuyó a sofocar el motín, ganándose la confianza de Magallanes.


    En la bahía de San Julián sobreviven durante cinco meses bajo el frío, cazando animales como avestruces, zorros y moluscos y derritiendo el agua de bloques de hielo. La nao Santiago, durante un reconocimiento, se estrella contra la costa por un temporal, sin consecuencias. Y toman contacto con los indios tehuelches, los "patagones" por las enormes huellas que sus abarcas dejan en la nieve.





    ESTRECHO DE MAGALLANES




    El 21 de octubre de 1520, se adentraron en el deseado paso al que Magallanes bautizó como estrecho de Todos los Santos y de las Once Mil Vírgenes. El 28 de noviembre salieron al mar del Sur, al que denominaron con el nombre de mar Pacífico o mar de las Damas por los suaves vientos alisios que soplaban. Por él navegaron durante tres meses en condiciones calamitosas, los marineros mueren a mansalva al carecer la tripulación de agua y provisiones frescas y, en consecuencia, padecieron de escorbuto. Cuando los víveres se agotaron, llegaron a alimentarse de cuero, ratas, cucarachas y todo lo que encontraban.


    ]Durante la etapa transpacífica, la San Antonio, al mando del portugués Esteban Gómez, abandona la flota por falta de víveres para volver a España.


    El 24 de enero de 1521 llegaron a la isla de Guam, perteneciente a las islasMarianas, también conocidas como islas de los Ladrones, que las llamaron así porque los indígenas entraban en los barcos y robaban todo cuanto encontraban. Continuaron hacia el oeste en dirección Cebú.


    El 16 de marzo llegaron a la playa de San Lázaro, en Cebú, isla perteneciente al archipiélago de Filipinas, donde establecieron buenas relaciones con los nativos. Las tripulaciones se abastecen, descansan y se recuperan.





    ESTATUA AL CACIQUE FILIPINO LAPU-LAPU




    En la isla de Mactán, el 27 de abril, surgieron las complicaciones. Magallanes desembarcó con 60 hombres armados para obtener la soberanía española sobre todas aquellas islas. Contaba el portugués con el apoyo del rey de Cebú y sus soldados. Pero, mientras entraban en amigables tratos con los aborígenes, el jefe cacique local Lapu-Lapu se niega a reconocer a Magallanes como su señor, y unos 1.500 isleños rebeldes cayeron sobre ellos.


    Durante la emboscada, los soldados españoles atacaban con fuego de mosquetón y tiros de ballesta, mientras que los indios se protegían con escudos de madera y contraatacaban con flechas envenenadas.


    Magallanes participó durante su juventud, en 1511, en una expedición para conquistar Malaca, en la India portuguesa. Sus compatriotas se impusieron a los nativos en gracias a la ventaja que les proporcionaba la artillería. Ahora, a la vista de unos indígenas filipinos técnicamente incapaces de hacer frente a los europeos, el portugués cometió el error de infravalorarlos y no tomar las debidas precauciones, constándole la vida y la de algunos de sus compañeros. También fue un error el haberse implicado en una contienda de jefes locales.


    Sobrevivieron 114 hombres para tres barcos. La expedición quedó al mando, sucesivamente, de varios de sus capitanes que se disputaban el poder, mientras continuaban explorando las islas, entablando relaciones con los jefes locales y buscando la ruta de las Molucas. Duarte de Barbosa, el capitán, fue asesinado junto con 24 soldados en otra emboscada. El mando superior pasó a Juan Carbajo. Entonces, decidieron hundir la nao Concepción, debido a una plaga de moluscos que había carcomido el casco. La cada vez más mermada tripulación se repartió entre las dos únicas naves efectivas. Gonzalo Gómez de Espinosa mandaba la Trinidad, y Juan Sebastián Elcano recibía la Victoria.





    NAO VICTORIA




    Desde Cebú, la expedición buscó las tan deseadas Molucas, haciendo una aventurada travesía. Primero pasando por Mindanao, y tras hacer escala en Bohol y Panilongo, llegaron a Cimbonbon. Finalmente, un triunvirato encabezado por Elcano se hizo con el mando de lo que quedaba de la flota, argumentando que los jefes portugueses colaboradores de Magallanes habían eludido a propósito las Molucas para no perjudicar a Portugal, que poseía el lucratívo monopolio del comercio de las especias.


    Elcano, al mando de la expedición, puso rumbos suroeste, atravesó los archipiélagos de Basilán y Joló, desembarcó en las islas de Batuán, Calagán y Monolipa, donde encontraron una canela de gran calidad. Llegaron a su destino, las Molucas, el archipiélago de las ricas especias, a finales de 1521.


    Allí, en la isla de Tidore, establecieron tratados con los príncipes nativos y cargaron un importante cargamento de especias, con lo que se cumplió el objetivo del viaje.


    El 21 de diciembre, la expedición se divide. La Trinidad, dirigida por Gómez Espinosa, sufre una avería, por lo que se acuerda su permanencia en las Molucas hasta su adecuada reparación. El viaje de regreso se efectuaría con rumbo al Darién, entre Panamá y Colombia. Pero el plan fracasa, no consiguen encontrar una travesía de vientos que les retorne a América, el torno-viaje que medio siglos más tarde hallaría Urdaneta, y sus hombres terminaron presos de los portugueses, dueños comerciales de la zona.










    DERROTERO SEGUIDO POR LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO




    La proximidad de los portugueses, hizo que Elcano al frente de la Victoria pusiese rumbo al oeste. Allí se gestó el proyecto de dar la vuelta al mundo. Regresar a España por el océano Índico suponía la violación del Tratado de Tordesillas. Acompañado de 47 españoles y 13 naturales, arribó a la isla de Timor, ya en 1522, donde supo de la existencia de otras tierras e islas, las actuales China, Java e Indonesia.


    La expedición de Elcano cruzó el océano Índico por una ruta lo más meridional posible, pasando un calvario de hambre, sed y enfermedades. Por otra parte, el rey Juan de Portugal se propuso sabotear la nueva ruta, por eso, ordena a todos los puertos portugueses que negaran cualquier ayuda a las expediciones españolas.


    Elcano consiguió dominar la impaciencia de la tripulación, ansiosa de bajar a tierra desde que pasaran ante las costas de Mozambique y el 19 de mayo de 1522, doblaron el cabo de Buena Esperanza.





    MONUMENTO A JUAN SEBASTIÁN ELCANO, GETARIA, 1881, POR RICARDO BELLVER




    En Cabo Verde, en el África occidental, Elcano decide enviar a trece hombres en una pequeña embarcación, un esquife, para conseguir víveres sin revelar su identidad. La colonia es de dominio portugués, y su gobernador se ofrece a comerciar, cuando consiguieron agua y comida, cometen el error de pagar en especias, descubriendo su ilegal procedencia, por lo que los marineros son apresados. Es en Cavo Verde donde supieron que llevaban un día de retraso como consecuencia de haber navegado de este a oeste, dando la vuelta a la Tierra. Un descubrimiento más, comprobado empíricamente por la expedición. Elcano comprenden la situación, nadie puede aportarles ayuda, y pone rumbo final por la costa oeste del Atlántico hacia España.


    En el Atlántico, la carencia de alimentos se hizo sentir de nuevo. Durante días y días, los supervivientes navegaron sin probar alimento fresco. El escorbuto se cebó en los hombres, a los enfermos se les hinchaban las encías y se les caían los dientes, muchos murieron completamente extenuados entre grandes dolores. Sólo el indomable tesón de Elcano mantuvo la moral de sus hombres para hacer frente a tanta adversidad.


    Cuando ya estaban cerca, una enorme tormenta desvía la nao Victoria hacia las portuguesas islas Azores.





    REGRESO DE JUAN SEBASTIÁN ELCANO A SEVILLA, POR ELÍAS SALAVARRÍA INCHAURRANDIETA (1919)




    Por fin, después de tres años menos catorce días de navegación, el 6 de septiembre de 1522 la expedición al mando de Magallanes-Elcano, tras recorrer 14.000 leguas, entraba en el puerto gaditano de Sanlúcar de Barrameda. Llegó con sólo 18 supervivientes, exhaustos, hambrientos y enfermos, a bordo de la nave Victoria, la única que quedaba de las cinco que partieron, eso sí, con las bodegas cargadas de especias. Misión cumplida.


    Los 18 supervivientes que llegaron a Sevilla eran trece españoles, tres italianos, un portugués y un alemán: Juan Sebastián Elcano, de Getaria, capitán; Miguel de Rodas, piloto; Juan de Acurio, de Bermeo, piloto; Antonio Lombardo (Pigafeta), de Vicenza, cronista; Juan de Arratia, de Bilbao, grumete; Juan de Zubileta, de Baracaldo, paje; Martín de Yudícibus, de Génova, marinero; Francisco Albo, de Axila, piloto; Hernando de Bustamante, de Alcántara, marinero y barbero; Nicolás el Griego, de Nápoles, marinero; Miguel Sánchez, de Rodas, marinero; Antonio Hernández Colmenero, de Huelva, marinero; Francisco Rodrígues, portugués de Sevilla, marinero; Juan Rodríguez, de Huelva, marinero; Diego Carmena, marinero; Hans de Aquisgrán, cañonero; Vasco Gómez Gallego, el "portugués", de Bayona, grumete; Juan de Santandrés, de Cueto, grumete.





    PLACA HOMENAJE A LOS SUPERVIVIENTES DE LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO




    El cargamento traído en la nao Victoria es de 381 sacos de espacias, con un peso de 524 quintales. Su venta en el mercado español y europeo cubre los gastos de la expedición y arroja un beneficio de 346.220 maravedíes.


    Elcano y la tripulación superviviente marcho para Valladolid, ante la corte del emperador Carlos I. Allí presentaron a los indios que traían de aquellas remotas islas, los regalos de sus reyes, pájaros raros, producciones exquisitas, y las preciosas especerías adquiridas.


    El emperador llenó de honores a los héroes de tal hazaña, recibió personalmente a todos los supervivientes y, además, se preocupó de que fueran liberados los marineros apresados por los portugueses tanto en Filipinas como en Cavo Verde. Elcano recibió una cuantiosa renta anual y un escudo de armas cuya cimera, un globo terráqueo, lleva la leyenda Primus circumdedisti me (El primero que me diste la vuelta).


    Tras el hallazgo, las Cortes de Castilla y de Portugal trataron de componer las diferencias contraídas sobre la pertenencia de las Molucas por medio de jueces instruidos, reunidos entre Yelves y Badajoz. El emperador convocó a Elcano, el gran testigo ocular de la verdadera situación de aquellas islas. Su voto y manifiesto fue razón de mucho peso y autoridad en las conferencias. Con su ayuda los castellanos impusieron sus argumentos sofocando la razón de los lusitanos, y en 1524, sentenciaron la titularidad de las Molucas a favor del emperador.


    Apenas cuatro años después Elcano regresa al mar, se enrola en la expedición marinera de García Jofre de Loaysa para conquistar las Molucas. Muere el 4 de agosto de 1526 mientras atravesaba el Pacífico al mando del Espíritu Santo.


    Hay un viejo dicho latino que Plutarco atribuye a Pompeyo y que la Liga Hanseática adoptó como lema: Navigare necesse este, vivere non est necesse (Navegar es necesario, vivir no es necesario).




    BUQUE-ESCUELA JUAN SEBASTIÁN ELCANO






    http://spainillustrated.blogspot.com.es/2012/02/primera-vuelta-al-mundo-por-magallanes.html

  4. #4
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    Re: Juan Sebastián Elcano: la primera vuelta al mundo

    Pious dio el Víctor.

  5. #5
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    Re: Juan Sebastián Elcano: la primera vuelta al mundo

    Recuérdese, con todo, que la expedición partió de Sevilla y regresó a Sevilla.

  6. #6
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    Re: Juan Sebastián Elcano: la primera vuelta al mundo


    Portugal tergiversa la historia y borra al Imperio español de la vuelta al mundo


    El país vecino busca que la Unesco reconozca la «Ruta Magallanes» sin Elcano ante la falta de acción y diplomacia del Gobierno de Sánchez

    Los engaños de Portugal para evitar una de las grandes gestas españolas

    El quinto centenario de la primera vuelta al mundo, entre el 20 de septiembre de 1519 y el 6 de septiembre de 1522, ha visto cómo Portugal se afana en sacar adelante la Ruta Magallanes como Patrimonio de la Humanidad reconocido por la Unesco. Pero la expedición de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano, que fue financiada por la Corona española, ha quedado reducida en su propuesta a una iniciativa portuguesa, cuando partió de Sanlúcar de Barrameda y finalizó en esta misma población de la provincia de Cádiz.

    Ni rastro del marino vasco en los documentos oficiales presentados por el Gobierno del país vecino, o mejor dicho sí, pero solo para citar que comandó el viaje de regreso porque el navegante luso había fallecido en Filipinas un año antes. Nada más. En ningún momento se plantea a la Unesco un reconocimiento patrimonial conjunto que contemple tanto a España como a Portugal en armonía.

    La candidatura comenzó a fraguarse al otro lado de la frontera en junio de 2015, encabezada por el alcalde de Sabrosa (la localidad norteña donde nació Magallanes), José Marques, quien declaró entonces: «Nos gustaría que, en 2019, año en que se iniciarán las conmemoraciones de los 500 años del histórico viaje, ya tengamos la calificación de Patrimonio de la Humanidad». Cierto es que, dos años antes, se había dado luz verde a la denominada Red Mundial de Ciudades Magallánicas, según la terminología lusa, y que ahí están incluidas Tenerife, Guetaria (la localidad guipuzcoana donde nació Elcano), Sevilla o Sanlúcar de Barrameda. Pero ni en su momento ni hoy se ha avanzado hacia una celebración a la par.



    En 2017 se asentó el proyecto. Fue entonces cuando Portugal incluyó la propuesta en la Lista Indicativa de la Unesco, una relación previa elaborada por cada uno de los países de la que se seleccionan, cada cierto tiempo, las candidatas a ser nombradas Patrimonio de la Humanidad. La propuesta sigue citada en la web de la organización como «Route of Magellan. First around the World» («Ruta de Magallanes. Primera alrededor del Mundo») y, en la misma, el marino vasco Juan Sebastián Elcano no es nombrado ni en una ocasión.

    El escrito sí cita a España tres veces, aunque sin recalcar su papel preponderante en el hecho. Un escuálido reconocimiento que no evita el agravio que supone que el territorio que negó a Magallanes la financiación para llevar a cabo este viaje (el marino acudió al monarca luso antes que a Carlos I) y que combatió con todas las armas que pudo para evitar esta travesía se apropie de la gesta.

    España olvidada

    Lo mismo sucede con la nota de prensa que la República Portuguesa publicó en 2018 para anunciar la formación de la Misión de las conmemoraciones del V Centenario de la circunnavegación dirigida por el navegante portugués Fernando de Magallanes (EMCFM); la comisión encargada de organizar las celebraciones del aniversario. Un texto en el que tanto España como Elcano brillan por su ausencia. Este organismo, por el contrario, sí recalcó ese mismo año que el proyecto buscaba «reconocer el papel, pasado y presente, de Portugal y de los portugueses para promover el conocimiento y el diálogo intercultural […] contribuyendo a una sociedad más justa, inclusiva y con mayor bienestar».

    Fuentes españolas de la Unesco han corroborado a ABC que, a día de hoy, la candidatura portuguesa se encuentra únicamente en la Lista Indicativa del país, donde algunos proyectos han permanecido «decenios sin dar nunca el paso a una candidatura formal». A su vez, han incidido en que, en el caso de que los lusos la eligieran (cosa imposible este 2019, pues ya han seleccionado el número máximo) la propuesta tendría que demostrar ante dos organizaciones independientes su validez histórica. Entre los organismos se encontraría el Comité de Patrimonio Mundial, en el que España cuenta con representación.

    ¿Dónde queda España en toda esta historia? Desde la Secretaría de Estado de la España Global (destinada a potenciar la imagen de nuestro país en el mundo) han declinado hacer declaraciones «por respeto a la comisión que organiza el aniversario». Se refieren a la Comisión Nacional para la conmemoración del V Centenario de la expedición, con la que ABC ha intentado contactar sin éxito. No obstante, fuentes del Ministerio de Cultura han señalado a este diario que, a pesar de que desconocían la existencia del proyecto, solicitarán en los próximos días al embajador español ante la Unesco que elabore un escrito pidiendo información sobre la propuesta.

    Verdad histórica

    Solo cabe esperar que estas explicaciones logren hacer entender a Portugal que la realidad histórica se encuentra de parte de España. Así lo confirma a ABC el doctor en Historia y profesor universitario Agustín Rodríguez González, autor de « La primera vuelta al mundo» (Edaf, 2018): «Fue una empresa española. Se trataba de llegar al archipiélago de las Molucas por otro camino distinto del portugués, que contorneaba África y luego atravesaba el Índico para llegar al Extremo Oriente».



    Enriqueta Vila, doctora en Historia de América y miembro de la Real Academia de la Historia, está también convencida de que la gesta fue española. «El monarca portugués Manuel I despreció a Magallanes», explica en declaraciones a ABC. La experta afirma que el marino llegó a Sevilla «resentido» por aquella respuesta y, casi siguiendo los pasos de Colón, presentó su proyecto a la Corona. «En el mismo instante en el que fue aceptado, personajes como Sebastián Álvarez, delegado del rey luso, intentaron evitar que la expedición partiera», añade. El mismo embajador intentó que «se diera marcha atrás en las capitulaciones». Por ello, considera una «verdadera osadía que se intente hacer ver que fue una obra del país vecino».

    Rodríguez establece además que los lusos «enviaron buques armados contra la expedición» y que los supervivientes que lograron arribar a su destino y quisieron volver a España tuvieron que enfrentarse a Manuel I. «La nao “Trinidad” fue apresada por los portugueses, que mantuvieron a los supervivientes en prisión largos años», desvela. De hecho, Elcano se vio obligado a evitar las escalas porque «sabía que le detendrían». «Solo hizo una en Cabo Verde y los portugueses encarcelaron a la docena de marineros».

    Los ataques portugueses

    Evitar la salida
    Las crónicas confirman que los portugueses se plantearon asesinar a Magallanes para lograr detener la expedición. Este decidió acompañarse de sus criados cuando llegaba la noche para evitarlo.

    Detener la expedición
    A mediados de noviembre de 1521, un capitán llamado Tristán de Meneses informó a la expedición de que el rey portugués había mandado una flota para interceptarles.

    Las naves de Faría
    Además de aquella flota, Manuel I encargó al capitán Francisco Faría evitar, con dos baterías de bombardas, la finalización de la misión. Por suerte, el marino tuvo que regresar a puerto.

    Sin escalas
    Durante el regreso, Elcano solo hizo una escala en la que los portugueses encarcelaron a una docena de marineros y persiguieron a la «Victoria», que logró escapar.


    https://www.abc.es/cultura/abci-port...6_noticia.html
    Última edición por ALACRAN; 06/09/2019 a las 19:09
    Pious dio el Víctor.
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  7. #7
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    Re: Juan Sebastián Elcano: la primera vuelta al mundo

    Los ataques del envidioso rey portugués para evitar la gesta naval más extrema de España

    Ni apoyo, ni indiferencia. A pesar de que Magallanes era luso, la monarquía de su tierra natal le hizo la vida imposible a este marino para que no completara la primera circunnavegación de la Tierra en nombre de Carlos I y acompañado de españoles tan destacados como Juan Sebastián Elcano.

    Una auténtica gesta naval sufragada por Carlos I. La expedición de Fernando de Magallanes (portugués de nacimiento y español por despecho) y nuestro castizo Juan Sebastián Elcano cumplirá dentro de solo dos años su 500 aniversario. Dicho así bien parece una minucia, pero esta larga travesía fue una épica aventura que las generaciones futuras estudiarán por haber supuesto, hace medio milenio, la primera vuelta al mundo de la historia. Una tarea nada sencilla, por cierto. En primer lugar, por las diferencias existentes entre los marinos que protagonizaron el viaje y, en segundo término, por culpa de la monarquía portuguesa (sumamente preocupada por molestar lo más posible a los exploradores súbditos de la Corona).

    Magallanes, uno de los exploradores más afamados del territorio luso, tuvo su primer encontronazo con la patria que le vio nacer exactamente en el mismo momento en el que se le ocurrió dirigir sus pasos hacia el palacio de su majestad Manuel I, el soberano portugués. Con el calendario detenido en la primera década del siglo XV, el marino acudió a aquella entrevista cargado de ilusiones, sueños de exploración y, lo que es más importante, la certeza de que podía hallar una nueva ruta hacia las islas de las especias, las Molucas (en Indonesia). Es decir, hacia Oriente. Un objetivo parecido al de Cristóbal Colón. Pero junto a él no llevaba únicamente la ilusión, sino que también portaba una cojera prominente (su pierna había quedado destrozada tras un combate durante sus años como soldado) y una extensa carrera como combatiente.

    La futura epopeya no era precisamente baladí. Al fin y al cabo (y como señala Gerardo Vidal Guzmán en su obra « Retratos. El tiempo de las reformas y los descubrimientos») por entonces las especias dejaban una rentabilidad de hasta un 2.000 %. Así pues, aquel que pudiera encontrar una ruta idónea hacia aquella «mina de oro» se garantizaba un buen porvenir. Y el monarca que lo apoyara, un considerable «pellizquito» para sufragarse sus ejércitos. «Magallanes sabía que durante muchos años Portugal había perdido el sueño examinando aquel proyecto», determina el experto en su obra.

    Todo parecía favorable para el marino pero, como ya le pasara a Colón, le dieron con la puerta (portuguesa) en las narices. El «Afortunado», como apodaban al rey Manuel, se mostró totalmente descortés con él a pesar de sus años de servicio. Y la palabra que más repitió en el encuentro fue esta: «No».

    Así lo afirma el autor Gabriel Sánchez Sorondo en su obra « Magallanes y Elcano, travesía al fin del mundo» (Nowtilus), donde especifica que el soberano recibió al marino con «destemplada indolencia» y le despreció en repetidas ocasiones. De nada le valió a su súbdito rebajar sus pretensiones (empezó solicitando una carabela para viajar hasta las Indias y terminó implorando un aumento de su escasa pensión por ser lisiado). No le concedieron absolutamente nada. «El episodio conmovió a los pocos presentes que en la sala. La humillación no podía ser más grave y profunda. Nadie se explicaba qué oscuras razones empeñaban a Manuel I en contra de ese noble súbdito que tan poco estaba pidiendo», destaca el experto en su obra.

    Al final, desesperado, Magallanes solicitó algo relativamente habitual en la época: que le liberasen de su nacionalidad para poder trabajar para otra corona. Parece ser que ese día Manuel I se había levantado especialmente hiriente, pues no solo accedió a esta última solicitud, sino que afirmó estar sumamente contento de darle ese último capricho. «Manuel I tenía la impresión de que aquel era un soldado cargoso y convenía quitárselo de encima», determina el experto latinoamericano en su obra. Sin obligaciones legales para con su tierra, totalmente despreciado por el monarca de la misma, y bastante molesto, el marino dirigió sus ojos hacia otros países a los que pudiera acudir para recibir ayuda.

    Tras el desprecio

    A partir de entonces, y en palabras de Sánchez, a Magallanes empezó a moverle no solo el ansia de aventuras y descubrimientos, sino también la necesidad imperiosa de tener su pequeña revancha contra Manuel I. Por ello, y tal y como había hecho Cristóbal Colón algunos años antes, se marchó a España. En primer lugar, porque tenía esperanzas en que a los mandamases del país les interesase su propuesta. En segundo, porque la posibilidad de llevar a cabo una gesta tan grande para el eterno enemigo del monarca luso le dejaba un buen sabor de boca. «Había algo de revancha personal en juego: Magallanes advierte la necesidad contrapuesta entre su indolente rey y la del joven monarca vecino. Asume el viaje como un desagravio: su satisfacción más íntima, más visceral, se erige en el desquite», añade el experto latinoamericano en «Magallanes y Elcano, travesía al fin del mundo».

    De este ánimo pisó Magallanes Sevilla el 20 de octubre de 1517. Desde allí acudió a la Casa de Contratación para tratar de conseguir los permisos que le permitieran armar un bajel y comenzar su viaje. Para su desgracia, en este organismo no le hicieron demasiado caso. Y en cierto modo no sin razón, pues las islas Molucas pertenecían en principio a Portugal según el Tratado de Tordesilllas. Un documento fechado en 1494 mediante el que el Papa dividió el Océano en dos partes con una línea imaginaria. La primera se correspondía con la zona en la que Castilla podía enviar a sus buques para realizar descubrimientos. La segunda, con la que podía usar Portugal.

    «Castilla aceptó respetar los derechos exclusivos de Portugal en el hemisferio al este del meridiano situado 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, con excepción de las Canarias. Portugal aceptó los derechos del territorio al oeste», explica Guillermo Céspedes en «América Hispánica (1492-1898)».

    Magallanes, no obstante, estaba convencido de que (atendiendo a otros cálculos) estas islas se hallaban en la zona de influencia española. Algo nada descabellado, pues había gran controversia en torno al Tratado de Tordesillas. «Según el trazado del antimeridiano, el archipiélago de las Molucas, gran centro de producción de especias, debería haber pasado también a Castilla. Pero su posesión provocó grandes protestas», destaca, en este caso, el profesor de Historia Moderna Bartolomé Bennassar en su dossier « Tordesillas, el primer gran reparto del mundo». De esta opinión es también el historiador Pedro Novo y Colson, quien afirma en su dossier «Magallanes y Elcano» que «Magallanes creía que las Molucas no se hallaban dentro de la demarcación de Portugal».

    En cualquier caso, sus peticiones terminaron cayendo en saco roto, y tuvo que esperar nada menos que un año más para lograr una audiencia personal con Carlos I de España y V de Alemania. Una entrevista, por cierto, que logró gracias a sus contactos.

    Al final, el emperador le concedió sus deseos. «El 22 de marzo de 1518 fue concluido el contrato entre el Emperador y Magallanes […], a quien se le dio título de capitán, sueldo de 50.000 maravedís, y 96.000 de sobresuelo mientras que durase aquella campaña», determina Novo. Por si fuera poco, también se les concedía un quinto del valor de aquello que trajesen de su viaje, y una veinteava parte «de la renta y del provecho que se lograra por todas las tierras e islas que descubriera».

    No era, ni mucho menos, un mal trato. Y más, considerando el desprecio del monarca luso. Junto a Magallanes, además, se alinearon para esta expedición otros dos sujetos hasta el chambergo de Manuel I: Ruy Faleiro (un reputado cosmógrafo cuyo talento había sido rechazado por el soberano portugués) y Cristóbal de Haro (un rico comerciante contra el que su majestad había cometido todo tipo de tropelías). Con la desazón en el corazón, nuestro protagonista empezó a ultimar los detalles para iniciar su viaje.

    Primeros tormentos

    Bajo el beneplácito del emperador, Magallanes se libró de las ataduras políticas que le perseguían desde hacía años y, por fin, inició los preparativos para buscar una nueva ruta hasta las Molucas. ¿Por qué se extendieran tanto en el tiempo las disposiciones para levar anclas?

    Las claves las ofrecen en sus respectivas obras Sánchez y Novo. Entre la extensa lista de posibilidades, ambos subrayan que la principal causa fue el ansia de los portugueses por detener aquella gesta. Ya fuera por las buenas, las malas, o las peores. Al parecer, su lusa majestad se terminó arrepintiendo de haber mandado a freír Francesinhas (o como diantres se escriba el nombre de ese contundente sándwich) al veterano marino y soldado.

    En principio, Manuel I decidió meterse entre pecho y espalda su orgullo y ordenó al embajador Álvarez La Costa convencer a Magallanes de que la gesta que iba a acometer era una ofensa a Dios y al Rey. Pero nada de nada. Al marino le había costado años lograr sus apoyos, y no los iba a desperdiciar por las palabras resentidas de un envidioso monarca.

    Negativa por aquí, celos por allá, La Costa cambió de táctica. Ya que no podía persuadir a Magallanes de abandonar su gesta, se propuso meter en la mollera a los ministros de Carlos I que aquel viaje no era más que una pérdida de tiempo para su Corona. «La Costa quejóse enérgicamente a los ministros, en cuyas reconvenciones le secundó Xebres ante el mismo monarca», señala Novo.

    Tal fue la presión que estos dos personajes ejercieron sobre el Emperador, que este prometió al soberano luso estudiar la posibilidad de retirar su apoyo al navegante. Por suerte, en la corte también había políticos que apoyaban al marino. «El Obispo de Burgos y otros dos miembros del Consejo de Indias conjuraron la tormenta con razones tales, que el Emperador pudo colegir la mengua que había de resultarle del rompimiento de un tratado solemne», añade el experto.

    Ni siquiera eso impidió que, desde Portugal, Manuel I siguiera con su particular campaña en contra del viaje de Magallanes. «El rey lusitano, enterado de los planes, pretendía evitar a toda costa ese intento español sobre un circuito que consideraba suyo por derecho», explica en su libro el latinoamericano. En los meses siguientes, llegó incluso la noticia de que los portugueses estaban planeando asesinar al antiguo militar para boicotear su viaje. Esta teoría es explicada por el cronista Martín Fernández de Navarrete en « Expediciones al Maluco, viage de Magallanes y Elcano»: «En Zaragoza se dijo públicamente que se pensaba o intentaba matar a Magallanes o a Faleiro». No debieron tomarse a la ligera las amenazas, pues «cuando les tomaba la noche en casa del obispo de Burgos, este enviaba a sus criados para que los acompañasen»
    .
    Aunque también se escucharon rumores de que el soberano estaba reuniendo una ingente cantidad de riquezas para lograr «convencerle» de otra forma. Todo ello, acompañado por las correrías de espías portugueses que iban y venían para mantener informada a su envidiosa majestad y molestar, en todo lo posible, a Magallanes. Así lo corrobora Fernández de Navarrete en su obra, donde explica que, en más de una ocasión, un emisario del rey de Portugal trató en secreto de colmar de riquezas al marino para que abandonase a Carlos I. La respuesta fue siempre negativa. Al final, por suerte, los preparativos lograron terminarse en dos años.


    Incertidumbre

    En vista de que no había forma humana de hacer que Magallanes abandonase, los enviados portugueses decidieron intentar de evitar el viaje de una última y curiosa forma: sembrando la discordia entre este marino y su colega, Ruy Falerio. Esta teoría es desvelada por Novo, quien señala en su dossier que los espías lusos lograron que estos dos personajes (los principales organizadores de la travesía) «pleiteasen sobre quién había de conducir el Estandarte Real y el Farol». Símbolos que portaba el líder de la expedición.

    Con todo, Sánchez tiene otra visión de lo acaecido. Según sus palabras, este enfrentamiento fue solo la «punta del iceberg» de un problema de liderazgo que venía acosando a la pareja desde hacía meses. Dificultades que se acrecentaron cuando Faleiro, «ofuscado, empezó a ver enemigos por todas partes, culpando a Magallanes por ello». La situación terminó con la mediación de Carlos I, quien determinó que el cosmógrafo se quedaría en tierra y comandaría el segundo viaje.

    Importancia española

    En el verano de 1519 los preparativos ya habían sido terminados. Al fin estaban listas las cinco naves que había cedido la Corona española a Magallanes. Estas, equipadas en el puerto de Sevilla, eran la «Trinidad», la «San Antonio», la «Concepción», la «Santiago» y «La victoria». Entre los tripulantes (237 hombres según el cronista oficial del viaje, Antonio Pigafetta, quien dejó sus vivencias escritas en la obra « Primer viaje alrededor del globo terráqueo») destacaban portugueses, pero también una buena cantidad de españoles.

    Uno de ellos fue el único de la «plana mayor» que regresó al punto de destino con un único buque y 17 supervivientes más: Juan Sebastián Elcano. Este fue, de hecho, el que completó la gesta de Magallanes (la primera circunnavegación del mundo), debido a que su superior murió asesinado durante el viaje.

    «Estrictamente hablando, no fue Magallanes quien circunnavegó el mundo, a pesar de concebir y seguir tal derrotero hasta llegar muy cerca de su cumplimiento único. Quién finalmente llegó a suelo europeo, tras haberle dado la vuelta completa a la esfera terrestre, fue su segundo al mando, el capitán Elcano», añade el latinoamericano en su obra.

    Los molestos portugueses

    Para eso, con todo, todavía quedaban muchos años. El viaje de Magallanes y Elcano comenzó, en todo caso, en 1519, como dejó escrito Pigafetta: «Lunes por la mañana, 10 de agosto del año 1519, una vez que la escuadra tuvo a bordo todo lo que era necesario, como igualmente su tripulación, compuesta por 237 hombres, se anunció con una descarga de artillería, y se desplegaron las velas de trinquete». En ese momento es en el que se inició un extenso viaje que duraría hasta el 6 de junio de 1522. Una travesía lleno, como explicaba ABC hace pocas jornadas, de traiciones, deserciones y muertes.

    Por si las tensiones propias del viaje fuesen pocas, los molestos lusos se dedicaron a tratar de torpedear el viaje de Magallanes y Elcano a lo largo de esos cuatro años. Estos tuvieron constancia de que andaban tras sus pasos en 1521. Concretamente, a mediados de noviembre de ese año un capitán portugués llamado Tristán de Meneses les informó de que el rey portugués había enviado una flota de bajeles en su busca.

    Así narraba Pigafetta este hecho en su crónica: «De Meneses refirió a Lorosa que la noticia más importante que por entonces había era que una escuadra de cinco naves había partido de Sevilla al mando de Fernando de Magallanes para ir a descubrir el Maluco en nombre del Rey de España: y que el de Potugal, que estaba doblemente irritado por esta expedición, por cuanto uno de sus súbditos trataba de perjudicarle, había despachado buques al cabo de Buena Esperanza y al de Santa María en el país de los caníbales, para interceptarle el paso en el mar de las Indias, pero que no lo habían encontrado».

    Al luso no le valió con no encontrarse con la escuadra de Magallanes y Elcano. Ávido de venganza, hizo que don Diego López de Sichera, su comandante en jefe en las Indias, enviase seis naves de guerra contra los exploradores. La suerte, no obstante, salvó a la flota. «Sichera, teniendo noticias en estas circunstancias que los turcos preparaban una flota contra Malaca, se había visto obligado a despachar contra ellos setenta embarcanciones al estrecho de la Meca, en la tierra de Judá, las cuales, habiendo encontrado galeras turcas encalladas en la orilla del mar, cerca de la bella y fuerte ciudad de Aden, las quemaron todas. Esta expedición había impedido al comandante portugués llevar a cabo la que tenía dispuesta contra nosotros», explica en su obra el cronista de Magallanes.

    El enésimo intento portugués de acabar por las bravas con la expedición de Magallanes y Elcano se produjo cuando Portugal mandó al capitán Francisco Faría a interceptarlos. Para ello, se le adjudicó un galeón con dos baterías de bombardas. Por suerte, y una vez más, nuestros protagonistas se libraron por los pelos. «El galeón tampoco vino a atacarnos a las Molucas porque, ya fuese por los bajos que se encuentran cerca de Malaca, ya por las corrientes y vientos contrarios que tuvo, se vio obligado a regresarse al pueblo de donde había salido», completa el cronista en su texto.

    Sin embargo, la mayor afrenta portuguesa (hecha siempre bajo la premisa de que las Molucas pertenecían a sus territorios de conquista) fue el abordaje y la captura de uno de los buques de la expedición cuando los restos de esta ya se disponían a regresar a Europa allá por 1522. Así se explica este suceso en el dossier «Colección general de documentos relativos a las islas Filipinas existentes en el Archivo de Indias de Sevilla»: «En ese mismo año, los portugueses apresaron en Molucas la nao Trinidad, que, como la Victoria, formó parte de la escuadra de Magallanes. Los portugueses se apoderaron de los libros de derrota y de cuantos documentos llevaban los tripulantes de la Trinidad, y es de suponer que al siguiente año de 1523 se hallasen ya en Portugal tan preciosos manuscritos».

    A pesar de todo estas molestias, de todos los intentos por torpedear la expedición y de las jugarretas que el destino perpetró contra los exploradores, finalmente el viaje (y la primera vuelta al mundo) se completaron en septiembre de 1523, como dejó escrito el cronista oficial: «Desde que habíamos partido de la bahía de Sanlúcar hasta que regresamos a ella recorrimos, según nuestra cuenta, más de 14.460 leguas, y dimos la vuelta al mundo entero, yendo siempre de este a oeste. El lunes 8 de septiembre largamos el ancla cerca del muelle de Sevilla, y descargamos toda nuestra artillería». Por desgracia, solo había completado la gesta una nave y 18 personas.


    https://www.abc.es/historia/abci-mag....video.cultura

    Última edición por ALACRAN; 06/09/2019 a las 19:30
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  8. #8
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    Re: Juan Sebastián Elcano: la primera vuelta al mundo

    Las mentiras de Portugal para apropiarse de la gesta de Magallanes y Elcano

    La expedición de la primera vuelta al mundo fue una empresa oficial, de principio a fin, exclusivamente española


    1. Netamente española

    La expedición de la primera vuelta al mundo fue una empresa oficial, de principio a fin, exclusivamente española. La decisión y la dirección política fueron únicamente españolas. Portugal, que tradicionalmente pretende arrogarse protagonismo o incluso la autoría de la empresa, fue hostil a la expedición y trató, incluso por la fuerza, de abortarla.

    2. A pesar de Portugal

    Portugal dio instrucciones a su embajador para entorpecer en la Corte de Carlos I el proyecto de Magallanes. Ante la falta de éxito, quiso capturar y destruir la armada de Juan Sebastián Elcano en el Índico, e incluso llegó a tomar prisioneros españoles en Cabo Verde. Es inaceptable de todo punto que Portugal pretenda hoy coprotagonizar esta gesta, que se hizo no gracias a Portugal, sino a pesar de Portugal. Se trata de un insulto a la elemental verdad histórica y a la dignidad de España.

    3. No fue una gesta «a medias»

    Conmemorar la Primera Vuelta al Mundo como una obra hispano-portuguesa sería como haber celebrado en 1992 el Descubrimiento de América como una gesta hispano-italiana o hispano-genovesa. Con la sutil diferencia de que ni Génova ni Italia intentaron destruir la flota de Colón, pero Portugal sí trató de capturar o hacer naufragar la de Elcano.

    4. Magallanes, nacionalizado español

    Magallanes fue rechazado por el Rey de Portugal. Acudió a España. Recibió el hábito de la castellana orden de Santiago, un modo de la época de convertirlo en súbdito del Rey de España, o sea, de nacionalizarlo español. Al igual que Colón, el navegante se hizo español por elección voluntaria, para servir Carlos I en una empresa financiada por el emperador.

    5. Expedición internacional

    En la expedición había tripulantes de numerosas nacionalidades, pero esto no le resta un ápice de españolidad. De hecho, refleja esencialmente el carácter imperial hispánico de la empresa, porque todas las grandes empresas imperiales cuentan siempre con participantes de muy diversas nacionalidades. Incluso había dos albaneses y no por ello Albania se arroga la idea de circunnavegar.

    6. Maestría naval

    La historiografía portuguesa afirma que la expedición se hizo gracias a los grandes conocimientos náuticos de los portugueses, supuestos pioneros de los descubrimientos. Es falso: los portugueses llegaron a la India (país conocido desde la Antigüedad) en 1498, mientras que los castellanos llegan a América (Nuevo Mundo desconocido), en 1492, seis años antes. Los portugueses llegan a la costa africana a partir de 1415 con la conquista de Ceuta. A Madeira en 1418. A Azores en 1427. Los castellanos tenían el señorío del archipiélago de las Canarias desde mediados del siglo XIV (en torno a 1350).

    7. Navegación oceánica

    La navegación portuguesa es, en general, de cabotaje, es decir, viendo la costa, sin separarse mucho de ella; y así bordearon África hasta llegar a Asia. Por el contrario, quienes tuvieron que cruzar los océanos por el centro, a miles de kilómetros de las costas, fueron las flotas españolas (Colón, el Atlántico; Magallanes, el Pacífico; y Elcano, el Índico, porque era perseguido).

    8. Buenismo e ignorancia

    El Gobierno español, con ignorancia y buenismo, ha regalado a Portugal la mitad de la conmemoración. En realidad la diplomacia portuguesa ha perdido absolutamente el respeto a España.

    https://www.abc.es/cultura/abci-primera-vuelta-mundo-mentiras-portugal-para-apropiarse-gesta-magallanes-y-elcano-201902050221_noticia.html
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  9. #9
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    Re: Juan Sebastián Elcano: la primera vuelta al mundo

    Elcano, el antihéroe español

    Vicente Medina 05/09/2022



    En un país como España que tenemos como ‘deporte nacional’ derribar a nuestros héroes, Elcano nos lo puso … pero que muy difícil.

    ¿Qué íbamos a derribar si ya lo estaba?

    Justamente con Juan Sebastián Elcano tuvimos que hacer todo lo contrario, cosa que se nos da verdaderamente mal…

    ¡Elevar a la categoría de héroe nacional a un vasco, y por lo tanto 100% español, normal y corriente para poder tumbarlo después!

    ¡Qué locura de España!

    Por suerte, durante siglos hemos ido creando una ‘casta de políticos’ especializada en destruir todo lo español, empezando por el ‘amor a la patria’ que tanto se ensalza en otros países con apenas el 1% de nuestra historia, de nuestros logros y de nuestros monumentos.

    Políticos que para no decir la palabra España, ni ondear nuestra bandera y mucho menos defender las conquistas de nuestros antepasados, han sabido regalar tan altos logros a naciones vecinas … pisoteando tanta sangre española derramada.

    ¡Pero volvamos a nuestro personaje!



    “Doquiera la mente mía
    sus alas rápidas lleva,
    allí un sepulcro se eleva
    contando tu valentía.
    Desde la cumbre bravía
    que el sol indio tornasola,
    hasta el África, que inmola
    sus hijos en torpe guerra,¡
    no hay un puñado de tierra
    sin una tumba española!


    Bueno …



    Nuestro personaje es tan antihéroe que no podemos ni aplicarle por completo el poema, como a tantos otros españoles muertos y sepultados en todos los mares del Orbe, ya que tuvo la desagradable ocurrencia de fallecer en el Océano Pacífico un 7 de agosto de 1526, pocos días después que lo hiciese su general el comendador frey García Jofre de Loaysa el 30 de julio de dicho mismo año.



    Antihéroe como tanto otros españoles de aquella, y de esta, época que cumplen plenamente los requisitos para serlo.
    De familia humilde de Guetaria, nacido en 1487, que tuvo que trabajar duro para acumular las pocas riquezas, probablemente gracias al contrabando con la vecina Francia, que le permitieron hacerse con una nave de 200 toneles y así unirse a mayores y más importantes empresas esta vez en el Mediterráneo.

    En las jornadas contra Argel y Túnez del cardenal Cisneros y en el apoyo a las campañas italianas del Gran Capitán, pero como era frecuente siendo entre mal y nunca pagado por la Hacienda española.

    Sus deudas se acumularon teniendo que pedir prestado el capital necesario al Ducado de Saboya, que finalmente por no poder hacer frente a la deuda se quedaría con la nave conseguida con tan grandes esfuerzos.

    ¡Pero algo positivo debería surgir de tantos esfuerzos!

    Deambulando por las costas españolas recaló en una Sevilla abierta a la navegación y a la conquista de nuevos mundos.

    ¡Extrañamente, a pesar de ser un perseguido por la justicia!



    Trató de pasar desapercibido, pero no lo logró viéndose involucrado en los motines contra Magallanes organizados por los capitanes españoles en las costas de la futura Argentina. A pesar de todo ello, logró sobrevivir y continuar la expedición ‘del castellano y por lo tanto todo español, naturalizado como tal aunque portugués de nacimiento, Magallanes’.



    Participó en los combates en las que posteriormente serían denominadas Filipinas, por otro ilustre marino español como fue el malagueño Ruy López de Villalobos, que costarían la vida a Magallanes y a otros muchos compañeros.

    Los acontecimientos le llevaron al mando de la Victoria, mientras que el mando de la Trinidad quedaría en manos del burgalés Gómez de Espinosa que buscó y no encontró la ruta del Tornaviaje que sí lograría años más tarde otro marino, tan vasco como español, como fue Andrés de Urdaneta.

    El regreso se cuenta rápido pero no fue ningún paseo, con el fin de evitar a los beligerantes portugueses que no estaban muy conformes con que los españoles les quitásemos el negocio de las especias, descendió hasta los ‘Rugientes 40’ que para su desgracia giran a lo largo de la Tierra de oeste a este y que siglos más tarde serían claves para el comercio inglés con la India convirtiéndose en la ‘Ruta de los hermosos clippers’.


    “tuvimos que permanecer nueve semanas enfrente de este Cabo (de Buena Esperanza), con las velas recogidas, a causa de los vientos del Oeste y del Noroeste, que tuvimos constantemente y que acabaron en una horrible tempestad (…) doblamos el terrible Cabo; pero tuvimos que aproximarnos a él una distancia de cinco leguas, sin lo cual nunca hubiéramos pasado”
    .
    .

    ¡9 semanas en un ‘cascarón’ luchando contra las tormentas en uno de los mares más peligrosos de la Tierra!

    Una dureza absoluta, ya que podemos estar seguros que no se aproxima ni de lejos a pasar 9 semanas en el ‘Symphony of the Seas’, y todavía quedaba lo peor.



    Costear África en la travesía de la muerte, por algo a la costa de Namibia se la conoce como la Costa de los Esqueletos.
    Así todo, casi milagrosamente, alcanzaron Sanlúcar de Barrameda un 6 de septiembre de 1522. Es decir, hoy hace quinientos años.

    Sin alimentos, sin agua, sin fuerzas, … perdiendo tripulantes a cada milla navegada tuvieron que tocar tierra en las Islas de Cabo Verde, donde nuestros vecinos le darían la última sorpresa al sospechar de su procedencia. .

    Después como ya se ha recordado volvería a partir hacia las Molucas falleciendo en su última aventura.

    Pero las desgracias de nuestro antihéroe no finalizaron con su muerte y sepultura en el Pacífico.



    El fantasma de la venta de su nave a un país enemigo a España como era Saboya se elevó desde lo más profundo obligando a su valerosa madre Catalina del Puerto a luchar por los derechos de su hijo y nietos ante la oposición de la cicatera Hacienda española hasta el fallecimiento de esta posiblemente en 1553, existiendo registros de reclamaciones de sus herederos hasta el año de 1567.

    Para terminar con las desventuras de tan ilustre marino, podemos concluir que el acoso sobre su persona aún permanece vivo ya que la polémica en la actualidad se extiende a su apellido sobre el que se escuchan diferentes voces, por algún interés político o científico, discutiéndose sobre su verdadero origen a los que unos desean darle una procedencia indiscutiblemente vasca (Elkano) y otros indiscutiblemente castellana (del Cano).

    ¡Gloria a los marinos de España!


    Vicente Medina Prados
    .
    Fuentes Consultadas:
    Juan Sebastián Elcano | Real Academia de la Historia (rah.es)
    Elcano, ¿víctima de una manipulación histórica? – Sabino Laucirica Villalabeitia (elconfidencialdigital.com)
    Biografia de Juan Sebastián Elcano (biografiasyvidas.com)
    El Archivo de Indias muestra la carta que Juan Sebastián Elcano escribió a Carlos V tras su vuelta al mundo (abc.es)
    ¿Existen los vientos polares del Este? – Climas del mundo y climatología histórica (tiempo.com)
    .
    ¿Qué son los Rugientes Cuarenta? – La Opinión (laopinion.com)
    Fernando de Magallanes | Real Academia de la Historia (rah.es)
    Vista de Núm. 36 (2019): La hazaña española: Magallanes y Elcano (fuesp.com)
    Gonzalo Gómez de Espinosa | Real Academia de la Historia (rah.es)
    Best Cruise Ships: Discover Our Top Rated Ships | Royal Caribbean Cruises
    Nao Victoria – Comprar entradas y visitar la Nao Victoria (fundacionnaovictoria.org)




    https://espanaenlahistoria.org/perso...heroe-espanol/

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    Re: Juan Sebastián Elcano: la primera vuelta al mundo

    Capitulación y asiento del rey Carlos I con Fernando de Magallanes y Ruy Faleiro para dirigir la armada del Maluco hacia las Islas de las Especias


    Capitulación y asiento del rey Carlos I con Fernando de Magallanes y Ruy Faleiro para dirigir la armada del Maluco hacia las Islas de las Especias

    Valladolid, 22 de marzo de 1518

    Copia certificada de 24 de enero de 1523
    31,3 x 22 cm. 4 hojas. Papel manuscrito
    Sevilla. Archivo General de Indias, Patronato Real, 34, R. 1


    En virtud de esta capitulación, otorgada en Valladolid por real cédula de 22 de marzo de 1518, y confirmada el mismo día por Juana l y Carlos I, Fernando de Magallanes y el bachiller Ruy Faleiro quedaron nombrados capitanes generales de la Armada de la Especiería. La solemnidad del documento vino refrendada por firmas de poderosos cortesanos como el canciller Jean de Sauvage, el obispo de Burgos Juan Rodríguez de Fonseca, y el obispo de Badajoz Pedro Ruiz de la Mota.

    Esta copia en concreto se hallaba asentada en los libros que el secretario Francisco de los Cobos tenía «de los despachos e contratación de las Indias e del descubrimiento e contratación de la Especiería». En 1523 mandó sacar, por orden del Consejo Real (de Castilla), este testimonio del que dio fe, y que acabó por formar parte de los llamados «papeles antiguos» de la Secretaría de Gobierno del Consejo de Indias.

    En el Archivo General de Indias se conserva también otra copia de la confirmación de las capitulaciones en el llamado «Libro copiador» de la Armada de Magallanes, en los fondos de la Casa de la Contratación’; mientras que la copia registral de la real cédula que se confirma se conserva en la sección de Indiferente General

    A lo largo de diferentes puntos, se detallan minuciosamente las condiciones pactadas. En primer lugar, se hace constante hincapié en que ha de respetarse la partición de Tordesillas y el dominio portugués, que no podrá ser invadido. A Magallanes y Faleiro se les promete que en el plazo de diez años no se daría licencia a ningún otro explorador para ir por la misma ruta que descubrieran ellos; al menos, no sin antes informarles de las intenciones de aquel tercero, para que pudieran hacerse cargo de la expedición propuesta en las mismas condiciones (número de barcos, de hombres, etc.). Eso sí, el Rey podía permitir a otros organizar armadas para buscar el estrecho hacia Asia, siempre que partieran desde las tierras ya descubiertas en el Nuevo Mundo.

    Por «el trabajo y peligro» que se le suponía a la empresa, se concedía a Magallanes y Faleiro (y a sus herederos perpetuamente) el 5% de las rentas y derechos obtenidos, así como el título de «adelantados y gobernadores» de las islas y tierras descubiertas; de lo ganado por la Corona por la carga traída en aquel primer viaje a la Especiería, descontado lo que había costado, se les ofrecía el 20%; también la quinceava parte de las rentas y derechos (deduciendo también los costes) de dos de las islas que descubrieran, siempre que antes hubieran hallado para el Rey otras seis… Para viajes sucesivos, se les eximía de ciertos tributos. Eso sí, la Corona se reservaba el nombramiento de «un factor o thesorero o contador, y escribanos» de los navíos, para llevar cumplida cuenta de la gestión económica de la armada.

    Para afrontar tamaña empresa, el Rey, por medio de la Casa de la Contratación de las Indias en Sevilla, se comprometía a armar cinco navíos, especificando tonelaje y señalando tripulación (234 hombres), armamento y mantenimientos para dos años.
    Llama la atención que apenas 15 días después de esta capitulación, el 6 de abril de 1519, la Corona nombrara al castellano Juan de Cartagena como veedor general y capitán de la nao San Antonio, con instrucciones de actuar de contrapeso de la autoridad de Magallanes.


    Braulio Vázquez Campos




    Asiento y Capitulación hecha con Fernando de Magallanes y el bachiller Ruy Falero, caballeros de la Orden de Santiago y naturales de Portugal, para ir a descubrir la Especiería.

    Relación de otras provisiones que presentaron estos comendadores ante los oficiales de la Casa de la Contratación, cartas de confirmación, nombramiento de la capitanía y disposiciones a seguir (22-III-1518).

    Documentos extraídos del Libro Copiador de la armada para el descubrimiento de la Especiería. Asiento y Capitulación con Magallanes y Falero (que finalmente no fue), nombramiento de sus capitanías generales y relación de otras disposiciones a cumplir en el viaje.

    La transliteración del documento archivado con el Código de Referencia ES.41091.AGI/10.1.9//CONTRATACION,5090,L.4, (fragmentos) es la siguiente:

    Sevilla 2019-2022 / Documentos para el quinto centenario de la primara vuelta al mundo

    LA HUELLA ARCHIVADA DEL VIAJE Y SUS PROTAGONISTAS (Transliteración por Cristóbal Bernal)
    [Notas en el Libro Copiador de la armada:]́

    ‘Asiento y Capitulación hecha con Fernando de Magallanes y el bachiller Ruy Falero, caballeros de la Orden de Santiago y naturales de Portugal para ir a descubrir la Especiería. Hecha en Valladolid, a 22 de marzo de 1518. ́́Relación de las provisiones que ante nos, los oficiales de Sus Altezas de la Contratación de las Indias que residimos en esta muy noble y muy leal ciudad de Sevilla, presentaron los comendadores Fernando de Magallanes y el bachiller Ruy Falero sobre el viaje que han de hacer para ir al descubrimiento de la especiería es en la forma siguiente: ́

    Capitulación entre el Rey Nuestro Señor y Fernando de Magallanes y el bachiller Ruy Falero

    El Rey

    Por cuanto vos, Fernando de Magallanes, caballero natural del Reino de Portugal, y el bachiller Ruy Falero, así mismo natural del dicho Reino, queriéndonos hacer señalado servicio, os obligáis de descubrir en los términos que nos pertenecen y son nuestros en el mar océano, dentro de los límites de nuestra demarcación, islas y tierras firmes [continentales], ricas especierías y otras cosas de que seremos muy servidos y estos nuestros Reinos muy aprovechados, mandamos asentar para ello con vosotros la capitulación siguiente:


    • Primeramente que vosotros, con la buena ventura, hayáis de ir y vayáis a descubrir a la parte del mar océano dentro de nuestros límites y demarcación. Y porque no sería razón que, yendo vosotros a hacer lo susodicho, se vos atravesasen otras personas a hacer lo mismo, y habiendo consideración a que vosotros toméis el trabajo de esta empresa, es mi merced y voluntad, y prometo, que por término de diez años primeros siguientes no daremos licencia a persona alguna que vaya a descubrir por el mismo camino y derrota que vosotros fuereis. Y que si alguno quisiere emprenderlo, y para ello nos pidiere licencia, que antes que se la demos vos lo haremos saber, para que si vosotros lo quisiéreis hacer en el tiempo que ellos se ofrecieren, lo hagáis, teniendo tan buena suficiencia y aparejo, y tantas naos, y tan bien acondicionadas y aparejadas, y con tanta gente como las otras personas que quisieren hacer el dicho descubrimiento. Pero entiéndase que si Nos quisiéramos mandar descubrir o dar licencia para ello a otras personas por la vía del oeste, en las partes de las islas y tierra firme, y todas las otras partes que están descubiertas, hasta la parte que quisiéramos, para buscar el estrecho de aquellos mares, lo podamos mandar hacer o dar licencia para que otras personas lo hagan, así desde la tierra firme y por la mar del Sur, que está descubierta, o desde la isla de San Miguel, quisieren ir a descubrir, lo puedan hacer. Así mismo, si
    • el gobernador y la gente que ahora, por nuestro mandado está o estuviere de aquí adelante en la dicha tierra firme, u otros nuestros súbditos y vasallos quisieren descubrir por la mar del Sur, que está comenzada a descubrir, y enviar los navíos por ella para descubrir más, que el dicho nuestro gobernador y vasallos, y otras cualesquiera personas que Nos fuéremos servidos, que lo hagan por aquella parte, que lo puedan hacer sin embargo de lo susodicho y de cualquier otro capítulo y clausula de esta capitulación. Pero también queremos que, si vosotros, por alguna de estas dichas partes quisiéreis descubrir, que lo podáis hacer, no siendo en lo que está descubierto y hallado.
    • El cual dicho descubrimiento habéis de hacer con tanto que no descubráis ni hagáis cosa en la demarcación y límites del serenísimo Rey de Portugal, mi muy caro y muy amado tío y hermano, ni en perjuicio suyo, salvo dentro de los límites de nuestra demarcación.
    • Y acatando la voluntad con que vos habéis movido a entender en el dicho descubrimiento por nos servir y el servicio que de ello Nos recibimos, y nuestra corona real es acrecentada, y por el trabajo y peligro que en ello habéis de pasar, en remuneración de ello, es nuestra merced y voluntad, y queremos, que en todas las tierras e islas que vosotros descubráis, vos haremos merced, y por la presente vos la hacemos, que de todo el provecho e interés que de todas las tales tierras e islas que así descubriéreis, así de renta como de derechos, como en otra cualquier cosa que a Nos se siguiere en cualquier manera sacadas y para todas cosas que de ello se hicieren, hayáis y llevéis la veintena parte, con título de nuestros adelantados y gobernadores de las dichas tierras e islas, vosotros y vuestros hijos y herederos, de juro para siempre jamás, con que quede para Nos y para los Reyes que después de Nos vinieren, la suprema, y siendo vuestros hijos y herederos naturales de nuestros Reinos y casados en ellos, y con que la dicha gobernación y título de adelantados, después de vuestros días, estos queden en un hijo o heredero. Y de ello vos mandaremos despachar vuestras cartas de privilegios en forma.
    • Así mismo, vos hacemos merced y vos damos licencia y facultad para que de aquí adelante, en cada un año, podáis llevar y enviar, y enviéis a las dichas islas y tierras que así descubriereis, en nuestras naos o en las que vosotros quisiéreis, el valor de mil ducados de primera costa empleados en las partes y cosas que mejor os estuviere a vuestra costa, los cuales podéis allá vender y emplear en lo que a vosotros vos pareciere y quisiéreis, y tornarlos a traer de retorno a estos Reinos, pagando a Nos de derechos el veinteavo de ello, sin que seáis obligados a pagar otros derechos algunos de los acostumbrados, ni otros que de nuevo se impusieren, pero entiéndase esto después que vengáis de este primer viaje, y no en tanto que en él estuviereis.
    • Otrosí [además], por vos hacer mas merced, es nuestra voluntad que de las islas que así descubriéreis, si pasaren de seis, habiendo primero escogido para Nos las seis, de las otras que restaren, podáis vosotros señalar dos de ellas, de las cuales hayáis y llevéis la quincena parte de todo el provecho e interés de renta y derechos que Nos de ellas hubiéremos limpio, sacando las
    • costas que se hicieren.
    • Ítem, queremos y es nuestra merced y voluntad, acatando los gastos y trabajos que en el dicho viaje se vos ofrecieren, de vos hacer merced, y por la presente vos la hacemos, que de todo lo que de la vuelta que de esta primera armada y por esta vez se hubiere de interés limpio para Nos de las cosas que de allá trajéreis, hayéis y llevéis el quinto, sacadas todas las costas que en la dicha armada se hicieren.
    • Y porque lo susodicho mejor lo podáis hacer, y haya en ello el recaudo que conviene, digo que yo vos mandaré armar cinco navíos, los dos de ciento y treinta toneladas cada uno, otros dos de a noventa, y otro de sesenta toneles, abastecidos de gente, mantenimientos y artillería, conviene a saber que vayan los dichos navíos abastecidos por dos años, y que vayan en ellos doscientas y treinta y cuatro personas para el gobierno de ellos, entre maestres, marineros, grumetes y toda la otra gente necesaria, conforme al memorial que está hecho para ello, y así lo mandaremos poner luego en obra a los nuestros oficiales que residen en la ciudad de Sevilla, en la Casa de la Contratación de las Indias.
    • Y porque nuestra merced y voluntad es que en todo vos sea guardado y cumplido lo susodicho, queremos que si en la prosecución de lo susodicho, alguno de vosotros muriese, que sea guardado y guarde el que de vosotros quedare vivo todo lo susodicho cumplidamente, como se había de guardar a entrambos, siendo vivos.
    • Otrosí, porque de todo lo susodicho haya buena cuenta y razón, y en nuestra hacienda haya el buen recaudo que conviene, que Nos hayamos de nombrar y nombremos un factor o tesorero, contador y escribano de las dichas naos, que lleven y tengan la cuenta y razón de todo, y ante quien pase y se entregue todo lo que de la dicha armada se hubiere.
      Lo cual vos prometo y doy mi fe y palabra real que vos mandaré guardar y cumplir en todo y por todo, según de suso se contiene, y de ello vos mandé dar la presente firmada de mi nombre. Hecha en Valladolid, a xxii días del mes de marzo de mdxviii años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, Francisco de los Cobos. Señalada del chanciller, del obispo de Burgos, del obispo de Badajoz y de don García de Padilla. ́Y al pié están cuatro señales de firmas. ́

    • Confirmación de la dicha Capitulación

    • Doña Juana y Don Carlos, su hijo, por la Gracia de Dios Reina y Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicílias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de los Algarves, de Algeciras, de Gibraltar, de las islas de Canarias, de las Indias, islas y tierra firme del mar océano, Condes de Barcelona, Señores de Vizcaya y de Molina, Duques de Atenas y Neopatria, condes de Rosellón y de Cerdaña, marqueses de Oristán y de Gociano, archiduques de Austria, duques de Borgoña y de Brabante, condes de Flandes y de Tirol. Por cuanto vos, Fernando de Magallanes, caballero natural del Reino de Portugal, y el bachiller Ruy Falero, así mismo del dicho Reino de Portugal, nos hicisteis relación que yo, el Rey, por una mi cédula y capitulación, mandé tomar cierto asiento con vosotros sobre el viaje que, con la ayuda de Nuestro Señor, queréis hacer para descubrir lo que hasta ahora no se ha hallado, que es en los límites de nuestra demarcación, que hasta ahora no se ha descubierto, y lo poner so nuestro señorío y jurisdicción, como mas largo en la dicha mi cédula y asiento se contiene. Su tenor de la cual es este que se sigue:
    • [En el Libro Copiador se repite el texto de la capitulación, con traslado de distinto escribano]
    • Y porque mejor y mas cumplidamente vos fuere guardada y cumplida la dicha capitulación y asiento que de suso [arriba] va incorporada, y todo lo en ella contenido, nos suplicásteis y pedísteis por merced vos la mandásemos confirmar y aprobar, y si necesario fuere vos hiciésemos nueva merced de las cosas y mercedes en ella contenidas. Y Nos, acatando cuán provechoso sea a estos nuestros reinos lo que decís y os ofrecéis, y la mucha voluntad con que os habéis movido a entender en lo susodicho y los servicios que en ello decís esperamos que haréis a Nos y a nuestra corona real, y vuestra suficiencia y personas, y los trabajos que en el dicho viaje y descubrimiento se vos ofrezcan, y porque de vosotros y de vuestros servicios quede mas perpetua memoria y sean gratificados, y otros se esfuercen a Nos bien servir, tuvímoslo por bien, y por la presente, de nuestro motuo propio y cierta ciencia y poderío real absoluto, lo a vos confirmamos, y aprobamos la dicha capitulación y asiento que de suso va incorporado y todo lo en ella contenido, y mandamos que vos sea guardada y cumplida en todo y por todo, para ahora y para siempre jamás, según que en ella y en esta dicha confirmación se contiene. Y por esta nuestra carta y provisión o su traslado, signado de escribano público mandamos al ilustrísimo infante Don Fernando, nuestro muy caro y muy amado hijo y hermano, y a los infantes, duques, prelados, condes, marqueses, ricos hombres, maestres de las Ordenes, priores, comendadores y subcomendadores, alcaides de los castillos y casas fuertes, y a los del nuestro Consejo, oidores superiores de las Audiencias, alcaldes y alguaciles de la nuestra Casa y Corte, y Cancillerías, y a todos los concejos, gobernadores, corregidores, asistentes, alcaldes, alguaciles mayores, prebostes y regidores y otras cualesquiera justicias y oficiales de todas las ciudades, villas y lugares de los nuestros reinos y señoríos, así de los que ahora son como a los que serán de aquí adelante. Y a cada uno de ellos que vean la dicha capitulación y asiento que de suso va incorporada, y la guarden, cumplan y ejecuten y hagan guardar, cumplir y ejecutar en todo y por todo, según y como en ella se contiene. Y contra ello, ni contra cosa alguna ni parte de ella, vos no vayan, ni pasen, ni consientan ir, ni pasar en
    • tiempo alguno, ni por alguna manera, no embargante cualesquiera premáticas [pragmáticas], exenciones y otros cualesquiera fueros y derechos que en contrario de esto sean o ser puedan, con lo cual todo para en cuanto a esto dispensamos, lo derogamos y lo abogamos, quedando en su fuerza y vigor para en las otras cosas adelante, así de esta nuestra carta y de la dicha capitulación quisiéreis nuestra carta de privilegio, mandamos a los nuestros consejeros mayores y a sus lugartenientes que vos la den confirmada y bastante, les pidiéreis y menester hubiéreis, la cual mandamos al nuestro Chanciller mayor, notarios y otros oficiales que están a la tabla de los nuestros sellos, que vos la libren, pasen y sellen sin vos poner en ello ningún impedimento, y los unos ni los otros no hagáis ni hagan otra cosa por alguna manera, so pena de la nuestra merced y de diez mil maravedíes para la nuestra cámara, a cada uno por quien fincare [dejare] de lo así hacer y cumplir. Y además mandamos al hombre que vos esta nuestra carta mostrare, o el traslado de ella signado de escribano público, que vos emplace que comparezcáis ante Nos en la nuestra Corte donde quiera que Nos seamos, del día que vos emplazare hasta trescientos días primeros siguientes, so la dicha pena so la cual mandamos a cualquier escribano público que para esto fuere llamado, que de ende [entonces] al que vos la mostráreis, testimonio signado de su signo, porque Nos sepamos en como se cumple nuestro mandado. Dada en Valladolid, a xxii de este dicho mes de marzo, año del nacimiento de Nuestro Salvador Jesucristo de mil y quinientos y diez y ocho años. Yo el Rey. Yo Francisco de los Cobos, secretario de la Reina y del Rey, su hijo, Nuestros Señores, la hice escribir por su mandado.
    • [También están las firmas de Fonseca arzobispo, el licenciado don García, Juan de Samano y Guillermo Chanciller.]
    • _ · _
    • Cartas a los dichos Magallanes y Falero
    • ́Capitanía a los dichos Magallanes y Falero ́
    • Doña Juana y Don Carlos, su hijo, por la Gracia de Dios Reina y Rey de Castilla. Por cuanto Nos habemos mandado tomar cierto asiento y concierto con vos, el bachiller Ruy Falero y Fernando de Magallanes, caballeros naturales del Reino de Portugal, para que vayáis a descubrir por el mar océano, y para hacer el dicho viaje vos habemos mandado armar cinco navíos con la gente, mantenimientos y otras cosas necesarias para el dicho viaje, confiando de vosotros que sois tales personas que guardaréis nuestro servicio, y que bien y fielmente entendereis en lo que por Nos vos fue mandado y encomendado, es nuestra merced y voluntad de vos nombrar, y por la presente vos nombramos por nuestros capitanes de la dicha armada, y vos damos poder y facultad para que,
    • por el tiempo que en ella anduviéreis hasta que con la bendición de Nuestro Señor volváis a estos nuestros reinos, podáis usar y uséis del dicho oficio de nuestros capitanes, así por mar como por tierra, por vosotros y por vuestros lugartenientes, en todas las cosas y casos al dicho oficio anexas y pertenecientes, y viéreis que conviene a la ejecución de nuestra justicia en tierras e islas que descubriéreis, según y de la manera que hasta aquí lo han usado los nuestros capitanes de ende que han sido. Y por esta nuestra carta mandamos a los maestres, contramaestres, pilotos, marineros, grumetes, pajes y otras cualesquiera personas y oficiales que en la dicha armada fueren, y a cualesquiera personas que estuvieren y residieren en las dichas tierras e islas que descubriéreis, y a quien lo en esta carta contenido, toca y atañe, y atañer pueda en cualquier manera, que vos hayan, reciban y tengan por nuestros capitanes de la dicha armada, y como a tales los acaten y cumplan vuestros mandamientos, so la pena y prisión que vosotros de nuestra parte les pusiéreis y mandáreis poner, las cuales Nos, por la presente las ponemos y hemos por puestas, y vos damos poder y facultad para las ejecutar en sus personas y bienes. Y que vos guarden y hagan guardar todas las honras, gracias, mercedes, franquezas, libertades, preeminencias, prerrogativas e inmunidades que, por razón de ser nuestros capitanes, debéis haber y gozar, y vos deben ser guardados. Y es nuestra merced y mandamos, que si en el tiempo que anduviéreis en la dicha armada se movieren algunos pleitos y diferencias, así en la mar como en la tierra, los podáis librar y determinar, y hacer sobre ello cumplimiento de justicia bien y sumariamente en tela de juicio, y para librar y determinar los dichos pleitos, y para todo lo demás en esta nuestra carta contenido y al dicho oficio de capitanía anexo y concerniente, vos damos poder y facultad, con todas sus incidencias y dependencias anexionadas y conexionadas. Y los unos ni los otros no hagáis ni hagan en otra manera. Dada en Valladolid, a xxii días del mes de marzo de mdxviii años. Yo el Rey. Yo, Francisco de los Cobos, secretario de la Reina y del Rey, su hijo, Nuestros Señores, la hice escribir por su mandado.
    • _ · _
    • El Rey
    • Lo que vos, Fernando de Magallanes, caballero natural del Reino de Portugal, y el bachiller Ruy Falero, así mismo del dicho Reino, en el viaje que con la buena ventura habéis de hacer es lo siguiente:
    • Primeramente habéis de ir derechamente [directamente] a la ciudad de Sevilla, a presentar vuestras provisiones y capitulaciones a los nuestros oficiales de la dicha Casa de la Contratación de las Indias que reside en la dicha ciudad, y solicitaréis que, conforme a ellos y a lo que yo, acerca de ello, les mando escribir, vos armen luego los cinco navíos que yo vos mando dar, y vos lo abastezcan de la gente y cosas necesarias. Y habéis de hacerme saber, algunos días antes que esté
    • presto todo, para cuándo pensáis partir, y así mismo cuando estuviéreis prestos y a la vela, porque de todo quiero ser informado.
    • Así mismo, como sabéis, yo he de nombrar personas que vayan con vos en la dicha armada por nuestros factores, contadores o escribanos, como Nos quisiéremos, para que tengan cuenta y razón de la gente y mercaderías nuestras que en ella llevaréis, y tomen y reciban todo lo que de ello resultare.
    • Habéis de tener mucho cuidado que en lo que hubiéreis de hacer en el dicho viaje, así en el regate y contratación de las mercaderías y cosas que en nuestro nombre se hubieren de hacer, se haga por las dichas personas que así nosotros nombraremos para ello, y no por vosotros ni por otra alguna [persona], y por ante nuestro escribano de la dicha armada. Y que todo lo que hubiéreis de hacer que toque a nuestro servicio, lo hagáis tomando el parecer de las dichas personas, y con su acuerdo, y siendo todos juntos y conformes para ello, y sobre todo vos encomiendo la conformidad de entre vosotros.
    • Otrosí, vos mando que todo lo que de la dicha armada nos perteneciere, así de rescate y contratación, como en otra cualquier manera, lo hagáis entregar luego libremente, por ante el escribano de la dicha armada, al nuestro tesorero o factor que en ella Nos enviaremos, conforme a nuestra instrucción que para ello llevare, para que él lo traiga a los nuestros oficiales de la Casa de la Contratación de las Indias de Sevilla.
    • Ítem, luego que con la ayuda de Nuestro Señor hubiéreis llegado a las dichas tierras e islas que así vais a descubrir, me hagáis saber vuestra llegada lo mas presto que ser pueda, para que yo sepa como sois llegados en salvamiento, como yo espero en Su misericordia.
      Hecha en Aranda de Duero, a [en blanco] de abril de (m)dxviii años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, Francisco de los Cobos. ́Y al pié están dos señales de firmas. ́

    • Lo transliteró, comentó y compuso Cristóbal Bernal (16-X-2014)
      Iniciativa Ciudadana Sevilla 2019-2022

    • sevilla.2019-2022.org

    Fuente




    https://sevilla.2019-2022.org/wp-con...Falero-o14.pdf

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    Re: Juan Sebastián Elcano: la primera vuelta al mundo

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Sensacional descubrimiento: no fueron 18 los protocircunvaladores de Elcano, fueron 31





    Nao Victoria. Mapa de Abraham Ortelius.

    por En cuerpo y alma
    28 noviembre 2022


    Hemos tenido tantas ocasiones de escucharlo en este año que es el del quinticentenario de la más grande gesta acometida nunca por la Humanidad: "Fueron dieciocho los protocircunvaladores, esto es, los hombres que el 6 de septiembre de 1522 llegaron a Sanlúcar de Barrameda logrando dar la primera vuelta al mundo de la Historia".

    Es más, hasta sus nombres conocemos, y así constan en el precioso panel de azulejos pegado a la fachada del ayuntamiento de la ciudad a la que arribaron a bordo de la nao Victoria tras completar la gesta. A saber: Juan Sebastián Elcano, Francisco Albo, Miguel de Rodas, Juan de Acurio, Hernando de Bustamante, Martín de Yudicibus, Hans de Aquisgrán, Diego Carmena Gallego, Nicolás el Griego, Miguel Sánchez de Rodas, Juan Rodríguez, Antonio Hernández Colmenero, Juan de Arratia, Juan de Santander, Vasco Gómez Gallego “el Portugués”, Juan de Zubileta y Antonio Lombardo Pigafetta.


    Pues bien, contrariamente a lo que unos y otros repetimos continuamente, no son ellos los únicosprotocircunvaladores de la Tierra en esa magna gesta comandada por Juan Sebastián Elcano.

    A ellos hemos de añadir otros trece, todos cuyos nombres, menos el de uno, también conocemos. Trátase de Roldán de Argote, Gómez Hernández, Pedro de Chindurza, Martín Méndez, Felipe de Rodas, Pedro de Tolosa, Vasquito, Juan Martín, Simón de Burgos, Rixart, Bocacio Alonso y Maestre Pedro.

    ¿Cómo así? Pues muy sencillo. Estos trece hombres son los que, enviados por Elcano desde la Victoria en una barca, se quedan en la isla portuguesa de Cabo Verde, en la costa occidental del tercio septentrional de Africa, presos de los portugueses, cuando intentaban hacer provisiones para abastecer la expedición, y los portugueses se percatan de que no vienen, como aseguraban, de América, sino de las islas Molucas, de propiedad lusa.

    Acontece, sin embargo, que, cuando ello ocurre y los pobres desgraciados se quedan presos de los celosos defensores de Cabo Verde que les impiden llegar a España junto con sus compañeros… ¡¡¡ya habían completado la vuelta al mundo!!!



    Sí señor, como lo oye Vd. Y es que, efectivamente, y como se puede ver en el mapa encima de estas líneas, la vuelta al mundo se completa antes de llegar a España, unas millas al sur de Cabo Verde, lugar en el que, como informa el gran cronista de la expedición, Antonio Pigafetta, se cruzan la derrota de partida en 1519:

    “El lunes 3 de octubre [de 1519] hicimos rumbo directamente hacia el sur, pasando entre el Cabo Verde y sus islas, situadas por los 30° 30' de latitud septentrional”.

    ...y la derrota de llegada en 1522:

    Carecíamos totalmente de víveres, y si el cielo no nos hubiese acordado un tiempo favorable, habríamos todos muerto de hambre. El 9 de julio [de 1522], día miércoles, descubrimos la isla de Cabo Verde, yendo a fondear a la llamada Santiago”.

    Todo lo cual convierte a los "Trece de Cabo Verde",
    -rescatados, por cierto, por España, poco después, merced a una gestión directa del César Carlos ante su futuro cuñado, Juan III de Portugal, a petición del mismísimo Juan Sebastián Elcano- en auténticos protocircunvaladores del globo terráqueo. No más, pero tampoco menos, que aquellos dieciocho compañeros que, para su fortuna, sí pudieron llegar a España sólo un par de meses después de que ellos se quedaran presos en Cabo Verde.

    Así pues, honor a estos héroes silenciados, a los que la Historia debe también letras de oro en la más honrosa de sus páginas.

    Y ya lo sabe, querido lector, no vuelva Vd. a decir nunca más que la primera vuelta al mundo la lograron en 1522 dieciocho titanes... Porque no fueron dieciocho, fueron treinta y uno.

    Argumentos como éste y otros no menos novedosos, puede encontrar Vd. en mi último libro “Historia desconocida del Descubrimiento de América. En busca de la Nueva Ruta de la Seda”.

    Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.

    ©Luis Antequera





    https://www.religionenlibertad.com/b...fueron-31.html








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