Que descanse en Paz Don Jorge Siles Salinas y que el buen Dios lo guarde junto a los Bienaventurados.
In memoriam Jorge Siles Salinas
Ha fallecido el miembro ordinario o de número del Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II Jorge Siles Salinas.
El profesor Miguel Ayuso, presidente del mismo, publica hoy en la página 60 del diario ABC de Madrid un obituario, que reproducimos a continuación sin más enmienda que la restitución de dos mínimas supresiones, debidas a la composición de la plana, y la corrección de una errata:Jorge Siles Salinas (1926-2014), político y escritor bolivianoJorge Siles Salinas (La Paz, 28 de octubre de 1926-22 de octubre de 2014), político y escritor boliviano, fue uno de los representantes mayores del pensamiento tradicional católico e hispánico en Bolivia.
Con retraso que deploro me llega desde Santiago de Chile la noticia del fallecimiento en La Paz el pasado 22 de octubre de Jorge Siles Salinas. Personalidad notable en el seno de una saga no menos notable. En efecto, nacido en La Paz en 1926, cuando su padre Hernando Siles Reyes era presidente del país, también lo fueron andando el tiempo su hermano Luis Adolfo Siles Salinas, durante un breve período en 1969, y su hermanastro Hernán Siles Zuazo, por dos veces, 1956-1960 y 1985. Pero Jorge, que concluyó sus estudios de Derecho en 1951 en su ciudad natal, completados con otros de posgrado entre 1963 y 1964 en la entonces Universidad Central de Madrid, no les desmerece: catedrático y rector de la Universidad Mayor de San Andrés en La Paz, catedrático de las Universidades Católicas de Chile (en Santiago) y de Valparaíso, embajador en el Uruguay y dos veces ante la Santa Sede, senador, presidente del Banco Nacional de Bolivia, director del diario Última Hora de La Paz, miembro de la Academia Boliviana de la Lengua y presidente de la Academia Boliviana de la Historia, son algunos de los hitos de un apretado cursus honorum, con muchas idas y vueltas, y revueltas, a tenor de la inestabilidad política del país y del continente. Así, por ejemplo, entre 1953 y 1960 hubo de exiliarse a Chile, años en los que enseñó en las universidades antes mentadas, y en los que conoció a la historiadora chilena María Eugenia del Valle, con quien se casó en 1957, de quien tuvo cuatro hijos y enviudó en 1994. Más de veinte años después habría de volver a Chile, pero como cónsul general de Bolivia, para una delicada misión diplomática destinada a zanjar el complejo conflicto que mantenían los dos países desde la guerra del Pacífico, de finales del ochocientos, y que había determinado que las relaciones diplomáticas se hallaran rotas durante dos decenios. Del otro lado de la mesa estaba su cuñado Jaime, ministro de exteriores de Chile. Misión que, como sabemos, no coronó el éxito. No era desde luego fácil, como lo explicó en su último libro Sí, el mar, de 2012. Su obra escrita, académica y periodística, es abundante. En el segundo de los registros, además de los diarios de su país, colaboró en nuestro ABC, en El Mercurio de Santiago de Chile y en El País de Montevideo. También asiduamente en la sección de «Grandes Firmas» de la agencia EFE. Respecto al primero, autor de más de quince libros, podemos destacar Lecciones de una Revolución (Santiago de Chile, 1956), Ante la Historia (Madrid, 1969), La Universidad y el bien común (La Paz, 1971), La independencia de Bolivia (Madrid, 1992), o los cuatro volúmenes de Política y Espíritu (La Paz, 2003 y 2004). Todo ello le hizo merecedor de recibir, en 2003, el Premio Nacional de Cultura, el mayor que se otorga en Bolivia. Suave y bondadoso, de amplia cultura y fina inteligencia, era un conservador cercano al tradicionalismo hispánico. El de sus amigos el jurista peruano Vicente Ugarte del Pino, el filósofo chileno Juan Antonio Widow o el español Rafael Gambra. Al serlo o haberlo sido todos también míos era normal que me encontrara con Jorge Siles Salinas en algún momento. No olvidaré la última vez que lo ví, en mi primer viaje a La Paz. Tenía tantas ganas de enseñarme la ciudad y sus alrededores. Hubo de contentarse, con gran disgusto, tras sufrir un incidente coronario de gravedad, de recibirme en la UVI, donde tuvimos una larga conversación, inconveniente en su situación pero que no pude frenar —siquiera su mujer, Rosario Salinas Estenssoro, con quien se había casado tras enviudar, que lo vigilaba devotamente—, en que destacó sobre las cualidades de que otras veces había tenido ocasión de disfrutar su generosidad y bondad. Hace unos meses me escribió para pedirme que los envíos de la revista Verbo y de la Fundación Elías de Tejada los hiciera mejor a la biblioteca de la Universidad Católica que a su casa. Estaba cansado. Católico hondo y cumplido, descanse en la paz del Señor a quien sirvió.
Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II
Que descanse en Paz Don Jorge Siles Salinas y que el buen Dios lo guarde junto a los Bienaventurados.
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