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Tema: Libro «Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo»

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    Libro «Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo»

    Una resistencia olvidada. Mártires tradicionalistas del terrorismo





    AUZOLAN Ediciones
    , joven editorial consagrada a la publicación de textos históricos y sociales, ha publicado el libro “Una resistencia olvidada. Mártires tradicionalistas del terrorismo”, de Víctor Javier Ibáñez. A lo largo de sus siete capítulos y doscientas treinta páginas se detalla la ofensiva criminal de los separatistas contra un carlismo que atravesaba una grave crisis interna, en los años de la llamada transición. Esa ofensiva, con su secuencia de amenazas, agresiones, asesinatos y trasterramientos, intencionadamente ocultada por los grandes medios, explica en gran medida el cambio político en Vascongadas.

    El libro se puede solicitar a info@edicionesauzolan.net al precio de 22 €. Y se presentará en los próximos meses en diversas ciudades. Publicamos parte del prólogo, escrito por el catedrático de Historia del Derecho Andrés Gambra.


    PRÓLOGO

    El lector tiene en sus manos un estudio espléndido, valiente, que se adentra con acopio de datos en una página estremecedora de la historia reciente de España. Estremecedora por dos órdenes de motivos: primero porque su objeto es una modalidad de genocidio controlado, aquel que consiste en la eliminación física o civil de un sector específico de población, ejecutado con el designio de alterar la configuración íntima de una sociedad determinada y las actitudes de sus miembros. También porque, como suele suceder en esa clase de exterminios de baja intensidad, su ejecución se ha visto rodeada de un silencio ominoso, conseguido gracias a la generación de un ambiente de miedo colectivo, asociado a la aplicación sistemática de represalias, y a la colaboración de sectores de poder influyentes, interesados de un modo u otro en controlar y embozar los efectos desestabilizadores que en condiciones normales produciría un proceso de esa naturaleza.

    Desde el gobierno y por casi todos los grupos afines al régimen, de un signo u otro, se repite, a modo de mantra, que la etapa dolorosa del terrorismo de ETA se ha clausurado con éxito y que lo pertinente, para evitar tensiones estériles o eventuales rebrotes, es hablar del asunto lo menos posible y, singularmente, de las víctimas; un “pacto de silencio” no escrito al que se han adherido masivamente los medios de comunicación. La realidad, sin embargo, es muy diferente, pues sucede que la acción terrorista, que se ha prolongado a lo largo de casi medio siglo y cuenta en su haber con más de novecientas víctimas, ha sido extremadamente eficaz y muy rentable para las fuerzas políticas que, en la sombra, se han aprovechado de ella. Nada más huero en efecto, e hipócrita, que la afirmación irénica de que la vía del terrorismo es contraproducente a la larga y no ha dado frutos en España. Inclusive desde instancias gubernamentales se emiten, no sin cierto rubor, enunciados triunfalistas sobre el cese de la acción terrorista. El hecho patente es que la ofensiva de ETA ha conseguido alterar gravemente la capacidad de resistencia del pueblo español y con ella su sentido de la dignidad y de la justicia, y ha propiciado deslizamientos de alcance tectónico en los planteamientos políticos de sus clases dirigentes, hoy más que nunca dispuestas a prestar oídos sordos a todo lo que no sea su supervivencia en el poder; también en el modo de entender la identidad de España, cuya unidad se encuentra hoy cuestionada en tal medida que la posibilidad de su desmembración se ofrece verosímil en términos inimaginables hasta tiempos no tan lejanos. Las altas instancias, con intensidades varias que se entrelazan con intereses en su fondo muy parecidos, se muestran dispuestas a hacer enormes concesiones a los nacionalismos y, en esa dirección, el testimonio de las víctimas se ofrece tremendamente molesto. De ese sustrato mental, en versión desalmada y paroxística, dan cuenta los tuits sobre Irene Villa del podemita Guillermo Zapata.



    La atención de Víctor Ibáñez, en el marco amplio de la acción criminal de ETA, se centra en un segmento concreto de sus víctimas, el integrado por personas vinculadas al tradicionalismo, en parte principal de adscripción carlista, habitantes de Vasconia y de Navarra. La actividad criminal de ETA se ha cebado tanto en antiguos carlistas, alejados de una militancia efectiva, como en quienes perseveraban en un carlismo plenamente operativo. No se trata de agresiones casuales sino dotadas de alto sentido, según demuestra el autor, debido a la significación de ese colectivo en la sociedad vasco-navarra.

    El libro propone una visión sistemática de las circunstancias que le ha tocado padecer al carlismo en una etapa particularmente dramática de su historia. Etapa amarga y oscura, porque los carlistas que habían ofrecido su vida generosamente en defensa de la España tradicional y católica durante la Cruzada de 1936, y repetidamente durante del siglo XIX, atravesaba tiempos oscuros cuando se desencadenó la fase inicial de la ofensiva criminal de ETA en su contra, proceso que se escalonó entre 1961 (primeras amenazas explícitas contra el carlismo) y 1975 (primer asesinato de un carlista). Hallábase entonces sumido el carlismo en una etapa de división interna y confusión ideológica, fruto a su vez de la profunda crisis espiritual que comenzaba a instalarse la sociedad española de resultas del impacto triunfante de la ideología liberal y de actitudes morales de signo cada vez más relativista, todo ello unido al debilitamiento de la ortodoxia católica que el posconcilio había traído consigo y de los devastadores efectos que acarreó el cuestionamiento, en muchos niveles y desde muchos frentes, del significado católico de su historia y de la reivindicación de su restauración. No contaban entonces los carlistas con la simpatía del régimen de Franco en trance de extinción, menos aún con el de las fuerzas políticas emergentes que no tardarían en imponerse; tampoco con la Iglesia, bastantes de cuyos mentores se alineaban con el cardenal Tarancón en el empeño por pasar página y subirse al tren de la historia. Los carlistas, aunque se hallaban en horas bajas, eran todavía una fuerza significativa en Vascongadas y en Navarra, donde las viejas estirpes carlistas, socialmente heterogéneas, representaban en términos de presente el espíritu de la Vasconia genuina y del Viejo Reino: eran los testigos del régimen de cristiandad, allí donde había sobrevivido con más fuerza a los envites de la revolución contemporánea. Formaban una fuerza menguante pero rica en potencialidades difíciles de calibrar, desdeñada y la vez temida por las fuerzas liberales y nacionalistas que se estaban apoderando de esos escenarios. El carlismo era un alto referente doctrinal y moral, un movimiento que cuestionaba con autoridad los planteamientos de la Transición en marcha y representaba el último valladar frente al programa de desmantelamiento de la unidad de la patria y de sus fundamentos religiosos.

    Ahí se localiza la historia que nos cuenta Víctor Ibáñez en un relato bien estructurado, ilustrado con una interpretación clarividente de los hechos. Destruir y desmoralizar al carlismo, eliminarlo y barrerlo de la escena, o mejor aún controlarlo y desviar su trayectoria hacia posiciones de renuncia y traición a sus ideales, demostró ser una maniobra acertada, eficaz en orden a la eliminación del más profundo estrato moral de esas tierras, y un modo de apartar de la escena a quienes con su sola presencia, sea por las ideas que encarnaban o por la continuidad que significaban con su mejor pasado, eran motivo de remordimiento o de inquietud esquizoide para las tropas en auge del separatismo, de la mentira y de la apostasía. Muchos de cuyos miembros, como Ibáñez pone de manifiesto, eran gentes sin arraigo en Vasconia, empeñadas en exhibir un nacionalismo desaforado que hiciese olvidar su condición de metecos.


    Página terrible porque aquellos carlistas que habían mantenido en alto la bandera de la tradición se encontraron solos, desatendidos por quienes tenían la responsabilidad de defenderles desde las instancias políticas y eclesiásticas, tanto regionales como nacionales. Persecución, muerte, aislamiento, familias destruidas, ruina y exilio, en un contexto durísimo, de hierro y polvo, que constituye uno de los escenarios más pavorosos de nuestra historia reciente. Víctor Ibáñez ha recuperado testimonios ilustrativos de lo que allí sucedió. Tras los asesinatos, las celebraciones fúnebres doloridas, con asistencia de vecinos y amigos airados y estupefactos; en un segundo momento, pronto, presencia solo de una asistencia exigua, encogida por el dolor y el miedo, movida a solo cubrir el expediente: estar ahí sin que se notara y pasar página. Sobre todo pasar página. El olvido.

    Para quién como yo está afincado en Navarra y conserva casa y hacienda en una localidad típicamente montañesa duele referirse a la mutación que se ha operado en esas tierras a lo largo de los últimos cuarenta años. Gentes pacificas, de noble talante, entregadas otrora cristianamente a sus labores, fieles a Navarra y a España con un corazón campesino y fiel, afectas a seculares tradiciones y religiosamente devotas, que se han transformado en una sociedad dividida, dominada por fuerzas políticas antiespañolas, que cuelga en cuando puede la ikurriña y se manifiesta en favor de lo que ETA representa, con gestos y estilo propios de una hinchada feroz, de ultras paroxísticos, seguidores de las consignas del nacionalismo vasco más radical y deshumanizado. Quienes no hace tantos años miraban con desdén señorial a los “guipuchis” que pretendían catequizarles se han convertido hoy en sus oscuros subordinados.
    (…)



    Víctor Ibáñez ha perfilado una valiosa cronología del proceso de desarrollo y consolidación de ETA, y en ese contexto identifica los hitos de su brutal ofensiva en contra de los vascos que se sentían españoles, que manifestaban de un modo u otro su fidelidad a España, siendo a la vez vascoparlantes y amantes de la cultura de su patria vasca; los portadores postreros de una cultura que el nacionalismo se ha empeñado en distorsionar para acomodarla a sus pretensiones. Una primera fase consistió en atentados contra monumentos e instituciones carlistas de alto valor simbólico –el monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada, el Pensamiento Navarro, el monumento a Sanjurjo, las casas solariegas de linajes carlistas de vieja raigambre como los Landaluce o los Baleztena-. El momento culmen del proceso fue la eliminación física de carlistas, muchos de ellos desmovilizados. En su mayoría gente sencilla, pequeños empresarios, empleados o funcionarios de diversas categorías, simples trabajadores, padres de familia ejemplares. Así, con motivo del asesinato de Víctor Legorburu, alcalde que fue de Galdacano, su localidad natal, persona de modesta condición que actuó con suma honradez al frente del ayuntamiento y expresó con convicción sus ideas carlistas, un hijo suyo expresó con nitidez sobrecogedora el motivo de semejante crimen -«una cosa muy sencilla: porque mi padre creía al igual que todos los vascos durante muchos siglos han creído que los vascos por ser vascos eran españoles. Los vascos nunca lo habían puesto en duda y mi padre tampoco. Bueno, pues por eso lo mataron, así de sencillo»-. Síntesis perfecta de lo que sucedió entonces, en medio de la inoperancia de unas autoridades que nunca se mostraron capaces, desde la Transición, de comprometerse a fondo en la defensa de los vascos españoles. Pactar con los nacionalistas y tratar de aplacar a los criminales, a sabiendas de las conexiones existentes entre ellos, ceder poder a los primeros para conseguir su apoyo en el juego parlamentario, moverles a una ficticia aceptación de las reglas constitucionales a cambio de hacerles concesiones sin fin, que consolidaron un sistema autonómico destructivo de la unidad española. Se les cedió incluso la educación y con ella la dignidad y la patria. Renuncia suicida, hecha a sabiendas de que la lengua es uno de los ejes del denominado principio de las Nacionalidades, cuya aplicación ha tenido tan terribles consecuencias. A quienes se mantuvieron fieles a España, carlistas o no, no les cupo sino ocultarse en el silencio, abandonar su tierra o resignarse al martirio. «Ante Dios nunca serás héroe anónimo»; pero ante las autoridades de entonces, solo un problema que debía tratarse con cautela. Nadie les defendió seriamente. Tampoco hoy, cuando ETA ha cesado de matar pero siguen funcionando innumerables procedimientos de subyugación. Recuerdo perfectamente que en cierta ocasión los etarras dieron muerte a un nacionalista vasco, de condición acomodada y cierto relieve: sus compadres y allegados, alarmados, pusieron el grito en el cielo manifestando que no era eso lo correcto, que eran otros a quienes correspondía el ser asesinados. Así de claro. Siempre expresiones de esa jaez: “algo malo habrá hecho”.
    (…)

    La actual quiebra generalizada de España tiene mucho que ver con la actitud claudicante de las autoridades centrales hacia los nacionalistas y hacia las víctimas del terrorismo de ETA. Colaboración con los nacionalistas y abandono de las víctimas. Criterios de acción que, a su vez, han sido moldeados por la acción de ETA y la red de oscuros contubernios que se han configurado a su alrededor. Son polvos que han traído los lodos del presente. Caso de amplitud singular, también sujeto a la ley del silencio, es el muy terrible hoy de Navarra. «Navarra, el precio de la traición» es el título sugestivo de un libro de Jaime Ignacio del Burgo, sobre quien por cierto recae una grave responsabilidad en el proceso de adulteración democrática del Fuero navarro. Navarra, paradigma de fidelidad a España, se encuentra sometida a un gobierno cuatripartito integrado por apátridas empeñados en tramitar su entrega al ente euzkadiano. Rafael Berro, uno de los más lúcidos y valientes defensores del Viejo reino, viene denunciando las intenciones de Uxué Barkos, la taimada servidora del PNV que preside en el momento actual ese siniestro conglomerado gubernamental. «Es ingenuo esperar de la política identitaria de Barkos algo diferente a lo que tenemos: ocultamiento de la verdad, falseamiento de la realidad, manipulación de las víctimas de ETA”. “De ahí resulta –afirma Berro- la política identitaria de Barkos en el terreno de los idiomas… que ha generado una violencia salvaje que ha estado matando españoles durante cuarenta y cinco años». En esas estamos. Este libro proporciona claves explicativas imprescindibles para entender los motivos de la situación abismática en la que se encuentran España y dos de sus componentes regionales más entrañables, Vasconia y Navarra.

    Andrés Gambra




    El Matiner: Una resistencia olvidada. Mártires tradicionalistas del terrorismo
    Última edición por Rodrigo; 09/03/2017 a las 11:42
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    Re: Libro «Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo»



    Vídeo presentación del libro «Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo» (Ediciones Auzolan, 2017) de Víctor Javier Ibáñez Mancebo.


    Información y pedidos: info@edicionesauzolan.net

    Durante la llamada «Transición española» numerosos carlistas sufrieron atentados contra sus hogares, periódicos y monumentos sagrados. Fueron amenazados, agredidos, asesinados, trasterrados... El Tradicionalismo ha sido la opción política que más ha sufrido el terrorismo separatista de ETA. Pese a ello levantó una pequeña resistencia que nacía de lo más auténtico del pueblo vasco. Este libro es un homenaje a los muertos por Dios y por España olvidados.

    Canción: «Nere etorrera lur maitera» (Ara nun diran) de José María Iparraguirre, interpretada por Carlos Munguía.

    ÍNDICE
    PRÓLOGO

    Andrés Gambra

    INTRODUCCIÓN

    Una resistencia negada
    Murieron por no ceder. Mártires de la barbarie terrorista

    CAPÍTULO I
    LA SERPIENTE CONTRA LA CRUZ

    I. El terrorismo nacionalista moderno. Los mitos de la modernidad llevados al extremo
    II. La primera acción violenta: contra los Requetés de la Cruzada
    III. Estrategia sistemática de limpieza ideológica… y étnica

    CAPÍTULO II
    DESTRUIR LOS SÍMBOLOS SAGRADOS. ATENTADOS MATERIALES

    I. Atentado contra el Monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada
    II. Atentados contra El Pensamiento Navarro
    III. Destrucción del monumento a Sanjurjo
    IV. Bomba contra los Landaluce
    V. Ataque a la Casa Baleztena
    VI. Odio antirreligioso: destrucción del Altar del Vía Crucis de Isusquiza

    CAPÍTULO III
    CRUZ DE SAN ANDRÉS, BANDERA DE MARTIRIO

    I. Carlos Arguimberri Elorriaga
    II. Víctor Legorburu Ibarreche
    III. Esteban Beldarrain Madariaga
    IV. José Javier Jauregui Bernaola
    V. Elías Elespe Astondoa
    VI. José María Arrizabalaga Arcocha
    VII. Dionisio Imaz Gorostiaza
    VIII. Jesús María Colomo Rodríguez
    IX. Luis María Uriarte Alzaa
    X. Jesús Ulayar Liciaga
    XI. Alberto Toca Echeverría
    XII. Ignacio Toca Echeverría

    CAPÍTULO IV
    EL CARLISMO EN RELACIÓN CON OTROS ATENTADOS MORTALES

    I. Juan María Araluce Villar
    II. Ramón Baglietto Martínez
    III. José Luis Alcocer Jiménez
    IV. José Txiqui Larrañaga Arenas
    V. Gregorio Ordóñez Fenollar
    VI. José Ignacio Iruretagoyena Larrañaga
    VII. José Javier Múgica Astibia
    VIII. Ignacio Uría Mendizabal

    CAPÍTULO V
    MILITARES SIMPATIZANTES DE LA SANTA CAUSA ASESINADOS

    I. Comandante Joaquín Imaz Martínez
    II. Comandante Jesús María Velasco Zuazola
    III. Teniente Coronel Carlos Díaz Arcocha
    IV. Teniente Coronel José Luis Prieto García
    V. General Juan Atares Peña

    CAPÍTULO VI
    ABANDONAR LA TIERRA POR LEALTAD A LOS PADRES

    I. El trasterramiento forzado como clave de la estrategia de dominio nacionalista
    II. Sustitución demográfica, cambio étnico y sometimiento de nuevos llegados sumisos
    III. Los carlistas, entre los primeros trasterrados. La acogida en hermandad del resto de España

    CAPÍTULO VII
    LA RESISTENCIA POSIBLE. LOS PARTIDOS FORALISTAS EN LA TRANSICIÓN

    I. Alianza Nacional del 18 de julio y Unión Nacional
    II. Navarra: el carlismo con la Diputación Foral
    III. La Comunión Tradicionalista apoya a Guipúzcoa Unida
    IV. Una consideración sobre Unión Foral y Unidad Alavesa

    EPÍLOGO

    Manuel de Santa Cruz
    Última edición por Rodrigo; 09/03/2017 a las 11:44
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    Re: Libro «Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo»

    Será presentado, Dios mediante, este sábado 11 de marzo durante los actos con motivo de la festividad de los Mártires de la Tradición organizados por la Comunión Tradicionalista en el Pardo (Madrid). Allí podrán adquirirse ejemplares del libro al precio de oferta de lanzamiento de 15 euros.

    Los que vivan en Madrid y deseen comprar el libro en El Pardo pero no hayan hecho reserva para el restaurante, también tienen la opción recibirlo de manos del autor a la salida de la misa que se celebrará a las 12 en la iglesia del Convento del Cristo del Pardo.

    También puede pedirse a contrarreembolso escribiendo a info@edicionesauzolan.net
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  4. #4
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    Re: Libro «Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo»



    Batasunos agreden con piedras a la Policía en Pamplona

    Los violentos incidentes que tuvieron lugar este pasado 11 de marzo en Pamplona, protagonizados por forasteros radicales separatistas llegados desde fuera de Navarra, son un fiel reflejo de muchos incidentes que han jalonado la historia de la democracia partitocrática en Navarra. Una vez más el viejo Reyno fue atacado por la estrategia separatista del odio, con el resultado de cuatro detenidos, de ellos tres enviados a prisión por el Juez de Pamplona. Navarra otra vez atacada por "Euskadi".



    Boletín de la A.J.T navarra en la transición, en respuesta a otra invasión foránea nacionalista, la llamada irónicamente "Marcha de la Libertad"

    Para el mundo etarra, Navarra ha sido una de sus grandes obsesiones, pues ha sido referente del españolismo rocoso del carlismo, el movimiento político vasconavarro popular por excelencia y ellos siempre han sido en Navarra minoritarios, extraños a su devenir histórico. Por ello Navarra ha estado siempre en el centro de la estrategia separatista e imperialista del nacionalismo (Pulsar Aquí). Frente a un “Euskadi” de inspiración racista sabiniana y que es parte fundante del régimen del 78, el carlismo reivindica lo auténticamente vasco y navarro, definido a través de una tradición objetiva en los territorios históricos: católicos, forales e hispánicos.

    Los actuales incidentes se parecen mucho concretamente, al intento de reventar la concentración foralista de 1977, convocada por la Diputación Foral, encabezada por el carlista Amadeo Marco. Entonces como actualmente grupos organizados procedentes de Guipúzcoa llenaron las calles de Pamplona de violencia y de odio antiforal y antiespañol. Una misma estrategia de los enemigos de siempre de Navarra y de España.



    Extracto del Capítulo VII del libro «Una resistencia olvidada.Tradicionalistas mártires del terrorismo» (Ediciones Auzolan, 2017) de Víctor Javier Ibáñez Mancebo.

    (...) los actos [foralistas] dieron comienzo el 3 de diciembre [de 1977] con una Misa en la Catedral, a la que acudió la Diputación en pleno. Al acabar la Misa miles de navarros salieron en manifestación hacía la Plaza del Castillo. Por las bocacalles de la misma comenzaron los ataques de la izquierda proetarra, que quiso reventar la concentración. Lanzando insultos contra la Diputación comenzaron a llover piedras, tornillos y botellas causando los primeros heridos entre los foralistas. Diario de Navarra insistía en que la Policía Armada no utilizó material antidisturbios contra los provocadores, intentando apaciguar los ánimos en todo momento verbalmente. Cinco policías resultaron heridos teniendo que recibir asistencia médica. A las 13:30 comenzaron las intervenciones, tras la difusión por megafonía del himno de las Cortes de Navarra. En medio de constantes gritos de «Navarra sí, Euskadi no» tomó la palabra el diputado foral Julio Asiain Gurucharri, que hizo un llamamiento a la serenidad. Posteriormente cuando el vicepresidente, Amadeo Marco, se disponía a hacer uso de la palabra por el paseo Sarasate apareció un nutrido grupo de proetarras cantando el Eusko Gudariak y lanzando consignas contra la Diputación y contra Marco. Tras unos momentos de tensión lanzó un mensaje cargado de profundo sentido jurídico, político e histórico que corearon los más de diez mil navarros que se concentraban en la Plaza del Castillo con gritos a favor de Navarra y de España y contra la pretensión del gobierno central de introducir a Navarra en el ente autonómico de Euskadi. Uno de los lemas más coreados fue «Clavero, pelmazo, recuerda a Gamazo». Amadeo Marco terminó su intervención solicitando a los congregados que se dispersaran pacíficamente, sin responder a las provocaciones, como así hicieron. Sin embargo en las zonas cercanas a la Diputación los proetarras se reagruparon y volvieron a cargar contra los congregados. Cuatro jóvenes asistentes a la concentración fueron heridos de arma blanca, uno de ellos, Eugenio Lecanda Garamendi, estudiante de Medicina oriundo de Bilbao con una herida penetrante en el tórax, que revistió cierta gravedad aunque terminó evolucionando favorablemente. (...)También fue agredido al acabar la manifestación el colaborador de El Pensamiento Navarro Artus, cuando un grupo proetarras lo esperaban en su domicilio. Los proetarras quemaron dos banderas de Navarra y de España robadas de edificios de particulares. En total se contabilizaron según Diario de Navarra (periódico que no se mostró favorable al acto navarrista) una treintena de heridos entre los asistentes a la manifestación. La mayoría de los provocadores se habían desplazado desde fuera de Pamplona, identificando la policía a dos grupos de Mondragón y Vergara asiduos en esas acciones de guerrilla urbana. Una representación de carlistas vascongados hizo acto de presencia aquel día en Pamplona en apoyo de la Diputación Foral.
    El libro se puede solicitar a info@edicionesauzolan.net al precio de 22 €.
    Última edición por Rodrigo; 15/03/2017 a las 11:54
    Vainilla dio el Víctor.
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    Re: Libro «Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo»

    Yo lo compre. Lo recomiendo. Se lee pronto, está escrito con prosa sencilla. Lo he acabado hace un momento.

    Comencé hasta el capítulo III, con Carlos Arguimberri Elorriaga y preferi dejar el resto central de páginas para el final y pasar directamente al capítulo VI, porque sinceramente, más allá de que esos "idos" asesinasen a personas ejemplares, que podrían y hacían una gestación del movimiento Carlista, siendo autenticos Tradicionalistas; frente a un entorno en el cual no tenían una influencia política importante en aquella vascongadas ya envenenadas en un revanchismo embustero. Puro odio, como apunta el autor; pues eran padres, hijos, esposos, trabajadores, alcaldes buenos para su pueblo, militares y vascos. Te sobrecoge. Y después del crimen, leer: No se han producido detenciones por el momento.

    Aunque, como lo último que he leído tras esto, han sido: Los agradecimientos y el Epílogo, pues es esperanzador:

    - "La dinastía de los buenos españoles sobrevivirá. De nuestro desahogo de hoy: ¡Aún vive el Carlismo!. Pasaremos a cantar victorias cuando suene la hora de Dios en el calendario de su Provicencia. España, la Cristiandad, están hoy tan mal, que no puede estar lejos la salida de esta oscuridad".

    Me ha sorprendido el descubrir, que aquel primer atentado etarra saboteando las vías del tren del cual los medios contaban que estaba lleno de "franquistas"; realmente regresaban de celebrar el XXV aniversario del Alzamiento Nacional en San Sebastian. Una jornada con más de 20.000 asistentes, ex convatientes vascongados.... Que no es lo mismo atendiendo a una lógica y verídica explicación; pues como los recuerda el autor, los antiguos combatientes vascongados en la Cruzada, fueron los doce Tercios Requetés. Y muchos de estos Requetés asistieron con sus esposas e hijos. Que además, los autores de esto fueron cuatro y liberados en 1966, obviamente se integraron a su salida a la banda criminal.

    Explica muchos daños a monumentos, banderas, altares, Cruces, periódico Carlista, la casa Baleztena....
    De como estirpes "inmemoriales vascas" fueron sustituidas por nuevos llegados del resto de España. Como de ahí se ha nutrido el nacionalismo separatista. Por ejemplo: Victor Legorburu Ibarreche de orígenes antiguos en Vascongadas, frente a Francisco Javier López Peña de familia a kilómetros de Vascongadas, nacidos ambos en el mismo terruño vasco. Los hijos del asesinado buen alcalde y ejemplar persona tuvieron que abandonar su pueblo, y a los del etarra le rinden homenajes.
    Pura contradicción nacionalista y terrorista.
    Los incontables Carlistas exiliados al resto de España, Francia, Hispanoamérica, Alemania, USA.
    Las estirpes que se funden con los orígenes del pueblo vasco, firmemente arraigados a su pueblo, amalur:

    "Mi Familia era Carlista y vasca por los cuatro costados. Los dieciocho apellidos que conozco son todos vascos, así que cuando algún nacionalista me habla de lo qué es ser vasco, le suelo contestar -Para ser vasco, habrá que ser siempre de la raza vasca- Y aquellos ya no hablan más, porque cada cual sabe los apellidos que tiene". Antonio Zubizarreta Garro, requeté de Ermua.

    Total, que aparte de la limpieza ideológica, hubo limpieza étnica, trasterramiento.....Estratégia. Lo peor ha sido que este cancer haya triunfado en el pueblo vasco. Claro que la cobardía tiene un peso importante.

    De cuando los nacionalistas robaban lo construído por los Carlistas: fomentar el vacuence, las peñas, las fiestas gastronómicas, asociaciones culturales, etc; a la par que inoculaban su veneno revanchista, izquierdista, que se hizo también con el movimiento obrero.

    En el último capítulo cuenta sobre la escisión del Carlismo. La creación por parte de combatientes requetés de la AFN, su presentación a cortes, como fue apoyada, hasta la Unión Alavesa. Los tiempos de la transición.


    Pd: A ver si alguien hace un post de las victimas falangistas, con libro. Lo promocionamos y comentamos.
    Kontrapoder dio el Víctor.


    Tándem Aquila Vincit
    ———————————



    Salve, llena de gracia; el Señor es contigo..
    Bendita tú eres entre todas las mujeres que fueron, son y serán; Reina Virginal, Madre Santísima, Virgen Pura..El Espíritu Santo vendra sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá; por eso el santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios.

    Y el Oriente, Luz Verdadera vino al mundo e ilumina a todo hombre y toda mujer como Sol de justicia.

    TÚ DIOS mío solo ayúdanos, que nosotros haremos para Su camino.

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    Re: Libro «Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo»

    Presentación del libro “Una resistencia olvidada, Tradicionalistas mártires del terrorismo”

    El pasado 31 de marzo, el Centro Social Blanca de Castilla acogió la presentación del libro “Una resistencia olvidada, Tradicionalistas mártires del terrorismo” publicado por la Editorial Auzolan; tras la cual se firmaron ejemplares del libro por su autor, Víctor Javier Ibáñez, concluyendo la jornada con una buena tertulia durante el tradicional vino español ofrecido por la ACT Fernando III el Santo.



    Tras la pertinente presentación, Víctor Ibáñez inició el acto recordando a los cinco palentinos asesinados por la banda terrorista ETA, haciendo hincapié en la figura de Justino Quindós López, natural de Villada, y vecino en Azcoitia de Ramón Baglietto -el tradicionalista asesinado por el etarra al que el propio Baglietto salvó la vida de niño, evitando que fuera atropellado por un coche-, quien fue asesinado el 28 de junio de 1980 junto con dos amigos con quienes chateaba por la Calle Mayor de la localidad guipuzcoana. Posteriormente, el autor comenzó la presentación explicando que este libro se lo había planteado, sobre todo como un acto de justicia hacia todos aquellos tradicionalistas (especialmente vascos y navarros) que durante décadas soportaron el terrorismo revolucionario con un inalterable “estoicismo”, que solo puede ser propio de aquellos que apoyándose en su tradición cultural y religiosa, ponen su vida y destino en manos de la Divina Providencia.
    Sin duda, recordaba Ibáñez, todos estos hombres y mujeres nos han transmitido un ejemplo de gallardía y lealtad intachable, que por mucho que el nacionalismo separatista, y la propia sociedad posmoderna española se empeñe en olvidar o manipular, ha de ser reconocido y valorado en su justa medida, al menos por quienes aún aspiran a una España asentada en los innegociables principios de su tradición, que no pueden ser ajenos a la justicia.

    Durante la charla, el autor recordó al público presente algunos de los asesinatos perpetrados durante décadas por la ETA contra los tradicionalistas, asegurando; que eran estos precisamente, por su condición de verdaderos euscaldunes y leales españoles, quienes más sufrieron la persecución criminal de la banda separatista-marxista. Pero no quedó en los numerosos casos de asesinato esa persecución, comentó el autor; además hay que tener en cuenta el terrorífico ambiente de opresión que, especialmente a partir de la tan vitoreada transición, se acentuó, y sin apenas respaldo para los vascos no separatistas por parte del estado español. Así, y a pesar de haber sido la principal resistencia frente a la ignominia terrorista, al confirmarse a finales de los setenta la entrega a los separatistas de las provincias vascongadas por parte del estado; cientos de miles de vascos, “los mejores de esa tierra”, tuvieron que optar por abandonar sus casas, y marchar hacia un destierro obligado.

    A día de hoy, comentó el autor, sigue siendo el valeroso tradicionalismo el principal valladar frente a las políticas, que basadas en el miedo y las mentiras, siguen contaminando la preciosa y querida tierra vasca. Pero también vemos como, aunque ya no se peguen cobardemente tiros en la nuca, esta ignominia sigue avanzando, y así, además de la exclusión que se practica en Vascongadas a todo y todos los que representen lo español, rara es la semana en la que no se atacan (incluso desde las instituciones) monumentos o símbolos que recuerdan a los héroes y mártires de Las provincias Vascongadas y Navarra.

    Finalmente, se recordó que durante la transición ya se intentó integrar el Reino de Navarra en ese invento que es el “Euskadi nacionalista”, y que solo gracias al todavía entonces organizado tradicionalismo navarro, se impidió. Pero que hoy en día, tras más de cuarenta años de permanente intromisión del nacionalismo vasco en Navarra, una vez más con el consentimiento del estado, la supervivencia de la histórica Navarra foral vuelve a estar seriamente en peligro.




    Desde la ACT Fernando III el Santo, trasladamos nuestro afectuoso agradecimiento a Víctor Javier Ibáñez por presentar tan clarificadora obra en Palencia, y deseamos que el éxito supere las expectativas, pues es de justicia que así sea.


    A. C. T. Fernando III el Santo
    Rodrigo dio el Víctor.

  7. #7
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    Re: Libro «Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo»

    Manuel de Santa Cruz, Epílogo a "Una Resistencia Olvidada"




    Manuel de Santa Cruz, protagonista, testigo autorizado y fedatario de la historia del Carlismo y de su Guipúzcoa natal a través de su monumental obra "Apuntes y documentos para la historia del Tradicionalismo Español". Pone el epílogo al libro “Una resistencia olvidada.Tradicionalistas mártires del terrorismo” (Ediciones Auzolan, 2017), de Víctor Ibáñez Mancebo.



    EXTRACTO DEL EPÍLOGO



    (...) En cuanto se firmaron los Acuerdos de España con Norteamérica en el verano de 1953, las Fuerzas Armadas de las dos naciones empezaron a hacer ejercicios conjuntos. En uno de ellos, los norteamericanos trajeron un ejército de catorce mil hombres con sus pertrechos desde las costas de Florida a desembarcar en las playas de Huelva, sin repostar ni escalas. Tuvieron catorce muertos. En una conferencia de prensa, al final, un periodista español mostró alguna extrañeza por ese número de bajas. El oficial norteamericano contesto que unas maniobras sin muertos no son verdaderas maniobras militares; son otra cosa, llámenle como quieran, pero para nosotros no tienen la consideración de verdaderas maniobras militares. Extrapolando aquellos criterios vemos que la existencia de daños materiales y de asesinatos atestiguan que el Carlismo se enfrentó decidida y valientemente a los separatistas; su oposición no fue en unas apacibles tertulias de casino de pueblo, sino un martirologio que es una gloria más de su historia. ¿Cómo enjuiciaría aquel oficial norteamericano la oposición del Carlismo al separatismo sin este libro? Pues como nosotros calificamos la conducta al respecto de la clase política dirigente de Madrid, como una pamplina. Este libro es una contribución notable a la salvación del honor del Carlismo, a veces olvidado porque la enorme superioridad cuantitativa de la propaganda enemiga de la España nacional.



    ¿Pudo el Carlismo haber hecho más? ¿Por qué no hizo más? El autor de este libro contesta pero con menos de lo mucho que sabe. Yo le tirare de la lengua para que extraiga más respuestas de su gigantesco archivo. Entre otras causas menores, el Carlismo, que hizo mucho, no hizo todavía más por las siguientes causas principales:



    Porque había sido machacado permanentemente y sin misericordia por el franquismo. La política de éste respecto al Carlismo en general y sobretodo, en el País Vasco fue un enorme disparate político porque el Carlismo al que estrangulaba era el contrapeso natural del separatismo. Yo mismo se lo quise explicar a tiempo a Don Luis Carrero, pero él zanjó la conversación en cuanto olfateó a donde iban los tiros.



    Por el menosprecio de la Iglesia, ya antiguo, discreto y sutil pero eficacísimo. En los pueblos de Vascongadas y de Navarra el señor cura era el notable natural que presidía pacíficamente aquellas sociedades elementales. Sobre aquellos sacerdotes santos empezaron a destilar su veneno, gota a gota el progresismo y el laicismo europeizantes no detenidos ni por Roma ni por la Jerarquía en España y el Carlismo vio que se esfumaba de manera misteriosa y alarmante uno de sus poderosos proveedores de hombres y de recursos, el clero.



    Porque las dos causas anteriores afectaron también, además, al ambiente general de España y aún de Europa, que respiraban, sin haber sido previamente inmunizados por una buena preparación política, Don Carlos Hugo y su hermanita Doña María Teresa. Despechados por la conducta de Franco, y no sin motivos, perdida toda esperanza en la carrera dinástica, decidieron pasar a la oposición, pero no a la oposición domestica a Franco desde la propia España nacional sino sumándose a la oposición roja exterior, lo cual además de un disparate estratégico fue un gravísimo pecado contra el primer mandamiento de la Ley de Dios.



    Pero como anunció con genial intuición el Rey Don Carlos VII en su testamento político, la dinastía de los buenos españoles sobrevivirá. De nuestro desahogo de hoy, «¡Aún vive el Carlismo!», pasaremos a cantar victorias cuando suene la hora de Dios en el calendario de su Providencia. España, la cristiandad, están hoy tan mal, que no puede estar lejos la salida de esta noche oscura. Entre los artífices de la resurrección del Carlismo estará en primera fila Víctor Ibáñez y como libro de consulta, este libro.



    Manuel de Santa Cruz






    El libro puede conseguirse en la página habilitada por Ediciones Auzolan en Facebook PULSAR AQUÍ o en el correo info@edicionesauzolan.net


    El Matiner

  8. #8
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    Re: Libro «Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo»

    Reseña: “Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo”


    Víctor Javier Ibáñez
    Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo
    Ediciones Auzolan, 2017, 227 pp.
    Para conseguir el libro, pueden escribir a:
    info@edicionesauzolan.net


    Reseña:

    “Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo”

    Leer este libro crea doble y contradictorias sensaciones. Por un lado la tristeza al contemplar cómo las víctimas del terrorismo etarra fueron verdaderamente humilladas –una vez asesinadas- por sus verdugos, por la sociedad que les rodeaba y la casta política de la transición que se estaba forjando. Por otro lado, despierta la alegría y la esperanza de que estas páginas, escritas con amor –y a la vez rigor- nos permita perpetuar su recuerdo y memoria obligada. El texto que reseñamos se centra, bien es verdad, en aquellos carlistas que fueron asesinados por ETA. Muchos de ellos vascohablantes, euskaros por los cuatro costados, foralistas, euskalzales y, sin embargo, profundamente españoles.



    El autor, Víctor Javier Ibáñez, un joven investigador, ha realizado una labor verdaderamente académica. Ha buceado en las publicaciones de la época, ha recogido testimonios orales, ha rescatado del olvido detalles de incalculable valor sobre la biografía de los asesinados, se ha encargado de una recopilación fotográfica que pone rostro humano a los fríos listados de nombres o ha enmarcado con el mayor acierto una potente hipótesis de trabajo: los asesinatos por parte de ETA de carlistas en las Vascongadas durante la transición era parte de una estrategia y no fue mera casualidad.

    Para desarrollar esta tesis, evidentemente, el libro no podía limitarse a una, aunque meritoria, lista de mártires. Por el contrario, debía afrontar un análisis del contenido del mundo abertzale y lo que realmente ha representado: “se constituyó entonces como una religión de sustitución, con la patria elevada a los altares en el centro de su cosmovisión” (p. 12). El mundo etarra tuvo sus evoluciones ideológicas y buscó modelos en Israel, en los movimientos de liberación tercermundistas o en el marxismo, pero siempre tuvo un último objetivo: monopolizar todo lo que representara o se dijera vascuence. Por eso en el carlismo encontró su primer enemigo.

    Y por eso los primeros ataques, todavía de una inexperta ETA se dirigieron contra carlistas. Ejemplo de ello fue el intento de hacer descarrilar, el 18 de julio de 1961, un tren que transportaba más de 500 requetés vascos excombatientes a San Sebastián (p. 34). A este infructuoso ataque siguieron asaltos a Iglesias donde se hallaban banderas de tercios carlistas vascongados, para quemarlas; o destrucción de monolitos y monumentos que recordaban la ofrenda martirial de requetés vascos y navarros en la Cruzada del 36. O, en otro orden de agresiones, la presión brutal que recibió El pensamiento Navarro, los ataques hasta con bombas, los robos de ejemplares para evitar su distribución, en fin, toda una serie de acciones hasta que lograron su cierre en 1981.

    Caserón de los Baleztena en Leiza



    Los ataques más cercanos pronto alcanzaron incluso las viviendas de los tradicionalistas más significativos. Donde, por ejemplo, en 1968 destruyeron el caserío del alcalde tradicionalista de Lazcano. No fue el único. Igual suerte sufrieron los Landaluce y muchos otros carlistas que vieron saltar hechos pedazos sus caseríos. Meritorio reconocimiento es el que hace el autor a la familia Baleztena, en Leiza, en la Navarra más vascohablante y que fuera señera del carlismo navarro. Su caserón en la plaza principal del pueblo, fue testigo y recoge recuerdos de casi dos siglos de historia vasco-navarra. Pero poco importa a los abertzales que siempre, aún hoy, han convertido el caserón en objeto de sus iras y agresiones.

    Pero también llegaron los asesinatos de personas reales y concretas. En este punto el libro recoge perfectamente la estrategia de ETA: cada asesinato implicaba terror, desmoralización, desmovilización e incluso la diáspora, de aquellos que se enfrentaban cara a cara al nacionalismo, fuera del PNV, fuera de ETA. Ello queda reflejado en un libro de Florencio Dominguez, cuando relata el asesinato del tradicionalista Carlos Arguimberri: “La extensión del miedo se produce cuando diferentes sectores de la sociedad vasca empiezan a sentir que corren peligro de ser atacados … con el asesinato de Carlos Arguimberri, ETA comienza a atacar ciudadanos vascos de a pié … desde 1975 a 1977, la práctica totalidad de las víctimas son de origen vasco como lo revelan sus apellidos” (p. 39) y carlistas, añadimos nosotros.

    Víctor Javier Ibáñez, teje muy bien el ambiente que creaban estos asesinatos: “Esta limpieza ideológica iba paradójicamente acompañada de una limpieza étnica pues el clima de imposición nacionalista se ceba contra muchos linajes históricamente vascos … (que) se encontraron socialmente aislados y desamparados de toda protección pública” (p. 40).

    Carlos Aguimberri



    Muchos carlistas-tradicionalistas asesinados eran bien conocidos en sus pueblos y, por tanto, víctimas fáciles. El gobierno central se destacó por su inoperancia y falta de responsabilidad para con las víctimas potenciales. Tardaría mucho en llegar los dispositivos de seguridad pública y privada especialmente para los políticos de los grandes partidos ya sentados en el poder. Por el contrario, en los orígenes de la transición, muchos carlistas que aún mantenía el rescoldo de lo que era la herencia de un siglo y medio de resistencia, se comprometieron en la política local. La falta de una estructura política en el carlismo suficientemente sólida (por impedimentos del anterior régimen), les llevó a militar en los nuevos partidos que se habían formado. Pero fueron asesinados por carlistas, no por militantes de partidos democráticos.

    El mundo abertzale, con estos asesinatos pretendía influir directamente en el estatuto vasco que se estaba negociando. En la República el Estatuto fue refrendado por los alcaldes, y por ello vieron que toda presión contra los cargos municipales permitiría un estatuto con grandes beneficios para sus intereses. Dejando de lado este asunto, el autor consigue aproximar al lector a la complejidad que vivía el carlismo vasco y por ende el español. El desgaste ante el Régimen franquista, las desviaciones eclesiásticas hacia el nacionalismo, las dificultades dinásticas en las que quedó inmerso, por no decir atascado, el propio carlismo y, sobre todo, el desastre doctrinal posconciliar, dejaron al carlismo en ciernes. Aún así, sus ganas de luchar por la foralidad y la españolidad de las Vascongadas, les colocaron a muchos en el disparadero.

    Josemari Arrizabalaga



    Una vez contextualizado el eje principal del libro, llega el relato de las vidas de los asesinados, su ejecución, y casi siempre el desprecio del silencio tras su sacrificio. Un silencio cómplice tanto por parte de los vecinos más cercanos, como por los políticos de Madrid, que muchas veces impidieron que los funerales fueran públicos. Era la doble muerte: la que segaba su vida y la que enterraba su memoria. En el capítulo III (p. 65) se inicia un trepidante y doloroso repaso de doce militantes carlistas asesinados, que van desde el ya mencionado Carlos Arguimberri Elorriaga, hasta los hermanos Toca Echeverría, pasando por el inolvidable Josemari Arrizabalaga, modelo actual para toda la juventud tradicionalista. Asesinado a sus 27 años. En el capítulo IV (p. 109), se recogerán los asesinatos de aquellos que habían militado en algún momento en el carlismo, aunque por cuestiones en la que no podemos entrar (habría que entrar en sus conciencias) abandonaron esa militancia o recorrieron otros senderos políticos. Este capítulo es importante para entender que estas muertes ayudaron a causar un efecto devastador en la moral del carlismo. La sociedad vasca es relativamente pequeña, y poco costaba relacionar a los asesinados con sus antecedentes políticos, siguieran fieles o no a ellos. Así, se recopilan hasta ocho casos, entre los que se hallan el del desgraciadamente conocido Gregorio Ordóñez. Este dirigente del Partido Popular, cuyo crimen conmocionó a toda la sociedad española, había militado en su juventud en la Agrupación de Jóvenes Tradicionalistas (AJT). Ya su abuelo había sido asesinado por los republicanos en 1936. (p. 130).



    El capítulo V (p. 141) está dedicado a otras víctimas especiales: militares relacionados de una u otra forma con el carlismo. Precisamente por su condición de militares no podían profesar sus opiniones políticas en público, pero ello no quita que su corazón fuera carlista. Sus asesinatos bien pudieron ser algunos por casualidad, o bien por sus concomitancias ideológicas. En total se recoge en el libro la biografía de cinco tradicionalistas. En total, pues, el libro recoge la memoria de 25 tradicionalistas asesinados por ETA en Euskalherría. Si pensamos que los asesinatos etarras en Vascongadas fueron algo más de 500, aproximadamente un 10% los fueron de tradicionalistas y concentrados en los primeros impases de la transición donde se jugaba todo.

    Gregorio Ordóñez


    Ni ETA, ni las nuevas fuerzas políticas emergentes, podían permitir que la sociedad tuviera otro modelo de lo vasco que no fuera el nacionalista. En el libro Requetés, se recoge el testimonio del requeté de Ermua, Antonio Zubizarreta Garro, donde afirma: “Mi familia era carlista y vasca por los cuatro costados. Los dieciocho apellidos que conozco son todos vascos” (p. 159). Los Baleztena, a los que nos hemos referido, fueron los fundadores de la Sociedad de Estudios Vascos y así podríamos nombrar decenas de méritos que acreditaban el amor a Euskalherría de los asesinados por ETA. Tampoco nos extraña encontrar en el libro la suculenta anécdota de cuando se organizó en Bilbao la Jornada de Estudios Forales del Señorío de Vizcaya. Acudieron la flor y nata de la intelectualidad carlista, encabezados por Elías de Tejada. Poco antes de celebrarse las sesiones, la policía se puso en contacto con uno de los organizadores para avisarles que no podían protegerles ni garantizar su seguridad. Ante el estupor del responsable, el policía reconoció que habían llegado órdenes de Madrid de no permitir o alentar actos que pudieran ofrecer otra idea del País Vasco que no fuera la propugnada por el PNV. ¿Increíble, o no tanto? Se estaba gestando una inmensa traición a las Vascongadas y España, y el sacrificio del carlismo era el precio a pagar.



    El libro termina con dos apartados realmente importantes, a pesar de que el protagonismo debe ser para las víctimas. Por una banda se explora el exilio obligado de la patria chica. Cuántos vascohablantes, carlistas, foralistas y españolísimos debieron abandonar sus pueblos; bien atemorizados, bien asqueados por la miseria espiritual de sus convecinos entregados al nacionalismo. Por otra banda, el carlismo vascongado parecía condenado a desaparecer, pero aún se mantuvieron bastiones en familias irreductibles. Igualmente, desde el generoso anonimato, se impulsaron y apoyaron iniciativas políticas que tuvieron su repercusión en la vida política vasca. Todo ello lo sintetiza magistralmente el autor.

    En definitiva, este es un libro más que recomendable, por no decir imprescindible, para los que quieran entender la endiablada transición especialmente en Euskalherría. También para entender que contra lo que dice el pensamiento dominante, las víctimas –no todas ellas al menos- murieron “por la democracia”. Muchas de ellas murieron por defender y encarnar valores mucho más profundos enraizados con la esencia del pueblo vasco. Felicidades al autor por esta su opera prima y esperamos que mantenga vivo ese amor e inquietud por desvelar la verdad pasada que pueda ayudarnos a entender nuestro presente.

    Javier Barraycoa


    Para conseguir el libro, pueden escribir a:
    info@edicionesauzolan.net


    https://barraycoa.com/2017/04/13/res...el-terrorismo/

  9. #9
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    Re: Libro «Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo»

    Porque había sido machacado permanentemente y sin misericordia por el franquismo. La política de éste respecto al Carlismo en general y sobretodo, en el País Vasco fue un enorme disparate político porque el Carlismo al que estrangulaba era el contrapeso natural del separatismo. Yo mismo se lo quise explicar a tiempo a Don Luis Carrero, pero él zanjó la conversación en cuanto olfateó a donde iban los tiros.
    Pues, con todos mis respetos hacia don Manuel de Santa Cruz, no estoy de acuerdo; que carlistas había y muchos en los puestos políticos del País Vasco, desde gobernadores civiles (precisamente alguno asesinado por ETA) hasta alcaldes o concejales, y eso no es "maltratar" mucho me parece a mí. En todo caso, a quien nunca vió muy bien fue al parmismo; que como opción política carlista (aunque mayoritaria) nunca fue la única, ni mucho menos se mostró ejemplar como después se comprobó.

    Porque las dos causas anteriores afectaron también, además, al ambiente general de España y aún de Europa, que respiraban, sin haber sido previamente inmunizados por una buena preparación política, Don Carlos Hugo y su hermanita Doña María Teresa. Despechados por la conducta de Franco, y no sin motivos, perdida toda esperanza en la carrera dinástica, decidieron pasar a la oposición, pero no a la oposición domestica a Franco desde la propia España nacional sino sumándose a la oposición roja exterior, lo cual además de un disparate estratégico fue un gravísimo pecado contra el primer mandamiento de la Ley de Dios.
    Los motivos precisamente los tenía Franco para DESPACHAR a don Hugo (que no Carlos-Hugo) a la corona de España y por varias razones; la PRIMERA DE ELLAS por haber jurado este último la herética, revolucionaria y abyecta bandera TRICOLOR como oficial del Ejército Francés en 1952; lo que desde luego trasciende cualquier "dispatare estratégico" para entrar ya en el género bufo (al tratarse de un príncipe "carlista"). Además, en la "oposición doméstica" tampoco creo que hubiera conseguido ser Rey me temo.

    Respuesta del Gobierno a la interpelación de cuatro procuradores carlistas por la expulsión de la Familia Borbón-Parma:


    "...Lo mismo ocurre con su hijo primogénito don Carlos Hugo, ciudadano francés, que ha prestado su
    servicio militar en Francia y jurado su bandera, siendo promovido el 16 de marzo de 1952 al grado de
    subteniente como oficial que es de la Reserva del Ejército francés ("Journal Officiel" de 24 de diciembre
    de 1952, página 1909)."

    http://linz.march.es/documento.asp?reg=r-15790
    Última edición por DOBLE AGUILA; 18/04/2017 a las 01:53
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  10. #10
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    Re: Libro «Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo»

    Don Manuel de Santa Cruz, que vivió el franquismo de principio a fin, que sabía lo que era el pueblo vascongado carlista antes, durante y después de la Cruzada de Liberación, y ha visto los frutos que han dado los errores del franquismo (por culpa de esos errores ha sido entregada Vasconia al rojo-separatismo) sabrá mejor que usted de lo que habla. Santa Cruz trató personalmente a Carrero. Y dice que los ex-infantes Carlos Hugo y cía se sintieron "despechados" no "despachados".
    Última edición por Rodrigo; 19/04/2017 a las 12:15
    Militia est vita hominis super terram et sicut dies mercenarii dies ejus. (Job VII,1)

  11. #11
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    Re: Libro «Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo»

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Don Manuel de Santa Cruz, que vivió el franquismo de principio a fin, que sabía lo que era el pueblo vascongado carlista antes, durante y después de la Cruzada de Liberación, y ha visto los frutos que han dado los errores del franquismo (por culpa de esos errores ha sido entregada Vasconia al rojo-separatismo) sabrá mejor que usted de lo que habla. Santa Cruz trató personalmente a Carrero. Y dice que los ex-infantes Carlos Hugo y cía se sintieron "despechados" no "despachados".

    En mi familia paterna también sabían como eran los carlistas vascos antes y después de la Cruzada de Liberación, y trataron personalmente a don Luis Carrero; por ampliar un poco la cosa, te diré que mi padre conoció a don Carlos Hugo allá por principios de los sesenta, siendo mi abuelo gobernador militar de Santander (y coronel del Regimiento "Valencia 23" A.B.Q). Como era joven y no sabía muy bien de lo que iba la cosa, aconsejado por un jerarca y amigo requeté (cuyo nombre omitiré respetuosamente porque era una persona a la que engañaron como a muchos) se le ocurrió nada menos que plantearle a mi abuelo una "recepción" en el GM al citado príncipe que se encontraba en la ciudad; algo a lo que POR SUPUESTO mi abuelo, sorprendido, se negó en redondo y enérgicamente, porque ya se disponía de información sensible sobre esa persona en determinados entornos del Estado, además de que hubiera sido posiblemente el fin de su carrera militar; y todo por darle publicidad a un personaje que desde luego no se lo merecía (Dios lo tenga en su Gloria). Aún así, mi padre si que le conoció, y era Carlos Hugo bastante agradable en el trato personal; aunque cualquiera un poco avezado ya casi podía adivinar por dónde se decantaba políticamente.

    Los "frutos y errores" del franquismo ya me los conozco, y nacen casi todos de don Juan Carlos de Borbón y Borbón; pero YERRAS en el juicio, puesto que ni el SEPARATISMO ni LOS ROJOS imperantes hoy tienen que ver con errores del Régimen, pues son más antiguos; y en todo caso la situación actual se debe A LOS TRAIDORES AL FRANQUISMO, no al franquismo en sí.

    Nota: Carlos Hugo "y cía" NUNCA fueron infantes (ni infantas) de España; ni siquiera por ser príncipes de la Casa de Borbón-Parma tienen derecho a ese tratamiento, como no lo tuvieron sus ancestros salvo su abuelo don Roberto y exclusivamente por designación real de don Carlos (el título NO SE HEREDA). En lo de "despechados" tienes razón, lo cual no varía un ápice el asunto.
    Última edición por DOBLE AGUILA; 20/04/2017 a las 04:07
    ALACRAN dio el Víctor.

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