Declaración Unilateral de Restauración del Imperio Español.
A todos los pueblos de las Españas y del mundo:
La Unidad Católica y nuestros fueros, usos y costumbres, fundamentos irrenunciables de la historia y las instituciones de los pueblos de hispánicos, son la base de la constitución histórica de las Españas.
Las Españas, sus culturas, sus lenguas y sus tradiciones, han existido durante más de mil quinientos años de historia. Durante siglos, los pueblos de las Españas han adoptado, bien por donación o por invención, instituciones, derechos y usos propios, con los Fueros como máxima expresión de sus libertades. La Unidad Católica ha sido, en nuestros períodos de grandeza, el cauce a través del cual las tradiciones hispánicas se han canalizado en una sola y ha cristalizado en la Monarquía Universal Española, también conocida como Monarquía Católica.
Las Españas restauran hoy su Monarquía Universal, arrebatada y largo tiempo anhelada, tras doscientos de años de separación, desgracias y auténtica opresión por los estados liberales.
Desde las Proclamaciones de los Estados Liberales, los españoles hemos tenido un papel primordial y protagonista en la lucha contra estos regímenes y en la defensa de nuestros usos y costumbres.
Por esta razón, tras obtener sus victorias respectivas, los estados liberales trataron a los pueblos españoles como naciones conquistadas y como pueblos enemigos, persiguiendo sus tradiciones más apreciadas, denigrándolas y marginándolas hasta hacerlas desaparecer; y destruyendo todas sus libertades y las corporaciones que empleaban para su defensa y supervivencia propias, pasando a depender de Estados cada vez más omnipotentes y hostiles.
La Transición a la Democracia en España, realizada por oligarquías políticas y a espaldas del pueblo español, se presentó como una etapa de transición pacífica que pudiera reconciliar a los dos bandos enfrentados en la última guerra civil; lo que pronto se vino a desmontar la práctica de un régimen que se comportó como si hubiera dado un golpe de Estado y realizado una feroz represión contra el régimen derrocado y sus partidarios.
Recogemos las demandas de la práctica totalidad de los españoles, que desde opciones políticas muy distintas, han reclamado el fin de este sistema político.
Ante la constatación de que el Gobierno encabezado por Mariano Rajoy Brey y los partidos políticos representados en el Parlamento y el Congreso no tienen voluntad alguna de solucionar el estado de crisis ocasionado por el control de los organismos de poder por un grupo de sediciosos durante más de cuarenta años, hemos llegado a la conclusión de que la solución no puede llegar desde los organismos políticos imperantes.
La traición de los partidos y la incapacidad del gobierno han comportado la constitución por nuestra parte de una Diputación General de las Españas y de las Indias, que en representación de los Reinos, Principados y Señoríos de las Españas y sus Indias, decreta por la presente la anulación del sistema político vigente.
Millares de funcionarios, y entre ellos numerosos altos magistrados de la política española, entre los que se encuentran importantes cargos del gobierno y cabezas y dirigentes de partidos separatistas, serán juzgados, detenidos y castigados por la Diputación General por delitos de sedición, malversación de fondos y corrupción, no perseguidos por el régimen imperante a pesar de que incumplen su propia legislación.
Los gobiernos españoles, que deberían proteger a sus propios ciudadanos de las técnicas mafiosas de las oligarquías políticas, han permanecido neutrales durante más de cuarenta años, o incluso convirtiéndose en cómplices directos de éstas, dejando a la ciudadanía española a su total y completa merced.
A pesar de estos múltiples agravios y más que aquí callamos y que son motivo suficiente para ejecutar un tiranicidio sistemático, los españoles se han pronunciado públicamente a favor de un proceso rápido y eficaz que permita destruir este sistema y restaurar la Monarquía Universal Española.
La Constitución histórica de la Monarquía Hispánica se fundamenta en la necesidad de mantener las libertades y franquicias de todos los Reinos, Principados y Señoríos de las Españas, y de avanzar a la constitución de un orden social cristiano total; y responde a la necesidad de establecer el Reinado Social de Cristo en todas las naciones.
Las Españas son amantes de sus libertades, y el respeto a los fueros es uno de los principios fundamentales de la Monarquía Hispánica. La Monarquía y las instituciones forales acatarán y harán cumplir las disposiciones que conforman los ordenamientos forales de los pueblos españoles. La Corona garantiza a los cuerpos intermedios entre el individuo y el Estado que el respeto al principio de subsidiariedad será uno de los pilares de esta monarquía.
La Constitución histórica de las Españas es una espada contra la imposición y el centralismo. Manteniendo nuestra tradición política pactista, nos comprometemos al uso de la bilateralidad como forma de establecimiento de leyes y tributos. Asimismo, reafirmamos nuestra hermandad con todos los pueblos de la Cristiandad, con especial atención a Portugal y al resto de países lusos, con los que compartimos sangre y nacionalidad, en la defensa de los principios de la verdadera religión y la verdadera civilización.
La Monarquía Hispánica es una oportunidad de enmendar los errores que han provocado la degeneración de los sistemas políticos históricos y construir un sistema político, económico y social llevando al terreno de la práctica las doctrinas e ideas planteados por los clásicos contrarrevolucionarios durante estos últimos doscientos años.
En virtud de lo que se acaba de exponer, nosotros, auto-proclamados representantes de los Reinos, Principados y Señoríos de las Españas y las Indias, en el libre ejercicio del derecho de resistencia contra la autoridad tiránica y por la legitimidad concedida por la legalidad de la Novísima Recopilación.
REINSTAURAMOS la Monarquía Católica de España, como una Monarquía Católica, Tradicional, Social y Representativa.
EJECUTAMOS la Restauración de las Coronas Reales de Aragón y Castilla, con sus reinos de de Navarra, Galicia, Castilla, León, Murcia, Aragón, Jaén, Córdoba, Sevilla, Granada, Valencia y Mallorca, principados de Cataluña y Asturias, señorío de Vizcaya y Virreinatos de Nueva España, Perú, Nueva Granada y Río de la Plata, con todas sus dependencias.
RESTAURAMOS los Fueros, Libertades y Franquicias de los Reinos, Principados y Señoríos de las Españas y de los Gremios, Universidades, Municipios y demás corporaciones de los Reinos de las Españas y las Indias.
DOTAMOS a los Reinos y Cuerpos Intermedios entre el Individuo y el Estado de ordenaciones e instituciones forales, asegurando el ejercicio de su libertad política y su autarquía de acuerdo al principio de subsidiariedad y del Derecho Público Cristiano e Hispánico.
RECLAMAMOS a los gobiernos del Reino de España y de las repúblicas Dominicana, de Cuba, México, Colombia, Venezuela, Perú, Ecuador, Chile, Bolivia, Argentina, Paraguay, Costa Rica, el Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Guinea Ecuatorial, Filipinas, Marianas, Carolinas y Palaos la vuelta a la obediencia del Rey Católico de las Españas y la devolución de la Soberanía Social y la Soberanía Política a los cuerpos que les corresponde.
EXIGIMOS al Reino Unido la devolución del Peñón de Gibraltar, a razón de las reiteradas infracciones contra el Tratado de Utrecht de 1713, y de las islas Malvinas, en razón a su ilegal ocupación; a los Estados Unidos de América a la evacuación de los territorios de California, Texas, Nuevo México y los demás usurpados a Nueva España en contra del Tratado de Adam-Onís de 1819.
SOLICITAMOS a la Santa Sede el reconocimiento de la Monarquía Universal Española y su profesión de la Unidad Católica en las Españas y en las naciones cristianas.
EXPRESAMOS la voluntad de establecer un proyecto pan-hispánico que refuerce la cultura y la civilización de los pueblos hispánicos castellano-hablantes y luso-hablantes, así como las buenas relaciones entre los Estados españoles y portugueses, favoreciendo la inversión del gregarismo con la reunificación de Estados segregados, y la continua unificación de políticas expresada en una gran Confederación Hispánica.
NEGAMOS el deseo de las Españas de seguir formando parte de los sistemas políticos internacionales. La Monarquía reconocerá las deudas y obligaciones asumidas por los estados liberales, pero no se someterá a legislación alguna que contradiga el Derecho Natural y el Derecho Público Cristiano, ni confirmará las Declaraciones de Independencia de las provincias americanas rebeldes.
INSTAMOS a las autoridades internacionales y a los estados del mundo al reconocimiento de la Monarquía Universal de las Españas y sus derechos de soberanía sobre los virreinatos americanos y sus dependencias y sobre el continente antártico en virtud de su descubrimiento por el español Gabriel de Castilla.
EXIGIMOS al Gobierno, Congreso y Parlamento de España la entrega de la Administración Nacional y Autonómica en virtud del Real Decreto dado por nosotros, que contempla la toma del poder por la Diputación General.
HACEMOS un llamamiento a los españoles de ambos hemisferios:
Este documento es una muestra de la inutilidad de un documento o una voluntad si no se corresponde con la realidad, sin embargo, todo lo que se ha dicho hasta aquí es cierto, desde lo que son las Españas hasta los principios políticos de la Monarquía Universal Española, con la salvedad de todo lo relativo a la Diputación General, pero incluyendo los agravios sufridos por los Españoles de todos los continentes.
Los recientes sucesos relativos a la crisis catalana han demostrado que la sociedad española todavía tiene pulso y capacidad de reacción, aún sin contar con el apoyo de las instituciones políticas, aunque para ello deba ser forzada a situaciones extremas; y la voluntad de los partidos políticos de instrumentalizar a su favor esta reacción espontánea de la sociedad española.
Por ello, y si queremos que todos los principios redactados aquí se lleven a la práctica, o que cualquier otro asunto, ya sea la batalla contra el independentismo, la partitocracia o la imposición de la ideología de género, llegue a buen término, no podemos esperar a que se haga por iniciativa del Estado, o a que aparezca de forma mesiánica un partido político que salve la situación, sino que se debe realizar, sea cual sea el caso, por nuestra iniciativa particular.
Aunque tenemos fe en que llegará el día en cual una Monarquía Católica regrese a las Españas, y el Leviatán y la Partitocracia serán derrocados, la creación de una sociedad hispánica, tradicional y cristiana no puede llevarse a cabo desde el poder político, sino desde la propia sociedad.
Para solucionar los problemas concretos que nos aquejan, debemos recurrir a nuestra propia iniciativa, formando asociaciones o fundaciones, o incorporándonos a ellas si ya existen; recurrir a la desescolarización y a las escuelas de barrio para contrarrestar el intrusismo estatal en materia educativa y el adoctrinamiento político, formar una opinión pública favorable a la restauración de la Monarquía Universal Española divulgando los principios, historia y cultura hispánicas, y restaurar los antiguos gremios y cuerpos de oficio, asociándose miembros de un mismo oficio, bajo el patronato de un santo identificativo, en una corporación que solucione por sí misma, sin recurrir al Estado ni a intermediarios, todos los problemas internos de sus miembros.
La acción sobre el Estado deberá suponer el forzar el reconocimiento por éste de una situación de facto, o formar grupos de presión como una confederación de todos los cuerpos intermedios y asociaciones formadas.
Un supuesto partido político destinado a actuar en el Parlamento, sea español o americano, deberá ser una institución delegada de los cuerpos intermedios, que deberá rendir cuentas de su actuación a éstos, actuar por mandato imperativo y luchar por sus intereses y supervivencia.
La Diputación General de las Españas y las Indias.
Hispanismo.org. Fiesta de la Inmaculada Concepción.
Todo el mundo moderno se divide en progresistas y en conservadores. La labor de los progresistas es ir cometiendo errores. La labor de los conservadores es evitar que esos errores sean arreglados. (G.K.Cherleston)
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