«La represión marroquí desencadenó la avalancha»

Un año después del asalto masivo a la valla de Ceuta, sus protagonistas afirman que se improvisó tras las continuas redadas


Ceuta- La madrugada del 29 de septiembre de 2005, hace hoy justo un año, los 1.000 pobladores del campamento de inmigrantes subsaharianos de Beliones, a apenas 2 kilómetros en línea recta de la frontera de Ceuta, firmaron su acta de defunción ¿definitiva? al lanzarse en avalancha sobre su vallado. Doce meses después aún persisten muchas incógnitas sobre el móvil de aquel corto y desesperado viaje con un centenar de escaleras de madera, aunque no sobre el dramático resultado final, del que LA RAZÓN ofrece hoy unas imágenes inéditas.

«No todos de los cerca de 1.000 inmigrantes que vivíamos en Beliones éramos «clandestinos», se esfuerza en aclarar desde Suecia aún hoy el presidente del Consejo de Inmigrantes Subsaharianos en Marruecos (CISM), el congoleño Placide Nzeza. «Esa versión es parte de la intoxicación hipócrita de la política migratoria de la UE. También había solicitantes de asilo y refugiados políticos documentados por el Alto Comisionado de las Nacionales Unidas para los Refugiados (Acnur)». Nzeza era uno de estos últimos. Eso le salvó la vida. «¿Qué movió a los inmigrantes a hacer el asalto masivo?», se pregunta retóricamente Nzeza. «Sólo el que vivió en el bosque los dos meses previos puede responderla. Yo estuve allí y aseguro que las autoridades y los medios de comunicación que han dicho que fue un acto premeditado se equivocan. La avalancha fue la consecuencia de la terrible presión policial marroquí», contrapone. «La vida se había vuelto insoportable. Cada noche había una redada que nos obligaba a escapar hacia las 2:30 horas y escondernos a 5 kilómetros de distancia con nuestras pertenencias, un bidón de agua, una lámpara y un bizcocho hasta que se hacía otra vez de noche».

Disparos en la zona marroquí
La Central Operativa de Servicios (COS) de la Guardia Civil en Ceuta lanzó la primera alarma relacionada con la avalancha a las 2:45 horas para pedir colaboración a la Policía Nacional y Local. A los pocos minutos, según las fuentes consultadas, 16 agentes de la Policía Local y media docena de la Nacional llegaron a la zona. «Al llegar aún se escuchaban disparos en la zona marroquí», recuerda uno de estos agentes que califica la escena que se encontró allí como «impresionante». «Había decenas de personas tiradas en el suelo inmóviles que podían ser cadáveres o heridos y que hubo que ir viendo uno por uno. Encontramos dos muertos», relata. El juez de guardia ya había pasado por el perímetro para el levantamiento de los dos cadáveres que habían quedado en territorio español (otros tres cayeron en Marruecos, desde donde corrió durante horas el rumor nunca confirmado de la existencia de un cadáver de un bebé subsahariano) y la gran pregunta por resolver era ya ¿quién mató a los subsaharianos?

Un policía local desplazado a la frontera lo corrobora sin matices: «Vimos cómo un guardia civil tuvo que refugiarse en su garita para protegerse de los disparos marroquíes, que llegaron a impactar en ella», asegura. «Un compañero preguntó a un gendarme si estaban usando fuego real y respondió que sí, pero que todo estaba controlado, aunque fue recriminado tanto por utilizarlo como por la dirección de los disparos», testifica. Placide defiende otra versión: «Cada vez que nos acercábamos a la valla nos gritaban «Kitota, ¡hínchate de caucho!» y disparaban sus armas. No niego que Marruecos disparó a los inmigrantes, pero estoy dispuesto a declarar junto a los supervivientes ante cualquier tribunal del mundo que fue la Guardia Civil quien disparó primero», insiste a pesar de que las autoridades del país vecino reconocerían días después su responsabilidad en las muertes.

De los entre 800 y 900 inmigrantes que participaron en el salto sólo 216 consiguieron su objetivo. Paradójicamente, 3 hindúes hacían lo mismo, por la vía marítima, a la misma hora, con resultado diametralmente opuesto. Entraron en Ceuta y preguntaron dónde estaba la Comisaría. Se presentaron allí y se identificaron, pero nadie les hizo caso: todos estaban buscando «negros» en el monte.

http://www.larazon.es/noticias/noti_nac6944.htm