FOCOS DE RESISTENCIA: LA NOBLE AMISTAD


C. S. Lewis


EL SUELO DE LA LIBERTAD, LA AMISTAD

A mis verdaderos amigos de ayer, de hoy y de mañana.


Existe una propaganda demagógica de la camaradería que da el cante. Los sistemas totalitarios siempre han exaltado al "camarada" o al "compañero", lo mismo da. El camarada y el compañero son sagrados, sí; pero trabajar en el mismo sitio y en la misma dirección no entraña necesariamente ser amigo. La camaradería es, casi siempre, una amistad incompleta; en el mejor de los casos, un trampolín para una buena amistad. Pero a la amistad no se le ponen condiciones, ni plazos. Y todo lo que hiede a artificial es la negación de la misma amistad.

Es por eso que F. W. Nietzsche decía aquello de "
Existe la camaradería... ¡Ojalá algún día exista la amistad!". En esta caricatura de sociedad, llamada liberal, capitalista o como quieran denominarla, el papel de los partidos únicos (fascistas o marxistas) de ayer, lo desempeñan hoy las empresas -y esas otras empresas, disfrazadas con oropel pseudo-religioso (las sectas). En las sectas -y en las grandes empresas- se fomenta un sentido impersonal del compañerismo. Se articula toda una fantasiosa y artificial red de relaciones que tienden a vincular a los empleados (a los secuaces en las sectas), creando la desconfianza hacia el mundo exterior para, de ese modo, implementar los resultados económicos o proselitistas.

La amistad es un estorbo para todo poder deshumanizador (da igual si es un partido político, una secta o una empresa). Por eso, el núcleo comunitario basado en la verdadera amistad -surgida de la natural afinidad entre los seres humanos y la común historia del grupo- se convierte en un foco de resistencia a los falsos criterios de la empresa y la secta. "No hay amigos fuera de estos muros" -dicen los sectarios.

Y la verdad es muy diferente: incluso dentro de sus opresivos muros (de los muros de la secta o de la empresa totalitaria) puede haber amigos; pero los amigos no se hacen falsificando las relaciones, con cenas de empresa a las que nadie quiere ir, con actividades supuestamente lúdicas, prácticamente impuestas desde arriba... Las amistades pueden hacerse en esos sitios, sí, pero pensemos que si cuajan es (tal es el poder de la amistad) incluso a pesar de esa vigilancia estricta de actividades en común fuera del tiempo laboral que impone la empresa, bajo capa de favorecer las relaciones interpersonales de sus empleados. En definitiva, se falsifican las relaciones cuando se obliga a la gente a estar junta -a la fuerza. Así actúan, con impostura y perfidia, ciertos grupos humanos -laborales o sectarios- por ser conducidos por gentes que no tienen ni mundología ni escrúpulos morales.

La amistad es más fuerte que sus postizos. Por eso, incluso en las peores coyunturas, puede haber amigos. Pero los postizos de la amistad siempre resultan patéticos remedos que, más tarde o más temprano, muestran lo funestos y terribles que resultan.

Y es que no hay nada noble que pueda imitar el maligno.


Los directivos de esas empresas (pésimas empresas que absorben a sus empleados hasta anularles la vida privada e íntima), los gurúes de las sectas, los jefezuchos nunca han tenido amigos: sus vidas fueron y son tan pobres, tan miserables, tan asquerosas que no han conocido otra cosa que aduladores y arribistas.

C. S. Lewis escribió estas lúcidas palabras, cargadas de verdad:
"Así pues, resulta fácil advertir por qué el poder arruga el ceño ante la amistad. Puede ser una rebelión de intelectuales serios contra un lenguaje vacío y ampuloso, destinado a captar aplausos y a ser aceptado por todos, o puede ser una rebelión de quienes defienden novedades dudosas contra nociones comúnmente aceptadas; de artistas verdaderos contra la fealdad de lo vulgar, o de charlatanes contra gustos elevados; de hombres buenos contar la maldad de la sociedad, o de hombres malos contra el bien. Cualquiera que sea será mal recibida por los que mandan. En cada grupo de amigos hay un "opinión pública" sectorial que refuerza a sus miembros contra la opinión pública de la sociedad en general. Toda amistad, por tanto, es potencialmente un foco de resistencia. Los hombres que tienen verdaderos amigos son menos manejables y menos vulnerables; para las buenas autoridades son más difíciles de corregir, y para los poderosos malvados son más difíciles de corromper. Por tanto, si nuestros jefes -por la fuerza o mediante la propaganda sobre la "camaradería" y el "compañerismo", o bien haciendo veladamente que la intimidad y el tiempo libre resulten imposibles- lograran formar un mundo en el que todos fueran "compañeros", no existirían los amigos; habrían suprimido así algunos riesgos, pero también nos habrían quitado lo que constituye la más sólida defensa conta la total esclavitud".
"Los cuatro amores", C. S. Lewis.

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