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Tema: "Los amores de Cristina": el relato menos deseado

  1. #1
    Avatar de Erasmus
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    Cool "Los amores de Cristina": el relato menos deseado

    Un toque de frivolidad, "¿Qué te pasha, Kretina, eshtash nerviosha?"*:

    El relato menos deseado: un libro cuenta "Los amores de Cristina"



    El libro de Franco Lindner


    Mito o realidad, podría calificarse como el relato K menos deseado: acaba de publicarse un libro que repasa los supuestos romances de la presidenta Cristina Kirchner. En el libro se cuentan anécdotas que revelan la relación de la mandataria con funcionarios de Gobierno, como el vicepresidente Amado Boudou y el viceministro de Economía, Axel Kicillof. El jefe de política de la revista Noticias, Franco Lindner, es el autor de este polémico trabajo periodístico, “Los amores de Cristina”, que se acaba de presentar.

    El libro fue definido por la editorial Planeta, como "la primera investigación periodística que se interna en el mundo menos explorado de la Presidenta, el de sus pasiones. Y describe, a la vez, a una protagonista compleja y humana. Cristina es también la heredera de una fortuna que no llega a calcular, la que organiza careos y exige explicaciones a los colaboradores y empresarios que supone que eran socios de su marido. Es la jefa que gobierna en soledad, se desvela por las noches y sufre el difícil legado del ex presidente”.

    Algunos de los fragmentos:

    La relación con Amado Boudou

    “–No te preocupes. Hoy mismo hablo con la mami y te arreglo el problema.

    Amado Boudou soltó la frase con un tono de complicidad que su amigo detectó perfectamente del otro lado de la línea. “La mami” no era otra que Cristina Fernández de Kirchner, la Presidenta viuda y reelecta pocos días antes con el 54 por ciento de los votos. Y el amigo que escuchaba a Boudou y simulaba festejarle su desenfado era Jorge Brito, el banquero kirchnerista, ex menemista y dueño del Macro, la institución financiera a la que un sector del Gobierno acababa de culpar por la corrida cambiaria que le siguió al triunfo de Cristina en las urnas.

    Brito hizo lo primero que se le ocurrió en ese momento: llamó a su amigo Boudou para defenderse.

    Me están matando –le dijo al flamante vicepresidente–. Vos sabés que yo no tengo nada que ver…

    Y ahí fue cuando su amigo pronunció la frase confianzuda:

    Hoy mismo hablo con la mami y te arreglo el problema.

    Lo grave del asunto es que se enteró la Presidenta. No fue por un trascendido, ni por algún testigo, sino porque escuchó la grabación de la conversación telefónica entre el vicepresidente y el banquero. Eso afirman cuatro fuentes del Gobierno, incluidos un funcionario que es amigo de Boudou, un dirigente de La Cámpora y un colaborador de la Secretaría de Inteligencia.

    El funcionario que es amigo de Boudou resume lo que dan por cierto él y sus colegas del Gobierno:

    Sé que Aimé cayó en desgracia por los comentarios desubicados que hizo por teléfono.

    Aimé es como llaman a Boudou sus amigos: es la traducción al francés de su nombre, Amado.

    ¿Cómo llegó la grabación a manos de la Presidenta? Las fuentes consultadas coinciden: primero fue Héctor Icazuriaga, el jefe de los espías del Gobierno, quien le acercó esa evidencia a Máximo Kirchner, el hijo presidencial. Icazuriaga y Máximo son inseparables: cada vez que el jefe de La Cámpora pone a alguien en su mira, el secretario de Inteligencia recaba las informaciones extraoficiales que el joven Kirchner solicita, como antes las solicitaba su fallecido padre”.

    […]

    El miércoles 30 de noviembre del 2011, dos semanas después del desliz telefónico, la Presidenta sorprendió a todos cuando castigó en público a quien hasta entonces era su preferido.

    Bueno, vamos ahora con los conchetos de Puerto Madero –le cedió la palabra a Boudou en una videoconferencia que la encontraba a ella inaugurando un parque industrial en la localidad bonaerense de Berazategui, y a él en el barrio más caro de la Capital.

    Boudou, contrariado, largó una risita y se animó a responder:

    No es solo para los conchetos de Puerto Madero, como usted dijo, sino que Puerto Madero se ha convertido en un paseo para miles y miles de porteños que los fines de semana vienen aquí a la Costanera Sur…”.


    En otro fragmento del libro, Lindner cuenta otro momento clave de la relación de Boudou y Cristina, cuando aún vivía Néstor Kirchner.

    Hay una foto donde se ve a la Presidenta sentada al lado de su ministro de Economía en el anuncio de un plan de créditos para empresas pymes en el Salón de las Mujeres de la Casa Rosada. Ella entrecierra los ojos, ladea su cabeza y la recuesta con confianza en el hombro de él. Está relajada, ajena a las miradas de los presentes. La sugerente imagen la sacó con la cámara digital de su celular uno de los empresarios invitados esa noche a la entrega de los llamados Créditos del Bicentenario. También había funcionarios y legisladores.

    El empresario muestra la foto con gesto risueño y dice:

    No me animo a publicarla. ¿Se imagina si alguien se entera de que la saqué yo?

    ¿Pero esta imagen qué demuestra?

    Bueno, ahí se ve alguna clase de intimidad entre ellos, ¿no?

    La foto data del 29 de septiembre del 2010, apenas horas después de que la Presidenta y Boudou regresaran de una gira oficial por Nueva York que también incluyó a Néstor Kirchner, quien por entonces transitaba su último mes de vida”.

    El trío: Storani, Cristina y una amiga

    Lindner también cuenta en su libro que el ex diputado radical Federico Storani recibió una osada propuesta por parte de una amiga en común con Cristina Kirchner. Storani asegura que declinó la invitación y nunca pudo comprobar si realmente la hoy Presidenta argentina habría participado de ese encuentro.

    “–¿Y si la sumamos a Cristina?– le había preguntado su amiga.

    Y Storani no sabía qué hacer.

    Al cabo de un silencio interminable, lo asaltó un rapto de lucidez. Respondió:

    No, mejor no. Es para quilombo.

    Su amiga le hacía propuestas cada vez más audaces, pero esta vez había llegado demasiado lejos. ¿Incluir a la diputada Cristina Fernández de Kirchner en algún encuentro tripartito? La amiga de Storani lo era también de Cristina, y pensó que podrían pasarla bien los tres juntos.

    Dos respetables diputados de la Nación y una amiga en común, la rubia y sensual abogada de La Plata a la que Storani había conocido en aquel verano de 1998, y a la que Cristina frecuentaba desde sus épocas de juventud setentista en la capital provincial.

    ¿En serio no querés, Fredi? –insistió ella.

    Mejor no –resopló él.

    El diputado de la UCR y futuro ministro del Interior de la Alianza intuyó que era una mala idea. Su amiga solía perseguirlo en vano con ofertas osadas, le proponía juegos, triángulos y fantasías de alto voltaje, pero nunca antes le había hablado de Cristina. Storani era su colega en la Cámara baja y sólo habían intercambiado algunas palabras. Le parecía una mujer atractiva. Pero no estaba dispuesto a arriesgar su reputación y su familia.

    Estas cosas se sabe cómo empiezan, pero no cómo terminan –la desalentó a su amiga.

    La amiga de Cristina, pese a su insistencia, tampoco había logrado que el diputado cediera ante la tentación de sus propuestas cada vez más osadas. Storani le gustaba a ella, pero el provocador coqueteo nunca llegó a consumarse porque él la rechazaba con modos de caballero. Jamás se hubiera permitido un desliz. La única vez que se quedó dudando fue cuando ella ofreció:

    ¿Y si la sumamos a Cristina?”.

    Miriam Quiroga y Miguel Núñez, los amantes

    Tras ser echada por Cristina, Miriam Quiroga, señalada como una de las amantes más antiguas del ex presidente Néstor Kirchner, trabaja en la redacción de un libro en el que narra la historia de su relación con el ex presidente. En esas páginas relata, entre otras cosas, una pelea que tuvo con Kirchner en la que le cuenta que su esposa, Cristina, y el entonces vocero, Miguel Núñez, mantenían una relación amorosa.

    “–Ayer estuve con Cristina –le dijo el entonces Presidente, acaso para molestarla.

    A lo que Miriam habría respondido, despechada:

    ¿Ah, sí? ¿Sabés con quién estuve yo? Me tomé un café con Miguel Núñez.

    ¿Con Núñez?

    Sí, para hablar de la estrategia comunicacional del Gobierno… Entre nosotros, no sé cómo lo tenés de vocero a ese tipo que te cagó con tu mujer.

    La cara de Kirchner viró al rojo. ¿Realmente había habido alguna relación entre el vocero y Cristina? ¿O Quiroga sólo habría buscado vengarse por el comentario anterior de su jefe? Lo cierto es que Núñez, antes de ser el vocero del Gobierno, había desempeñado ese mismo papel al lado de la esposa de Kirchner en los años ’90, cuando ella ocupó sucesivas bancas de diputada y senadora en Buenos Aires, lejos de Santa Cruz.

    Un ex amigo del vocero dice que alguna vez lo escuchó hacer algún comentario que alimentaba el malentendido:

    A Cristina la tengo comiendo de mi mano –asegura que le dijo.

    La única persona que podría confirmarlo es el propio Núñez, pero no lo hizo: a pesar de trabajar de vocero, es famoso por no hablar con la prensa. Su carrera en el Gobierno terminó algún tiempo después de la charla entre Kirchner y Miriam Quiroga, a mediados del 2009, cuando el ex presidente pasó por arriba de la Presidenta y decidió que hacía falta un nuevo portavoz oficial. El elegido fue Alfredo Scoccimarro, el Corcho, quien se mantuvo a una prudencial distancia de Cristina”.

    Las peleas con Kirchner

    El Cessna Citation de la gobernación volaba de Río Gallegos a Buenos Aires. A bordo iban Kirchner, Cristina y el vicegobernador de la provincia, Chiquito Arnold. Corría 1995 y por entonces el matrimonio viajaba seguido a la Capital para visitar al ministro de Economía de Menem, Domingo Cavallo, un amigo y aliado. En pleno vuelo, Kirchner leyó algo que no le gustó nada en la chimentera sección “La pavada” del diario Crónica: hablaban de una ostentosa gargantilla de 30.000 dólares que, según esa publicación, lucía su esposa, la flamante candidata a senadora nacional. El gobernador enfureció. Y delante de Arnold, alzó el brazo y le pegó a Cristina con el diario en la cabeza.

    ¡Te dije que esas cosas no te las pongas nunca!

    Cristina también enrojeció:

    ¡Pero qué hacés! ¿Te volviste loco?

    Estaba tan furiosa como él. Pero había un testigo y no atinó a responder el golpe. Estaban los tres juntos en un avión y no podían lanzar a Arnold con un paracaídas por la puerta para dirimir el asunto en privado.

    Durante el resto del vuelo, ninguno volvió a hablar. La tensión era insoportable. El ejemplar de Crónica había quedado deshecho.

    Cuando los Kirchner discutían y empezaban a levantar la voz, los colaboradores del matrimonio sabían que era el momento de emprender la retirada. Los dejaban solos. Pero a bordo del Cessna Citation no había forma.

    Nunca vi algo parecido –recordó años después Arnold–. Él le pegó con el diario, como si fuera un perro”.
    Visto en Clarín.

    * Parafraseando a Néstor cuando decía "¿Qué te pasha, Clarín, eshtash nervisosho?".



    Imperium Hispaniae

    "En el imperio se ofrece y se comparte cultura, conocimiento y espiritualidad. En el imperialismo solo sometimiento y dominio económico-militar. Defendemos el IMPERIO, nos alejamos de todos los IMPERIALISMOS."







  2. #2
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    Re: "Los amores de Cristina": el relato menos deseado

    Los foros son para temas serios, estas cosas a tertulia.
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

    Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI


  3. #3
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    Re: "Los amores de Cristina": el relato menos deseado

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Ahora, los complejos de Cristina:


    El complejo de Cristina




    Por Nicolás Márquez (*)



    Fuera de la órbita del Ecuador, no muchos saben que el padre del actual Presidente Rafael Correa fue un narcotraficante, y que tras intentar ingresar cocaína en los Estados Unidos fue detenido y apresado durante varios años[1]. La intensa angustia que padeció su hijo ante el episodio mencionado, le fue forjando al futuro mandatario un sentimiento antinorteamericano (canalizado a través de su izquierdismo ideológico) y al mismo tiempo, le impulsó una simpatía para con los narcotraficantes. Tanto es así, que Rafael Correa, en ejercicio de su presidencia, no sólo despenalizó a los transportistas de drogas (popularmente llamados “mulas”), sino que en no pocas ocasiones brindó cobijo y refugio a las FARC (principal productor mundial de cocaína) en territorio de su país. En efecto, aunque no siempre estas cosas se conozcan ni sean tan evidentes, muchos asuntos irresueltos, conflictos personales y animosidades acumuladas que diferentes mandatarios llevan a cuestas por causas disímiles, condicionan luego las políticas de Estado que éstos impulsan desde el poder.


    No toda acción política tiene explicaciones ideológicas o crematísticas.


    En consecuencia, nos ha resultado interesante estudiar el caso de Cristina Kirchner (exhaustivamente desarrollado en el libro “Cuando el relato es una farsa”), puesto que siendo una mujer jactanciosa de sus gustos costosos y sus alhajas suntuosas, que siempre intentó frecuentar ambientes exclusivos y que desde adolescente logró asociarse al Jockey Club de La Plata (a pesar de no contar con la estirpe de esos círculos), esta afanosa propensión de la Presidente a vincularse con las élites y esta necesidad de erradicar su origen plebeyo ha contrastado y contradicho con el montonerismo de bolsillo que ella siempre se auto-adjudicó y con su irrefrenable odio hacia las fuerzas del orden.


    ¿Hay algo en la vida personal de Cristina que nos pueda explicar porque reivindica a una guerrilla a la cual jamás perteneció a la vez defenestra a los uniformados que la combatieron y por ende la salvaron a ella de tener que vivir condenada a un mundo de racionamiento, igualitarismo y privaciones totalmente ajeno al que le gusta ostentar y disfrutar?

    Cristina nació un 19 de febrero de 1953, en la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, en el marco de la última etapa de la prolongada dictadura de Juan Domingo Perón y siete meses después de la muerte de Eva Duarte. Oficialmente, Cristina sería hija de la pareja conformada por Eduardo Fernández y Ofelia Wilhem. Se “supone” que Ofelia, madre de Cristina, habría quedado embarazada de Eduardo cuando la relación entre ambos era informal o irregular, y que el vínculo entre los enamorados recién se estabilizó cuando apareció en escena un segundo bebé, Giselle, la hermana cinco años menor de Cristina. Al respecto, es la apologista y biógrafa de Cristina Olga Wornat quien nos dice que “Cristina era un bebé cuando fue con su mamá a vivir a la casa de Tolosa. Su padre, Eduardo Fernández, se integraría a ellas varios años después, y al tiempo, luego de que el matrimonio formalizara la situación, llegaría al mundo su hermana Giselle. (…) Cristina habla muy poco de su padre, salvo para contar que era ‘antiperonista’ y que libraban agitadas discusiones políticas”[2].

    En verdad, existe hoy mucho conocimiento en torno a Ofelia –quien goza de buena salud y prosigue yendo a la cancha de Gimnasia con asistencia perfecta– y a la inversa, hay mucho misterio o desconocimiento en torno a la persona del padre de Cristina. Ella misma cuenta lo siguiente: “Fue una relación difícil porque mi padre se casó con mi madre después de que yo nací. Yo fui hija de madre soltera. Me enteré después, con el tiempo, viendo mi partida de nacimiento y comparando fechas… Se casaron después, antes de que naciera mi hermana, pero eso explica que mi tía y mi abuelo no se llevaran nunca bien con él. Eso, y que era antiperonista. No le gustaban los negros”[3].

    Vale decir, Cristina nace sin que su padre la reconociera ni conviviera con la madre, y recién la reconoce y convive con Fernández un lustro después cuando nace Giselle. ¿Sería realmente su padre biológico o aquél la reconoció tardíamente cuando nace su hermana como para formalizar la situación familiar?

    Mientras tanto, la relación de Cristina con su presunto padre y su vida familiar hogareña distaba de ser la mejor. Al respecto, Sara Fernández, hermana del padre de Cristina y por ende su tía, narra el conflicto que se vivía en el seno de esa familia: “Muchas veces (los Wilhem) nos dijeron oligarcas, pero si lo éramos, nos rompimos el lomo trabajando para lograr lo que logramos”. Y sobre el padre de Cristina, Sara adiciona: “Mi hermano Eduardo era un buen hombre, un luchador, aunque nadie sepa mucho de su vida y su familia no lo mencione casi nada (…) Con Ofelia tuvo un matrimonio difícil, ella era una mujer de carácter fuerte y muy complicada, en realidad, vivían juntos pero estaban separados”[4].

    Como vemos, uno de los aspectos más curiosos de esta historia, tiene que ver con el mencionado episodio de que el padre de Cristina haya tardado cinco años en reconocerla como hija y que, además, este reconocimiento haya sido forzado por las circunstancias, es decir, tras nacer su hermana Giselle. El misterioso Eduardo Fernández fue el primer chofer de colectivos de la línea 3, que hacía el trayecto entre La Plata y City Bell. Luego llegó a ser propietario de dos micros. Murió en 1982. Pero hay más datos que quizás nos ayuden a conocer un poco mejor la naturaleza de esta relación familiar. Numerosos estudios apuntan a sostener que Fernández era una suerte de padre putativo de la pequeña Cristina, mientras que el verdadero padre sería un militar que nunca se hizo cargo de la situación. Al respecto, el periodista Franco Lindner, en su libro de investigación sobre la actual Presidente, señala que “Cristina andaba por los cinco años cuando supo que tendría una hermana. Es una edad que debería haberla marcado porque fue solo a partir de entonces que, sus padres, la llamativa Ofelia Wilhelm y el colectivero Eduardo Fernández, empezaron a vivir juntos. (…) Los Fernández no eran una familia muy normal. (…) Cristina nunca le habló a nadie de su padre colectivero hasta que el oficio de Eduardo Fernández fue revelado por la prensa. ¿La avergonzaba su origen social de clase media baja? (…) En su paso por el Congreso (Cristina) le dijo a Pampuro que el padre fue militar y a Héctor Maya, que fue médico. Hay una tercera opción, acaso la más improbable: que el colectivero Fernández no fuera su padre biológico aunque le diera el apellido, y que realmente hubiera un médico o un médico militar”[5].


    Esta última tesis que Lindner esboza con cierto relativismo, es confirmada enfáticamente por otra biógrafa de Cristina, la escritora Graciela Brunetti (autora del libro sobre CFK “Arreglate como puedas”), oriunda de La Plata y que desde adolescente compartió amigos y lugares comunes con su biografiada. Sobre este enigma, Brunetti nos dice lo siguiente: “Ofelia vivía con su padre y una tía en una casa de Tolosa, cuando ya estaba empleada en el Ministerio de Economía de La Plata. Ella ya estaba iniciada en el sindicalismo, y queda embarazada, un embarazo no deseado, que es precisamente Cristina”[6]. La escritora en cuestión agrega mayor nivel de detalle al misterio: “El padre de Cristina puede ser un suboficial de la Marina que prestaba servicios en los Astilleros Río Santiago, que vivía en la calle 40 entre 9 y 10, y al que los vecinos de La Plata le adjudican su paternidad”[7]. Seguidamente, Brunetti nos ilustra aseverando que “este hombre (el padre biológico de Cristina) desaparece tras la situación de la cual no quiere hacerse cargo, y aparece en escena Eduardo Fernández a quien le endosan este nacimiento”[8].

    Vale decir, Cristina habría tenido por padre a un uniformado que no quiso hacerse cargo de la situación y por ende Fernández ocuparía ese rol pero de manera insuficiente y conflictiva, motivo por el cual los biógrafos más allegados a Cristina sostienen que un tío de ella, apodado “Pilín” (hermano de Fernández) forjaría con ella un vínculo muy afectivo con quien de alguna manera reemplazaría o compensaría el desdibujado rol paternal. Tanto es así que Wornat confirma que este tío “de alguna manera ocupaba la imagen del padre ausente”[9].


    Pero ocurre que este querido tío de Cristina en el otoño de 1974 padeció un episodio desdichado. Efectivamente, Pilín había sido confundido en la vía pública por la policía con un guerrillero, y en el marco de ese clima de violencia y tensión que se vivía en el país murió de un balazo. La apologista de CFK Sandra Russo narra el acontecimiento de esta manera: “Había sonado el teléfono a la madrugada. El llanto de su padre era estremecedor: ‘¡Mataron a Pilín, mataron a Pilín!’, le decía a su esposa. Se agarraba la cabeza y negaba con ella lo que decía, ‘¡Mataron a Pilín!’, como si no pudiera ser verdad. Con Ofelia se subieron inmediatamente al auto y fueron a la comisaría. Eduardo tuvo que reconocer a su hermano esa noche, en la comisaría en la que lo habían matado. Pero incluso en ese estado de shock, en ese golpe impensable que le asestaban a la familia, surgieron las diferencias entre los Fernández y los Wilhem. Nuevamente se bifurcaron los sentimientos del padre y la madre de Cristina, que entendieron de maneras diferentes, opuestas, lo que había pasado”[10]. Efectivamente, a pesar del dolor, Cristina recuerda el criterio aplomado de su padre para procesar el infortunio: “Mi papá le echó la culpa a la guerrilla. Si cortaban las calles era por culpa de la guerrilla, y al hermano lo habían matado por pasar una calle cortada. No tuvo rencor con la policía, aunque en el juicio quedó claro que mi tío no escuchó la voz de alto y que le dispararon cuando el auto ya había pasado”[11].


    Vale decir, habría sido un uniformado quien desconoció la paternidad de Cristina y habría sido un uniformado quien mató a su querido tío, a quien ella veía como un padre sustituto.


    ¿Serán estos dos infortunados episodios personales los que han forjado en Cristina tanto encono para con los uniformados? ¿Apresarlos y reivindicar a la guerrilla que mataba uniformados será un mecanismo emocional tendiente a paliar ese conflicto emocional que lleva a cuestas?


    Interesan estas y otras preguntas porque en psicología encontramos no sólo aquello que se conoce como el “síndrome del padre ausente”[12], sino también una secuela grave que tiene que ver con revelarse contra todo aquello que represente a la imagen paterna. Encontramos de esta manera el “Complejo de Aristóteles” (en terminología creada por Carl G.Jung y popularizada por la discusión del psicoanálisis freudiano), que consiste en la rebelión del hijo contra el padre o contra lo que el padre representa[13]. Alude a la oposición que tuvo Aristóteles hacia su maestro Platón y para tal fin se suele ejemplificar en el adagio antiguo: “El iniciado mata siempre a su iniciador”.


    Va de suyo que las secuelas psicológicas en torno a la tesis expuesta no la podemos corroborar ni confirmar acabadamente; simplemente intentamos arrojar arriba de la mesa algunos datos y reflexiones que quizás nos ayuden a entender las causas del incomprensible encono que Cristina tiene para con las instituciones que la salvaron de la pobreza comunista (y le permiten hoy vivir como una emperatriz) y al mismo tiempo sienta tanta simpatía para con aquellos sectores que, de haber ganado la guerra civil de los años 70´, la hubiesen obligado a vivir a ella bajo un sistema de indigencia institucionalizada o forzado a un ascetismo paupérrimo totalmente ajeno a sus desbocados gustos, usos y costumbres de nueva rica de las que hace culto, exhibición y alarde.
    (*) Twitter: @nickymarquez1


    El último libro del autor se llama “Cuando el relato es una farsa, la respuesta a la mentira kirchnerista”, escrito en coautoría con Agustín Laje y prologado por Carlos Alberto Montaner. El libro está disponible en librerías Yenny, El Ateneo y Cúspide entre otras.


    [1] Se trata de Rafael Correa Icaza, padre del actual Presidente del Ecuador, detenido en los años 90´ y alojado en la cárcel de Atlanta. Al respecto puede leerse el libro “El Cuentero de Carondelet”, del autor. Publicado en el 2013 por Ed. Contracultura. Buenos Aires.



    [2] Wornat, O. Reina Cristina. Bs. As., Planeta, 2005, p. 58-59



    [3] Reportaje citado en Russo, Sandra. La Presidenta. Historia de una vida. Bs. As., Sudamericana, 2011



    [4] Wornat, O. Ob. cit., p. 62



    [5] Lindner, Franco. Los amores de Cristina. Bs. As., Planeta, 2013, pp. 209-210.



    [6] Reportaje efectuado por Juan Manuel Soaje Pinto para TLV1 a la escritora Graciela Brunetti. Ver nota completa en el siguiente
    link:TLV1 "Arreglate como puedas" Crónica de una autobiografía no autorizada de CFK. Graciela Brunetti - YouTube



    [7] Graciela Brunetti, declaraciones de la escritora a los autores.



    [8] Reportaje efectuado por Soaje Pinto para TLV1 a la escritora Graciela Brunetti.
    Ver nota completa en el siguiente link: TLV1 "Arreglate como puedas" Crónica de una autobiografía no autorizada de CFK. Graciela Brunetti - YouTube



    [9] Íbid, p. 63.



    [10] Russo, S., Ob. cit



    [11] Russo, S., Ob. cit.



    [12] APADESHI Asociacin de Padres Alejados de sus hijos


    [13] Al respecto resulta por demás interesante la obra de Mendel Gerard titulada “La Rebelión contra el padre”, Editorial “Península”.


    FUENTE



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