En España el tuteo es una forma de tratamiento de confianza, con la que estamos acabando a base de extender esa confianza a todo aquel que se nos pone por delante, a los que, nada mas verlos por vez primera, nos dirigimos como lo hacemos normalmente con nuestros mejores amigos, algo impensable hace unos pocos años.
El problema de pasar a la confianza y a la intimidad a primera vista, o en las relaciones coyunturales que tenemos cada día con muchas personas, es que puede denotar una falta de educación por parte de quien lo practica, aunque socialmente se haya extendido esa circunstancia.
Si al dirigirnos a determinadas personas utilizamos la palabra tú en sustitución del usted, en más ocasiones de las que pensamos estamos restándoles el respeto que le debemos. Es cierto que el respeto no es más que la consideración, la cortesía que nos imponemos frente a alguien. Además, podemos actuar como unos perfectos maleducados tratando de usted a una persona y podemos dispensarle un trato exquisito tratándola de tú, que de todo hay.
Utilizar usted evitar tuteo
¿A quien tratar de usted?
Parece obvio dirigirnos de usted a alguien a quien acabamos de conocer, sobre todo si es una persona mayor. También es conveniente dispensar este tratamiento a quienes sabemos que tienen un nivel superior reconocido a nosotros, por ejemplo a nuestros jefes.
La educación de una persona se revela cuando se le niega el usted a personas que se ven obligadas a tratarnos así a nosotros: Una secretaria, una empleada de hogar o un camarero, por su profesión, no pueden –o no deberían- tratar de tú a las personas a las que prestan el servicio. Si ellos utilizan el usted, tutearlos es una clarísima falta de respeto hacia esas personas.
En general, tutear a alguien que espera de nosotros el “usted” es ofenderlo. Si el afectado es de nivel inferior a nosotros, se aguantará, o nos soltará alguna impertinencia que no entenderemos y achacaremos a que tiene mal carácter; pero si está por arriba de nosotros, preparémonos a que nos suelte una buena andanada. Es decir, a que nos ponga en un innecesario ridículo.
Quienes practican en usted saben que al tuteo se llega con relativa facilidad. Es cuestión de algún tiempo, de tratamiento continuado, y, cada vez en más ocasiones, del mero seguimiento de la cultura existente en la empresa o el grupo social en que nos hallemos.
Lo aconsejable es ser prudente en el tratamiento, sin extralimitarse, porque tiene sus ventajas y nos evita o pasar por maleducado o tener que rectificar, si uno no conoce “quien es quién”. Recuerde que el tuteo cariñoso, con quienes nunca falla, es sólo con los niños.
Hay quien cree que, al paso que vamos el usted será una fórmula tan obsoleta como el vos (de uso aún en algunos países de América) y que acabaremos como los angloparlantes, que con su “you” incluyen en una sola forma el tú y el usted.
La fórmula mágica para determinar la importancia y el alcance del trato con otras personas es la propia experiencia. Tenemos que rememorar cómo nos ha gustado un tratamiento exquisito y respetuoso que nos ha dispensado alguien y como nos ha podido molestar esas otras ocasiones, mucho más numerosas, en las que nos vinos ninguneados gratuitamente, sin venir al caso.
María Dolores Pradera lo cantaba muy bien en Amarraditos: “No se estila yo sé, que no se estila…”, pero
Desde luego parece un juego
pero no hay nada mejor
que ser un señor de aquellos
que vieron mis abuelos.
Castrogaliana | INFORMES DE MEDIOS Y OPINIÓN PÚBLICA
Lo que no se comenta en el texto, es que el tratamiento debe ser recíproco, no una imposición. Por muy en boga que esté el tuteo, sin duda tiene un valor inferior al tratamiento de usted. Y sirvan como ejemplos estos casos. No es nada infrecuente ir de compras con la madre o la abuela, ya metidas en años de verdad, y comprobar como la primera niñata maleducada metida a dependienta las tutea. La impresión es penosa, peor imposible. Si no fuese por que la situación laboral está tan mal, es como para pedir la hoja de reclamaciones y, a continuación, abandonar el comercio que sea. Otro caso, realmente patético, lo encontramos en una consulta médica, donde el personal auxiliar administrativo o el sanitario, tratan de tú a todo el mundo, ¿pero en el nombre de qué? Y así pasa también con los médicos, que reciben el mismo trato de sus pacientes, los cuales, llegado el caso, hasta les discuten la medicación a recetar. De este modo, es bastante fácil comprender cómo semejante igualación por lo bajo, está contribuyendo a acabar con la sociedad, nos ha llenado las relaciones de chabacanería y chulería, y se ha instalado un caos creciente. Con el tuteo injustificado, también se quiebra el principio de autoridad.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
Ya hasta muchos sacerdotes tutean aunque no se dirijan a niños o adolescentes, como si te conocieran de toda la vida. Y lo peor es que mucha gente tutea a los sacerdotes, sobre todo los alumnos de colegios y hasta de seminarios. A mí me daría no sé qué tratar de tú a un sacerdote salvo que fuera familiar mío o existiera una amistad estrecha y de muchos años pero anterior a su ordenación. Y es que el sacerdote es representante, embajador de Cristo en la Tierra. Aunque sea un sacerdote indigno, hay que tratarlo con dignidad en razón de Aquel de quien hace las veces.
Última edición por Hyeronimus; 28/12/2015 a las 18:46
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