Nadie prohibía jugar al fútbol a las mujeres. Eran ellas, libremente, las que lo detestaban casi con odio.
Hasta hace algunas décadas, todas las mujeres, viejas o jóvenes, cultas o ignorantes, casadas o solteras, de ciudad o de pueblo, delicadas o rudas, estaban al margen y contra el fútbol, que veían como algo estrafalario y ridículo, ajeno a la psiquis femenina, cosa de "hombrones", sufriendo cuando por la única tv daban partidos, yéndose contrariadas del salón: ¡"Otra vez fútbol", qué lata! ¿Cuánto falta para que se acabe?, ¡Qué tostón!" eran los comentarios femeninos de entonces en cualquier casa... ¡Y si en cualquier conversación se pasaba a hablar de fútbol, huían ellas como del diablo!
Los tiempos han cambiado (la estupidez ha aumentado) y ya es una reivindicación feminista más... total, para demostrar que el futbol femenino, como se preveía, es un chiste: ni presión, ni velocidad, ni técnica, dando patadas al aire, cayéndose solas, porteras que se quedan a un metro del larguero...
Y demostrado que cualquier equipo de colegio de chavales de 14 años ganaría a las campeonas del mundo.
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Aunque el chiste acaba pasando a broma pesada, al ver que los lobbys lo justifican haciéndonos creer lo buenísimas que son, "lo muchísimo que valen y lo poco que cobran" (esto sobre todo), y obligando a los clubs de fútbol históricos a crear sucursales de fútbol femenino por miedo quedar por machistas y recibir represalias, dando partidos por Tv que nadie ve, metiéndolo en tv y prensa hasta en la sopa...
Pero algo falla cuando las mujeres ignoran el tema y no asisten a partidos femeninos (se supone que ellas deberían abarrotar los estadios donde juegan mujeres), partidos que se disputan con solo los familiares y amigos como espectadores, pese a ser la entrada libre.
Lo del lesbianismo en el fútbol femenino, efectivamente, tendrá que ver con que el fútbol parece ser genéticamente cosa de hombres
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