a entrevista de Hendaya.
El 23 de octubre de 1940 iba a convertirse en una fecha histórica, quizá en el día más trascendental para España de todos los que integraron la decisiva década de los 40. Ese día, en la frontera hispano-francesa, en la población de Hendaya, el Caudillo se entrevistó con el Führer, en presencia de los ministros de Asuntos Exteriores de España y de Alemania, Ramón Serrano Suñer y Joachim von Ribbentrop, respectivamente. Las consecuencias más importantes de dicha entrevista fueron:
a) España logró esquivar su entrada en la guerra.
b) Franco consolidó definitivamente su postura frente al país, recibiendo la adhesión de su pueblo, que por vez primera marginó diferencias ideológicas para apiñarse junto a su Jefe de Estado, en el común deseo de mantener la neutralidad y con ella, la necesaria, la indispensable paz.
La mañana del día 23 de octubre de 1940 era soleada y con buena temperatura, aunque por la tarde llovió ligeramente. La estación internacional de ferrocarriles disponía de un sistema doble de vías paralelas, a fin de que pudiesen entrar los trenes españoles que utilizaban carriles más anchos que los europeos.
Adolf Hitler y su ministro de Asuntos Exteriores, Joachim von Ribbentrop, que en la víspera se habían reunido con el político francés Pierre Laval, y eran esperados el 24 por el mariscal Philippe Pétain, llegaron antes de la hora prevista. Francisco Franco llegó con algún retraso. Había pernoctado en San Sebastián, lo mismo que su cuñado Ramón Serrano Suñer, ministro de Asuntos Exteriores de España. Mientras que el Führer paseaba por el andén, engalanado de banderas alemanas y españolas, a la vista de los soldados que iban a rendir honores.
Cuando el Generalísimo descendió del vagón, Hitler y von Ribbentrop le esperaban al pie de la escalerilla. Franco vestía uniforme militar con gorro cuartelero, mientras que Hitler usaba el uniforme del Partido, con gorra de plato. El barón von Stohrer hizo las presentaciones y luego, juntos, los dos jefes de Estado revistaron las tropas.
La entrevista se celebró en el tren oficial "Erika" del Führer. En el momento de subir al vagón se dijo al embajador de España en Berlín, Espinosa de los Monteros, que ni él ni von Stohrer iban a participar en la reunión. Así pues, en la entrevista celebrada en el coche-salón del Führer asistieron Franco, Hitler, von Ribbentrop, Serrano Suñer y como intérpretes, por parte alemana Gross y por parte española el Barón de las Torres.
Adolf Hitler hizo una larga exposición acerca de la nueva organización que proyectaba para Europa y anunció ya una fecha precisa: sus paracaidistas estaban preparados para lanzarse el 10 de enero de 1941 sobre Gibraltar. Cuando acabó, el Generalísimo hizo también una larga exposición. Habló de Marruecos y de suministros, preguntando si Alemania estaba en condiciones de enviar a España 100.000 toneladas de trigo. Las consideraciones de Franco irritaron a Hitler. Es importante precisar dos de los argumentos del Caudillo:
a) Inglaterra no estaba vencida y si resistía con tanto empeño es porque esperaba una intervención norteamericana.
b) España no podía ceder a nadie el derecho a apoderarse de Gibraltar.
A las siete menos veinte de la tarde terminó la entrevista. Serrano Suñer acompañó a Franco a su vagón y luego el ministro español regresó al tren alemán para reunirse con von Ribbentrop. Hablando directamente en francés, Serrano Suñer dijo a su colega alemán que "en lo que concernía a las peticiones territoriales de España, las declaraciones de Hitler habían sido muy vagas y no constituían una garantía suficiente para nosotros".
Después Serrano Suñer permaneció cerca de dos horas con Franco, hasta el momento de asistir a la cena ofrecida por Hitler en el coche-restaurante de su tren. Según Schmidt, el Caudillo estuvo sentado entre von Ribbentrop y von Brauchist y Hitler entre Serrano Suñer y Espinosa de los Monteros. Según el Barón De las Torres, intérprete español, se reanudó la conferencia hacia las diez y media de la noche. Franco se despide a la una menos cinco para dirigirse en su tren a San Sebastián.
Desde el punto de vista alemán, la conferencia de Hendaya constituyó un fracaso. Hitler explicó posteriormente a Mussolini que
"no se pudo llegar más que a un proyecto de tratado después de una conversación de nueve horas" , porque Franco se reservaba absolutamente el derecho a fijar el día y la hora de su entrada en guerra. Fue entonces cuando pronunció la frase que daría la vuelta al mundo: "antes de volver a entrevistarme con él, preferiría arrancarme tres o cuatro muelas".
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