FRANCO, ¿EL ENEMIGO DE LA MASONERÍA?




D. Miguel Cabanellas Ferrer, el General masón del Alzamiento Nacional

¿... O FRANCO, EL CLEMENTE?



Con motivo del aniversario, hoy 18 de julio, del Alzamiento Nacional que condujo a la guerra civil en España, vamos a dejar a un lado a D. Marcelino Menéndez y Pelayo y vamos a considerar una cuestión que puede ser interesante, para conocer mejor a algunos protagonistas de ese episodio nacional.

El dirigente socialista en el exilio, D. Indalecio Prieto reprochaba al General Francisco Franco que para el Dictador hubiera masones aceptables y masones perseguibles. Veamos lo que nos dice Indalecio Prieto sobre este asunto en su obra autobiográfica: "De mi vida". Y pongamos las cosas en su sitio.

"El primer organismo dirigente que tuvo el movimiento subversivo contra la República española fue la titulada junta de Defensa Nacional, constituida en Burgos el 23 de julio de 1936. La presidía el general de división Miguel Cabanellas Ferrer."


Cierto, D. Miguel Cabanellas Ferrer, veterano combatiente en Cuba y en África, fue uno de los militares más partidarios del advenimiento de la II República española, por lo que se le ascendió a Capitán General de la II División Orgánica de Andalucía a los pocos días de proclamarse la República. Su filiación masónica (y, algo que las más de las veces iba adherido al masonismo: sus ideas republicanas) explican este apoyo de Cabanellas a la República, así como la recompensa que obtuvo en su ascenso. Sustituyó a D. José Sanjurjo en la Dirección General de la Guardia Civil y fue (1934-1935) diputado electo a Cortes en Jaén por el Partido Republicano Radical, formado por la flor y nata de la masonería centro-derechista. Se designa a Cabanellas presidente de la Comisión de Guerra, pero renuncia a tal cargo por ser nombrado, de la mano del gobierno Azaña, Inspector General de Carabineros, más tarde es Inspector General de la Guardia Civil y, luego, Jefe de la V División Orgánica de Zaragoza. La carrera militar de Cabanellas a lo largo de la II República había sido fulgurante con el amparo y el impulso de sus hermanos masones. Sin embargo, la vorágine de desórdenes sociales, de terrorismo callejero y violencia incivil promovidas por el Frente Popular parece inclinar a D. Miguel Cabanellas a la conspiración militar que eclosionará el 18 de julio de 1936. Parece ser que fue Queipo de Llano quien le demandó su adhesión. Y el General Cabanellas accedió a unirse a los sublevados.


La muerte "accidental" del general Sanjurjo (20 de julio de 1936) que, estaba convenido, sería el presidente del Directorio Militar de los sublevados obliga a estos a constituir una Junta de Defensa Nacional (24 de julio de 1936) y Cabanellas resulta designado presidente de la misma por su veteranía en el generalato.





Continuemos con los recuerdos de D. Indalecio Prieto:

"Cabanellas firmó el 24 de julio un decreto disponiendo que "el excelentísimo señor general de división don Francisco Franco Bahamonde asuma las funciones de general jefe del ejército de Marruecos y del Sur de España.".

Cabanellas suscribió seguidamente la declaración-programa de dicha junta al país.
Cabanellas restableció el 29 de agosto la bandera roja y gualda de la monarquía.
Cabanellas nombró el 29 de septiembre "Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos al general de división don Francisco Franco Bahamonde".

Cabanellas, dispensándole honores máximos, dio posesión de esa jefatura a Franco el 1 de octubre en la Capitanía general de Burgos."




Cierto. Pero D. Indalecio Prieto ignoraba -o silencia- que el masón Cabanellas se opuso a concederle la jefatura a Franco. Según los historiadores Daniel Sueiro y Bernardo Diaz Nosty -nada sospechosos de franquismo, por cierto: el general Cabanellas, presidente de la Junta de Defensa Nacional, nada más conocer que se iba a investir a Franco como Jefe... "hizo algunas gestiones desesperadas para evitar lo irreparable: "Ustedes no saben lo que han hecho -comentó el hasta entonces presidente de la Junta a algunos de los generales que se habían pronunciado a favor de Franco-, porque no lo conocen como yo, que lo tuve a mis órdenes en el Ejército de África como jefe de una de las unidades de la columna a mi mando; y si, como quieren, va a dársele en estos momentos España, va a creerse que es suya y no dejará que nadie lo sustituya en la guerra ni después de ella, hasta su muerte"." ("Historia del Franquismo", 1º Tomo, Daniel Sueiro y Bernardo Diaz Nosty, Editorial Sarpe, 1986, pág. 57.)




Sigue Indalecio Prieto recordándonos dos fragmentos del pomposo discurso por el que Cabanellas entregaba a Franco la Jefatura, en nombre de la Junta de Defensa Nacional y la no menos pomposa respuesta de Franco al veterano General, en la que le decía Franco al masón Cabanellas: "Ponéis en mis manos a España; yo os aseguro que mi pulso no temblará, que mi mano estará siempre firme. Llevaré a la patria a lo más alto o moriré en mi empeño. Quiero vuestra colaboración. La junta de Defensa Nacional seguirá a mi lado". El altisonante palabrerío en público que, con ocasión tan solemne, cruzan Cabanellas y Franco es algo circunstancial a lo que Indalecio Prieto, no sin miras interesadas, da un relieve que no tiene; pues, por mucho que Cabanellas -masón- y Franco -antimasón- pudieran discrepar, en ese momento ambos eran camaradas de armas (con una guerra civil como telón de fondo).


Y continúa Indalecio Prieto, con el ánimo de acusar a Franco de contradictorio en su posición frente a la masonería:


"Pues bien, Miguel Cabanellas Ferrer, de quien recibió sus actuales poderes dictatoriales Francisco Franco Bahamonde, aquel a quien éste quiso conservar junto a sí y al que gratificó con la investidura de inspector general del ejército, era masón. Y Franco lo sabía, como lo sabíamos todos, por pertenecer Cabanellas al sector de masones pintorescos y exhibicionistas, estilo del "Ciudadano Medina", que andaban por peñas de cafés y cervecerías jactándose de figurar en las logias."
Lo de Indalecio Prieto no puede interpretarse sino como pura y neta propaganda política, inspirada por el rencor y la revancha contra Franco. Pues, si es cierto que Franco concedió a Cabanellas el cargo de "inspector general del ejército", dicho cargo no era, en rigor, ninguna gratificación, sino que todo lo contrario era anular a Cabanellas con un cargo nominal que no tenía funciones, como el mismo Cabanellas reconoció con amargura, una vez pasado todo. Para ello habría que leer "Cuatro Generales. La lucha por el poder", de Guillermo Cabanellas de Torres que, como hijo del mismo D. Miguel Cabanellas, contiene una riquísima información de primera mano para poner las cosas en su sitio, y no ponerlas donde le da la gana ponerlas al resentido Indalecio Prieto.


En cuanto a la indulgencia que tuvo Franco para con Cabanellas, puede añadirse la que también tendría más tarde -tras la victoria- con D. Alejandro Lerroux que, pese a su pública militancia en la masonería y a las escandalosas proclamas incendiarias de sus años revolucionarios juveniles, pudo regresar a España, abandonando su exilio en Portugal, allá por el año 1947, como el también masón D. José Ortega y Gasset que en 1945 pudo volver a España, instalándose en Madrid... Franco tenía muy claro que a la masonería había que tenerla a raya, pero también hay que decir a favor de Franco que demostró una tolerancia que ahora -en estos tiempos en que todos lo denigran- puede resultar extraña, pero que no podrá estar siempre silenciada, por mucho que hagan por ocultarlo los enemigos de Franco que de manera tan cobarde, cuando ya no hay peligro alguno, lo somenten a la "damnatio memoriae".


¿Entonces, en qué quedamos? ¿Franco... el enemigo de la masonería? ¿O... Franco el Clemente?


¿Era Franco un ogro malvado y cruel por perseguir a la masonería...? ¿O es que Franco tenía más manga ancha de la que conviene reconocer? Si se reconociera esa manga ancha, ¿cómo se podría sostener la imagen de Franco que se han ocupado de distorsionar con la propaganda antifranquista de ayer y hoy?


Pero la verdad se impone. Y es justo reconocer que el General Francisco Franco permitió, a sabiendas de la filiación masónica de algunos personajes públicos, que estos eminentes masones (militares, políticos, intelectuales) pudieran vivir en la España franquista, sin ser inquietados. Franco tenía mucho sentido común, más del que nos tienen acostumbrados a ver que tengan esos que se desgarran las vestiduras cuando hablan de Franco, esos que alardean de su obsesión enfermiza contra Franco. Entre sus detractores, todo hay que decirlo, no faltan grandes vividores desagradecidos que eran, durante el franquismo, los más franquistas y ahora, que cambiaron las tornas, se han convertido en neo-anti-franquistas.

LA ESPAÑA ANTIMASÓNICA