Revista FUERZA NUEVA, nº 462, 15-Nov-1975
«RAFAEL GAMBRA sobre MANUEL GARCÍA MORENTE
Continuación a la Conferencia de BLAS PIÑAR «García Morente: el hombre»
Como continuación a la conferencia celebrada hace quince días en los locales de FUERZA NUEVA, «García Morente: el hombre», Rafael Gambra tuvo su alocución en nuestros salones el pasado día 6 con el título de «García Morente: el maestro y el filósofo».
Presentó Jaime Montero, socio fundador de FUERZA NUEVA y abogado del Estado, quien hizo una glosa del conferenciante como “español enterizo, no neutral, no pacifista”. Destacó sus obras, textos de filosofía y política, entre los cuales destaca un estudio preliminar a la edición en 1957 de obras de García Morente, «El hecho extraordinario», «Ideas para una filosofía de la historia de España», etc. “Gambra y sus obras nos parecen hechos de raíces de historia española” dirá el presentador. Acabó afirmando que al final de sus libros siempre se abre una puerta a la esperanza y una invitación a luchar.
A continuación, habló el profesor Rafael Gambra. En estos tiempos se pone a prueba la capacidad de resistencia o de defensa ante el exterior. Rafael Gambra se pregunta, ¿hasta qué punto ha calado en las gentes la pérdida de la fe religiosa? Y si en Portugal tras la revolución [1974], se acusó a Soares de haberlo vendido, en grandes carteles, entre nosotros esperamos no ver otros que digan: “Se vende España: razón Ruiz Giménez”. Gambra recuerda el prólogo que hace años escribió para el libro «Ideas para un tratado de la filosofía en España», en el que hablaba de García Morente. Asimismo, el prólogo al libro «El hecho extraordinario», que no se ha vuelto a reeditar. En su día, estuvo editado por Calvo Serer, que entonces dio un gran impulso a todas las obras de divulgación religiosa.
Gambra se remonta en sus recuerdos a la época de universitario, en Madrid, en la calle de San Bernardo, al acabar la guerra. Momentos aquellos en que las condiciones materiales y de enseñanza eran extremadamente difíciles. Cuando cursaba el segundo año de Filosofía y Letras, conoció a García Morente, con traje talar. Y el maestro, el hombre, el filósofo que había manifestado su deseo de trasladarse a algún monasterio o ser párroco de algún pueblo, tuvo que ser, según deseo del obispo, profesor de la Facultad. Para entonces tenía que dar clases a alumnos rezagados que ya le conocían antes de su conversión y que le observaban con auténtica morbosidad; a sacerdotes que le miraban igualmente con sentido crítico y algo escéptico. “Solo unos pocos- dice Rafael Gambra- íbamos exclusivamente a aprender filosofía”. García Morente conseguía meterse en su auditorio, para que éste pensara con él.
García Morente se había formado en la escuela kantiana. Era kantiano de la más pura ortodoxia. La filosofía de Kant era un intento de unificar las ciencias. Era de la escuela “ultra”; de la escuela de Marburgo.
García Morente estudió a Bergson. Bergson había mostrado en su obra cómo la realidad temporal hace ver que en el mundo existen órdenes muy distintos. La teoría físico-matemática no puede penetrar en ellos. El tiempo no puede penetrar en ellos. En el ser vivo el tiempo es fundamental. Esta visión de la vida acercó a García Morente a Ortega y Gasset. Más tarde, todo el mundo de satisfacción espiritual que pudiera tener ajeno a la vida religiosa se le cae con la conversión.
Rafael Gambra señala las etapas del descreimiento, la primera sería la desconfianza hacia la Iglesia, “creo en Dios pero no en los curas”; la segunda, la de los que dicen creer en Dios, pero no un Dios ambiguo (tan bueno puede ser un dios como otro); y la tercera sería identificar a Dios con nuestra alma, inteligencia, naturaleza, etc. García Morente había recorrido estas etapas pero en sentido inverso. “Yo no creía más que en una especie de ética natural”. García Morente se da cuenta de que todo lo que le rodea está lleno de sentido. Piensa que Dios no puede haber creado un mundo con sentido y no hacerse, de alguna forma patente. Lo que le acerca a la Iglesia será lo familiar, los recuerdos. Pero, al mismo tiempo que llega al catolicismo, llega al más abierto tradicionalismo. Sus enemigos, los europeizadores, los de la Institución Libre de Enseñanza, no se lo perdonaron. Para ellos, España era un dolor inmenso, un abismo de miserias y dolores. Había que construir una España nueva. En la historia de España habría, para García Morente, una génesis (etapa de los reinos); una etapa defnsiva (lucha contra el protestantismo), y una etapa de retraimiento (europeización).
García Morente murió en Estepona [1942]. Hacía dos años que se había ordenado sacerdote. Gambra explica que la conversión de García Morente no fue única, pues en aquella época hubo muchas conversiones similares a ésta. El catolicismo es consustancial con el ser de España, y en la Cruzada se libró la gran batalla contra el marxismo, que representa la otra fe.
Gambra fue muy aplaudido al finalizar la conferencia que presidía, como siempre, nuestro fundador Blas Piñar.
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