Revista FUERZA NUEVA, nº 531, 12-Mar-1977
Antiguos miembros del bunquer
En el anterior número de FUERZA NUEVA hemos reproducido la carta que, referente a don Luis María Ansón, recibimos en fecha reciente.
En dicha carta se pone en tela de juicio la exactitud de nuestras informaciones. Pero la base de tal duda no parece sustentarse en el hecho de que, efectivamente, se confirma lo que dijimos, a saber, que el señor Ansón es un viejo conocido de los que hacíamos el “Qué Pasa” desde donde ya tuvimos la ocasión de oponernos a sus curiosas teorías.
Del resto de las cuestiones apenas se dice nada. Don Luis María anduvo por el extranjero, ciertamente, como corresponsal de “ABC” en el Congo y Vietnam, cobrando en sustanciosos dólares. Es cierto que le pusieron una multa de 100.000 ptas., que fueron prontamente cubiertas en suscripción abierta entre “proletarios” amigos suyos.
¿Por qué fue multado el señor Ansón? Porque en una comida dijo que los Reyes se iban a Yuste (no hubo más que uno), pero los dictadores, nunca. Más de uno tuvo que ir a dar explicaciones a sus jefes porque había ido allá, con motivo de un homenaje que se daba por un premio a nuestro personaje (nuestro personaje recibía premios en tiempos del “dictador”) y se encontró con que el homenaje derivaba hacia la persona del augusto huésped de Estoril, cosa en modo alguno prevista.
Más, si nos ceñimos al tema de la revista “Círculo”, recordemos su subtítulo: “Revista de cultura y política dedicada a la difusión de la doctrina monárquica”. Bajo él, los nombres de Calvo Serer, de Gonzalo Fernández de la Mora, del marqués de la Eliseda, Pemán, Natalia Figueroa, Nicolás Sartorius y tantos más ilustres personajes. Dos números había lanzado la revista, cuando una serie de caballeros, asegurando llevar la representación de la Comunión Tradicionalista, se dirigieron a visitar a don Juan de Borbón y Battenberg, ignorando las leyes, entonces como ahora vigentes en España, acerca de la Monarquía, su implantación y vigencia, para ofrecerle, con la condición de Rey y Abanderado de dicha Comunión “el camino para la instauración de la Monarquía tradicional”.
Lo curioso, todo hay que decirlo, es que entonces se habló de la religión católica, apostólica y romana, como principio y fundamento de la legitimidad y también de la constitución orgánica. El anfitrión (don Juan de Borbón) se puso muy satisfecho la boina roja de los requetés, con borla de oro incorporada. No sabemos si era la misma que lució con el mono caqui, el yugo y las flechas, cuando se incorporó a Somosierra, en julio del 36, y fue invitado a volver a su lugar de origen por Mola, que no por Franco, que aún no era jefe de nada.
Todo esto (excepto este último aporte nuestro, naturalmente) recogió el número tres de “Círculo”, publicando una foto en la que el señor Arauz de Robles hablaba junto “al Rey”.
Como entonces no había en España rey alguno, y quien regía felizmente nuestros destinos era don Francisco Franco, que ya era jefe de todo, nada había más expedito para lograr que aquél fuera no solo el tercero sino el último número de la revista. Efectivamente, cuando la policía llegó a los quioscos, la revista se había vendido como rosquillas, cual si incorporara a Marisol sin sujetador (*) en lugar de este género de política ficción entonces desautorizado.
Esto fue todo, y ahora se puede contar desde aquí, muerto el “dictador”, cómo Luis María Ansón, desde la televisión, y el señor Balansó, desde su amable carta, cuentan y detallan prohibiciones, multas, procesos, expedientes, juicios, sanciones y secuestros de que fue objeto el primero.
José Sánchez Robles
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