Hay un lebaniego, o mexicanolebaniego, uno más de los multiples ejemplos de familias con vínculos ya seculares con Ultramar y además es una de las personas que más saben de la historia de México, la conformación de su independencia, de cuáles son las claves de las relaciones hispanomexicanas. De hecho, como he dicho en varias ocasiones, si se consiguen reconstruir y fortalecer las relaciones entre ambos países, eso va a pasar directamente por la inteligencia y sabiduría de personas como él. Indefectiblemente sin la Montaña que todavía queda a medio camino entre allá y acá no va a ser posible, si es que se da ese milagro de arreglo de uno de los traumas mayores de la historia de España.
Quienquiera que estudie con un mínimo de profundidad la historia hispanoamericana y no se de de frente con la nación montañesa es que algo falla en su línea de trabajo.
Pues bien, la definición que este hombre da de la nación montañesa es la siguiente:
"...entendemos este gentilicio no en elsentido actual de nacidos en una región del norte de España, Cantabria, sino tal como se entendía en la época: miembros de una nación de Antiguo Régimen definida por la sangre, “los naturales y originarios de las Montañas”. Ser montanes, en el contexto de la Monarquía católica previo a la creación del Estado-nación español contemporáneo, significaba que se había nacido en un territorio de límites imprecisos, las Montañas, pero también que se tenía sangre montañesa, al margen del lugar de nacimiento. Eran montañeses los naturales de un territorio que, a grandes rasgos, se correspondía con el de la actual Comunidad Autónoma de Cantabria pero de límites en extremo difusos,
tanto hacia el este, con el Valle de Carranza basculando entre el Señorío de Vizcaya y la Montaña; como hacia el oeste, con el oriente de Asturias formando parte de ella; como sobre todo hacia el sur, donde los naturales de una amplia e indefinida franja del norte de la actual Castilla y León se consideraban y eran considerados montañeses."
Esa "amplia e indefinida Franja del norte de la actual Castilla y Leon" la hemos definido más o menos en este hilo teniendo como extremo suroriental algún lugar entre Oña y Miranda de Ebro, quizás Frías. Y de ahí tirando una línea que llega hasta Guardo. Todo ello en base a testimonios de las propias gentes (embarque a Indias, testamentos, documentos, etc.).
La tesis de este sesudo lebaniego es que la historiografía entorno a las independencias ha dado un excesivo peso a la supuesta rivalidad criollo-peninsular como detonante de todo el proceso separatista hispanoamericano. En realidad, las naciones montañesa y vizcaína, que eran las más relevantes en la burocracia, estamento militar y comercial de Indias, en realidad estaban conformadas por "criollos" y "peninsulares", "americanos" y "europeos" como se decía en el XVIII, debido a que la definición de nación incluía no sólo a naturales sino también a originarios. De hecho, según él, fueron este tipo de asociacionismos los que mantuvieron mejor la cohesión en los siglos XVII y XVIII con las Españas peninsulares.
Y es aquí por donde quería yo seguir el hilo y localizar los lugares donde las redes de nacionales de la Montaña establecieron asentamientos en importancia como para mantener su capacidad asociativa.
Te agradeceré, Españolista, las aportaciones. Reitero que sería tema para todo un estudio de investigación que nos puede ayudar a comprender las claves de las sociedades virreinales previas a los estallidos separatistas del XIX.
Sólo con buenas bases de conocimiento se puede acometer una reconexión hispanoindiana en alguna forma que aún no conocemos. Evidentemente, la reedición de una Monarquía Hispánica es una posibilidad remota, aunque sí el ideal.
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