En política, ¿es todo opinable?
Se equivocan aquellos que al catalogar las cosas del orden temporal, situan a la política como categoría opinable en todos sus aspectos, y no es así, no para un católico. Atendamos a la forma política actual de España, un Estado sin Dios -por los hechos- y una legislación que lo convierten en el Estado más inmoral del mundo. La amoralidad no existe, no en las categorías de razón. Existe lo moral, lo inmoral y la tibieza. La amoralidad, al igual que la aconfesionalidad, pertenecen a lo tibio.
Prosigamos: en la España democrática actual hay dos clases de políticos, los electores activos y los electores pasivos. Al contrario de lo que pueda parecer, al situar -en el plano ideológico- la soberanía en el pueblo, el elector, el político activo es el votante; y el elegido, el político pasivo es el votado, y aquí hay que sustituir político pasivo por partido político. De esta guisa llegamos a que el partido político, ente jurídico sin personalidad física, es responsable último ante el orden social y jurídico del Estado, pero ¿quién es responsable ante Dios? Dios juzgará a los hombres, individualmente, no a los partidos, y los juzgará según Su ley, y no según la ley de los hombres. Cristo es Rey, Legislador y Juez de todos, todos -crean o no crean-, los hombres.
Así, mientras las iniquidades se disuelven en una personalidad artificial como es el partido político, la responsabilidad queda sujeta al votante, al iluso votante del mal menor, de la posibilidad racional por encima de la posibilidad divina. Y es que aquellos que, obviando las posibilidades de poder votar aquello que no traiciona a su conciencia, prefieren traicionarse a sí mismos apartando, con su forma de ver -ideología sui generis- a Dios del proyecyo histórico, cosa que sabemos es imposible en la realidad, pues la Historia es guiada por la Providencia.
Llegados a este punto podemos decir que el votante es responsable de los actos políticos que se derivan de su elección. Si el votante ha votado a un partido que permite el aborto, la anticoncepción, la educación totalitaria, la deformación sexual de las conciencias, la pornografía, los ataques a la Religión, la financiación de espectáculos blasfemos, la paganización de las fiestas y de las costumbres, en deinifitiva, si el votante elige con su papeleta a partidos como: PSOE, PP, IU, PNV, CiU, UPN, CC, ERC; el votante se convierte en responsable directo de toda la política de estos partidos que, por ser materia de costumbres, no es opinable, sino destestable por haber resolución en contra del Magisterio de la Iglesia.
Si nadie los señala, nosotros los señalamos; si nadie lo advierte, nosotros lo advertimos; y si alguien puede alegar en contra de lo dicho, que alegue; porque en política, no todo es opinable.
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