Re: Ocho meses de cárcel por ofensas a la lengua catalana
Yo soy español, mis padres son españoles, mis abuelos y bisabuelos y todos mis antepasados hasta ni se sabe. Y yo me pregunto a continuación ¿qué le debo a este inmundo sujeto, dinero, lealtad, sumisión? en base a la sentencia que abre este hilo ¿qué se le debería aplicar a este parásito social?
En España, mi patria, mi nación desde que como tal la fundaran SSMM Los Reyes Católicos, Doña Isabel y Don Fernando, hay dos varas de medir, algo que es sobradamente claro, pero hay también una enorme mentira histórica que será muy difícil de eliminar, de restañar, de lograr limpiar para que los españoles sigamos conviviendo, al menos pacíficamente, y no estoy hablando de las truculencias de la banda antifranquista. No, estoy hablando de la pésima digestión que desde toda instancia de poder y opinión se ha hecho de esa cosa llamada "modernidad". Y es que la "modernidad" conllevando la llamada libertad de expresión no ha sido capaz por ser falsedad de conectar con el alma de un pueblo, hoy totalmente desnortado y confundido, y lo ha traído hasta este extremo de autodestrucción al que parece estar abocado.
Parece mentira que individuos supuestamente inteligentes no sepan diferenciar entre libertad de expresión y libertinaje en la expresión. La primera está limitada en el derecho ajeno a ser respetado en todo y, por tanto, es limitada; la segunda es la que hace al sujeto creerse con derecho a soltar lo que a él le da la gana sin que haya límite alguno en derecho ajeno que valga. Estos magistrados han hecho ésto último, y se demuestra objetivamente en la villanía con la que se conducen, mientras no actúan ante los verdaderos atentados contra España, esa misma patria, esa misma nación, que los alimenta y paga.
[I]“En casa de los padres corría un viejo ejemplar de un libro que todos los hermanos habíamos leído: ‘De cuando las bestias hablaban’, de Manuel Folch y Torres. El padre era inflexible y, como ‘La rosa y el anillo’ de Thackeray y en ‘Bolavà’ de Josep Maria Folch, consideraba que uno no podía hacerse mayor sin haberlos leído. Era un libro delicioso donde lechuzas, osos, elefantes, ciervos y abejorros hablaban, una colección de fábulas destinadas a la educación de los niños.
Ahora miras a tu país y vuelves a ver hablar a las bestias. Pero son de otro tipo. Carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana, sin embargo, que destilan odio. Un odio perturbado, nauseabundo, como de dentadura postiza con moho, contra todo lo que representa la lengua.
Están aquí, entre nosotros. Les repugna cualquier expresión de catalanidad. Es una fobia enfermiza. Hay algo freudiano en estas bestias. O un pequeño bache en su cadena de ADN. ¡Pobres individuos! Viven en un país del que lo desconocen todo: su cultura, sus tradiciones, su historia. Se pasean impermeables a cualquier evento que represente el hecho catalán. Les crea urticaria. Les rebota todo lo que no sea español y en castellano.
Tienen nombre y apellidos las bestias. Todos conocemos alguna. Abundan las bestias. Viven, mueren y se multiplican. Una de ellas protagonizó el otro día un incidente que no ha llegado a Cataluña y merece ser explicado, como un ejemplo extraordinario de la bestialidad de estos seres. Pobres bestias, no pueden hacer más.
Una de las escasas compañías aéreas que viene aceptando con normalidad el catalán es Swiss. Si han cogido alguno de sus vuelos a la vieja confederación, habrán constatado que se viene utilizando nuestra lengua a la hora de despegar o aterrizar el aparato. Una excepción ya que, desgraciadamente, con el resto de compañías venimos siendo tratados exactamente como lo que somos, la última colonia en tierras de Europa.
Pues bien, hace un par de semanas viajaba en un vuelo de Swiss una de estas bestias. Al llegar al destino, se anunciaron en catalán las típicas observaciones previas al aterrizaje. La bestia, automáticamente, segregó en su boca agua rabiosa. Un hedor de cloaca salía de su asiento. Se removía, inquieta, desesperada, horrorizada por oír cuatro palabras en catalán. No tenía escapatoria. Un sudor mucoso, como de sapo resfriado, le manaba de las axilas. Hay que imaginarse a la bestia, ¡después de tanto tiempo!, ellas que pueden vivir en su mundo español sin ningún problema, escuchando cuatro palabras en una lengua que odia. Indignada, decidió escribir una carta en un periódico alemán de Zúrich, quejándose del trato recibido ya que “se violaban sus derechos” al ser el castellano la “primera” lengua oficial de España. Y, a toda plana, la queja de la bestia salió publicada.
Gracias a Dios, los buenos amigos del Casal Catalán de Zúrich han replicado y han dejado las cosas claras (tantas embajadas y consulados del Mar y, mira tú, un pequeño Casal Catalán es el que ha movilizado gracias a la decencia y dignidad de sus miembros).
Pero ¿por qué hay que movilizarse cada vez? ¿Cuándo acabarán los ataques de las bestias? ¿Cómo podemos en 2008 aguantar tanta vejación, tanta humillación y tanto desprecio?”.
Esto vomitaba por escrito QUIM TORRA en 2008 y todavía, diez años después, nadie, absolutamente nadie, ha metido en la cárcel a este canalla.
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Última edición por Valmadian; 20/10/2018 a las 12:57
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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