El mito de la Ciencia.
Comentaba recientemente el Sr. PUNSET, ex-ministro de SUÁREZ y hoy en día calificable como el DAWKING español (aunque mucho menos histriónico que el otro), que le encanta ver como la Ciencia acaba con los mitos. Pero, pese a saber lo que realmente sucede, parece no caer en el "hecho constatado y constatable" de que la facultad mitificadora perdura en la mente del hombre y se activa continuamente en cada individuo, porque forma parte de la naturaleza humana. Por tanto, vista la cuestión de esa manera podemos concluir que con esa actitud o manipulación de la Ciencia se está agrediendo al propio ser humano.
¿Qué es lo que mitifica la mente humana? la respuesta más directa y, si se quiere, más simple pero fácil de entender si se reflexiona sobre la cuestión es que "el hombre mitifica todo aquello que no entiende, todo aquello que no termina de entender y que no se molesta en entenderlo por sus causas y efectos". Veamos señor lector, ¿entiende usted qué es el acelerador de hadrones?. No se responda que sí por responder o porque ha leído algo en la Prensa. Sea sincero consigo mismo y respóndase ¿qué rayos es eso? Pero hágalo desde la razón, desde el análisis de sus componentes, de cómo se supone que funciona y para qué sirve realmente. No se responda con "futuribles inexistentes" que usted imagina, porque eso no es Ciencia. Pregúntese usted qué son esas partículas que no tienen masa y que nunca han sido "observadas, medidas, cuantificadas... y que no responden a los criterios que definen "lo científico", o piense qué significa que "La flecha del tiempo no se puede explicar por las leyes de la física ya que éstas son ellas mismas simétricas respecto al tiempo." Y, sin embargo, estoy seguro que usted se declara un entusiasta de la Ciencia.
Y ya me dirá usted qué "entusiasmo" le puede proporcionar esto otro: 2ª Cl. Rhizopoda. Grupo polifilético (A). Formas primitivas en parte aún con flagelos. Pseudópodos para la locomoción y/o la ingestión de alimentos.
Primer Orden: Amoebina. Pueden formar quistes. Formas de vida libre pero también sinecia y parasitismo facultativo/obligado
Segundo Orden: Testacea (amebas con teca). Caparazón con una sola cámara, formado por una masa fundamentalmente orgániza a menudo reforzada con partículas propias ( plaquitas de SiO2)". Vamos, que ya lo veo a usted dando palmas.
Pero vayamos al sentido que tienen los mitos y la función apodíptica que cumplen. Si prescindimos de los significados tradicionales (teogónicos, cosmológicos, cosmogónicos, soteriológicos y escatológicos) y nos centramos en el mito antropogónico, que nos relata el origen del hombre, y meditamos sobre el devenir "pre- e histórico" del mismo, comprobaremos que el mito forma parte de su naturaleza. Por tanto, desposeer al hombre de su capacidad mitificadora es como desposeerlo de una parte importantísima de sí mismo que le ha permitido desarrollarse como ser social en todas sus vertientes y que lo separa radicalmente de todas las demás especies. Sin la capacidad mitificadora, el hombre carecería de infancia.
Y, por eso, los mismos que pretenden acabar con los mitos, han usado esa condición inherente al ser humano para mitificar la ciencia y arrimarla a sus intereses ideológicos. Con ese mito nos han contado que la ciencia todo lo puede, todo lo explica y todo lo soluciona. Y esto es una monumental falacia, una enorme estafa al ser humano. La misma ciencia transformada en tecnología que ha generado la realidad de darnos luz en nuestras casas, trabajos, diversiones, etc., no nos ilumina en nuestros interiores, no disipa nuestros temores..., al niño que siente terror nocturno no se le calma por encender la luz, se calma cuando aparecen sus padres o sus hermanos. Y el problema perdurará hasta que, finalmente, se recurra a la acción de otra persona --sacerdote o psicólogo-- para que con su no-ciencia tecnológica acabe solucionando el problema. Es decir, haciendo posible lo que los positivistas, especie de talibanes científicistas, negaban a "machamartillo" hace un siglo y que aún sostienen algunas decenas de seguidores.
Quizás uno de los campos empíricos donde mejor se aprecia la evidencia del mito científico sea en el de la sanidad. La mayoría de la gente acude al médico con fe, aunque sea la fe del carbonero, en la convicción de que se les va a sanar de sus dolencias. Pero, cualquier persona un poco observadora se dará cuenta enseguida de que las consultas están llenas de pacientes y acompañantes. Es verdad que muchos de esos enfermos necesitan de alguien que los ayude, pero en un tanto por ciento importante la función del acompañante es meramente psicológica, su misión es la de los placebos. ¿Y eso por qué? podrían darse múltiples respuestas individualizadas, pero la respuesta general es por que temen el diagnóstico y temen a la tecnología científica a aplicar en los tratamientos curativos y/o paliativos.
Los métodos de detección, exploración, aplicación... serán prodigiosos, casi como de ciencia-ficción, pero ante toda esa parafernalia el paciente se conduce igual que si estuviera ante el hechicero de la tribu que lleva una momificada pata de pollo en la mano y que pronuncia extraños conjuros. Aquí vemos perfectamente como la ciencia deshace los mitos, ¡já! ¿ y qué más?
Pero ¡ay! es que el todopoderoso médico (hechicero-científico) resulta que a veces también se equivoca en el diagnóstico y el tratamiento correspondiente y entonces se derivan otros problemas pues se le exige una responsabilidad. Por eso, el cientificista, ya sea científico, ya "divulgacionista", sabedor de esto por muy positivista que se autoproclame, pedirá más de un diagnóstico si su afección es mala.
Al médico se le exige todo, está aureolado de la prohibición del tabú del error. Un médico es un científico y no puede equivocarse nunca. Ahí tenemos el mito bien montado, cuando la realidad nos muestra en cientos de miles de casos cada año a lo largo de todo el mundo que el médico está sometido al error, tal y como lo están los físicos, los biólogos, exactamente igual que los fontaneros, los vendedores de garbanzos o los albañiles.
Es falso, es mentira, que la Ciencia lo pueda todo y que su desarrollo sea ilimitado. La Ciencia es una herramienta ( la más segura) en forma metodológica que nos permite y ayuda a conocer y entender mejor nuestro entorno, desde los más remotos y recónditos rincones del Universo, a lo más pequeño e invisible que portamos nosotros mismos. Además, quien inventa y maneja esa herramienta es el propio hombre, criatura pequeña, limitada en sus cualidades y posibilidades. Luego, si él mismo es tan limitado ¿cómo aspira a un poder omnímodo?
La respuesta es clara, puesto que la Ciencia es acumulativa, el hombre se cree el mito que él mismo se ha creado. Con ello, se cree que él ha sustituido a Dios, se ha deificado a sí mismo, se conduce como el nuevo rico que cree que con dinero todo lo tiene y todo se le permite hasta que vuelve a encontrarse con la verdadera realidad. Y así le acabará pasando al hombre positivista, materialista, hedonista y ateo.
El Sr. PUNSET es de esa especie, es de los que cree que la ciencia proveerá, que la ciencia se desarrollará indefinidamente, y que sin duda lo ha debido observar en su bola de cristal, la cual le permite observar el futuro, ese insondable incognoscible: ese ¿qué pasará en el mañana de dentro de 1, 10, 500 ó 1000..., años? A esa fe éstos destructores de mitos siguen llamándola ciencia. Si bien la ciencia es lo conocido y contrastado, pero nunca suficientemente, que no es ni dogma ni axioma, y mucho menos fantasía ideologizada.
El personaje en cuestión escribió un libro entero, ¡todo un libro! para justificar la física y la química del amor, como si éste estuviera condensado en tales estrechos límites. No sé si llegaría a "demostrar" la trascendencia del amor, o el altruismo, o la proyección de tal hasta llegar a lo inmaterial. Pero no es nada difícil afirmar que no hay nadie sensato, con los pies en el suelo y la cabeza sobre los hombros, que cuando conoce a la mujer de sus sueños o viceversa, se pone a realizar cálculos infinitesimales sobre las actividades neuronales y sinápticas, aplicando raíces cuadradas, realizando mezclas y soluciones, aplicando los correspondientes reactivos o calculando las valencias de sus sentimientos. Si se condujese de tal modo, la afortunada "persona elegida" estaría en todo su derecho de salir corriendo y llamar a los loqueros.
Pero el positivista Sr. PUNSET llega al convencimiento, total, aunque obviamente subjetivo (vamos, que se lo parece a él) de que la ciencia materialista explica, finalmente, nada más y nada menos que el amor, ese sentimiento que no tiene definición posible y que hasta nos permite sentir la comunicación con Dios, es física parda.
El día en el que el mito de la religión cientificista sea dogma incuestionable y de obligado cumplimiento, cuando llegue ese día en que un abuelo no le pueda contar "Caperucita" a su nietecita antes de dormir, ese día habrán matado al Hombre.
A modo de conclusión, se puede afirmar que la Ciencia le importa un soberano pito a la inmensa mayoría de la población mundial. Lo que interesa del Poder a quienes lo detentan es que pueden generar "clientelismo" mientras tengan "cargos y dinero" para repartir. En un sentido analógico, lo que interesa de la Ciencia a los que no son verdaderos científicos (es decir, los que más chillan), es que ésta genera "tecnología y dinero", con los que se alimenta todo el proceso de producción de bienes de consumo. El día en que la Ciencia sea prescindible para la Tecnología, la Ciencia dejará de interesar. Al individuo de la calle que consume bienes tecnológicos, le importa un bledo cuál es la naturaleza de la luz, o qué es un quanto (ya estuvo en el colegio y pasó de ello y cuanto se le asimilaba, ya fuera Biología o Historia), le interesa el último móvil, el "MP18", o sacar la cartera del bolsillo y comprar cualquier artefacto que le haga sentir que forma parte del proceso, que es el elemento imprescindible al que está dirigida la cadena productiva.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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