Habiendo leído el Popol Vuh (el libro sagrado de los mayas) por interés científico, y estudiado diferentes libros sobre culturas precolombinas, entre ellas la de la cultura maya, puedo decir que aunque el artículo en el primer párrafo tiene un tufazo eurocéntrico despreciativo, el resto es acertado y muestra claramente que el tema del calendario maya y su apocalipsis es un invento de escritores sensacionalistas que buscan hacer caja con sus entelequias.
Personalmente, he preguntado a una persona maya qué le parecía esto del 21 de diciembre del 2012, y la mujer se reía. Me dijo que eso era una paranoia de los extranjeros que no conocían la cultura maya ni su concepción cíclica del tiempo. El próximo viernes no va a venir Kukulkán ni los gemelos Hunahpú e Ixbalanqué a destruirnos como a los señores del Xibalbá, sino que sencillamente el calendario maya empieza otro ciclo. Punto.
Las destrucciones que hacen los dioses mayas al inicio del Popol Vuh contra sus creaciones no van marcados por pautas cíclicas o cronológicas, sino que eliminan a sus criaturas o bien porque no se sostienen físicamente (están hechos de barro), no tienen sentimientos (los de madera), o no les adoran (los de carne). Sin embargo, el último tipo de hombre que hacen (el del maíz) parece que ya sí les rinde sacrificios y se quedan contentos.
De todos modos, estas histerias colectivas son consecuencia del abandono de la religión cristiana y su sustitución por todo tipo de amalgamas que en vano tratan de suplir el vacío tan grande que deja. ¡Qué razón tenía Chesterton!
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