El año morisco
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Arjun on Junio 13th, 2009 |
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Webislam es una de las mayores referencias islamistas en la red en España. Su razón de ser es la reivindicación de la España musulmana, la exaltación del Califato de Córdoba y la propagación del mito del “paraíso pérdido” de Al-Ándalus, sobre un fondo, muy al gusto actual, de tolerancia, convivencia, mutuo respeto e interculturalidad supuestas de aquél Edén terrenal.
No suelo asomarme a este tipo de fuentes, por su condición de oficinas de propaganda del moro en su afán de restaurar lo que felizmente nuestros antepasados destruyeron hace 500 años ya. (La filmación, en realidad corresponde a un programa de TVE2). Aún así es aleccionador tomar conocimiento de lo que dice y piensa el enemigo. La aparente mansedumbre del pueblo español y la extendida tolerancia de la sociedad española actual les permiten a sus enemigos históricos explayarse sin demasiados tapujos y desvelar parte de su juego, libres de temor y complejos.
Una de las tácticas del movimiento que busca la restauración de Al-Ándalus consiste en asociar a ese proyecto a intelectuales y académicos españoles que hacen suyas esas tesis y que le permiten al moro presentarse en sociedad bajo un ángulo más favorable frente al público español. (Presten atención a la primera parte del vídeo, donde veremos un ejemplo claro de este proceder, y se establecen las líneas maestras de la campaña de reivindicación de la memoria de los moriscos: su supuesta españolidad. Aparece una supuesta especialista en el tema presentada como “colaboradora”, cuando en puridad deberíamos decir “colaboracionista”).
El tema de los moriscos y su expulsión constituye, a mi entender, una pieza de primera importancia en el proceso actualmente en curso de islamización de España. Este proceso que no es privativo de España, sino de gran parte de Europa Occidental, tiene en España una particularidad propia y casi única en el continente europeo: el antecedente del dominio musulmán de España durante cerca de 8 siglos. Esta circunstancia coloca a nuestro país en una situación distinta a aquellos países europeos que no tienen un pasado musulmán, o por decirlo así: que carecen de un capítulo musulmán en algún momento de su historia. Aquí la islamización adquiere para los islamistas una importancia muy particular, pues no se trata de conquista propiamente dicha de un territorio de infieles, sino de recuperación de un bien propio largamente expoliado: una vuelta a casa.
Se cumple este año el 400º aniversario de la expulsión de los moriscos por orden de Felipe III (1609). A pesar del silencio oficial de parte del Gobierno ante esta efemérides (lo que le ha sido reprochada desde ciertos sectores musulmanes y colaboracionistas), podemos esperar que de aquí en adelante empezaremos a oir hablar cada vez más de los moriscos y sus peripecias. La campaña de lo que podemos adelantarnos a denominar, sin miedo a equivocarnos en mucho, de “recuperación de la memoria histórica morisca” ya ha comenzado con un documento firmado por un ramillete de intelectuales del régimen pidiéndole al Gobierno una declaración condenando el destierro de los moriscos y ofreciendo disculpas oficiales por aquella medida. Es decir que el Parlamento Español, el Presidente del Gobierno (o tal vez el Rey), en nombre del pueblo y la nación española, pida perdón a la morisma internacional, o quizás más modestamente a los supuestos descendientes de aquellos musulmanes, por haber liberado nuestros antepasados a España de la tiranía jihadista que la asoló durante más de 30 generaciones. A veces cuesta creer lo que está pasando, y sin embargo así es.
Estas son las primeras salvas que anuncian lo que vendrá: pasaremos pronto a acciones más ruidosas y de mayor calibre. Esa campaña constará de varias etapas. La primera consistirá basicamente en hablar del tema, “hacer pedagogía” ante un público en su mayoría ignorante del tema en cuestión y “sensibilizarlo” acerca de lo que se le presentará (desde todas las cadenas de televisión y los periódicos del régimen, más los intelectuales de izquierda, los artistas, etc.) como el injusto tratamiento de los moriscos, víctimas, como no, de la intolerancia, del prejuicio, del racismo y … de la islamofobia.
Seguidamente se procederá a la culpabilización de la España católica, intolerante, cerrada sobre sí misma, etc. Aquí las tintas con las que se pintarán a los españoles serán particularmente oscuras. Y a través del cuadro de esa época, dibujado en clave antiespañola y proislámica, se hará, “por elevación”, la crítica de la España actual, que sigue el mismo camino de rechazo del otro, del diferente, que no ha superado las antiguas fobias y sus enemistades del pasado que le ensucian el alma y le nublan el entendimiento, etc, etc… Debemos esperarnos a derroches de lirismo y exclamaciones ditirámbicas acerca de la bondad de los moriscos y a una orgia lacrimógena ante el dolor por el crimen cometido.
Una vez asentada en las mentes esa versión como cierta y verdadera (al margen de todo debate serio sobre la cuestión para no “perturbar” al público con la duda de la veracidad del relato oficial y no inducirlo a hacerse preguntas sobre la verdadera naturaleza de aquel suceso), y demostrada la culpabilidad española, entraremos en la fase del arrepentimiento y las disculpas oficiales, paso previo a las esperadas e inevitables reparaciones, primero simbólicas y dirigidas a la memoria de los lejanos moriscos, después en dinero constante y sonante del presupuesto nacional y medidas administrativas de privilegio a los descendientes de los desterrados. Suena esto tan absurdo y descabellado que podemos darlo por cierto teniendo en cuenta la catadura moral e intelectual de nuestros gobernantes.
“Hay que recuperar la memoria histórica”, será la orden del día que se impondrá a todo el país, día y noche a través de los medios adictos a la secta de iluminados y traidores que tienen las riendas del poder. Se creará la oportuna comisión ad hoc con un alto comisario a su cabeza, y empezará el baile de reuniones, de consultas, de encuentros, de expedientes, de estudios, de peticiones, de contactos con propios y ajenos, de viajes y congresos internacionales, etc.
En primer lugar, se adoptarán medidas de carácter eminentemente simbólico, declaraciones, discursos, palabras y más palabras, papeles membreteados y más papeles membreteados. Pero pronto se pasará a medidas más concretas y materiales para expiar el “pecado” de nuestros antepasados, que pesa sobre nuestra conciencia de españoles del tercer milenio con el terrible peso de la culpa no asumida y el daño no reparado.
No se escatimarán medios para identificar (y me temo que localizar) los posibles descendientes de aquellos “españoles” desterrados. Ni faltarán tampoco los especialistas que se entregarán a los cálculos necesarios para cuantificar en euros de curso legal el valor, a día de hoy, de los bienes expropiados a los expulsados.
La maquinaria propagandística del régimen nos machacará sin descanso con la versión de la “españolidad” de los moriscos (que se querrá hacer extensiva a sus descendientes) con la finalidad de preparar a la opinión pública ante la prevista aplicación de medidas excepcionales para otorgar a esos supuestos “españoles errantes” (por lo menos a una buena parte de ellos) la nacionalidad española y hacerlos volver a “su” patria por la puerta grande. (La actual entrega de la nacionalidad española a todos los cubanos que acrediten una gota de semen ibérico en el útero de su tatarabuela bambara o yoruba no hace augurar nada bueno en el caso presente).
Como telón de fondo de esta operación aparece la voluntad de cuestionar y reescribir la historia de España en clave proislámica y antioccidental. Toda la historia de la larga lucha contra el usurpador musulmán opresor del pueblo español quedará reducida a un conflicto entre españoles de distinta confesión: una guerra civil entre facciones de un mismo pueblo. Es altamente improbable que nos libremos de la analogía obligada: Así como el fascista Franco derrotó a los republicanos y echó medio millón de españoles del bando vencido al exilio, así el ultracatólico Felipe III (completando la obra de Fernando e Isabel) expulsó a los españoles musulmanes definitivamente derrotados. Este es el cuento que nos van a vender. Nosotros podemos no comprarlo.
Estamos gobernados por dementes y vendepatrias que buscan activamente la destrucción de la nación española y el aniquilamiento del pueblo español.
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