Evangelii Gaudium vs. St. Tomás de Aquino
Desde EEUU
Entre mis amigos americanos se encuentran algunos que le profesan un gran amor a Santo Tomás de Aquino, a quien leen con cierta regularidad. Ayer, Stephen me comentaba, con cierta tristeza, la distorsión que de la doctrina del Aquinate se hace en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium.
Así, en el párrafo 40 de dicha Exhortación se trae a colación la doctrina de Santo Tomas, por lo demás recogida por toda la Tradición católica, de que la multiplicidad y variedad de los seres creados no es más que una consecuencia de la voluntad de Dios, como Primer Agente, para que su infinita bondad pueda ser representada adecuadamente (S. T. I, q. 47, art. 1). Con esta cita del Santo se pretende justificar las distintas líneas de pensamiento filosófico y teológico como si todas ellas fueran válidas y cada una de ellas fuera como un ser incompleto que necesita de la otra línea de pensamiento para ser completada y reflejar así mejor la verdad de Dios.
No hace falta ser muy inteligente para preguntarse con admiración qué demonios tiene que ver lo que dice Santo Tomás con la línea argumentativa del Papa Francisco. Por lo demás, si a lo que el Papa pretende dar carta de naturaleza es a múltiples escuelas teológicas, entonces sólo queda lamentarnos de lo lejos que quedan ya las constantes recomendaciones y numerosos avisos de los papas anteriores que nos advertían del desastre que se produciría en la teología, y, por lo tanto, en la vida de la Iglesia, si se abandonase o relegara a un segundo plano la teología tomista.
La segunda adulteración de lo enseñado por Santo Tomas tiene lugar en el párrafo 43 de la Exhortación, donde el Papa escribe:
Del mismo modo, hay normas o preceptos eclesiales que pueden haber sido muy eficaces en otras épocas pero que ya no tienen la misma fuerza educativa como cauces de vida. Santo Tomás de Aquino destacaba que los preceptos dados por Cristo y los Apóstoles al Pueblo de Dios « son poquísimos ». Citando a san Agustín, advertía que los preceptos añadidos por la Iglesia posteriormente deben exigirse con moderación « para no hacer pesada la vida a los fieles » y convertir nuestra religión en una esclavitud, cuando « la misericordia de Dios quiso que fuera libre” (S.T. I-II, q.107, art. 4). Esta advertencia, hecha varios siglos atrás, tiene una tremenda actualidad. Debería ser uno de los criterios a considerar a la hora de pensar una reforma de la Iglesia y de su predicación que permita realmente llegar a todos
Límites de espacio nos impiden una demostración prolija de los absurdos que se le hacen decir al Doctor Angélico, y cómo es totalmente deshonesto, impropio de un documento papal, falsificar lo que realmente dice Santo Tomás para hacerle apoyar una postura determinada nuestra que sabemos va a escandalizar al pueblo fiel. Dejemos hablar al Santo en su artículo 4 de la cuestión 107 de la I-II:
Santo Tomás se plantea la siguiente pregunta: ¿Es la ley nueva más gravosa que la antigua? A continuación expone el Santo las razones por las que pudiera parecer que la Nueva Ley es más gravosa que la Antigua:
. Los mandamientos de la nueva ley son más difíciles en acto que los de la antigua.
. Los mandamientos de la antigua ley prometen prosperidad terrena al que los cumpla; los que cumplan los mandamientos de la nueva padecerán persecución, como nos dice el mimo Jesucristo.
. La nueva ley resulta de la adición a la antigua; pues la antigua ley prohibió el perjurio, y la nueva también el juramento; la antigua prohibió abandonar a la esposa sin libelo de repudio, y la nueva prohibió en absoluto el divorcio, como consta en Mt 5,31 s.
Santo Tomás pasa luego a exponer sus argumentos de por qué la Nueva Ley es menos gravosa que la Antigua, que son principalmente dos:
- Respecto de los actos exteriores de virtud que prescribe la ley, la antigua ley es mucho más grave que la nueva, pues aquélla obligaba a múltiples ceremonias, a muchos más actos que la ley nueva. Esta, a los preceptos de la ley natural [obsérvese que esta referencia a la Ley Natural, que es de extrema importancia, falta en la Exhortación papal] sólo añadió muy reducidas cosas en la doctrina de Cristo y de los apóstoles, aunque algunas más se añadieron después por determinación de los Santos Padres, y aun en estas cosas dice San Agustín que ha de haber moderación, para no hacer a los fíeles pesada la vida.
- Respecto de los actos interiores de virtud prescritos por la ley, por ejemplo, el que uno ejecute los actos de virtud pronta y deleitablemente…por este capítulo, los preceptos de la nueva ley son más pesados que los de la antigua, pues en la nueva se prohíben incluso los movimientos interiores del alma, que no se prohibían expresamente en la antigua en todos los casos, aunque sí en algunos, en cuya prohibición, sin embargo, no se añadía castigo. Y esto es dificilísimo al que no tiene virtud. En este sentido se dice en 1 Jn 5,3 que sus mandamientos no son pesados; exponiendo lo cual, dice San Agustín que no son pesados para el que ama, pero sí para el que no ama; el amor hace fáciles y casi triviales todas las cosas difíciles y duras.
Desgraciadamente, este segundo punto, que aclara completamente el tema, es totalmente omitido en la Exhortación papal.
A la vista de lo expuesto, podríamos preguntarnos: ¿Alguien en su sano juicio puede deducir de la lectura de este artículo que los preceptos dados por Cristo y los Apóstoles al Pueblo de Dios « son poquísimos »? ¿Apoya esta cita el deseo del Papa Francisco de una reforma de la Iglesia y de su predicación? ¿Acaso no argumenta Santo Tomás que los preceptos de la Nueva Ley son mucho más exigentes que los de la Antigua, aunque éstos fueran más numerosos que aquellos, pero que el amor a Cristo y la ayuda de la gracia hacen que se puedan cumplir con menor dificultad e incluso con alegría?
Sería deseable más honestidad intelectual en documentos oficiales, opina mi amigo Stephen.
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