Revista ¿QUÉ PASA? núm.200, 28-Oct-1967
Iglesia del Silencio
(…) A la Iglesia de los países de detrás del «telón de acero» (países comunistas) se la llama la Iglesia del Silencio porque el progresismo vociferante tenía que llamarla de alguna manera, pero en realidad esa Iglesia perseguida, acosada, encarcelada, encadenada, es la porción de la Iglesia Católica Apostólica Romana que más constante, clara y elocuentemente, viene hablando a la Cristiandad Católica del Mundo.
(...) Harto hacemos con acusar, en la modestia de nuestras posibilidades a los elementos de nuestro propio pueblo que se producen religiosa y políticamente en favor de los que aguardan el momento para caer sobre la Iglesia española y volver a las persecuciones, expolios y matanzas de hace tan sólo seis lustros.
La llamada Iglesia del Silencio, si fervorosamente la contemplamos y compasivamente la asistimos, nos convencemos de que, con relación al Reino de Cristo y a la prevalencia de Su Iglesia, en lo eterno, sobre las conmociones temporales que promueve Satanás, la Iglesia verdaderamente del Silencio, de la Convención y del Acomodo, somos nosotros. Y que la Iglesia del Divino Clamor y de la Sobrenatural Pelea por la Fe, por los Dogmas, por la Tradición y los Depósitos Sagrados de Roma, son esas Iglesias en cautividad.
¿Es que la Iglesia del Cardenal Mindszenty (Hungría comunista) es una Iglesia manca, sorda y muda? Permítame usted un símil concluyente.
La Iglesia del Silencio—así llamada inicuamente—es la Iglesia que se bate heroica, en un mundo satanizado, contra las hordas y los Estados deicidas... En el combate, que dura ya muchos lustros, esa Iglesia tiene como baluarte su Alcázar de Toledo y su General Moscardó en el Cardenal Mindszenty... ¿Cuántos años lleva este General Moscardó de los Ejércitos de Cristo Rey sitiado en su Alcázar de Budapest? ¿A cuántas tentaciones de entrega, de rendición, de capitulación ha resistido?
Ayer mismo (1967), el Cardenal Franz Koenig, de Viena, que fue a tentar al Cardenal sitiado para que se rindiese, salió del Alcázar de Budapest como salió del de Toledo el P. Vázquez Camarasa hace treinta y siete años... Y es que el Cardenal Mindszenty, por su Iglesia, por su Cristo, por su Fe, sólo permitirá que se le libere como un héroe por los héroes de los Ejércitos del Señor, o que se le canonice como un Mártir. Lo mismo que el General Moscardó y sus leales, que dejaron que se volviera solo al campo de los sitiadores y debeladores el P. Vázquez Camarasa, para ser liberados por los héroes que se alzaron por Dios y por la Patria o inmolarse dichosos como Mártires. Entregarse? ¿Rendirse? ¿Dialogar? ¿Convenir y convivir con Satanás y sus agentes? ¡Jamás! ¡Eso jamás!
Suponemos que a un Cardenal como Mindszenty, y a una Iglesia como la que encarna en su existencia de sublime perseguido, acosado y sitiado, no volverá usted a tenerles por un Príncipe mudo y por una Iglesia Silenciosa. Lo que ocurre es que hablan un idioma engendrado en el heroísmo y la santidad. Y ese lenguaje, que nadie quiere oír, universalmente se da por no proferido ni, naturalmente, escuchado.
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