«La Iglesia tiene que corregir su orientación y volver a las fuentes de la tradición»
«En 40 años más de 50.000 sacerdotes se han secularizado y los seminarios están vacíos; vemos realmente la esterilidad»
CARLOS MESTRE SACERDOTE DE LA FRATERNIDAD DE SAN PÍO X DE LEFEBVRE Gijón, J. MORÁN
La primera misa tridentina celebrada en Asturias este sábado, justo después de que entrara en vigor el permiso del Papa Benedicto XVI sobre la liturgia tradicional, fue dicha por el sacerdote Carlos Mestre, que desde hace años se desplaza mensualmente de Madrid a Oviedo para reunir a unos 25 feligreses que se mantienen fieles a la eucaristía en latín, anterior a la reforma del Concilio Vaticano II.
Mestre pertenece a la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, la institución más visible del tradicionalismo católico, que abarca alrededor de un millón de creyentes en treinta países, según algunas estimaciones. La Fraternidad fue creada en 1970 por el obispo Marcel Lefebvre y defiende desde entonces la tradición de la Iglesia por encima de las reformas del Vaticano II. En 1988 Lefebvre y cuatro obispos a los que ordenó sin permiso de Roma fueron excomulgados por el Vaticano, pero la Fraternidad no aceptó esta sanción, alegando que las ordenaciones se habían producido en un estado de necesidad, para dar continuidad a su institución. Carlos Mestre, barcelonés de 37 años, ingresó en la Fraternidad en 1987, y fue ordenado en 1993. Celebra la misa tridentina como «vía de santificación del sacerdote», según el fin de su congregación.
-Tras la excomunión de Lefebvre, ¿en qué situación canónica viven ustedes?
-Formamos parte de esta congregación y nos sometemos al mandato del superior general.
-Roma admite la validez de sus ordenaciones sacerdotales, pero les considera suspendidos «a divinis» ¿Es así?
-No tenemos ningún tipo de censura ni pena canónica que nos limite en nuestra labor sacerdotal.
-¿Las misas que ustedes celebran son válidas?
-Roma nunca ha planteado dudas sobre la validez de la misa celebrada por los miembros de la Fraternidad ni sobre su ordenación sacerdotal.
-Pero ¿le gustaría a usted ser un sacerdote católico plenamente reconocido?
-Estoy convencido de hacer lo que debo hacer, como sacerdote y como miembro de la Iglesia. Nunca he aceptado que se suponga que estoy fuera de la Iglesia.
-¿Hay negociaciones entre el lefebvrismo y Roma?
-Ha habido varios contactos que se inician en el año 2000, y varios encuentros con el cardenal Darío Castrillón, pero se han estancado.
-Significado del «motu» de Benedicto XVI que libera la misa tridentina.
-Nos parece un paso muy importante a favor de la tradición. Es innegable que el Papa ha tenido que hacer frente a una oposición bastante dura por parte de obispos, como él mismo recuerda en la carta que acompaña al «motu». Apreciamos ese esfuerzo y la voluntad del Papa de haber casi impuesto el «motu».
-¿En lo práctico?
-El Papa deja claro que la misa tradicional nunca fue prohibida. Esto es importante, porque, de hecho, muchos obispos y sacerdotes trataron la misa tradicional como prohibida. La persecución que se ha tenido con la misa tradicional y con los sacerdotes que la celebraban era injusta.
-El tradicionalismo católico.
-Si bien todo católico tiene que ser tradicionalista, porque hay una tradición aplicable, los tradicionalistas ven el problema del Concilio Vaticano II y de la nueva misa y se atienen a la enseñanza anterior a 1962.
-¿Es la misa tridentina la señal de identidad del tradicionalismo?
-Hay un armonía entre las enseñanzas del Vaticano II y la nueva misa. La misa, siendo el culto público de la Iglesia, es la manera más directa de llegar a los fieles. Y ese rito transmite una enseñanza. En esta crisis de la Iglesia la nueva misa es la punta del iceberg de una serie de contenidos doctrinales tras el Concilio que nosotros estamos dispuestos a discutir con el Vaticano.
-¿Llegó Lefebvre a decir que la misa reformada era herética?
-Nunca, pero sí favorece o puede facilitar que un católico vaya perdiendo la fe poco a poco.
-¿Y sostuvo que el Vaticano II era herético?
-Hay doctrinas que son heréticas en cuanto a que se alejan de la ortodoxia. La doctrina sobre la libertad religiosa, sobre el ecumenismo... por ejemplo.
-Entonces, plantean ustedes una discusión doctrinal con la Santa Sede...
-Consideramos que tiene que haber un momento en el que se saquen a diálogo o a conversación esas novedades del Concilio. Tras el Vaticano II se nos habla de nueva misa, de nuevos sacramentos, de nuevo Catecismo de la Iglesia, de nuevo padrenuestro, de nuevos misterios del rosario, de nuevo Código de Derecho Canónico. Todo es nuevo y consecuencia del Vaticano II.
-¿Qué ha de hacer la Iglesia?
-Tendría que volver a las fuentes de la tradición, a ese magisterio por el cual la Iglesia cumplía con su misión de evangelización, de predicación del Evangelio, de conversión de las almas a Cristo, sencillamente.
-¿No les produce vértigo pedir a toda una institución como la Iglesia que rectifique?
-Desde el momento en que se toma una mala orientación corregirla es lo correcto. Por ejemplo, en el ecumenismo que nace del Concilio. No se cumple con ello la misión de la Iglesia, que es la extensión del Evangelio. Ahora se busca el diálogo y se evita el proselitismo, es decir, la labor de conversión de las almas. El Vaticano dice que «la Iglesia de Cristo está presente y operante en las iglesias y comunidades eclesiales que aún no están en plena comunión con la Iglesia católica, gracias a los elementos de santificación y verdad presentes en ellas». No estamos de acuerdo en que Cristo esté presente y operante en comunidades protestantes y anglicanas. ¿Cómo la iglesia protestante puede ser medio de salvación cuando me está hablando en contra de la Virgen, cuando me niega la confesión, cuando me dice que no hay presencia real en la eucaristía? Más que medios de salvación son obstáculos al Espíritu Santo.
-¿Los católicos conservadores y ustedes coinciden?
-En varios puntos, si bien no con la misma profundidad, pero coincidimos en el valor de la liturgia tradicional, en la extrañeza ante esta nueva orientación de la Iglesia, y en la no aceptación de reformas o cambios que llegan al punto de ser escandalosos.
-¿Por ejemplo?
-En la celebración de las misas. El mismo Papa, en la carta a los obispos que acompaña al «motu», reconoce que ha habido muchos abusos e irregularidades.
-El Pontificado de Benedicto XVI desde la perspectiva del tradicionalismo.
-Insiste mucho en la continuidad del Concilio con la tradición. Está haciendo mucho hincapié en que no hay ruptura en la enseñanza o la liturgia posconciliares. No lo compartimos porque consideramos que a partir del Concilio se da una ruptura; no es algo que complemente lo anterior, sino que se opone a la orientación previa.
-¿De haberse mantenido la Iglesia firme en la tradición hubiera resistido mejor la secularidad?
-Sí. Lo que se da a partir del Concilio es una inestabilidad en la enseñanza o en la moral. No es normal que en el período de 30 o 40 años haya habido más de 50.000 secularizaciones de sacerdotes. Los seminarios están vacíos, las congregaciones carecen de vocaciones, vemos realmente una esterilidad. Hay que ir a las causas de este desajuste y de esta crisis que está viviendo la Iglesia.
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