Por supuesto, ninguna fiesta sin su tonto. Desde Barcelona ya han pedido la retirada de la estatua. Me quedo sin palabras.
Por supuesto, ninguna fiesta sin su tonto. Desde Barcelona ya han pedido la retirada de la estatua. Me quedo sin palabras.
Señor, haz de mi espada luz para los que te buscan, fuerza para los desalentados, esperanza para los oprimidos, misericordia para los arrepentidos y justicia para los excluidos.
BLAS DE LEZO Y UN PAR DE IDIOTAS
CARLOS HERRERA
DESDE esta Sevilla que hoy despide emocionada a Cayetana de Alba y a Francisco Alorda, gran fotógrafo y amigo llevado a la ruina por las denuncias falsas de maltrato a su pareja que le han llevado a la muerte, no puedo por menos que considerar que vivimos en un país en el que el número de gilipollas sobrepasa alarmantemente la media mundial que se considera razonablemente admisible.
La Comisión de Presidencia y Régimen Interior del Ayuntamiento de Barcelona ha exigido al Ayuntamiento de Madrid que retire inmediatamente la estatua dedicada al marino vasco Blas de Lezo por haber sido uno de los protagonistas del bombardeo de la Ciudad Condal durante las fricciones consecuentes a la guerra de Sucesión –que no de Secesión– de aquel tiempo en el que la novelería catalana localiza las incubadoras de su Nación permanentemente reprimida. Sorprende, en primer lugar, que personas supuestamente ilustradas se permitan deslices propios de colegiales sulfurados, pero más allá de la facilidad que tiene cada cual para caer en ridículos escénicos, llama la atención que consistorios enteros estén dispuestos a retratarse como un grupo de imbéciles de baba fácil. Blas de Lezo, reciente y tardíamente homenajeado por el país que le vio nacer, vasco de Pasajes, almirante por excelencia en el combate, es una de esas glorias nacionales que cualquier país en el mundo le habría dedicado estatuas conmemorativas en el seno de sus sedes soberanas. Llamado «Patapalo» por haber sufrido la amputación de su pierna en una de sus muchas batallas, De Lezo anduvo de aquí para allá al servicio de quien consideraba su Señor. Destacó en todas y cada una de las batallas contra los ingleses convirtiéndose en su auténtica pesadilla, derrotándoles mediante métodos de abordaje directo y casi suicida. Valiente hasta el último aliento, se convirtió, con los años, en el gran defensor de Cartagena de Indias –entonces tierra española–, ante el acoso de los asaltantes piratas, dejando testimonio documental de su pericia, arrojo y hombría. Blas de Lezo no tenía en territorio nacional reconocimiento digno a sus muchas gestas: el Ayuntamiento de Madrid, a iniciativa popular, reprodujo recientemente en forma de estatua el cuerpo mutilado a balazos, cañonazos y trancazos de uno de los españoles más valientes y admirables de la historia pendenciera que todos los países guardan en su capítulo de gestas. Blas cambió la historia de España y de lo que después sería Colombia al resistir las embestidas del almirante Edward Vernon, y lo hizo siendo un «Mediohombre», tuerto, cojo y medio manco. España no había reconocido aún su hidalguía, quizá por esa tradición tan española de avergonzarse de sus héroes, de mirar para otro lado y no aplaudir en bronce el nombre de sus hijos más valientes. Felizmente, tiene hoy un pedestal sobre el que reedificar su ejemplo. Y justamente cuando eso ocurre van unos cuantos cretinos del Ayuntamiento de Barcelona y proponen su derribo en función de vaya usted a saber que pendencia histórica relacionada con el acoso a Barcelona en tiempos de la contienda sucesoria entre Austrias y Borbones. Dos perfectos necios de nombre Laporta y Portabella, conocidos por coleccionar estupideces en alud, han conseguido que el consistorio barcelonés eleve a oficial la petición al madrileño de la retirada de la estatua, como si no tuvieran otra cosa que hacer en Madrid que responder a los caprichos de niñatos indocumentados faltos de otras ideas y presos de aburrimiento generalizado. Lógicamente han motivado más la risa que el lamento.
Blas de Lezo falleció a consecuencia de la epidemia de peste que provocaron los propios cadáveres ingleses tras el asedio a la perturbadoramente bella Cartagena de Indias. De haber existido idiotas como los anteriormente mentados, el héroe vasco hubiera muerto de asco por pensar que en su mismo país pudieran existir necios de tal calaña. Qué le vamos a hacer.
Histrico Opinin - ABC.es - viernes 21 de noviembre de 2014
Ridículo del Ayuntamiento de Barcelona a propósito de Blas de Lezo
Era previsible, partiendo la iniciativa del fiestero Laporta.
Madrid acaba de inaugurar un monumento a Blas de Lezo, el marino vasco que defendió Cartagena de Indias del ataque inglés y que consiguió una victoria increíble, en notables condiciones de inferioridad, que aún hoy admiran a quien se acerca a los sucesos. Blas de Lezo es un personaje de película, un vasco que nos hace sentir orgullosos a todos los españoles.
En estas que llega Laporta, totalmente fuera de onda e intentando recuperar algo de protagonismo y justificar su sueldo de concejal de Barcelona. Entre puros, combinados, yates y fiestas de la espuma, Joan Laporta vio su oportunidad: proponer que el Ayuntamiento de Barcelona exija la retirada de la estatua a Blas de Lezo argumentando que, un cuarto de siglo antes, cuando iniciaba su carrera militar, el vasco participó en el sitio de Barcelona por parte de las tropas borbónicas. Dicho y hecho. El problema es que, como señala Xavier Theros en El País, ¡es la misma Barcelona quien tiene monumentos a personajes que bombardearon la ciudad, y con mayor responsabilidad que el entonces aún muchacho Blas! Empezando por la estatua al general Joan Prim, “bajo cuya autoridad los cañones del castillo de Montjuïc y de la Ciutadella estuvieron lanzando proyectiles contra Barcelona durante tres meses seguidos, entre principios de septiembre y el 20 de noviembre de 1843.” Y siguiendo por la calle del Duque, en honor al Duque de la Victoria, Baldomero Espartero, quien “defendía la necesidad de bombardear Barcelona una vez cada cincuenta años, a fin que la nación viviese pacíficamente, libre de los insurrectos catalanes [y que] bombardeó nuestra ciudad durante trece horas seguidas, en diciembre de 1842“. Pero claro, debe de ser demasiado pedir que un concejal de Barcelona sepa qué estatuas y calles hay en su ciudad, ocupado como estará en sus puros y sus copas. El caso del alcalde, Xavier Trias, que se apuntó rápidamente al carro, es explicable: dedica su tiempo a recaudar dinero de los barceloneses para entregárselos a la quebrada Generalitat, con el fin de que ésta pueda seguir su campaña de propaganda separatista.¡Menuda pareja y menudo ridículo! Ya lo saben, antes de pedir cuentas fuera, mejor barran su casa.
Gràcies Joan i Jordi. Blas y los dolços queremos más como vosotros.
Quan més parlen els nacionalistes, més catalans fugen de la seva ideologia.
Austeridad, responsabilidad y valentía frente a derroche, superficialidad y oportunismo. ¿Cómo quiere que sean nuestros políticos?
Los millones de catalanes de seny -más del 70% según los números cocinados del buti- estaremos siempre agradecidos al vividor Joan Laporta y al gandul concejal de ERC Jordi Portabella. Su iniciativa de pedir a la alcaldesa de Madrid que retire la estatua a Blas de Lezo porque “bombardeó Barcelona”, ha dado la puntilla al separatismo después del desastre del 9N:
1- Millones de catalanes y de gentes del resto de España han conocido las hazañas del heroico almirante. Niños y mayores se interesarán por su obra y sus ideas. Su capacidad de servicio, entrega, austeridad y valentía serán ejemplo e inspiración para muchos.
2- Ya todo el mundo conoce que un vascongado de Pasajes fue uno de los grandes defensores de la obra de España. Sí, ser vasco y español era tan natural entonces como ser catalán y español. Como siempre. Normal. Porque el nacionalismo es un invento reciente.
3- Ha quedado groseramente de manifiesto el victimismo y la manipulación selectiva de la Historia que lleva a cabo el nacionalismo (el general Prim también bombardeó Barcelona y nadie pide retirar sus calles o estatuas, como tampoco piden Laporta y Portabella retirar las calles a Lezo en Vascongadas).
4- Los países de Hispanoamérica, como Colombia -donde Lezo es un héroe nacional- comprueban una vez más cómo el nacionalismo catalán es algo distante, ajeno, alucinado y desequilibrado. También el resto de países serios han podido comprobar lo atrabiliario del nacionalismo catalán. Com diria l´Obèlix: “Están locos estos separatistas“.
5- La inevitable contraposición entre la vida de Lezo y la de ambos políticos nacionalistas es devastadora para el sistema de valores secesionista. Austeridad, servicio y deber frente a derroche, aprovechamiento y ganduleria. Responsabilidad, determinación y valentía frente a superficialidad, oportunismo y chaqueterismo. Las biografías de Laporta (aprovechándose de su suegro y comportándose miserablemente con su mujer Constanza) o de Portabella (incapaz de ganarse la vida por si mismo y viviendo del presupuesto literalmente desde siempre, para desesperación de su padre, que luchó desde niño para ser oftalmólogo en Barraquer) son ridículas y vergonzosas frente al periplo vital del marino vasco. Els valors dels polítics del paísnou fan por.
Per tot això, gràcies Jordi i Joan! Volem més com vosaltres, perquè cada cop que el nacionalisme tronat parla, més catalans s´allunyen d´aquesta ideologia aliena i descendent.
Ah, y gracias también, Almirante Blas de Lezo. Como el Cid, ha demostrado Su Excelencia habilidad para seguir ganando batallas a los enemigos de España después de muerto.
Dolça i tronada Catalunya.
Gràcies Joan i Jordi. Blas y los dolços queremos más como vosotros. |
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