Re: Conozcamos cuales son nuestras aficiones.
No tengo uno preferido como tal pues hay muchos y, en mi opinión, los más atrayentes para mí son los menos turísticos. Hay mucha Casa-Fuerte en el Norte, pequeñas mansiones fortificadas que reflejan muy bien los modos de vida y la estructura social de siglos pasados. Había diferencias sociales claras, la sociedad era estamentaria pero para nada cerrada, y nobles, plebeyos y siervos, convivían casi juntos o al menos muy cercanos físicamente. Lo mismo que hoy en día que, viviendo en una sociedad teóricamente abierta, lo cierto es que o tienes dinero o no hay forma de relacionarte con ciertas esferas o con la misma "facilidad" con la que puedes acercarte a cualquier gañan, de los muchos que pueblan eso que se ha dado en llamar "clase política". Antes el "señor" era tal y ejercía como tal, ahora cualquier pelagatos con una gorra de marinerito ya se cree capitán general.
Por eso los castillos contienen esa imagen, pero también de resistencia frente a los prepotentes.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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