SEMBLANZA DE LEONARDO CASTELLANI
Buenos Aires - 2005
INDICE

Biografía
Listado de Obras
Aproximación a la obra de Leonardo Castellani - Ana Maria Llurba

El Misántropo (de "Martita Ofelia y otros cuentos de fantasmas)
Extractos de "Camperas"
La Verdad ( de "San Agustin y Nosotros")
Parábola del Sepulcro y las Víboras (de "Las Parábolas de Cristo")
La Provocación (de "Cristo y los Fariseos")
Leon Bloy, por Leonardo Castellani
Santo Tomás
Carta a Leónidas Barletta
Poesías



Presentar al Padre Leonardo Castellani es poco menos que imposible.
Basta con repasar tan sólo superficialmente su biografía y echar una mirada a vuelo de pájaro sobre su obra para darse cuenta de que no estamos ante un individuo común cuya existencia pueda ser resumida mediante el recitado institucional de las banalidades habituales.
Y es que Leonardo Castellani no fue un hombre común. Toda una generación — tanto de amigos como de adversarios — estaría dispuesta a testificar que fue un ser excepcional. Y para muchos de esa generación el "Padre Castellani" es prácticamente toda una leyenda.
Para los de la generación siguiente — que es la que hoy tiene entre veinte y treinta años, o un poco más — Castellani es un casi desconocido. No figura entre los "top ten" de ningún "ranking".
Y eso no es bueno. Las personas como él merecen un puesto en la Historia viva de la especie. Por honestas. Por sinceras. Por ser de una sola pieza y por no conocer de hipocresías. Castellani perteneció todavía a una generación de seres humanos con los que se podía estar de acuerdo, o en desacuerdo; pero no se podía dejar de respetarlos. A veces, de admirarlos. Aunque muchos de ellos — y Castellani era uno — probablemente hubieran recibido la admiración con cierta ironía.
Lo cual a veces me hace pensar que no tuvieron noción de su grandeza.
O la tuvieron, pero lo que sucede es que nosotros nos hemos ido empequeñeciendo.
Vayan, pues, estos textos y vaya esta semblanza como muestra — pequeña e insuficiente — de la envergadura de Leonardo Castellani y de lo que hemos perdido con su desaparición física.
Ojalá sirvan para mantener vivo entre nosotros a su espíritu y a su pensamiento.
Que, más allá de acuerdos o desacuerdos, buena falta nos hacen.
Denes Martos, Febrero 2005.

Leonardo Luis Castellani - Biografía
Nacido en Reconquista, Provincia de Santa Fe, República Argentina, el 16 de noviembre de 1899. Era hijo de Héctor Luis Castellani y Catalina Contepomi. Héctor Luis llegó a la Argentina en 1872 a los 5 años con su padre Leonardo, arquitecto florentino y fundador de la colonia San Antonio de Obligado en el norte santafesino. Don Héctor fue maestro normal y ejerció el oficio de periodista. Fundó y dirigió el periódico "El Independiente", el primero en el norte de Santa Fe. En la época de Leandro N. Alem, militó en la Unión Cívica Radical. Tras un confuso episodio con la policía provincial en 1906, Don Héctor recibió un pistoletazo que le produjo la muerte. Su madre, Catalina Contepomi, era nacida en la Argentina de una familia de inmigrantes friulianos, supuestamente descendientes de condes. Los Castellani Contepomi tuvieron otros tres hijos menores: María Magdalena, Luis Oscar y Armando Néstor.
En su niñez Leonardo Luis perdió un ojo que le fue reemplazado por uno de vidrio. Asistió a la escuela primaria particular de don José Parodi y en 1913 quedó pupilo en el célebre Colegio de la Inmaculada, dirigido por los padres jesuitas en Santa Fe. Allí conoce a dos amigos de toda la vida: el poeta Horacio Caillet Bois y el político sanjuanino Alberto L. Graffigna.
El 27 de julio de 1918 ingresó como novicio a la Compañía de Jesús en el Noviciado de Córdoba. En 1924 pasa al Colegio del Salvador en Buenos Aires donde enseñaba Castellano, Literatura, Historia e Italiano. Por esos años publica en la revista del Colegio su fábulas camperas.
En 1928 comienza sus estudios de Teología en el Seminario Metropolitano de Villa Devoto. A fines de 1929 es enviado a Europa a proseguir sus estudios.
En la Universidad Gregoriana de Roma tuvo como profesores al cardenal Luis Billot S.J. y al P. Charles Boyer S.J., entre otros grandes. El 31 de julio de 1930 el cardenal Marchetti-Selvaggiani lo ordena sacerdote en Roma.
El 8 de julio de 1932 parte para Francia, donde permanece tres años. El primer año, en Amiens-sur-Marne (Picardía), comienza estudios de filosofía. Pasa luego a París donde asiste a la Facultad de Filosofía de la Sorbona como alumno regular. Emile Brehier fue su profesor de Historia de la Filosofía. Concurre a cursos libres: al de George Dumas sobre examen clínico de enfermos mentales en "L'Asyle Sainte Anne" (1933-34), al de George Wallon sobre la escuela nueva (1932-33), y a los del P. Marcel Jousse S.J. --de cuyas ideas fue introductor en Argentina-- en "L'Ecole d'Antropologie" (1932-33) y en la "L'Ecole Practique des Hautes Etudes" (1933-34). Al finalizar el curso de 1934 se le otorga el diploma de "Etudes Superieurs en Philosophie, Section Psychologie".
En julio de 1934 va a Alemania y Austria con el patrocinio del embajador argentino en Francia, Dr. Tomás Le Breton, para profundizar sus estudios sobre Psicología y problemas educacionales. Visita escuelas especiales y reformatorios infantiles en Milán, Munich, Innsbruck y Viena. A principios de 1935 pone fin a su formación intelectual y regresa a su patria. Durante su estada en Europa había comenzado a colaborar en Criterio, lo cual sigue haciendo hasta 1942. Apareció además, en Buenos Aires, la primer edición en libro de sus Camperas.
En la ciudad eterna, se postuló al examen Ad Gradum, el cual exige el conocimiento y desarrollo de temas tan especializados y difíciles que, en cada siglo, uno o dos candidatos se presentan a rendirlos; mas, en ocasiones, ninguno los aprueba. Castellani, con notas todas sobresalientes, obtuvo el título más alto que la iglesia católica otorga a los más sabios entre sus doctores. Este título es el apodado "diploma bulado" por llevar como protocolización el mismo sello de plomo de las bulas pontificias. En él, el Su Santidad Pío XI y el General de la Compañía de Jesús, P. Wladimir Ledochowski, en 1931 acreditaron con su firma, que Leonardo Luis Castellani era "Doctor Sacro Universal" Cum licentia ubique docendi, cuyo título habilita a enseñar filosofía y teología en cualquier universidad católica del mundo sin reválida. El eximio título de Doctor Sacro Universal, asimismo, le daba derecho a publicar sus escritos sin censura previa, en los países donde no hubiese otro título igual o superior al suyo. Superior, no existía ninguno; igual, nadie lo tenía en la iglesia americana desde el Descubrimiento hasta él.
Fue teólogo, filósofo y poeta, y a juicio de un destacado filósofo actual, Héctor Mandrioni --quien fuera discípulo suyo--, "fue la inteligencia más brillante que produjo la Iglesia argentina" y fue también en buena medida desaprovechado por ella.
Sus esfuerzos intelectuales se dirigían hacia la Literatura y la Política. Así colaboró con Delfina Bunge de Gálvez en Ichtys, en el diario de los Mitre, La Nación (1937-41), con su amigo Lautaro Durañona y Vedia y con Santiago Díaz Vieyra en Cabildo (desde 1943). Fue director de la revista Estudios (1940-42).
Compartió una conmovedora amistad con el escritor Leopoldo Lugones quien se encontraba a punto de su conversión al catolicismo al producirse su suicidio. De acuerdo con Castellani, el suicidio de Lugones fue el fruto de la oposición de ciertos católicos de nota, incluida parte de la jerarquía eclesiástica, a su conversión.
En las elecciones del 24 de febrero de 1946 es candidato a diputado nacional en segundo lugar por la Capital Federal a través de la Alianza Libertadora Nacionalista, que lleva su propia lista pero apoya la fórmula Perón-Quijano. No es electo y entre los años 1947 y 1951 vive los momentos de crisis con la Compañía de Jesús y de reinserción en la Iglesia Católica.
En diciembre de 1946, parte hacia Roma en el "Naboland" con un pasaje obsequiado por el P. José Silva S.D.B. Pretende hacer conocer al general de la Compañía de Jesús los hechos irregulares de que ha sido víctima y la situación insufrible que le ha sido creada. El 1 de enero de 1947 llega a Génova. Por fin es recibido por el P. Janssens quien lo conmina a salir de la Compañía de Jesús bajo condiciones que él determinaría posteriormente. No acepta y permanece en Roma. En junio de 1947 recibe orden por escrito de trasladarse perentoriamente a Manresa, España.
En la reclusión de Manresa pasa dos años de sufrimiento. Su confesor el P. José Murall S.J., y sus amigos argentinos y españoles le aconsejaron que solicitase su traspaso al clero secular, lo que finalmente hizo. Abandonó Manresa el 19 de julio de 1949 y llegó a Buenos Aires en avión el 22 del mismo mes. Se albergó en el Colegio del Salvador, dio cuenta de lo acaecido al P. Juan Castillejo S.J., rector del Colegio, y por escrito, por estar ausente en Córdoba, al P. Juan Moglia S.J. Por último, el 18 de octubre de ese año se le separa de la Compañía sin proceso.
Fue acogido con benevolencia y amistad por Mons. Roberto Tavella, arzobispo de Salta, quien lo alojó en su casa. En Salta, adonde llegó en 1950, fue poco a poco mejorando su salud, aunque el clima no era el ideal para él. Se desempeñó en la Escuela Normal de esa ciudad al frente de las cátedras de Metafísica y de Problemas Nacionales.
Viaja a Buenos Aires a consultar a sus médicos. Estos le piden que abandone Salta y descanse al menos un año en Reconquista, su pueblo natal.
A comienzos de 1952 se establece en Buenos Aires y reasume su cátedra en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario. En 1951 el gobierno de Perón había expropiado el diario La Prensa, que pasaba al dominio de la Confederación General del Trabajo, siendo director el escritor César Tiempo; allí Castellani colaboró en el Suplemento Literario. Hasta 1953 colabora también en la revista peronista Continente. En 1952 y 1953 dictó cursos de filosofía en la Sociedad Científica Argentina, y en 1954 y 1955, en el Teatro del Pueblo
Durante este tiempo sucede algo curioso, si bien había sido rehabilitado por el arzobispo salteño, en Buenos Aires no se le permitía ejercer sus funciones sacerdotales en público.
En 1955 es dejado cesante en sus cátedras, durante lo que él mismo Castellani denominó "el sarampión anticlerical de Perón". Sólo se le permite colaborar en el diario Tribuna de San Juan, dirigido por su amigo Alberto Graffigna. Allí durante todo el año '56 publica los comentarios al Evangelio dominical.
Tras la caída de Perón, Castellani continúa su vocación periodística principalmente en Azul y Blanco. Sin embargo, en 1957 Tribuna es clausurado.
Como sacerdote recién en 1966, por gestión del Nuncio Apostólico, Mons. Lino Zanini, se le restituyó plenamente el ministerio sacerdotal, sin reservas ni condicionamientos. Así readmitido entre el clero de Buenos Aires, dictó sus últimos cursos y conferencias: en el Colegio Champagnat (1965), en el Salón de Actos de la Parroquia del Socorro (1968 y 1969), en el local de Patria Grande (1974, 1975 y 1976). También en esta época (1967-69), funda, dirige y escribe asiduamente en Jauja.
Muy tarde, llegaron algunos reconocimientos, Doctor "Honoris Causa" por la Universidad de Buenos Aires y el premio "Consagración Nacional" (30 de diciembre de 1975).
Pasó sus últimos años como ermitaño urbano, acompañado únicamente de Irene Caminos, su ayudante, y las visitas frecuentes de sus amigos. Falleció el 15 de marzo de 1981 en la ciudad de Buenos Aires.
Su tomismo fue muy original, combinando elementos del neoescolasticismo italiano y del tomismo francés de principios del siglo XX, con el suarecianismo aprendido en su Orden. A mediados del siglo XX se vinculó a Pierre Marechal y su intento de explicación kantiana del tomismo. En sus años de persecución, se fue identificando de apoco con el danés Sören Kierkegaard, pastor luterano fundador del existencialismo, y adoptando muchas de sus reflexiones.
Se puede decir que, a diferencia de lo que sucedió con muchos otros pensadores de su generación, permaneció fiel a su pensamiento político toda su vida. Sólo comparando dos obras centrales, Las canciones de Militis, que firma con el seudónimo de Jerónimo del Rey, la cual recoge artículos publicados en Cabildo entre 1943 y 1944, y Esencia del liberalismo, que recoge una conferencia en la librería Huemul de 1960. El tema central del pensamiento político de Castellani es el anti-liberalismo o, tal vez mejor, desde la fe y el pensamiento católico juzga al liberalismo como una etapa del proceso de destrucción de la Cristiandad iniciado por la Reforma protestante, continuado con la Ilustración y la Revolución Francesa, y que engendró al comunismo. El liberalismo ha hecho mucho mal en Argentina y otros pueblos católicos: "Una herejía medio católica, medio protestante y medio atea [...] vino a la vida justamente cuando nosotros los argentinos veníamos a la independencia. Nos hizo tanto mal como una damajuana de caña en una jaula de monos: y no nos arruinó del todo, porque por gracia de Dios aquí había fuertes vitaminas españolas. Y también había hombres que no eran monos." Párrafos anteriores decía: "Esa obsesión de la libertad propia de un loco vino a servir maravillosamente a las fuerzas económicas que en aquel tiempo se desataron, y al poder del Dinero y de la Usura, que también andaban con la obsesión de que los dejasen en paz", marcando una conexión necesaria entre liberalismo y capitalismo salvaje, que engendra el colectivismo marxista.
Por iniciativa del cardenal Antonio Quarracino se inició una revalorización del padre Castellani, plasmada en la edición de sus obras completas en los '90.

Listado de Obras:
El siguiente listado de las obras del P. Castellani está adaptado de la Bibliografía elaborada por el Dr. Pedro Luis Barcia, publicada en la revista "El Gato Negro", diciembre de 1996. Se omiten numerosos prólogos y epílogos a libros de otros autores, traducciones, comentarios y numerosos artículos periodísticos en diarios y revistas, y obras de otros autores sobre Castellani.


01. Camperas
"Camperas" Fábulas santafesinas. Proemio del autor. Prólogo de Hugo Wast. Buenos Aires, Ediciones Surgo, 1931, 304 pp.
"Camperas" Cuentos de la pampa y el monte. Buenos Aires, Editorial La Mazorca, 1941, 111 págs. Con ilustraciones de Tinton. Consta de 18 fábulas seleccionadas de la primera edición. "Fdo. Jerónimo del Rey". Lleva un leve prefacio sin firma.
"Bichos y personas. (Camperas)" Buenos Aires. Plantin Editorial, 1951, 323 pp. Con ilustraciones de Juan Font. Edición notablemente aumentada. No lleva el prólogo de Hugo Wast.
"Camperas" Buenos Aires, Ediciones Theoría, 1964, 255 pp. Con el proemio del autor. Incluye una nueva sección, la XVI. Otra edición: Buenos Aires, Ediciones Theoría, 1967, 201 pp.
"Bichos y personas" (Camperas). Buenos Aires, Organización San José, 1970,254 pp. Repone el prólogo de Hugo Wast y la Introducción del autor.
"Camperas" (Bichos y personas), Buenos Aires Ediciones Dictio, 1976.
"Camperas" Prefacio de Fray Aníbal Fosbery O.P. Con vocabulario anexo. Buenos Aires, Vórtice, (1992), 234 pp. El vocabulario lo preparó Mabel Radis. Los dibujos del interior son de Laura Soldevila. Repone el prólogo de Hugo Wast: "He hallado un fabulista" y la "Introducción" y el "Prólogo" del autor. Contiene 92 fábulas en XVII secciones. Es la edición más completa de la obra.
02. La catarsis católica en los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola
"La catharsis catholique dans les exercises spirituels d'Ignace de Loyola". 1. La premiêre semaine. París, 1934, 91 pp. (150 x 95 mm). Edición restringida (Tesis doctoral).
Hay edición castellana: "La catarsis católica en los ejercicios espirituales de Ignacio de Layola". 1. La primera semana. Buenos Aires, Ediciones Epheta, 1991, 119 pp.
03. Historias del norte bravo
"Historias del Norte bravo". Buenos Aires, Editorial Serviam, 1936, 221 pp. Prólogo del autor. Con el seudónimo de Jerónimo del Rey.
Segunda edición, Buenos Aires, Librería Huemul, 1970,141 pp. Prólogo de Víctor Eduardo Ordóñez. Tercera Edición: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1977; Biblioteca Dictio, vol. 22. Edición aumentada a 28 cuentos en cuatro secciones.
04. San Agustin y Descartes
Separata de Descartes. Homenaje en el tercer centenario del Discurso del método, Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, 1937, 358 pp. La separata tiene numeración 117 a 159. Ensayo filosófico incorporado a la obra asentada en no 9, cap. VIII.
05. Sentir la Argentina. Leopoldo Lugones.
Buenos Aires, Editorial Adsum, 1938,33 pp. Con un retrato a lápiz de Lugones hecho por Alejandro Sirio. Es el artículo que publicara en La Nación, el domingo 12 de mayo de 1938, p. 1 .
Este ensayo va a ser incluido en la obra Critica Literaria, a. no 13. Y luego, como cap. 5 del libro Lugones, a. no 31.
06. Notas sobre la psicología cartesiana
Separata del volumen Escritos en honor de Descartes, La Plata, Universidad Nacional de La Plata, 1938, 337 pp.
Será incluido como capítulo de Conversación y critica filosófica, a. no 9.
07. La reforma de la enseñanza
"La reforma de la enseñanza". Con una introducción del Dr. Celestino Marcó. Buenos Aires, Editorial Difusión, 1939, 215 pp.
Segunda edición: Buenos Aires, Vórtice, 1993. Con una "Presentación" del Cardenal Antonio Quarracino. Prólogo y notas de Juan Carlos Ballesteros.
08. Martita Ofelia y otros cuentos de fantasmas
"Martina Ofelia. (Romance para ciegos)", Buenos Aires, Editorial Difusión, 1939, 150 pp. Introducción de Mons. Gustavo Franceschi.
"Martita Ofelia y otros cuentos de fantasmas". Buenos Aires, Ediciones Penca, Club de Lectores, 1944, 254 pp. Con el seudónimo de Jerónimo del Rey. Agrega un capítulo, "El tanguista", del libro El nuevo gobierno de Sancho.
Otra edición: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1977; Biblioteca Dictio, vol. 22.
09. Conversación y crítica filosófica
"Conversación y crítica filosófica". Cuadernos de Psicología. Buenos Aires, Espasa Calpe Argentina, 1941.
Segunda Edición: Buenos Aires, El Ermitaño Urbano, 285 pp. 1986
10. Las 9 muertes del padre Metri
"Las 9 muertes del Padre Metri". Buenos Aires, Ediciones C.E.P.A., 1942, 260 pp. Con una advertencia del autor.
Segunda edición, con el título de Las muertes del Padre Metri, Buenos Aires, Ediciones Sed, 1952, aumentada con tres poemas y dos cuentos.
Tercera edición: Bixenos Aires, Ediciones Dictio, 1978; Biblioteca Dictio, vol. 24..
11. El nuevo gobierno de Sancho
"El nuevo gobierno de Sancho". Buenos Aires, Librería y Editorial El Ateneo, 1942, 208 pp. Advertencia del autor y prólogo de Juan Oscar Ponferrada. Como autor, figura Cide Hamete Benengeli, y Jerónimo del Rey como traductor del arábigo. Con dibujos de Marius (Carlos Vergottini).
Segunda Edición: Buenos Aires, Ediciones Penca, Club de Lectores, 1944. Aumentada con tres capítulos y uno inconcluso, "El hombre que vio al Diablo", tomado de Martita Ofelia, a. nº 8.
Tercera edición: Buenos Aires, Theoría, 1965, aumentada.
Cuarta edición: Buenos Alres, Ediciones Dictio, 1976; Biblioteca Dictio, 1.
Quinta edición: Buenos Aires, Theoría, 1991.
Sexta edición: Buenos Aires, Vórtice-Serviam (Exposición del Libro Católico), 1991
12. Una santa maestrita.
"Una vida admirable de la bienaventurada María Bartolomé Capitanio, fundadora del Instituto de las Hermanas de Caridad, llamada de la Virgen Niña". Narrada por Leonardo Castellani. Con dibujos de Font. Buenos Aires, Escuela Tipográfica Don Guanella, 1944,123 pp. Hagiografía.
13. Crítica literaria
"Crítica Literaria". Prólogo de Hernán Benítez. Buenos Aires, Ediciones Penca, 1945, 487 pp.
Segunda edición: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1974; Biblioteca del Pensamiento Nacionalista Argentino, IV. Ensayos y crítica literaria.
14. Las canciones de Militis
"Las canciones de "Militis. Buenos Aires, Editorial de Formación Patria, 1945, 224 pp. Con un prólogo del autor, firmado: Jerónimo del Rey.
Segunda edición: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1973; Biblioteca del Pensamiento Nacionalista Argentino, 1, 391 pp. Con el agregado de "6 ensayos y 3 cartas", pp. 253 a 361. El volumen se cierra con una "Reseña Biográfica" y una "Bibliografía de L. C." (pp. 363-391) compuestas por Jorge Castellani, el editor de la colección y sobrino de L. C..
Tercera edición: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1978; Biblioteca Dictio, vol. 19, con un estudio preliminar de Rubén Calderón Bouchet.
15 Elementos de metafísica.
"Elementos de metafísica" Buenos Aires, D.A.L.I.A., 195 1, 225 pp. Manual filosófico para el sexto año secundario. Hubo una primera versión en Salta, mimeografiada y sin numeración, en 1950, con el título "Rudimentos de metafísica"
16. Cristo ¿vuelve o no vuelve?
"Cristo, ¿vuelve o no vuelve?" Ensayos religiosos. Ilustraciones de Vergottini (Marius). Buenos Aires Paucis Pango, 1951, 274 pp. Advertencia preliminar del autor.
Segunda edición: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1976; Biblioteca Dictio, vol. 5.
17. El libro de las oraciones
"El libro de las oraciones". Buenos Aires, Ediciones Cintra, 1951, 244 pp. Con un aparato con datos biográficos del autor.
Segunda edición, aumentada: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1976; Biblioteca Dictio, vol. 25. Poesías.
18. La muerte de Martín Fierro
"La muerte de Martín Fierro". (Desiderio Fierro Cruz). Buenos Aires, Ediciones Cintra, 1953, 297 pp. Poesía.
19. Los papeles de Benjamín Benavídez
"Los papeles de Benjamín Benavides". Buenos Aires, Ediciones Cintra, 1954 pp. Contiene solamente los Cuadernos 1 y 11 de la obra.
Segunda edición: México, Edicionesjus S.A., 1967,411 pp. Contiene los cuadernos I, II y III.
Tercera edición: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1978; Biblioteca Dictio, vol. 30. La obra completa, con los cuatro cuadernos. Narrativa y ensayística aunadas.
20. Explicación y prueba en psicológia.
Separata de las Actas del Primer Congreso Argentino de Psicología, Tucumán, Universidad Nacional de Tucumán, 1955, 380 pp. Corresponde a las pp. 305 a 322.
21. Su Majestad Dulcinea
"Su majestad Dulcinea. Historia pueril-profético-policial-prodigioso-político-religiosa del fin de este siglo extraída de las memorias de Luis Sancho Vélez de Zárate Namuncurá (a) el Cura Loco; Primer Patriarca del Neo-Virreynato del Río de la Plata por Edmundp Florio y Jerónimo del Rey". Ilustraciones de Ballester Peña y Juan Francisco Lanosa. Buenos Aires, Ediciones Cintra, 1956, sin foliación.
Segunda edición: Buenos Aires, Ediciones Patria Grande, 1972, 300 pp.
22. El Evangelio de Jesucristo
"El Evangelio de Jesucristo" Buenos Aires, Itinerarium, 1957, 402 pp. Firmado como Leonardo Castellani Conte Pomi Ph. D.
Segunda edición: Buenos Aires, Itinerarium, 1958, corregida y aumentada.
Tercera Edición: Buenos Aires, Ediciones Theoría, 1963;
Cuarta edición: BuenosAires, Ediciones Dictio, 1977; Biblioteca Dictio, vol. 7.
23. El enigma del fantasma en coche
"El enigma del fantasma en coche". Buenos Aires, Ediciones Norte, 1958, 153 pp.
Segunda edición: Buenos Aires, s. ed., 1976.
24. El crimen de Ducadelia y otros cuentos del trio
"El crimen de Ducadelia y otros cuentos del trío". Buenos Aires, Ediciones Doseme, 1959, 157 pp.
25. Las parábolas de Cristo
"Las parábolas de Cristo". Buenos Aires, Itinerarium, 1959,345 pp.
Segunda edición: Mendoza, Ediciones Jauja, 1994.
26. Doce parábolas cimarronas
"Doce parábolas cimarronas". Buenos Aires, Itinerarium, 1959, 173 pp.
Segunda edición: Buenos Aires, Itinerarium, 1960, 173 pp.
27. Esencia del liberalismo.
Buenos Aires, Librería Huemul, 1961, 30 pp.
Segunda edición: Buenos Aires, Editorial Nuevo Orden, 1964, 30 pp.
Tercera edición: Buenos Aires, Librería Huemul, 1971, 55 pp. Edición aumentada con un apéndice y tres capítulos.
Cuarta edición, aumentada: Buenos Aires Dictio, 1976; Biblioteca del Pensamiento Nacionalista Argentino, VIII, v. asiento nº 31.
28. Perspectivas argentinas.
Buenos Aires, Librería Huemul, 1962, 27 pp.
30. El Apokalipsis de San Juan
"El apokalipsis de San Juan". Traducción del griego y estudio literal. Buenos Aires. Ediciones Paulinas, 1963, 388 pp.
Segunda edición: México, Editorial Jus S.A., 1967, 358 pp.
Tercera edición: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1977; Biblioteca Dictio, vol. 10.
Cuarta edición: Buenos Aires, Ediciones Vórtice, 1990 Con un prólogo del Padre Alfredo Sáenz, S. J.
31. Lugones
"Lugones". Buenos Aires, Ediciones Theoría, 1964,129 pp. Firma como Leonardo Castellani Conte Pomi. Incluye a. nº 5.
Segunda edición aumentada: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1976; Biblioteca del Pensamiento Nacionalista Argentino, VIII, v. a. nº 45.
32. El rosal de nuestra Señora
"El rosal de Nuestra Señora". Buenos Aires, Ediciones Nuevas Estructuras, (1964), 142 pp.
33. Sonatas tristes de todo el año manresano. Poemas.
"Sonatas tristes de todo el año manresano". Buenos Aires, Ediciones Theoría, 1964, 54 pp.
34. Juan XXIII (XXIV)
"Juan XXIII (XXIV) o sea la resurrección de Don Quijote. (Sinfonía fantástica a la Berlioz en tres movimientos y una coda; para uso de naciones subdesarrolladas)." El título en tapa es Juan XIII Una fantasía. Firma como Jerónimo del Rey. Buenos Aires, Ediciones Theoría, 1964, 342 pp. Novela
35. Las profecias actuales
"Las Profecías actuales". Buenos Aires, Cruz y Fierro Editores, 1966, 28 pp.
36. Freud en cifra
"Freud en cifra". Buenos Aires, Cruz y Fierro Editores, 1966, 70 pp.
Segunda edición: Buenos Aires, Ediciones del Buen Ladrón, 1991, 78 pp.
37. Decíamos ayer
"Decíamos ayer..." Buenos Aires, Editorial Sudestada, 1968, 424 pp.
38. Crestomatía
"Crestomatía". Buenos Aires, Cruz y Fierro Editores, 1969, 224 pp. Introducción, glosa y anexo gramatical de la profesora Irene Enriqueta Caminos. Es una antología de textos de L. C. para la enseñanza.
39. Política y salvación
"Política y salvación". Buenos Aires, Ediciones Patria Grande, s. a. (1972), sin numeración.
40. De Kirkegord a Tomás de Aquino
"De Kirkegord a Tomás de Aquino". Buenos Aires, Editorial Guadalupe, 1973, 264 pp.
41. Seis ensayos y tres cartas
"Seis Ensayos y tres cartas". Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1973, Biblioteca del Pensamiento Nacionalista Argentino, 1 v. a. nº 14.
Segunda edición, aumentada con cinco ensayos: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1978; Biblioteca Dictio, vol. 20.
42. Crítica literaria - Notas a caballo de un pais en crisis
"Notas a caballo de un país en crisis", en el tomo del a. no 13. Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1974; Biblioteca del Pensamiento Nacionalista Argentino, IV: "Crítica literaria. Notas a caballo de un país en crisis". Lleva estudio de Bernardino Montejano, h.
43. Catecismo
"Catecismo". Buenos Aires, Círculo de Amigos de Leonardo Castellani, 1975, 140 pp.
44. El ruiseñor fusilado - El místico
"El ruiseñor fusilado. El místico". (jacinto Verdaguer, presbítero). Buenos Aires, Ediciones Penca, 1975, (colofón, en portada, 1952), 314 pp. La biografía y crítica de Verdaguer, pp. 9-154; el drama en tres actos, El místico, pp. 155-314
45. Nueva crítica literaria
"Nueva crítica literaria". Obra publicada junto a las obras registradas en los asientos nº 31 y 27. Lugones. "Esencia del liberalismo. Nueva crítica literaria". Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1976. Biblioteca del Pensamiento Nacionalista Argentino, VIII. Los dos primeros libros están aumentados en su contenido. Las tres obras llevan sendos prólogos de: Jorge N. Ferro, Roberto H. Rafaelli y Juan Luis Gallardo. Ensayos.
46. Una gloria santafesiana:Horacio Caillet-Bois. Vida y Obra
"Una gloria santafesina. Horacio Caillet-Bois. Vida y obra". Buenos Aires, Ediciones Penca, 1976, 255 pp.
47. Catecismo para adultos
"Catecismo para adultos". 16 lecciones sobre el Verbo Encarnado. Buenos Aires, Ediciones del Grupo Patria Grande, 1979,189 pp.
48. Proceso a los partidos políticos
"Proceso a los partidos políticos". Buenos Aires, s. ed., 1982, 52 pp. Contiene: "Martita Ofelia, víctima ritual", "Romance de Martita Ofelia", "Dollyla libertad de imprenta" y "La 'bocación' de maestra".
49. Sentencias y aforismos políticos
"Sentencias y aforismos políticos". Buenos Aires, s. ed., 1982, 63 pp. Selección temática de 260 reflexiones breves.
50. Las ideas de mi tío el cura
"Las ideas de mi tío el Cura". Buenos Aires, Editorial Excalibur, 1984, 233 pp. Prólogo del P. Carlos Miguel Buela. Nota Editorial de Antonio Caponetto y Jorge N. Ferro.
51. Antología de cuentos.
"Antología de cuentos". Introducción y selección de Fermín Chávez. Buenos Aires, Secretaría de Cultura de la Nación-Gram Editora, 1994, 161 pp.; Colección Identidad Nacional, 31.
52. Psicología humana
"Psicología humana". Mendoza, Ediciones Jauja, 1995, 293 pp. Ensayos.
Hay un segunda edición, 1997
53. Freud
"Freud". Mendoza, Ediciones Jauja, 1996.
54. Domingueras prédicas
"Domingueras prédicas", Mendoza, Ediciones Jauja, 1997
55. Domingueras prédicas II
"Domingueras prédicas II", Mendoza, Ediciones Jauja, 1998
56. Castellani por Castellani
"Castellani por Castellani", Mendoza, Ediciones Jauja, 1999
57. Un país de Jauja
"Un país de Jauja, Mendoza", Ediciones Jauja, 1999. Escritos publicados en la revista "Jauja", fundamentalmente 'Directoriales' y 'Periscopio'
Otra recopilación de sus Directoriales había sido publicada con el título Reflexiones políticas T
58. Cristo y los fariseos
"Cristo y los fariseos", Mendoza, Ediciones Jauja, 1999
59. San Agustín y nosotros
"San Agustín y nosotros", Mendoza, Ediciones Jauja, 2000

Otras obras en colaboración: (Breve selección)
Revista Jauja T : Dirección desde su primer número (Enero 1967) hasta el último (Diciembre 1969)
Summa Teológica: Revisión, traducción parcial y comentario de los cinco primeros tomos de la "Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino", en la edición (en 20 tomos) del Círculo de Lectores. 1944 -1945
El señor del mundo, de Robert H. Benson : Traducción y posfacio, 1958
La iglesia patrística y la parusía : Traducción, prólogo y reelaboración (autor original: P. F. Alcañiz), 1962.
Las cien mejores poesías líricas argentinas: Recogidas por Castellani y Fermín Chávez, 1953.
Algunos Seudónimos:
Jerónimo del Rey
Militis Militorum
Cide Hamete (h)
Pio Duca D'Elia
Desiderio Fierro



Aproximación a la obra de Leonardo Castellani
Ana María Llurba
De la gloria de Dios y de su Verbo
tengo el impuro corazón henchido

Pero el poeta no miente
cuando canta francamente
lo que vio y creyó mirar
digamén qué va a cantar
si no canta lo que siente.
LEONARDO CASTELLANI

El centenario del nacimiento del padre Leonardo Castellani, poeta, filósofo y teólogo, ha pasado inadvertido para la intelectualidad nacional, que parece mantener el «cerco sutil e impenetrable de desdén y menosprecio» que tendiera en el pasado en torno a su persona, como ha señalado Monseñor Antonio Quarracino, [1] y que, embarcada en el casi idolátrico homenaje a su contemporáneo, Jorge Luis Borges — cuyos indudables méritos literarios reconocemos—, ha olvidado el valor intrínseco de la vasta obra del erudito sacerdote, acaso porque éste privilegió la Fe, la sencillez de la espiritualidad y el sentimiento de lo sagrado presente en la vida cotidiana, por sobre el racionalismo, los juegos de especulación filosófica carentes de sentido de trascendencia y la estética del lenguaje que son tan preciados a los ojos del materialismo posmoderno.

Es nuestro propósito intentar una aproximación a su obra, ciñéndonos a sus escritos meramente literarios, a modo de reconocimiento y homenaje.
San Jerónimo del Rey, hoy Reconquista, en el Chaco santafesino, tierra bravía en aquellos tiempos, «región que se estaba haciendo al borde del bosque virgen y del Paraná sin costa», [2] espacio de cruce cultural a causa de la inmigración, vio nacer, el 16 de noviembre de 1899, a Leonardo Castellani, hijo de un inmigrante italiano, Luis Héctor
Castellani y de Catalina Contemponi.
Allí creció, a la vera del río, en contacto con el paisanaje y con aquellos pioneros que luchaban a tientas, guiados por el instinto, para abrirse camino; allí forjó su visión del mundo y aprendió a amar a la patria que es «el amor primero/y es el postrero amor después de Dios». [3]
Allí, en la infancia, comenzó a manifestarse su vocación de narrador y su capacidad de observación: «mi gran diversión era, después de leer cuentos y contarlos, ver y oír todas las cosas», disposición que le permitiera atesorar en su memoria vivencias de «sucesos centrales, trágicos o tristes» que años más tarde aflorarían como materia poética en sus obras, «como islotes de enseñanza y ensueño» que fijaría en la escritura, con intención catártica, para librarse de ellos. [4] Recuerdos de sus raíces que constituyen los cimientos de su obra poética.
De su padre — oriundo de Florencia y naturalizado argentino, maestro y periodista, fundador del diario El Independiente, hombre de carácter impetuoso y de firmes convicciones, que muriera asesinado por intereses políticos en 1906 — [5] heredó la naturaleza apasionada e indoblegable, que conjugó con una libertad interior espontánea e
ingenua comparable a la de un niño que expresa lo que siente sin medir las consecuencias.
Temperamental, impulsivo, contestatario, frontal en la expresión de sus ideas pero respetuoso de la libertad de pensamiento de los otros, no obstante sus polémicas; poseedor de una sólida formación intelectual — obtuvo el grado de Doctor Sacro Universal en la Pontificia Universidad Gregoriana y el de Doctor en Filosofía, Rama Psicología, en la Sorbonne —, que le permitió desarrollar una actividad polifacética — periodista, docente, escritor, pero por sobre todo pastor de almas —, fue dueño de una intuición, una agudeza y una rapidez de juicio que solían depararle cuestionamientos y problemas.
Él mismo se define plenamente como «un pueblero sangregringa tinterón tragalibros» que se atrevió a «manosear la guitarra de Hernández», de quien considera que ha heredado la «manda» de cantor porque un mismo «bautismo de sangre y tierra y agua y aire y sol nos hermana», [6] como un hombre «doctor en Teología, o sea un hombre que debe ver la Teología en la realidad y no sólo en los libros si es que quiere salvar su alma», [7] «maldomador de sueños y escultor de la nieve». [8]
Su solidez teológica y su alta espiritualidad se unen al saber científico y al de las ciencias del espíritu en sus creaciones, frutos difíciles de encuadrar en el paradigma del canon literario, que responden a un «género singular», acorde a la peculiar personalidad de Castellani, a quien el padre Benítez [9] calificó de «género único».
Sus obras de imaginación son frutos originales, que parecen no responder a un plan escritural determinado
y estructurarse a partir de las peripecias; discursos narrativos donde el contexto sociohistórico gravita profundamente en la acción en tanto que la historia se entreteje con las ciencias, los sentimientos y la religión para expresar, con sencillez, los problemas más intrincados de la condición humana y la filosofía o bien las verdades de la Fe.
En sus narraciones, de corte realista, plasma un mundo diegético pintoresco y colorido donde espacidad
pacios, objetos, situaciones y símbolos de la vida cotidiana son fácilmente reconocibles, al igual que los personajes tipos que, más allá del color local del ambiente y el tiempo en que se desarrolla la historia, pueden considerarse universales.
El juego lingüístico discursivo, sutilmente, induce al lector a poner en acto su capacidad de interpretar las relaciones existentes entre su realidad vital y la del mundo representado en la ficción, a través de la magia de una escritura sencilla, pero profunda desde el significado, que tiende a una sola meta: alcanzar y transmitir la palabra de Dios, cuyo Verbo no se agota en sí mismo, que es la única portadora de la Verdad y capaz de iluminar el sendero de la vida
humana.
Leonardo Castellani fue un apasionado en su vida y sus fantasías literarias, que nacen de un arrebato vital surgido de la intimidad de su espíritu. Fue un hombre que escribió cuentos porque «no podía evitarlo», como señala en el prólogo a Historias del Norte Bravo, relatos en los que presenta un mundo simple y complejo al mismo tiempo y plasma su temática recurrente: la religión; la familia; la problemática de la muerte; la preocupación sociológica; la ternura por los desvalidos; el amor a los niños; la admiración por la fortaleza de los que luchan; la importancia de las cosas simples; el profundo rechazo de la politiquería, la ruindad y el crimen.
El género policial y de enigma, discurso esencialmente intelectual que se propone develar un misterio «por obra de la inteligencia, por una operación intelectual», [10] ejerció poderoso influjo en Castellani, en virtud de las posibilidades de buceo psicológico, de crítica social e ideológica y de reflexión religiosa que permite. Posibilidades que supo explotar con singular habilidad y estilo.
Al respecto, Jorge Lafforgue señala: «La lupa de la Teología no estará ausente […] en los cuentos policiales de Leonardo Castellani, cuyas anécdotas parecen ser con frecuencia simples coartadas para exponer y defender el eterno tema de la Salvación». [11]
La originalidad de Castellani radica, acaso, en que sus historias, al remitir a un contexto social que las enmarca y del que nacen, cuyo sentido es preciso descifrar, abre camino a la narrativa no ficcional y, paralelamente, en un nivel más profundo constituyen una investigación y una denuncia acerca de esa realidad y de la sociedad contemporánea.
La labilidad estructural del género se evidencia en sus creaciones que, en algunos casos, se adecuan a los cánones ingleses de la novela problema, donde el enigma que rodea el crimen se resuelve por medio del ejercicio de la inteligencia, en tanto que otros dan cuenta de lo impreciso de las fronteras y de la fuerza de la contaminación genérica.
Con la aparición de Las nueve muertes del padre Metri, volumen de cuentos policiales publicado en 1942, en los que se acerca a su admirado Chesterton en el manejo del género, en el dominio de la paradoja y la creación del sacerdote-detective, dio impulso a la narrativa policial en nuestro medio, como asevera Rodolfo Walsh.
El protagonista de esas historias, el padre Metri, es considerado por la crítica, con una actitud francamente
reduccionista, como una transposición del padre Brown transplantado al suelo argentino y acriollado. Al respecto, podemos afirmar que, si bien retoma la idea del clérigo-investigador, obra a semejanza del escritor irlandés que estructurara a su criatura ficcional, el padre Brown, en base a la personalidad de su confesor, el padre O’Connor, y funde los rasgos de ese personaje con los caracteres psicológicos y algunos sucesos vividos por un sacerdote, fray Ermete Constanzi, más conocido como padre Metri —misionero en el Chaco santafesino del que tuviera noticias por relatos y recuerdos familiares, hombre de ciencia y acción que era gran narrador. Pese a los puntos de contacto, pues la influencia de Chesterton es indudable, los diferencia la visión del mundo, alegre y racional en aquél, angustiada y
visceral en Castellani. Los reales aportes de Castellani a la narrativa policial en nuestro medio, como señala Barcia, han sido soslayados, y no se ha estudiado la personal estructura de sus historias policiales, que enriquece con matices de humor, con la ironía y la parodia, en cuanto recursos estilísticos, unidos a una reflexión metafísico-teológica sobre la referencialidad histórica, que pueden observarse en El crimen de Ducadelia y otros cuentos del trío, o en
Martita Ofelia y otros cuentos de fantasmas.
Castellani plasma, en el relato de crímenes concretos, no sólo una realidad psicosociológica sino el eterno planteo entre las fuerzas del Bien y del Mal que subyace en las profundidades del alma humana, la busca de una Verdad superior.
Sus relatos regionales Historias del Norte bravo y Camperas, en cambio, configuran la imagen de un mundo chúcaro, salvaje y poético, poblado por una amplia gama de tipos humanos enfrentados a los problemas que la vida urde en esos paisajes característicos de nuestra tierra, historias simples donde encontramos la intención didáctica y el ambiente tan caros a Horacio Quiroga.
Castellani mira el mundo con una actitud crítica y denuncia la frivolidad de la vida moderna y el avance del mal ante la pasividad de la sociedad y el aburguesamiento de los católicos, al mismo tiempo que expresa su amor por la justicia y el deseo de alcanzar la restauración del orden social en Cristo.
Hombre de profunda fe, aferrado a las «verdades insondables que la Única Verdad enseñó al hombre», teólogo ortodoxo, «Quijote de lo absoluto», hizo de la expresión de esa fe la causa y el fin de su vida y su obra. De allí que, en sus textos profanos, donde hallamos profundas reflexiones dogmáticas matizadas por el humor, nos ofrezca una visión de la realidad a la luz de la teología.
La poética
El intento de perfilar la concepción poética del padre Leonardo Castellani no resulta tarea ardua por cuanto ese pensamiento impregna y atraviesa toda su obra. Está presente, ya a modo de juicio crítico, riguroso, taxativo y certero, en su producción ensayística, [12] donde expresa la filosofía estética en la que basa su poética, ya plasmado en las palpitantes y vívidas imágenes estructuradas en el singular discurso de sus creaciones literarias. Ideario artístico
que, como bien señala Liliana Caratti, [13] él mismo expone de modo sistemático en el apéndice de Doce parábolas cimarronas, [14] y en «Arte Poética», [15] donde sintetiza su concepción estético-literaria.
A juicio de Castellani, las obras de arte, «esas creaciones humanas» acerca de la Verdad, la Belleza y el Ser, son, en cuanto «creaciones» y más allá de la bondad o maldad de su contenido moral, poseedoras de una esencia ideal y de algo eterno pero, en cuanto «humanas», sólo «son mera imaginación,un vano sueño». [16]
«La belleza, que es el objeto del Arte, tiene que ver con la Verdad y el Bien ontológicos, que son dos nombres de Dios», [17] y es a través de la Belleza percibida, que produce el Amor, que es la atracción del Bien y manifestación de la plenitud del ser, que el arte ayuda a entender el misterio de las cosas:
En suma, el arte es un reflejo de Dios, de la
imagen de Dios en el alma del hombre, y la
actividad más connatural al hombre; y si viviésemos
en pura natura, sería la actividad más
alta del hombre
. [18]
En la concepción castellaniana, el arte, que tiene una raíz religiosa, y donde el artista plasma su espíritu, es un lujo del alma que juega a la creación:
Arte, lujo del alma, descotado
batón de seda de la idea esquiva,
alcaloide sutil y alambicado,
néctar de la más fuerte siempreviva.

El hombre poeta decide el camino a seguir optando por usar el don del verbo para ofender y engañar o, por el contrario, para cantar el Bien, para dar testimonio de su fe:
Carracio, Tiepolo, Bellini … cuánta
fe, para de esa tela y droga atroz,
haber hecho sin fin, Venecia santa,
dalmáticas e incienso para Dios.
[19]
El arte es juego que entraña un peligro para el poeta, en virtud de su naturaleza humana, por eso el padre advierte que:
El Arte sirve al lujo, es un lujo y el lujo y la
lujuria están cerca. El Arte es un lujo intelectual,
un lujo del alma; y el alma lujosa orilla el orgullo.
El Arte juega, es un juego; pero juega a la creación,
como Dios, y por eso está cerca de la idolatría.
El Arte tiene que ver con lo divino;
mas el último fin del hombre no es lo divino sino Dios mismo;
personal, infinito e inaccesible, a no ser por la Gracia
. [20]
Para Castellani, la poesía es intuición y emoción, cosa viva nutrida en la realidad y en el acervo poético del pasado, en el que se ha de abrevar para «olvidarse de todos los libros después de haberlos leído todos».
La poesía
Leonardo Castellani concibe la poesía como gesto, como expresión de un movimiento vital —«la vida es movimiento», dice—, como manifestación de una necesidad de comunicación del hombre que es poeta; gesto que despierta en los receptores una repercusión mímica que va acompañada de un correlato mental que nos revela el interior de los otros, señala en Psicología humana. [21]
La fuente de la poesía, nos dice Castellani, es el estilo oral, ese estilo con el que se han creado los libros más grandes de la humanidad: la Biblia, el Korán, el Talmud, los poemas homéricos, etc., estilo olvidado y desvalorizado, a su juicio, por la soberbia intelectual de la modernidad.
Contra los artificios de la literatura escrita, Castellani propone la espontaneidad natural de la literatura de tradición oral; por eso, en su obra, este humanista cristiano al que podemos calificar de erudito privilegia el gesto, la emoción y la sencillez de la oralidad:
Sea tu verso un gesto viril
y no una actitud escultórica
de alma y carne, no de marfil…
y todo lo demás es retórica.
[22]
Siguiendo el ejemplo de Cristo, quiso ser «maestro». «Yo lo que quiero es enseñar, no divertir ni conmover», dice por boca de Pío Ducadelia, y buscó ser entendido por los más humildes y menos preparados, iluminar al que sufre en la oscuridad y restituir la felicidad a los espíritus con el estilo más natural y poético. Trató de imitar la sencillez de la
forma, la unción y el interés que despertaba el Maestro, al acomodar su mensaje al nivel de sus oyentes con fuerza particular y persuasiva; y como Él se expresó con vehemencia para condenar la altivez espiritual de sus interlocutores.
Privilegió la parábola como género claro y elocuente que permite establecer la analogía existente entre el mundo visible y el invisible; género que habla a la imaginación, estimula la actividad espiritual y permite captar la enseñanza oculta en la narración, a través del cual se puede predicar la Verdad sin ofender a los poderosos.
De allí su estilo parabolero, como le gustaba decir. Son parábolas sus fábulas camperas, al igual que Su majestad Dulcinea y Juan XXIII (XXIV), lo son también sus cuentos, y son personajes de parábola los suyos.
El don
El talento literario es, para Castellani, un don divino, un atributo lacerante e irrenunciable del poeta, que va unido a una facultad peculiar: la perspicacia, esa doble vista de la que hablaba Balzac, una «videncia» que le permite captar la realidad más hondamente, en toda su dimensión, vivirla con mayor intensidad, y sentir íntimamente, con mayor hondura, tanto la belleza cuanto la fealdad del mundo que lo lastima y lo entristece, dolor que sublima en el penoso gozo de la creación:
Es un don doloroso del poeta
su doble percepción, su doble vista.
El que ve la belleza ve lo feo,
y es triste. Mas, cantado, es poesía.
[23]
Talento que viene de Dios:
¿Y quién me enseñó estilo y armonía?
El mismo Director, Él la enseñaba.
Él la enseñaba, sí; yo la vivía.
Y ella en el alma se me ensimismaba.
[24]
Gracia a la que no se puede renunciar, que ha de ejercitarse, que debe dar sus frutos, pues, como lo enseña en la parábola De las minas y los talentos, aquel que ha sido privilegiado con ese don habrá dedar cuenta de lo que con él se ha hecho. [25]
Esa aptitud singular, que diferencia al poeta de los otros hombres, que lo acerca al Absoluto, paradójicamente, se convierte en una pesada carga, pues lo enfrenta a un mundo que no lo comprende, con el que no puede pactar, el que se molesta con sus agudezas y lo margina cuando le transmite la cara desagradable de la realidad, esa que, deliberadamente, acaso, quiere ignorar. Rechazo que se acentúa aún más, en estos tiempos de descreimiento, cuando
el poeta es un hombre religioso que tiene «el coraje de vivir» el compromiso de su arte con la Verdad, y que Castellani expresa, en sextinas de corte hernandiano, con aceptación:
Vas hacer hablar a muchos
me dijo en más de un recodo
unos hablarán de un modo
otros de otro, así o asá
mantente en la verdá
con eso te digo todo

dirigí a Dios solamente
todo tu afán de cantor
plata no esperés ni honor
si es claro y fiel tu cantar
mal te van a interpretar
y cuanto más claro, pior.
[26]
Castellani, como tantos otros poetas, ha vivenciado ese dolor, producto de la soledad y la incomprensión, que es una llaga abierta:
Ya les dije que el cantor
si canta, canta su vida
sólo descubro mi herida
y con hacerlo, la curo
y que yo sepa, les juro
no la canto embellecida.

Y al cantar suma su voz a las voces de todos los poetas, de las que se hace eco, para entonar esa queja dolorosa que arranca del espíritu la acuciante necesidad de crear, más allá del gozo que esa misma actividad entraña:
Yo a Dios en mi vida triste
le he pedido sin cesar
gracia para soportar
el talento que me diste.
[27]
El poeta y su misión
El poeta, para Castellani, tiene algo de vate, de nabí, de profeta que anticipa en sus intuiciones y presentimientos, basados en datos racionales, que nacen de su subconsciente en ese estado de éxtasis que llamamos inspiración, el porvenir de su época, [28] plasmándolos en imágenes poéticas:
«La prudencia aconseja que se hable en parábolas, que se hable indirectamente, que se hable humorísticamente. ¿Para qué está el escritor? Para divertir a la gente. Para divertirla, si no, no hay pan. Vamos a divertirla describiendo obscuramente su propio destino: se reirán a carcajadas del tonto de la parábola; se indignarán del malvado de la parábola, sin darse cuenta de que son ellos mismos.» [29]
De allí el estilo parabolero que atraviesa toda su obra, pues para él la parábola no es un género menor sino «poesía simbólica», en la que el tono conciso, la sobriedad y el lenguaje coloquial y popular contribuyen a expresar los símbolos, y los tropos, el acercamiento a lo absoluto.
El acto creativo ha de ser libre, ha de permitir que el poeta asimile y se funda con la naturaleza llevado por el amor al Creador, del cual es símbolo.
En su «Arte poética», una cuarteta basta para señalar el sentido que orienta su creación:
Reniega una vez más de tu fortuna
da de mano las frases bellas
y cual los perros a la luna
di tu verdad a las estrellas.
[30]
Cantar la verdad es su misión, pero no la verdad ambigua, cambiante, mediocre y egoísta de este mundo con valores subvertidos donde nos ha sido dado vivir, sino:
La verdad que antes iba al lado
de la poesía, virgen ruda,
tan fuerte como un hombre armado
o como una mujer desnuda.
[31]
La Verdad suprema, aprehendida, internalizada hecha carne en el duro camino de la existencia humana, vivenciada para poder transmitirla como experiencia subjetiva, con valor de verdad. [32]
Es así como puede sostener el concepto de verdad en la obra poética:
Y en esto la boca mía
es de la verdá la fuente
un poeta nunca miente
ni en lo más imaginao
y esto todo es inventao
no hay cosa que yo no invente.
[…]
Pero el poeta no miente
cuando canta francamente
lo que vio y creyó mirar
diganmé qué va a cantar
si no canta lo que siente.
[33]
No hay mentira en la invención poética, pues «el material» surge de la realidad sedimentada en lo profundo de su alma.
La poesía tiene por misión ser portadora de la verdad, y esa verdad del poeta tiene su correspondencia en la Verdad Evangélica, que «debe ser vivida, comunicada y obrada», como dijera Pío XII . [34]
Para Castellani, la Verdad es sinónimo de Cristo, a cuyo servicio está la poesía. Ser poeta es ser nabí, recitador, nos dice:
«Dios está en la obra de todos los grandes poetas, aunque sea odiado como en Vigny, negado como en Swinburne, calumniado en Leopardi, escarnecido en Heine, blasfemado en Shelley, insultado en Carducci; está con su Amor en Juan de la Cruz, con su conocimiento en León, con su Iglesia en Prudencio, con su Presentimiento en Verlaine; y en los poetas malditos, Rimbaud, Baudelaire y con su Justicia; y con todo junto en Dante. Si nos obligaran a definirlo en la obra de Claudel, diríamos que está en ella como último fin del hombre.» [35]
La poesía es, entonces, un medio para llegar al cielo:
Dios no me ha dado pan a repartir
templo que hacer ni enfermo que vendar…
tan sólo la misión de hacer salir
el sol cada mañana sobre el mar.

No me mandó enseñar a bien vivir
sino a saber morir —y me hizo dar
el verbo inteligible que formar
y que decir sabiéndolo decir.
[…]
Y espada se hizo y fuego el verbo en mí.
[36]
El «corazón es lo que interesa al poeta», dice a propósito de Claudel, [37] y esa aseveración bien puede aplicarse a su creación.
No son, a juicio de Castellani, los valores estéticos ni la temática los que hacen de un discurso una obra literaria, sino la Verdad, ese Bien inefable, universal que trasciende y se expande superando los límites propios de la palabra que florece con nuevo sentido y nueva vida, libre de las ataduras de la lengua.
«Una poesía inmortal no es al fin más que un alma vibrante de amor o dolor que ha encerrado por obra del arte ese momento suyo en el joyel alado y transparente de la palabra. Pero no basta eso: es preciso que esa misma vibración la hayan tenido o puedan tener centenares de otras almas; vale decir, que sea comunicable o, lo que es lo mismo, humana.» [38]
La génesis de sus obras
En el prólogo a Historias del Norte Bravo, Castellani, desdoblado en Jerónimo del Rey, reflexiona sobre el origen, la utilidad y el fin de sus historias:
«Con la ayuda de mi amigo [el jesuita Castellani], que se dignó prestarme sus instrumentos de introspección, hallé tres capas concéntricas, cada vez más sutiles, de motivación. La primera podría denominarse recuerdos de infancia, fuerte, recuerdos eruptivos, como dice mi amigo que dice Bacon. La segunda sería la percepción en ellos de dos o tres grandes leyes que rigen terriblemente la vida del hombre. La tercera sería un embrión de sistema de conocimiento interno y experimental de la Argentina por dentro, a través del conocimiento de mí mismo.» [39]
Evoca su infancia y su inclinación a la lectura de cuentos para, después, contarlos, a la que se sumaba su inquietud por ver y oír todas las cosas. Esas lecturas y vivencias dejaron sus huellas en la memoria y, años más tarde, surgieron «como islotes de enseñanza y ensueño».
Impensadamente, esos recuerdos
«surgen así bruscamente delante de mí — es una figura insomne o una escena, casi siempre una persona —; me acaparan la atención y se hacen transparentes por dentro; y entonces yo los escribía para fijarlos y para librarme dellos. Llegan sin yo llamarlos y se me hacen sin yo quererlos, y una vez que están hechos es mucho más penoso no escribirlos.» [40]
Hay, en la narrativa castellaniana, una función catártica. Este hombre que observa la realidad en constante transformación, con la mirada ingenua y
«los vidrios de colores de [sus] impresiones primeras […] con los ojos no anteojados aún de conceptos y de dichos ajenos, los ojos de cuando yo miraba todo intuitivamente y podía ver con fuerza enorme las cosas más simples, que
son las más importantes.»
[41]
Esas «cosas simples» que constituyen lo «más importante» son una constante en su obra: la religión y la familia con el valor sociológico que comportan, el tema de la muerte, el rechazo del crimen y la ruindad, de la politiquería, el amor a los niños y la ternura por aquellos que sufren, por los desvalidos, la admiración por la fortaleza para resistir la
adversidad de la vida.
Esas realidades «primordiales» conocidas en la infancia, que constituyen «los fantasmas de mi corazón», se plasman en su obra y permiten un conocimiento del mundo por analogía, pues en esos fantasmas el intelecto «inte-lee al trasluz, como una filigrana, la marca y la razón y la ley de las cosas».
El tema eje de la creación de Castellani es la realidad espiritual, la búsqueda constante de la perfección interior que lleva a Dios, al Ser Absoluto con el que el alma busca identificarse, fundirse, para transmitir su mensaje:
Conocer la Verdad en este mundo
no es fácil. Cierto. Defenderla menos.
Pero ella sola funda los serenos
templos del Cristo siempre moribundo.
[42]
La preocupación religiosa signó su vida y su obra, la Fe fue la brújula que marcó el camino hacia Jauja, camino sembrado de escollos que entorpecían su andar, pero que no abandonó en ningún momento porque sabía bien lo que quería: alcanzar el Reino de los Cielos.
Su ideal es la Verdad; su estética, sustentada en la moral y el saber, es la expresión de la sencillez y la humildad; su intención, mostrar al hombre contemporáneo, reflejado en el espejo de sus narraciones, su vacío espiritual, la pérdida de ese centro interior en el que se encuentra Dios y del sentido de trascendencia de la vida.


Bibliografía
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Castellani, Leonardo:
., Crítica literaria. Notas a caballo de un país en crisis, Buenos Aires, Dictio, 1974
., Decíamos ayer, Buenos Aires, Sudestada, 1968
., Doce parábolas cimarronas, Buenos Aires, Itinerarium, 1959
., El crimen de Ducadelia, Buenos Aires, Doseme, 1959
., Historias del Norte bravo, Buenos Aires, Dictio, 1977
., Juan XXIII (XXIV), una fantasía, Buenos Aires, Theoría, 1964
., La muerte de Martín Fierro, Buenos Aires, Cintra, 1953
., Las canciones de Militis, Buenos Aires, Dictio, 1974
., Las ideas de mi tío el cura, Buenos Aires, Excalibur, 1984
., Las muertes del padre Metri, Buenos Aires, Dictio, 1978
., Las parábolas de Cristo, Mendoza, Jauja, 1974
., Martita Ofelia y otros cuentos de fantasmas, Buenos Aires, Dictio, 1977
., Nueva crítica literaria, Buenos Aires, Dictio, 1976
., Psicología humana, Mendoza, Jauja, 1997
De Brethel, Jacques, Leonardo Castellani, novelista argentino, Buenos Aires, Guadalupe, 1973
Eisewzweig, Uri, Le récit imposible. Formes et sens du roman policier, Paris, Christian Bourgois, 1986
Lafforgue, Jorge y Jorge Rivera, Asesinos de papel. Ensayos sobre narrativa policial, Buenos Aires, Colihue, 1996
Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, nº 36, 1994
Ruiz Ibarlucea, Alicia, Cuentos policiales argentinos, Buenos Aires, Huemul, 1989
Vizcay, Luis, Leonardo Castellani, Buenos Aires, Teoría, 1962
Zlotnik de Goldman, Irene, «La productividad de los códigos en el cuento policial argentino», en Argentina en su Literatura,
Fac. de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Tucumán, 1986

NOTAS
1.- La cita está tomada de la Semblanza del Padre Leonardo Castellani hecha por Monseñor Antonio Quarracino, en el Homenaje al Reverendo Padre Castellani, realizado en la Universidad del Salvador el 6 de julio de 1990.
2.- Leonardo Castellani, Historias del Norte bravo, p. 12.
3.- Leonardo Castellani, «Canción del amor patrio», en Las muertes del padre Metri, p. 33.
4.- Cf. prólogo a Historias del Norte Bravo, p. 12.
5.- Encontramos una proyección de esta muerte en una de sus primeras creaciones, «El cuento», Historias del Norte Bravo, pp.15-21.
6.- Leonardo Castellani, La muerte de Martín Fierro, pp. 13 y 16.
7.- Leonardo Castellani, Decíamos ayer, p. 45.
8.- «No me doy por vencido», en La Prensa, 1959.
9.- Hernán Benítez, Prólogo a Crítica Literaria, p. 11.
10.- Jorge Luis Borges, «El cuento policial», en Obras Completas, v. IV, p. 193.
11.- Jorge Lafforgue y Jorge Rivera, Asesinos de papel, 1996.
12.- En Crítica literaria (1974) y Nueva crítica literaria (1976).
13.- Liliana B. Pincirolli de Caratti, «El pensamiento poético», en Revista del Instituto de investigaciones históricas Juan Manuel de Rosas, nº 36, 1994.
14.- Leonardo Castellani, Doce parábolas cimarronas, pp. 156-173.
15.- Leonardo Castellani, Las canciones de Militis, p. 31.
20.- Leonardo Castellani, «El arte de las parábolas», en Doce parábolas cimarronas, p. 163.
21.- Psicología humana, pp. 101-104.
22.- Leonardo Castellani, Las canciones de Mílitis, p. 33.
23.- Castellani, Leonardo, Juan XXIII(XXIV); una fantasía, p. 276.
24.- Leonardo Castellani, Los papeles de Benjamín Benavídes, p. 218.
25.- Con respecto a la creatividad como mandato divino y en relación con el significado de «talento», señala en Las Parábolas de Cristo, p. 282: «Dígame si esto no significa ordenar Dios al hombre, como servicio de Dios la creatividad, —o sea la actividad productiva de sus facultades— con el rigor más absoluto». Y amplía, en la p. 280: «Dios quiere por lo visto que cada hombre en este mundo (y sin eso no puede salvarse) “haga algo”, produzca con y en su mente primero y después afuera, una cosa que ningún otro pueda hacer sino él». Conceptos semejantes expresa en Psicología humana, pp. 342-343: «Si Dios le dio a uno el talento literario, tiene que hacer literatura, aunque en toda literatura haya complacencia propia y la religión sea contraria a la complacencia propia, porque ése es el camino de suprimir la complacencia propia, hacerla servir para algo».
26.- Leonardo Castellani, La muerte de Martín Fierro, p. 214.
27.- Leonardo Castellani, La muerte de Martín Fierro, p. 181
28.- Leonardo Castellani, Psicología humana, p. 349.
29.- Leonardo Castellani, Las parábolas de Cristo, p. 63-64. Los versos citados corresponden a un soneto incluido en Las ideas de mi tío el cura.
30.- Leonardo Castellani, Las canciones de Militis, p. 32.
31.- Leonardo Castellani, Las canciones de Militis, pp. 13-14.
32.- En relación con la verdad de la subjetividad, señala en su «Arte poética», incluida en Canciones de Militis: «La experiencia es un modo de conocer que se refiere a uno mismo por un lado y por otro a las cosas; pero a las cosas que han pasado por uno; de modo que es un conocimiento enteramente cierto, indubitable, porque no es un conocimiento de oídas; y eso es lo que significa esa frase aparentemente disparatada del filósofo Kirkergord: la subjetividad es la verdad; lo cual quiere decir que la única verdad verdadera, segura y vital que poseemos es aquella que está enzarzada con nuestra propia existencia. Todo lo demás, aunque no sea despreciable, son saberes de oídas» (pp. 31-32).
33.- Leonardo Castellani, La muerte de Martín Fierro, p. 104-111.
34.- Citado por Castellani en Las Parábolas de Cristo, p. 282.
35.- Leonardo Castellani, Crítica literaria, p. 98.
36.- Leonardo Castellani, Las parábolas de Cristo, pp. 63-64. Los versos citados corresponden un soneto incluido en Las ideas de mi tío el cura.
37.- Leonardo Castellani, Crítica literaria. Notas a caballo de un país en crisis, 1974.
38.- Leonardo Castellani, Crítica Literaria, p. 98.
39.- Leonardo Castellani, Historias del Norte Bravo, p. 12.
40.- Leonardo Castellani, Historias del Norte bravo, p. 13.
41.- Leonardo Castellani, Historias del Norte bravo, p. 13.
42.- Leonardo Castellani, Las canciones de militis, p. 123.
http://www.laeditorialvirtual.com.ar..._Antologia.htm