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Tema: Oliver Heydorn y Jorge Garrido: dos críticas a la R.B. desde dos visiones distintas

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    Re: Oliver Heydorn y Jorge Garrido: dos críticas a la R.B. desde dos visiones distint

    Dividendo Nacional vs. Ingreso Básico: Similitudes y Diferencias





    Por M. Oliver Heydorn



    En el apogeo de la Gran Depresión, el fundador del movimiento del Crédito Social, el Mayor Clifford Hugh Douglas (1879 – 1952), describió la propuesta en favor de un Dividendo Nacional en los siguientes términos:


    Creemos que la mayor parte de las necesidades urgentes del momento podrían ser satisfechas por medio de lo que llamamos un Dividendo Nacional. Éste se proporcionaría mediante la creación de nuevo dinero –exactamente a través de los mismos métodos que ahora son usados por el sistema bancario para crear nuevo dinero– y su distribución como poder adquisitivo a toda la población. Permítaseme subrayar el hecho de que esto no es recolección-por-impuestos, pues, en mi opinión, la reducción de impuestos –la muy rápida y drástica reducción de impuestos– constituye algo vitalmente importante. La distribución por vía de dividendos de un cierto porcentaje de poder adquisitivo, suficiente de todos modos para conseguir un cierto estándar de dignidad, de salud y de decencia, constituye el primer desiderátum de la situación [1].

    La idea básica que estaba detrás del Dividendo Nacional era ésta: del mismo modo que una compañía privada puede distribuir su beneficio a sus accionistas en forma de dividendos, así también puede una nación monetizar su beneficio macroeconómico y distribuir el usufructo a sus ciudadanos. La emisión de tal dividendo transformaría a toda la sociedad en una gigantesca cooperativa de reparto de beneficios.

    El foco en el que se centra este post gira en torno a las siguientes cuestiones: ¿Es el Dividendo Nacional, tal y como lo propuso Douglas, simplemente otra versión de una “Garantía de Ingreso Básico”? ¿Por qué o por qué no?

    La G.I.B. ha sido definida como “una garantía asegurada del gobierno de que el ingreso de ningún ciudadano caerá por debajo del nivel necesario para satisfacer sus necesidades básicas por cualquier razón” [2].

    Igual que la Garantía de Ingreso Básico, el dividendo es universalmente inclusivo. Cubre a todo ciudadano al ser distribuido a todo ciudadano.

    Igual que la Garantía de Ingreso Básico, el dividendo no exige un requisito de trabajo o una comprobación de medios. Es emitido incondicionalmente.

    Sin embargo, y ésta es la diferencia clave en relación a la definición de G.I.B., el dividendo no se garantiza, o bien para sostener el ingreso de los ciudadanos al nivel que sea necesario para satisfacer sus necesidades básicas, o incluso para sostener su ingreso a un cierto nivel mínimo que sea fijado por decreto del gobierno.

    Puesto que una de las tres condiciones que son independientemente necesarias y conjuntamente suficientes para definir correctamente el concepto de Garantía de Ingreso Básico no se cumple, debería resultar claro que la propuesta del Crédito Social de un Dividendo Nacional no se clasifica, hablando en sentido estricto, como un genuino caso o ejemplo de G.I.B. Aún así, es de esperar que, bajo condiciones normales, el Dividendo Nacional satisfaría todos los objetivos de una G.I.B. y lo haría en una forma mejor y más sustentable. Es por esta razón que el Dividendo Nacional merece la atención de los defensores de la G.I.B.

    Para poder entender por qué el Dividendo Nacional no es un ingreso garantizado, uno debe primero comprender el muy particular contexto financiero y económico dentro del cual se desarrolló por primera vez la propuesta para un Dividendo Nacional. En otras palabras, un correcto entendimiento del Dividendo Nacional requiere un correcto entendimiento del Crédito Social.

    A diferencia de muchos, y en realidad la mayoría, de las propuestas de garantía de ingreso básico, el Dividendo Nacional está inextricablemente vinculado a un programa de reforma monetaria, y ese programa sirve a una política económica que rehabilitaría la totalidad de los órdenes económico y financiero.

    El Crédito Social afirma que el problema fundamental que existe con la economía industrializada moderna consiste en el hecho de que el ritmo al que los precios se originan en el curso de la producción es mayor que el ritmo al que los ingresos son distribuidos a los consumidores. En otras palabras, la ley de Say no se sostiene. Nuestras economías están plagadas de una deficiencia crónica de poder de compra del consumidor.

    Existen muchos factores que están detrás de esta brecha macroeconómica de precio-ingreso, tales como la obtención de beneficios (incluyendo beneficios derivados de pagos de intereses sobre préstamos bancarios), ahorros netos, la reinversión de los ahorros, políticas bancarias deflacionarias, e impuestos; pero la causa principal tiene que ver con las formas en que el capital real (es decir, máquinas y equipo) es financiado y las formas en que sus costes son contabilizados a continuación bajo las actuales convenciones bancarias y de contabilidad del coste.

    Cada vez que el capital real es fabricado o reemplazado, los costes que se originan a causa de las cargas por gastos de capital (es decir, el reembolso a los bancos de los préstamos para el capital) y las cargas por gastos ordinarios de explotación (es decir, cargas por depreciación, obsolescencia, mantenimiento, etc…) exceden a los ingresos que están siendo distribuidos simultáneamente a los consumidores.

    Naturalmente, esta brecha ha de ser rellenada de una u otra forma si se quiere que el flujo circular de la economía alcance algún tipo de equilibrio. El fracaso a la hora de conseguir ese equilibrio producirá como resultado bancarrotas, ventas forzosas, estancamiento económico, o incluso contracción.

    De acuerdo con la teoría del Crédito Social, los actuales sistemas económico y financiero intentan rellenar esa brecha apoyándose en continuos incrementos de deudas públicas, empresariales y del consumidor. El dinero adicional debe ser tomado prestado y puesto a la existencia a partir de los bancos (los cuales crean la mayor parte del suministro de dinero ex nihilo) para así poder incrementar el volumen del poder adquisitivo del consumidor. Esto conduce a la originación y acumulación de una montaña cada vez más creciente de deuda social que, en su conjunto, nunca podrá ser pagada. En los Estados Unidos, por ejemplo, la deuda total pendiente se estima en 59,3 billones de dólares, mientras que el P.I.B. es solamente de 17,4 billones y la oferta monetaria (M2) es de 11,8 billones [3]. El exceso de deuda sobre el dinero constituye un registro parcial a lo largo del tiempo de la recurrente brecha entre precios e ingresos.

    La producción por el gobierno de cosas que el consumidor no compra o no pagará por ellas en el mismo periodo de tiempo, o la producción por las empresas de bienes de capital o bienes para exportar, pueden ayudar a incrementar el ritmo de flujo de ingresos del consumidor sin que simultáneamente se incremente el ritmo de flujo de precios de bienes finales o de consumo. Los préstamos a los consumidores que implican la creación de nuevo dinero-deuda a partir de los bancos, incrementan el poder adquisitivo del consumidor de una manera aún más directa.

    En lugar de rellenar la brecha con dinero-deuda adicional, Douglas propuso que la brecha fuera rellenada con dinero “libre de deuda” y que se distribuyera directa o indirectamente a los ciudadanos. El pago indirecto se conoce en la literatura del Crédito Social como el precio compensado o el Descuento Nacional, mientras que el pago directo es el Dividendo Nacional.

    Permítaseme recalcar que, a diferencia de muchas, si no la mayoría, de las propuestas de un ingreso básico, el dividendo no se financia por medio de impuestos redistributivos o mediante un incremento en las deudas públicas, sino más bien a través de la creación de nuevo dinero enteramente libre de deuda (o de cualesquiera otros costes). Desde el punto de vista del Crédito Social, si el principal defecto de la economía consiste en que hay una escasez crónica de liquidez en forma de ingresos del consumidor, la redistribución no va a solucionar el problema. Uno no hace más grande un insuficiente flujo de ingresos por el mero hecho de redistribuirlos. Lo que se necesita es un incremento en el flujo de los ingresos del consumidor.

    En realidad, el dividendo nos permite poder matar dos pájaros de un tiro. El fenómeno particular que, en un plano físico, es el responsable del desempleo tecnológico, es decir, el desplazamiento del trabajo humano por las máquinas, es el mismo fenómeno que, en un plano financiero, genera una brecha cada vez mayor entre el ritmo de flujo de los precios de los bienes de consumo y el ritmo de flujo de ingresos que son distribuidos durante el transcurso de su producción. El dividendo soluciona ambos problemas. Por un lado, nos permite rellenar la brecha precio-ingreso en una forma que restaure un verdadero y auto-liquidable equilibrio al flujo circular. Por otro lado, el dividendo también asegura que todos aquellos individuos cuyo trabajo ya no es más necesario en la economía formal reciban, sin embargo, un ingreso que les permita tener acceso a los bienes y servicios.

    Así, a diferencia de la Garantía de Ingreso Básico o de la inmensa mayoría de las propuestas de un ingreso básico, el dividendo no está vinculado al “pleno empleo” como una política fija. Si una economía es físicamente capaz de proveer a todos de todos los bienes y servicios que necesitan para sobrevivir y desarrollarse sin tener que acudir a la plena capacidad de la fuerza laboral disponible, entonces la cantidad de dividendo no necesita ser restringida artificialmente con el fin de mantener el incentivo positivo o fáctico hacia el trabajo. Cuantas menos sean las horas de trabajo que sean físicamente necesarias para asegurar nuestras genuinas necesidades, mejor estaremos todos porque entonces podríamos disfrutar de esa disminución en la necesidad de trabajo en forma de ocio incrementado.

    Pero, ¿por qué no es el Dividendo Nacional un ingreso garantizado?

    Puesto que el fin estructural básico del dividendo consiste en ayudar a rellenar la recurrente brecha precio-ingreso, el volumen del dividendo está directamente vinculado al tamaño de esa brecha. Brecha grande, dividendo grande. Brecha pequeña, dividendo pequeño. No hay brecha, no hay dividendo.

    En una economía industrial muy primitiva, el dividendo que sería necesario para ayudar a cubrir la brecha sería correspondientemente pequeño en términos de su poder de compra, y no sería suficiente para satisfacer las necesidades básicas de los ciudadanos.

    En una economía que estuviera experimentando una rápida industrialización, es incluso posible que el dividendo pudiera ser inexistente. Si los ingresos adicionales que se estuvieran distribuyendo a causa de una cada vez mayor producción de capital rellenaran temporalmente, o incluso excedieran la brecha subyacente entre los precios de los bienes de consumo y los ingresos del consumidor, entonces no habría ninguna brecha que cubrir hasta que el nivel febril de producción de capital se hubiera reducido, y por tanto ninguna necesidad para la creación o emisión de crédito compensatorio “libre de deuda”.

    Ahora bien, dicho todo esto, sin embargo, se ha adelantado que, en el caso de una economía madura, altamente industrializada, el dividendo sería suficiente para satisfacer de manera continua las necesidades básicas de todo ciudadano. A pesar de estar “refrenada, contenida y confinada” a causa de la política financiera actual, nuestra verdadera o física capacidad productiva es enorme. En efecto, el poder adquisitivo del dividendo debería estar continuamente incrementándose a medida que se introducen métodos más eficientes de producción que implican el progresivo desplazamiento del trabajo humano por las máquinas. Incluso en este escenario, sin embargo, la cantidad de dividendo no podría ser garantizada en un sentido absoluto.

    Si, Dios no lo permita, una economía altamente industrializada hubiera de sufrir algún tipo de catástrofe natural o causada por el hombre, y fuera destruida mucha producción, la brecha entre el total de los precios de los bienes de consumo y el de los ingresos distribuidos podría reducirse o incluso quedar eliminada. Si un improbable evento como ése tuviera lugar, el dividendo habría de disminuirse correspondientemente o suspenderse para así poder mantener el equilibrio entre el ritmo de flujo de precios de los bienes de consumo y el ritmo de flujo de los ingresos del consumidor.

    Estoy convencido, y también es ésta la convicción de los creditistas sociales, que el Dividendo Nacional proporcionaría a los defensores del ingreso básico los resultados que ellos más desean, es decir, la abolición de la pobreza a todos los efectos prácticos, y esto se conseguiría sin tener que penalizar a nadie o incrementar el endeudamiento público. Al mismo tiempo, el dividendo contribuiría a una reacción en cadena de beneficios que están asociados más generalmente a la reforma monetaria del Crédito Social. Tales beneficios incluirían la eliminación de los siguientes fenómenos: el recurrente ciclo de booms económicos y depresiones; la inflación; la formación de deudas impagables; el crecimiento económico forzoso; la ineficiencia, despilfarro y sabotaje económicos; la centralización de la riqueza y el poder en menos y menos manos; el conflicto social; la degradación medioambiental; políticas comerciales agresivas que conducen a guerras militares entre naciones; y niveles opresivos de impuestos junto a la creciente interferencia del gobierno en la economía.

    Véase también: La (¡gran!) Diferencia Entre un Ingreso Básico y el Dividendo Nacional: La (¡gran!) diferencia entre un "Ingreso Básico" y el Dividendo Nacional.



    [1] C. H. Douglas, Money and the Price System (Vancouver: The Institute of Economic Democracy, 1978), 11.

    [2] www.usbig.net/whatisbig.php

    [3] Cf. www.usdebtclock.org. El M1 es de aproximadamente 2,9 billones, cf. RB: H.6 Release--Money Stock and Debt Measures--August 14, 2013.


    Fuente: CLIFFORD HUGH DOUGLAS INSTITUTE
    ReynoDeGranada dio el Víctor.

  2. #2
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    Re: Oliver Heydorn y Jorge Garrido: dos críticas a la R.B. desde dos visiones distint

    SI SE IMPLANTA, LA MEDIDA REDUCIRÍA LA BUROCRACIA

    560 euros al mes: Finlandia inicia su experimento con la renta básica universal

    Desde el 1 de enero y durante los próximos dos años, un total de 2.000 desempleados finlandeses recibirán una prestación sin condiciones para ver si desincentiva o no su reintegración laboral





    Un grupo de personas caminan por el centro de Helsinki (Reuters)



    Antonio Martínez. Berlín

    03.01.2017 – 05:00 H.




    2.000 parados. 2 años. 560 euros al mes. Por cabeza. Libres de impuestos. Sin condiciones. Finlandia se ha convertido este enero en el primer país del mundo que experimenta, a pequeña escala, con la Renta Básica Universal (RBU). El objetivo es ver si este concepto revolucionario podría llegar a ser viable en un mundo en el que el trabajo -sobre todo el estable y a jornada completa- es cada vez un bien más escaso debido a la mecanización y la digitalización. Muchos ojos desde todo el mundo siguen con atención el proyecto piloto finlandés. Porque la idea polariza. Hay una avanzadilla que lo aplaude por liberalizador. Y un cerrado sector de opositores que lo tacha de socializante, inaplicable y ruinoso.

    Hace apenas unos días 2.000 personas de toda Finlandia recibieron sendas cartas del Kela, el Instituto de la Seguridad Social nacional. Ellos habían sido seleccionados por sorteo para participar, de forma obligatoria, en una prueba inédita, para la que sólo se tuvieron en cuenta dos criterios: encontrarse desempleados en noviembre de 2016 y tener entre 25 y 58 años. Los elegidos van a recibir entre enero de 2017 y diciembre de 2018 un ingreso básico de 560 euros no condicionado. A nada. Ni a su situación laboral o familiar ni a los ingresos que pudiesen tener. Por elevados que sean. Y esa RBU está absolutamente libre de impuestos.

    Marjukka Turunen, jefa del departamento Legal del Kela, explica en una entrevista en el diario finés Uusi Suomi que el experimento, que cuenta con la bendición del primer ministro, Juha Sipilä, persigue dos objetivos: dar la vuelta al sistema de incentivos económicos para que los desempleados busquen trabajo y simplificar la mastodóntica maquinaria burocrática que se ha ido creando para gestionar la maraña de ayudas y subvenciones públicas de este Estado del Bienestar nórdico.

    El sistema más habitual de prestaciones por desempleo es el que entrega al parado una cantidad mensual ligada a lo que cotizó cuando trabajaba, durante un período de tiempo determinado. Los gobiernos establecen además una serie de requisitos previos para poder acceder a ese dinero y unas condiciones que se han de cumplir para seguir percibiéndolo. La teoría señala que el incentivo que lleva a volver al mercado laboral al trabajador es la certeza de que esa ayuda es limitada.

    Lo que quiere estudiar el Kela ahora, explica Turunen, es si resultaría efectivo invertir totalmente la estructura de incentivos. Entregar de forma incondicional una cantidad de dinero a esos desempleados. Una cantidad mucho menor que el sueldo medio de Finlandia -donde el sueldo anual neto ronda los 36.500 euros-, pero que al no tributar supondría una ayuda financiera significativa. Y ver cómo reaccionan los seleccionados. El Kela quiere acabar así con el círculo vicioso en el que caen muchos desempleados, que rechazan los trabajos a los que pueden optar con mayor facilidad -en su mayoría, con malas condiciones- porque tras los impuestos les queda menos que la prestación por desempleo. Consideran desde la Seguridad Social finlandesa que con la RBU va a ser mucho más fácil para los parados dar el salto a un nuevo primer empleo, sea a tiempo parcial o de baja remuneración.





    Trabajadores de una empresa tecnológica salen de la oficina en Oulu, Finlandia, en 2014 (Reuters)



    Menor burocracia, menor gasto


    Además, la administración espera poderse ahorrar una cantidad significativa simplificando la administración. Desde el Kela no aportan cifras concretas. Los receptores de ayudas por desempleo deben rellenar constantemente formularios y reunirse con funcionarios. Eso, un trabajo tedioso y rutinario, requiere de gran cantidad de personal y tiempo. Con el ingreso básico, este aparato burocrático sería cosa del pasado.

    Un tercer punto es de carácter psicológico. La RBU aporta una gran seguridad financiera, explica Turunen en una entrevista publicada por el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung. "Da a las personas seguridad financiera. Pueden estar seguros de que el dinero llegará puntualmente. Lo que hagan con él es asunto suyo", asegura. Además, este ingreso elimina de los desempleados el estigma de las visitas regulares a las oficinas de desempleo.

    Finlandia es el primer país que juguetea a esta escala con la RBU. Pero no es el único con el debate abierto sobre su conveniencia. En el norte de Europa principalmente hay colectivos que están poniendo esta opción sobre la mesa. El eco que están teniendo sus propuestas llevó hace meses al filósofo alemán Philip Kovce a decir que, salgan o no adelante estos primeros planes, la relevancia que se está dando a la iniciativa ya es un éxito para ellos.

    En junio Suiza votó en referéndum la introducción de la RBU. Una contundente mayoría, más de tres cuartas partes de los participantes, rechazaron la propuesta -lanzada por una iniciativa popular-, que abogaba por que el estado ingresase a todos los ciudadanos, de forma automática e incondicionada, 2.260 euros libres de impuestos al mes. Holanda ha puesto en marcha un proyecto piloto en Utrecht y otros 19 municipios para estudiar la viabilidad del ingreso básico. Y en Alemania un colectivo presentó a mediados de 2016 más de 90.000 firmas en el Bundestag para pedir un referendo al respecto.

    Los académicos y analistas no han quedado fuera de este debate. El ex ministro de Finanzas griego Yanis Varufakis y el filósofo esloveno Slavoj Zizek, desde la izquierda, defienden la implantación del ingreso ciudadano. Pero también el presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial de Davos, Klaus Schwab, lo percibe con buenos ojos. No obstante, la RBU está lejos de poder amalgamar algún tipo de consenso. La idea, por su radicalidad, polariza. Genera atracción y curiosidad. Pero también rechazo. Además, la idea teórica sigue resultando ambigua en puntos clave, como la cuantía del ingreso, y se ha consolidado en torno a distintas modalidades concretas que, en ocasiones, son casi contrapuestas.





    Una mujer pide dinero en el centro de Helsinki, en 2008 (Reuters)



    Cargados de argumentos


    El principal argumento a favor de la renta básica es que la digitalización y la mecanización están acabando con cada vez más puestos de trabajo. En unos años, argumentan los defensores de la RBU, no sólo será difícil encontrar empleo para una nutrida mayoría, sino que además esos puestos de trabajo no serán necesarios para satisfacer la demanda de bienes y servicios. Según un estudio, el 47 por ciento de los trabajos en Estados Unidos son altamente susceptibles de ser automatizados en las próximas dos décadas.

    Además, con una sola medida, se acabaría con la pobreza. Un progreso fenomenal, para los adalides de la RBU. La cuestión no es baladí en un momento en el que, tras el colapso financiero de 2008 y la subsiguiente crisis del euro, la clase media se encuentra amenazada por la precariedad y la desigualdad. Según Eurostat, unos 120 millones de europeos, cerca del 25 por ciento, viven en situación de riesgo de pobreza y exclusión social.

    Renta Básica Suiza, la organización que recogió las firmas para el referéndum suizo, peleaba asimismo por "desacoplar los conceptos de trabajo y valor personal". Las personas, proseguía su argumento, podrían elegir con libertad a qué dedicar su tiempo. Muchos seguirían trabajando. Otros alargarían la formación o se tomarían mayores pausas para criar a sus hijos. Además, los riesgos derivados de emprender e innovar se reducirían sensiblemente.

    Los críticos y escépticos, por su parte, también vienen cargados de argumentos. El primero y esencial es el coste. Pocos estados, más allá de los nórdicos, podrían poner en marcha iniciativas de este tipo. Según la OCDE, Luxemburgo y Dinamarca podrían en la actualidad pagar al año a cada uno de sus ciudadanos 17.800 y 10.900 dólares, respectivamente, si se eliminasen todas las ayudas no sanitarias y se repartiesen ese dinero de manera equitativa entre la población. En ambos casos esas cantidades suponen en torno a una quinta parte de la renta per cápita nacional. Los europeos del sur no podrían, como tampoco las economías de corte liberal anglosajón como Estados Unidos y Reino Unido. Y para la mayoría de países emergentes o pobres resultaría absolutamente impensable.

    Además, critican algunos, eliminar ayudas e introducir la RBU supondría una redistribución de la riqueza hacia arriba. Al entregar un ingreso a todos los ciudadanos, parte del dinero que antes se destinaba a personas de clase baja o con dificultades iría a parar a manos de gente de clase alta. Esto, si no se prevé, podría acabar generando más desigualdad. Asimismo, algunos escépticos consideran que desincentivaría el empleo, sobre todo el de baja remuneración, lo que erosionaría los ingresos fiscales. Y que podría generar efectos llamada inasumibles en una era de migraciones masivas transfronterizas por motivos económicos.

    Por último, algunos críticos temen el daño psicológico. Argumentan que desaparecería el pilar laboral como elemento estructurador de la personalidad. Que se fomentaría el no trabajar, algo que perciben como "moral hazard". Y que la distribución incondicionada de dinero podría perjudicar además el tejido social y acabar con la solidaridad.



    Fuente: EL CONFIDENCIAL
    Última edición por Martin Ant; 04/01/2017 a las 13:04

  3. #3
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    Re: Oliver Heydorn y Jorge Garrido: dos críticas a la R.B. desde dos visiones distint

    No voy a hacer ningún comentario a la noticia anterior, porque todo lo que se tenía que decir sobre la Renta Básica Universal, ya lo dijo el Dr. Oliver Heydorn en sus dos artículos críticos: uno más amplio y detallado (el que aparece en este hilo), y el otro más resumido y conciso (el que aparece enlazado al final de ese primer artículo).

    Simplemente quisiera resaltar (tal y como da a entender brevemente el Dr. Heydorn al final de uno de los dos artículos) la naturaleza paródica de esta nueva política de la RBU en relación al Crédito Social (de manera similar a como lo fue en su día y lo sigue siendo hoy la política keynesiana). Digo paródica, porque todas esas políticas guardan similitudes superficiales pero son esencialmente contrarias, tanto al fin social, como a la metodología (para la consecución de dicho fin), del Crédito Social.

    La tarea consiste, pues, no en que los creditistas sociales se suiciden subsumiéndose o disolviéndose en apoyo o defensa de alguna de todas esas políticas que han ido surgiendo desde las instancias de la ortodoxia económica, sino en seguir tratando de convencer a las personas de buena voluntad que apoyan esas políticas de su carácter sucedáneo, en tanto que falsas soluciones "parche" para el problema de la economía (al tiempo que ellas conservan radicalmente invariable el status quo).
    Última edición por Martin Ant; 04/01/2017 a las 13:39

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    Re: Oliver Heydorn y Jorge Garrido: dos críticas a la R.B. desde dos visiones distint

    ¿Ingreso Básico Universal o Trabajo Para Todos? Una mirada desde la doctrina peronista. Por Oscar Balestieri
    POR KONTRAINFO/FF · 25 MAYO, 2020


    Por Oscar Balestieri*



    Las veinte verdades peronistas es un texto donde Perón propuso a su pueblo un conjunto de ideas y objetivos, fue el 17 de octubre de 1950, a cinco años del momento fundacional. La quinta de las “verdades peronistas” dice: «En la Nueva Argentina de Perón, el trabajo es un derecho que crea la dignidad del Hombre y es un deber porque es justo que cada uno produzca por lo menos lo que consume». Ha pasado el tiempo desde esa enunciación, hemos vivido con índices de desocupación de más de un dígito y ahora la pandemia, nos hunde en un pozo de crisis y desocupación.



    ¿Cuál es el camino que debemos elegir para salir de esta crisis? ¿Cuál es la propuesta desde el peronismo?



    Algunos compañeros adhieren a la idea de un salario universal, para cubrir las necesidades básicas de cada argentino. Si pensamos en la quinta verdad que propone Perón, la respuesta debe ser más amplia: el Estado debe garantizar a todos un trabajo y en consecuencia un salario generado por éste.


    El Estado debe actuar como empleador de ultima instancia, (una especie de Banco Central del trabajo) porque además de garantizar un ingreso, es razonable que garanticemos “un trabajo que crea la dignidad del hombre”. Un país que tiene grandes necesidades, no puede dejar de lado la productividad de los hoy desocupados, necesitamos también como dice la quinta verdad que cada uno produzca por lo menos lo que consume.



    La idea del salario universal, tiene fuerte apoyo en pensadores europeos influenciados por “el fin del trabajo” donde el trabajo humano es reemplazado por máquinas. Quizás en sociedades muy desarrolladas, con casi todo construido (donde abunda el crédito y no es usado, donde los recursos naturales han sido explotados o donde sus sociedades no permiten mayor explotación de los recursos naturales y la importación de bienes de países de bajo costo de producción) no sea posible brindarle un trabajo digno a sus habitantes y la idea del salario universal sin contraprestación tenga sustento.



    Pero en nuestra América, nada de eso se verifica: hay enormes recursos naturales inexplotados, todo está por construirse, caminos, viviendas, equipamientos, energía, servicios, etc. Tenemos un horizonte de trabajo humano enorme, que a la vista de nuestra realidad, permite ocupación plena, incorporación de migrantes y de tecnología para aumentar la producción y dignificar el trabajo. Un territorio extenso y disponible.

    En los gobiernos liberales (y a veces también en los populares) esta función del Estado de crear y garantizar trabajo para todos, ha sido abandonada, denostada, planteando que es función del mercado hacerlo. El resultado está a la vista: el mercado necesita de legiones de desocupados para bajar los salarios deprimir la protesta, domesticar a los pueblos.

    Esta crisis es una oportunidad de poner en marcha junto a otras esta quinta verdad del peronismo.

    ————-
    *Ex subsecretario de Vivienda de la Prov. de Buenos Aires.
    ¿Ingreso Básico Universal o Trabajo Para Todos? Una mirada desde la doctrina peronista. Por Oscar Balestieri
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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