Re: Cómo el régimen liberal impide a la gente ganarse la vida

Iniciado por
Txus
¿Tu sabes lo que dices sobre el régimen liberal? ¿De que liberalismo hablas? No tengo tiempo, pero cuando pueda miraré este post con detenimiento y te responderé. Sinceramente creo que no tienes ni puta idea de lo que hablas con respecto al liberalismo. Vosotros y vuestra secta esta a años luz de la realidad actual. Pero como pude decir un tio que se queja de las regulaciones y normativas del Estado que eso es liberal. ¿Estamos locos? ¿de que vas tío? Es tarde y mañana trabajo, pero macho dejamos el hilo abierto y vamos a ver que coño dices.
Te puedes unir a los de Podemos a intoxicar a la gente con perrofalutadas gilipollas que solo las creen los tontos sin formación y sin cerebro.
No eres más tonto porque no sabes donde convocan oposiciones para ello, sino serías el número uno de tu promoción, ¡bocazas! Ya creí que te habías extinguido. Pero veamos qué se dice por ahí de tu horda ideológica:
LA NUEVA ECONOMÍA/1: EL FRACASO DEL LIBERALISMO
Nota: este artículo trata del liberalismo y no del neoliberalismo, que es algo sustancialmente diferente.
Describiéndolo brevemente, la idea clave del liberalismo se basa en que la estructura social no es un sistema ajeno a la voluntad sumada de sus integrantes sino, precisamente, el resultado de la suma de estos. Así, en el liberalismo el comportamiento individual es clave, pues por la unión de ellos se funda la sociedad. Por ello, esta teoría va unida en su origen a teorías éticas, en concreto la idea de empatía típica del empirismo inglés, que, como toda teoría moral, pretenderá regularizar correctamente el comportamiento humano y, asimismo, a una idea de racionalidad determinada, y relacionada con el cálculo, que es la que debe guiar al individuo para formar, no olvidemos el carácter utópico, una sociedad libre.
Para formar esta sociedad libre, el liberalismo económico defiende que el comportamiento individual será racionalmente egoísta, buscará el propio interés, pero no de cualquier manera sino de una inteligente que implicará un cálculo de las opciones. De esta manera, y de acuerdo a lo dicho anteriormente sobre la sociedad como sumatorio, la suma de todos estos comportamientos egoístas e inteligentes generará una sociedad racional y próspera. Y lo hará porque si alguien no realiza correctamente su cálculo, voluntaria o involuntariamente, el comportamiento egoísta racional del resto de la población ejercerá un factor de corrección sobre los errores del primero y garantizará así la cohesión social. Por ejemplo, si yo abro una tienda de ropa en horario nocturno -aprovechando la nueva normativa de la falsa liberal Aguirre- lo más probable es que el comportamiento egoísta de mis potenciales consumidores, que no querrán levantarse de la cama para comprar ropa a esas horas, hará que vuelva a la cohesión social del horario. Por consiguiente, piensa el liberalismo clásico, la cohesión social es el resultado final de su teoría y no la libre competencia, que es solo un medio para conseguirlo. Por eso, no hay que confundir el liberalismo con el darwinismo social, pues la finalidad clave del primero es una sociedad moral y cohesionada a través de la libertad mientras que del segundo es la selección individual de los más aptos.
Por todo esto, podemos definir el sueño liberal como un mundo de hombres libres que a través del desarrollo personal de su libertad interrelacionada construyen cada día una sociedad también libre. El liberalismo, como consecuencia, es un contractualismo a diario con final feliz. Y una ñoña utopía.
¿Utopía? Efectivamente, el liberalismo fue una utopía ya en la época del capitalismo clásico y hoy en día es un fracaso. Pero, ¿por qué?
Resulta curioso observar, primero, como el liberalismo nunca se ha dado realmente sino que siempre ha sido defendido pero no realizado -en esto se parece al marxismo-. En los países donde aparentemente debería haber triunfado, los anglosajones por tradición, no se dio ni en la economía interior ni en, y fundamentalmente, la exterior. Así, el liberalismo nunca perteneció al campo de la política real sino al de la ideología: muchos lo defienden, pero nadie lo aplica.
En segundo lugar, y como ya se le ha criticado repetidas veces, el liberalismo fue también ideológico en la época clásica. Efectivamente, la petición de principio de cualquier contractualismo es la igualdad previa de los individuos que realizan el contrato pues, si no fuera así el contrato carecería de sentido por ser en realidad la imposición de la parte poderosa sobre la débil. Por eso, el contractualismo de, por ejemplo, Locke en el liberalismo político situó el origen del contrato en un hipotético pasado temporal de igualdad, un estado de naturaleza previo, que implicaba al presente. Sin embargo, el liberalismo económico es, como ya hemos explicado, un contractualismo diario que implicaría, necesariamente, una sociedad de individuos iguales en la realidad cotidiana. Pero esto no parece ser. Como bien señalaba Marx, la mala costumbre de los trabajadores de comer todos los días no parece que contribuya a la libre elección frente a quienes detentan el control económico. Mi jefe y yo no contratamos mi empleo en las mismas condiciones.
Efectivamente, estas han sido hasta ahora las causas de la inexistencia real del liberalismo y con ellas de su fracaso, al menos como la teoría emancipatoria que pretendió ser. Sin embargo, podría ser que en el nuevo capitalismo, con sus características de globalización y alto nivel de vida, el liberalismo fuera una teoría de futuro. Lástima, no lo es tampoco.
Decíamos antes que el liberalismo parte de un supuesto de cálculo racional. Efectivamente, el individuo busca su egoísmo, pero si lo hace de forma excesiva, sin pensar a su vez en el egoísmo de los otros, no triunfará. Así, el cálculo egoísta es mediado por lo social y esta es, curiosamente, la falla fundamental del liberalismo ante la nueva economía ¿Por qué?
En primer lugar hay un problema que es la relación entre la racionalidad del liberalismo y el lugar de pertenencia en la estratificación social. El cálculo racional del que habla el liberalismo en realidad no es sino la acción de individuos concretos cuya finalidad no es otra que mantener su status quo. Efectivamente, el cálculo liberal está cargado de prudencia económica y social, que es la forma en que la oligarquía llama a la mentalidad del ya establecido que solo busca mantener su posición social frente al arribista, que necesita arriesgar para escalar posiciones moviéndose, así, de forma imprudente e irracional. Y por eso, la idea clave de esa razón es la cohesión social que implica, fuera de la utopía, el perenne dominio de la oligarquía: el cálculo liberal es el cálculo de la cohesión y este solo es el cálculo del dominio. Sin embargo, en la economía actual el centro gravita hacia grupos emergentes, internos e internacionales, cuyo cálculo responde a un esquema no de cohesión, conservador, sino de conquista. Buscan un lugar en el sol y se atreven a más. Así, el proceso de globalización entendido como la ruptura de una sociedad cohesionada por grupos cerrados de poder, derrumba la racionalidad liberal. O la desenmascara.
En segundo lugar, porque la economía financiera no es igual que la productiva y comercial. En la economía productiva y comercial la racionalidad a aplicar está basada en el principio de utilidad -como bien sabían los economistas clásicos-. Este principio socialmente era sencillo de predecir pues la utilidad se mide facilmente en el mercado: la necesidad de un producto concreto se puede prever en la relación producción-consumo. Sin embargo, la economía financiera se rige por el criterio fundamental de la especulación -utilizado aquí sin ningún sentido peyorativo-. La especulación no rige de acuerdo al principio de racionalidad liberal porque el egoísmo de los otros no se presenta en un plano divergente o enfrentado sino que se suma. En efecto, en la economía productiva y comercial, hay al menos, dos bandos enfrentados: vendedores y consumidores. Este enfrentamiento provoca que los egoísmos aplicados por ambos mantengan -en el ideal al menos- el equilibrio final, pues ambos reman en sentido opuesto. Sin embargo, en la economía financiera solo hay un bando: especuladores. Y así, el egoísmo personal no añade equilibrio sino mayor tensión: todos quieren lo mismo y estiran el producto con riesgo de rotura. Como ha demostrado la crisis financiera, el egoísmo no cohesionó el mercado financiero sino que lo hizo estallar.http://www.blogger.com/img/blank.gif
Y por último, tercero, está la propia clave del paradigma -que la sociedad no es sino el sumatorio de sus miembros- ya desacreditada por la propia realidad -y, de paso, por este artículo, así que no nos extendemos-. Si la idea clave del liberalismo era que lo social resultaba de la suma de sus elementos particulares, el nuevo capitalismo ha superado esa ñoña perspectiva.
El liberalismo, seamos justos, fue una teoría para la emancipación. Hoy en día, ni tan siquiera es una teoría que explique la realidad. Ello no le quita, por supuesto, su interés como historia ni como una obra importantísima del pensamiento humano. Aunque ello sí le quita, por supuesto, su lugar en el presente. Por eso, apareció el neoliberalismo, que no es, precisamente, una teoría de emancipación. Pero, ya saben, eso otro día.
Publicado por Enrique P. Mesa García en 23:17
Si es que a esto se le puede llamar vivir: LA NUEVA ECONOMÍA/1: EL FRACASO DEL LIBERALISMO
Y ahora vas y lo cascas, sobretodo con la diferencia entre liberalismo económico y neoliberalismo, de los que si que no tienes ni puta idea tú.
ROMÁN RODRÍGUEZ
Esta semana el sistema financiero internacional ha sufrido un terremoto con epicentro en Estados Unidos. El lunes se producía el colapso del banco de inversiones estadounidense Lehman Brothers, la mayor quiebra de la historia. El miércoles la Reserva Federal nacionalizaba American International Group (AIG), la mayor aseguradora del mundo, también al borde de la bancarrota, en un acuerdo sin precedentes en la historia del organismo, comprando el 80% de los activos de esta empresa por 85.000 millones de dólares (60.000 millones de euros), casi el 6 % del PIB de España.
Hace dos semanas la administración Bush ya había nacionalizado las sociedades hipotecarias Freddie Mac y Fannie Mae, firmas que avalaban la mitad de todas las hipotecas de EE UU, por 300.000 millones de dólares, ante la eventualidad de su debacle en el mercado. Continuaba así la política emprendida meses antes por la Reserva Federal comprando los activos "conta- minados" por las hipotecas basura del banco de inversión Bear Stearns por 29.000 millones (mientras que JP Morgan adquiría los activos solventes) y con la nacionalización del banco Indymac ante su hundimiento en Bolsa.
Todo ello se realiza con continuas intervenciones de la Reserva Federal en coordinación con el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra, especialmente esta última semana, inyectando enormes cantidades de dinero en los mercados monetarios para proporcionar liquidez y frenar la caída de las Bolsas y la desconfianza en el sistema financiero.
El presidente George W. Bush considera que estas intervenciones se han dado "para promover la estabilidad de los mercados financieros y limitar el daño en las economías del resto del mundo". Resulta cuando menos paradójico que se produzca este descomunal intervencionismo estatal en el país campeón de la economía de mercado y cuna de la doctrina neoliberal que además ha exportado a todo el mundo. Si el profeta del pensamiento neoliberal Milton Friedman resucitara estos días, pensaría que se ha equivocado de país.
CAOS DEL SISTEMA. Mucho más cuando en sus dos mandatos la actual administración Bush ha puesto en marcha un modelo de desregulación del sistema financiero, propugnando la autorregulación de estos mercados, que ha fracasado estrepitosamente. El actual caos del sistema financiero norteamericano y por extensión del sistema mundial, tiene como una de sus razones la ausencia de controles rigurosos por parte de las administraciones públicas a las entidades financieras, y de supervisión de sus operaciones de riesgo y de los sofisticados productos financieros que generan. Ya no hay duda de que el desmoronamiento del valor de los títulos de inversión sustentados en hipotecas con poca solvencia ("hipotecas basura"), que asciende a un billón de dólares, y la ocultación por los bancos de la importancia de estos títulos en sus balances ha sido la espoleta de la desconfianza interbancaria y de la actual crisis.
Porque parece difícilmente justificable que se defienda un modelo desregulado y de dejar hacer a los mercados que permite que cuando haya beneficios sean lógicamente repartidos por las entidades entre sus accionistas y ejecutivos, pero cuando hay peligro de quiebras y bancarrotas la Administración acuda en su rescate y que, por tanto, sean los contribuyentes los que paguen las pérdidas generadas, escapando a menudo sin ninguna responsabilidad los causantes del desastre. Parece poco justificable pero es lo que defiende sin empacho el presidente de los empresarios de la CEOE, Díaz Ferrán, quien ha manifestado hace pocos días que se "debe hacer un paréntesis en la economía de mercado" ante la crisis, solicitando la intervención del Gobierno. Su mensaje es claro: socializan las pérdidas y se privatizan los beneficios.
Como señala el economista norteamericano Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, esta crisis es producto de la falta de honestidad de las entidades financieras y de la incompetencia de los gobiernos. Y añade que "la cantinela de la derecha sobre la liberalización resultó estar equivocada y ahora estamos pagando el precio".
La grave crisis del sistema financiero estadounidense y su impacto en las economías europeas y del resto del mundo empeora la situación económica general, muestra de la interdependencia del mundo globalizado en el que vivimos, y probablemente retrase las expectativas de recuperación en la Unión Europea, en España y en Canarias.
Se ha demostrado que no basta con que los controles aplicados por los gobiernos a las entidades financieras en la zona euro sean más rigurosos para vernos afectados por el huracán que viene de EE UU, por lo que creo necesario poner en marcha como poco la coordinación de los sistemas de regulación y control financiero entre Europa y EE UU y, más a largo plazo, organismos financieros internacionales con reglas más acordes con las nuevas realidades del siglo XXI.
ENDEUDAMIENTO. Debemos recordar que el actual sistema económico internacional es un capitalismo sustentado en el crédito, es decir en el endeudamiento tanto de estados, empresas y familias. Baste decir que en las últimas décadas el crecimiento de la deuda en el mundo desarrollado ha sido tal que representa dos veces y media su PIB.
La actual crisis de los mercados financieros internacionales pone en evidencia el fracaso del modelo económico neoliberal que denosta la intervención de los gobiernos en la economía y exalta el libre mercado, pero que pretende que cuando se producen las crisis sean los gobiernos los que asuman las pérdidas privadas y el coste social de las mismas. Una crisis de enormes dimensiones que destruirá millones de puestos de trabajo y arruinará a muchos estados. Y por la que nadie asumirá sus responsabilidades.
(*) ROMÁN RODRÍGUEZ, PRESIDENTE DE NUEVA CANARIAS.
FRACASO DEL LIBERALISMO ECONÓMICO - La Provincia - Diario de Las Palmas
Estos son dos ejemplos más de los "tontos perroflautas" que no saben de lo que hablan, al igual que Javier Benegas y Juan m. Blanco en Voxpopuli, que son los que dicen lo que contiene el tema que Hyeronimus ha abierto y sobre el que no ha expresado ni una sola línea. Pero claro, aparece de pronto el orangután liberaloide que eres y sin leer más que el título abres tu bocaza para insultarnos a todos. No sé por que razón lógica si este sitio te molesta tanto tienes que aparecer como el ectoplasma -también ectoplasta-, para dar tu brasa infumable e insoportable. Así que no pierdas más tu tiempo ni nos lo hagas perder a nosotros contigo ¡¡¡ troll !!!
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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