No exagero. Aunque se ve que aún teniendo familia en ese país y habiendo pasado parte nada desdeñable de mi tiempo en aquellas tierras, no tengo derecho a manifestar mis impresiones, al carecer éstas de ¿fundamento? Se ve que no sé de lo que hablo, pues nada... Lo que hay que oír.
En las grandes ciudades como, por ejemplo, Varsovia, las iglesias están completamente vacías. En las ciudades de tipo medio, hay de todo, claro está. Pero sí, es verdad que le gente suele seguir yendo a Misa los Domingos, aunque los jóvenes (que en su mayor parte van obligados) muchas veces se quedan esperando fuera de la iglesia a que termine la Eucaristía. Esto me lo han contado ellos mismos, ahora quien no quiera creerme, allá él. En cuanto a los pueblos, por supuesto que allí todos cumplen con el precepto dominical sin pensárselo dos veces.
También es cierto que no es nada raro ver, en las zonas rurales o incluso en los jardines de casas particulares en las ciudades, cruces o imágenes de Nuestra Señora adornadas con flores. No es extraño encontrar a Sacerdotes vestidos con sotana por la calles a los que los viandantes no dudan en parar para pedir consejo. Se sigue conservando la costumbre de ir a poner velas a los cementerios o de ayunar los Viernes (e incluso algunos también los Miércoles), etc.
Nadie ha dicho lo contrario. Nadie ha pretendido comparar la Polonia actual con la España de nuestros días, porque no son equiparables. Polonia presenta unos treinta años de restraso respecto a España (gracias al aislamiento forzoso al que se vió sometida) en el proceso de desintegración espiritual, concienzudamente planificado, que sacude a todos los pueblos del viejo continente. Ello no quita para que constituyamos a este país, en el estado en que se encuentra hoy en día, en paradigma de la Catolicidad (y menos aún de Catolicismo Tradicional), teniendo en cuenta lo que en un pasado llegó a ser.
No podemos cerrar los ojos, en un alarde de conformismo y autocomplacencia, ante el doble embite que está sufriendo el pueblo polaco a manos de liberalismo corrosivo y el modernismo pseudo-religioso, que no hacen sino minar el espíritu de estas gentes, mientras desde España no deja de oírse "qué Católica es Polonia, hay que tomar ejemplo de ellos, bla, bla, bla". Lo que tenemos que hacer es contribuir a que sigan conservando, como último bastión, la semilla de Catolicidad que les resta y que ésta crezca en consonancia con la Tradición milenaria de la Iglesia de Cristo. No esperar a que las cosas vayan a mejorar por sí solas porque, mal que nos pese, éstas tienden precisamente al extremo contrario. Los polacos, más que una excepción a la regla, son una resistencia rezagada y débil que debemos alentar.
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