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Tema: Ruta por las diez plazas «ocultas», y con encanto, de Sevilla

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    Ruta por las diez plazas «ocultas», y con encanto, de Sevilla

    Ruta por las diez plazas «ocultas», y con encanto, de Sevilla


    Escrito por Fran Piñero




    Existe una Sevilla oculta, de plazuelas y rincones más allá del bello y necesario circuito cultural. Hablamos de coquetos enclaves, a menudo cuajados de naranjos, y donde suelen figurar pequeñas cruces, hitos del paso del tiempo que confieren solemnidad y monumentalidad a la delicadeza de la escena.
    Aquí les proponemos una ruta por diez de esos lugares. Una ruta para sentirse turista en su propia ciudad.

    1 Santa Isabel



    Las palomas son habituales «parroquianas» de la fuente de la Plaza de Santa Isabel, de esencia jiennense




    El periplo podría comenzar cerca de la calle San Luis. Concretamente en la plaza de Santa Isabel, un espacio de señoriales dimensiones pero que se encuentra estratégicamente apartado del «dominio público» debido al entramado de estrechas calles del barrio de San Julián y el lugar que ocupan el templo de San Marcos y la capilla de los Siete Dolores de Nuestra Señora, con las dependencias anexas de la Hermandad de los Servitas.
    Situarse en este punto le hará viajar mentalmente a la Andalucía más oriental, a la arquitectura de municipios de categoría como Úbeda y Baeza, o de la propia Jaén. Simplemente observe la imponente fachada del convento de Santa Isabel, ejecutada por el ubetense Alonso de Vandelvira en el siglo XV y con un altorrelieve, sobre la visitación de la Santa, labrado por Andrés de Ocampo.
    El sonido del agua que emana de la gran fuente central, y que atrae a las palomas a beber de ella, hará el resto.

    2 Santa Paula



    Fachada del Monasterio de Santa Paula, con los inusuales arcos conopiales en un portón sevillano / Rocío Ruz




    No habrá que alejarse mucho para la siguiente parada. Tomando la calle Santa Paula hasta al final alcanzaremos un nuevo espacio religioso, en este caso el Monasterio del mismo nombre, del que llama la atención el doble arco conopial en la puerta de acceso al recinto, amén de la imagen de la Santa sosteniendo un crucifijo, en un retablo cerámico.
    Otro atractivo más de este lugar es la posibilidad de contemplar la colección artística permanente del monasterio, que abre a diario, excepto los lunes, en horario de mañana.
    Dejando la fachada a su espalda, verá como en la casa que se halla justo en frente luce un paño de azulejo de los que recuerdan la esencia de Sevilla como ciudad cervantina. Atendiendo al texto, conocerá que ese edificio fue refugio de varios personajes en la novela ejemplar «La española inglesa».

    3 Jesús de la Redención



    La tranquila Plaza de Jesús de la Redención, vista desde el interior del antiguo Palacio de Villapanés




    Avanzando por la calle Enladrillada en dirección a Ponce de León, y adentrándose por la calle Santiago, podrá llegar a la plaza de Jesús de la Rendención. Este lugar ofrece una curiosa paradoja: los más cofradieros lo tendrán presente por la gran cantidad de público que, cada Lunes Santo, se concentra en la salida y entrada de la Hermandad del Beso de Judas. El resto del año es una muy tranquila plaza con acento foráneo.
    Lo es por estar encuadrada entre dos hoteles, uno de ellos un interesante palacio reformado del siglo XVIII, con una regia portada de piedra, escudo de armas de los Marqueses de Villapanés incluido.
    De nuevo, el «visitante» creerá no encontrarse en Sevilla, tal vez por el efecto que ejerce el suelo empedrado, poco habitual en la zona hispalense.

    4 Las Mercedarias



    Esta plaza queda delimitada por dos conventos, el de las Mercedarias Descalzas, que le da nombre, y el de las Salesas




    Una vez en las inmediaciones de San Esteban se puede tomar la angosta calle Vidrio, que nos servirá de acceso al barrio de la Judería y nos conducirá, directa, a la siguiente plaza, la de Las Mercedarias.
    La lógica vida que supone un centro escolar de educación infantil, primaria y secundaria, da paso, al final de la jornada lectiva, a la más absoluta paz. Y a un merecido alto en el camino de esta ruta.
    Sentarse en los sevillanos bancos de hierro forjado le permitirá reparar en la cruz «humilladero» del centro de la plaza, que recuerda que, en otro tiempo, el lugar fue cementerio religioso. No hay que olvidar que las Mercedarias Descalzas establecieron allí su convento en 1633, y que la actual plaza surge de un incendio en el que se pierde parte importante del recinto eclesial.
    Le llamará igualmente la atención la alta fachada frente al colegio. Se trata de otro convento, el de las Salesas, sitas allí desde finales del siglo XIX. Es una construcción de estilo ecléctico contemporáneo, terminada por Juan Talavera, el arquitecto encargado de la reforma del barrio de Santa Cruz.
    La zona ofrece otros puntos de interés, como son el Palacio de Miguel de Mañara o las fachadas en vivos colores que rodean a la iglesia de San Bartolomé.

    5 Las Cruces



    Este calvario no es el único que da nombre a la calle Cruces, otros dos crucifijos se encuentran en una de las fachadas




    El Barrio de Santa Cruz aglutina tres espacios que son absolutamente indispensables: la plaza de Doña Elvira, la de los Venerables Sacerdotes y el que da nombre al área, con la Santa Cruz de forja y una frondosa vegetación circundante.
    Sin embargo, si se sale de ese circuito «estándar» podrá alcanzar una «plaza» de discreta y sureña belleza, con tres cruces de forja sobre columnas de mármol. No son los únicos crucifijos de esta calle.
    Si se fija bien, en la fachada de una casa que hace esquina con la calle Ximénez de Enciso, encontrará incrustadas dos cruces de madera. Se desconoce el momento en que se colocaron ahí, siempre en torno al siglo XV, pero desde entonces han sido una seña de identidad del barrio.
    De hecho, en 1868 se dictó una prohibición consistorial de lucir en fachadas este tipo de emblemas. Las cruces se retiraron y se depositaron en el Hospital de los Venerables. A mediados de los cincuenta, los herederos de la casa recuperaron el par de crucifijos, como explicaron Ángel y Jaime Sáinz de Rozas en un artículo de ABC de Sevilla.

    06 Escuela de Cristo

    La Plaza de la Escuela de Cristo se encuentra en el recóndito corazón del Barrio de Santa Cruz




    Si hay una plaza oculta en Sevilla, es la de la Escuela de Cristo, un lugar que, pese a las indicaciones, le parecerá no llegar a encontrar nunca.
    Salga de nuevo a Ximénez de Enciso, y continúe por ella en dirección a la calle Mesón del Moro. Antes de llegar encontrará una pequeña callejuela «sin salida», llamada de Carlos Alonso Chaparro. La tiene.
    Avance hasta el final. A la izquierda se abrirá este bello y religioso rincón, que conecta dos templos, el de Santa Cruz con el del propio Oratorio de la Escuela de Cristo, una institución que promueve las obras de misericordia como forma de perfeccionar el espíritu, erigido en 1793.
    El recoleto espacio tiene una cruz sobre columna, una fuente de dos caños, azulejos commemorativos (entre ellos, uno del Cristo de las Misericordias y otro de la Adoración de los pastores) y hasta una pequeña imagen de San Cayetano.


    7 Santa Marta



    El crucero de la Plaza de Santa Marta se encontraba previamente en el Hospital de San Lázaro, donde era Humilladero




    Para encontrar esta barreduela sólo hace falta una pizca de curiosidad. En la plaza de la Virgen de los Reyes, tras el monumento a San Juan Pablo II, se abre una laberíntica calle. Su sinuosa disposición, junto con el arco bajo que hay que superar, aumentan la expectación sobre lo que uno finalmente se encuentra: un remanso de paz.
    Hablamos de una plazuela a la que el sol llega completamente tamizado por los cuajados naranjos que tienen allí presencia. Un pequeño espacio con una cruz, de Hernán Ruiz «El joven» y Diego Alcaraz, en el centro. Un lugar para privilegiados, pues son sólo dos casas particulares las que tienen acceso en él, además del convento de la Encarnación, a cuya espalda se encuentra la plaza. Como curiosidad, el crucifijo se encontraba en el Hospital de San Lázaro, desde su creación en 1564 hasta que fuese colocado en el centro de Sevilla, a principios del siglo XX.
    Para completar la romántica estampa, el drama cuenta que Don Juan Tenorio raptó allí a su amada Doña Inés. Tómese su tiempo para admirar los detalles, como el vistoso tejaroz de una de las fincas, o los azulejos que atestiguan la muerte de Mateo Vázquez de Leca y José Torres Padilla en tal lugar.
    ¿Recuerda el arco de acceso? Cuando vaya a salir mire hacia arriba, verá una bella estampa con el Giraldillo como protagonista.

    8 Habana



    La actual calle Habana da nombre al viejo Patio de Mercaderes de la Real Casa de la Moneda




    No existe el bullicio entre sus muros, aunque se encuentra en pleno centro histórico de Sevilla, con el Archivo de Indias, la Puerta de Jerez y el Arenal circundándola.

    No es en sí una plaza, si no el espacio que delimita una ancha calle Habana, antaño Patio de Mercaderes de la Real Casa de la Moneda. Y otras calles menores, igualmente vistosas.

    No es en sí un monumento, puesto que a principios del siglo XX se convirtió en núcleo residencial, pero el glorioso pasado al que responde hacen al conjunto meritorio de su título de Bien de Interés Cultural.

    Este enclave transporta al «turista» a la Sevilla de Indias, al pujante siglo XVI, aunque el terreno ya había sido recinto amurallado en el siglo XIII. Deléitese pues, con sus arquerías, con su solería empedrada, al más puro estilo castellano, con un lugar donde el tiempo parece detenerse.

    La «plaza» se encuentra ahora más oculta porque el arco de entrada principal, una portentosa obra de Van der Brocht en el siglo XVIII se encuentra completamente tapiado por unas obras que, al igual que ocurre con la sensación de tiempo en el recinto, parecen ir a otro ritmo.



    9 El Cabildo



    La Plaza del Cabildo conecta Almirantazgo con la Constitución y Arfe, y es sede de la filatelia y numismática sevillana




    Desde la calle Joaquín Hazañas y, a través de Santo Tomás, llegará al archiconocido Arco del Postigo. Lo que ya no es tan de «Vox Pópuli» es la interesante plaza semicircular que se encuentra a sus espaldas, a la que se puede acceder a través de la cancela de hierro que, durante el día, se encuentra completamente abierta.
    Hablamos de la Plaza del Cabildo, un espacio que conecta además con la calle Arfe y la Avenida de la Constitución, y que hoy es sede fundamental de la filatelia y numismática en Sevilla, desde que en los años 80 se trasladase desde la citada Plaza de Santa Marta un mercadillo filatélico dominical.
    En ella destacan varios elementos. Por un lado, la estructura porticada sobre columnas de mármol, así como los llamativos frescos que la decoran, tanto en la planta baja como el remate de la tercera. Por otro, el paño de muralla almohade que se conserva, con una fuente circular a sus pies en el centro. Por último su nombre, que corresponde al Cabildo Catedral, propietario del Colegio de San Miguel que allí se alzaba.

    10 Teresa Enríquez



    El crucifijo de la plaza de Teresa Enríquez recorta su silueta entre las cubiertas de San Vicente y los naranjos del lugar



    De Arfe a Castelar, pasando por otra agradable, aunque menos «oculta», plaza de Molviedro, la ruta enfila su último tramo. Habrá que buscar la zona del Museo de Bellas Artes, más concretamente la calle San Vicente para encontrar la última plaza de esta lista.Se trata de la de Teresa Enríquez, que se abre a mano derecha en cuanto se alcanza el templo de San Vicente, y que reúne todos los elementos de una plaza a la sevillana: los naranjos en dos hileras, espigados, coloridos; el crucero coronando el centro; las fachadas de unas casas de un par de plantas, no más, en tonos terracota, albero o blanco; y una interesante historia como trasfondo, la de su propia biografía.

    Teresa Enríquez de Alvarado fue una aristócrata de los siglos XV y XVI que renunció a la vida de la Corte en pos de recuperar los Sagrarios y devolver el esplendor perdido a la Eucaristía. «La loca del Sacramento», como se la conoció, fue quien impulsó la creación de las hermandades Sacramentales. En Sevilla, para no ir más lejos, la parroquia de San Vicente alberga una de ellas y, en la fachada que da a la plaza, luce un azulejo en el que todas las corporaciones de este tipo agradecen a la noble su incansable objetivo.

    Ruta por las diez plazas «ocultas», y con encanto, de Sevilla - Sevilla Ciudad
    Última edición por Hyeronimus; 01/07/2014 a las 14:18

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    Re: Ruta por las diez plazas «ocultas», y con encanto, de Sevilla

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    Las otras diez plazas «ocultas», y con encanto, de Sevilla

    Fran Piñero




    Que la capital hispalense tenga uno de los cascos antiguos más extensos de Europa, y que ese centro se trace a través de calles sinuosas y cargadas de historia, hace que sean inagotables los rincones de la ciudad por descubrir.
    Ya les ofrecimos una ruta por diez plazas ocultas, y con encanto de Sevilla. Hoy queremos ampliar esa lista de lugares que se encuentran muy cerca del circuito más popular, pero por los que a menudo no suele repararse, o resultan desconocidos, pese a la belleza y riqueza en detalles que presentan. Abra los ojos, e imprégnese de este nuevo decálogo a la sevillana.

    1) Refinadores

    La Plaza de los Refinadores, con la estatua de Don Juan Tenorio en el centro / Fran Piñero

    En el límite extramuros del barrio de Santa Cruz se halla esta plaza, ignota para muchos sevillanos pero en la que se encuentran dos símbolos de la capital hispalense.
    El primero, y más evidente, es la efigie de Don Juan Tenorio. Si en la cercana plaza de Alfaro se encuentra el legendario Balcón de Rosina, punto clave de la ópera «El Barbero de Sevilla», aquí se rinde homenaje al pícaro galán gestado por la mente de José Zorrilla, debidamente descrito en el pedestal de esta estatua labrada por Nicomedes Díaz.
    El segundo es la casa que hace esquina, con su vistoso balcón, su remate superior en arco, su estilo regionalista y su regia portada, ya en la calle Cano y Cueto. Se trata de una obra de Aníbal González para la vivienda de Luis Prieto, ejecutada entre 1915 y 1919.
    El tipo gremial del nombre de esta plaza se repite en una línea imaginaria que se trazaría en dirección a la puerta de Carmona. En esa travesía hallará la plaza de los Curtidores y la de los Zurradores. Dos remansos de paz paralelos a la avenida de Menéndez Pelayo.

    2) Archivo de Indias

    Los asimétricos jardines del frontal del Archivo de Indias culminan en una «plaza» y fuente central / Fran Piñero

    Tal vez le sorprenda esta instantánea ¿Se encuentra en el interior del recinto? Puede que piense. Lo cierto es que se trata de un rincón realmente visible, pero oculto por la magnitud del contexto en el que se inserta: el conjunto Patrimonio de la Humanidad que suponen los Reales Alcázares, la Catedral y El Archivo de Indias.
    Hablamos de la recoleta plaza que sirve de eje a los pequeños, y asimétricos, jardines que embellecen el frontal del edificio renacentista creado a finales del siglo XVI como Casa Lonja de Mercaderes.
    Quizás así se le escape. Sólo habrá que mencionar que, prácticamente dos siglos más tarde, en 1785, la construcción se convertiría en Archivo de Indias, para reunir en una única construcción todos los documentos relativos al comercio con América, hasta entonces repartidos entre Simancas, Cádiz y la capital hispalense.
    El enclave presenta doble forma octogonal, en la de la propia plaza y en la forma de la fuente en la que rematan un par de peces, o criaturas marinas, enroscadas. Para acentuar la sensación de conjunto, los tonos del mármol son análogos a los de la fachada.
    Concluyen la escena cuatro leones que apoyan una de sus patas delanteras sobre la bola del mundo, y una exótica vegetación donde destacan las palmeras datileras.

    3) Jardines de Montesinos

    Un busto de Antonio Mairena remata la escultura que articula la plaza central de los jardines de Montesinos / Fran Piñero

    Es éste otro de los sitios donde hay que saber mirar, para así encontrar un tranquilo rinconcito en medio del amplio y transitado Paseo de Cristóbal Colón. Para llegar a él basta con dejar atrás el Puente de Isabel II y adentrarse en los jardines que llevan el nombre del Hijo Predilecto de Sevilla, y Doble Premio Nacional de Literatura, Rafael Montesinos.
    En el centro está la plaza, con sus sevillanos bancos de forja, y una estatua en torno a la que se dispone el lugar. El idílico momento tan sólo será roto por el incesante ruido del tráfico de la avenida. Para ello concéntrese en el rostro de Antonio Mairena, homenajeado en el busto. Seguro que sentirá los pulsos del flamenco.
    Como explica el crítico Manuel Martín Martín, la estatua, de bronce, mira «de reojo a Triana sin perder de vista Sevilla pero siempre con la mirada en dirección a Cádiz». Para cerrar el simbolismo, el granito, material del pedestal de la obra de Augusto Morilla, analogía de la dureza de este cante.

    4) Gandesa

    Regias fachadas, las de la calle Gandesa / F.P.

    Lo que aquí se presenta es más una barreduela que una plaza, de las que se necesita precisa instrucción para poder encontrar, dada su posición puramente oculta y la reja que hace creer al visitante que se trata de un recinto privado.
    Realmente de eso se trata, pues es el espacio al que confluyen cuatro casas particulares en el entorno de la calle Corral del Rey, antesala de la Judería sevillana.
    Al atravesar el umbral encontrará una fachada de lo más llamativa, con sus persianas de esparto convenientemente terciadas, en medio de una arquitectura de líneas rectas y con el detalle de un azulejo en la parte superior.
    Como explica la web retablocerámico, se trata de la Virgen del Coral, en una pieza de Montalván creada en la década de los años 20.
    Igualmente llamativa es la casa número 3, en especial por las molduras del balcón.
    Como apunte, fue en esta calle donde tuvo su sede las Escuelas Francesas desde su fundación, en 1903, hasta su llegada al Palacio de Juana Peyré, en la calle Abades.
    Cuesta creer, dada la tranquilidad del lugar, que un día viese «desfilar» a los 700 alumnos que llegó a tener el centro educativo en esta época.

    5) Buen suceso

    Fachada de la iglesia del Buen Suceso, realizada por Leonardo Figueroa, en la plaza del mismo nombre

    Este es otro de los rincones inesperados del centro hispalense, otra pequeña plazuela a la espalda del Cristo de Burgos, en dirección a la Alfalfa. Así, en el cruce de Mercedes de Velilla con Ortiz de Zúñiga se describe este recoleto espacio triangular, donde no falta la fachada señorial, el par de naranjos que la «escoltan» y la iglesia, que destaca por sus líneas rectas y su fachada de ladrillo, restaurada en la última década.
    Como dato histórico, la plaza era denominada como «de la Calceta», por ser el lugar de los calceteros, hasta que se erigió en ella un hospital que seguía las trazas de la desaparecida iglesia del Buen Suceso de Madrid, sita en uno de los extremos de la Puerta del Sol.
    Lo único que queda del recinto es la iglesia, construida entre 1690 y 1730 bajo la pericia de Leonardo Figueroa. En su interior es posible ver trabajos de Pedro Roldán, como son las columnas que dan mayor sensación de amplitud; las efigies de San Alberto y Santa Teresa, de Alonso Cano; y la imagen de Santa Ana, gubiada por Martínez Montañés, además de la Virgen del Carmen, de Barbero.

    6) Compás Mortaja

    El compás del exconvento de la Paz destaca por su cuidada vegetación y la profusión de detalles / Hermandad Mortaja

    Si alguna vez ha tenido la ocasión de acceder al templo en que radica la Hermandad de la Sagrada Mortaja, coincidirá con este servidor de que el espacio que sirve de antesala, entre Bustos Tavera y la propia iglesia, es uno de los de mayor encanto de Sevilla.
    El compás, junto con el templo, es lo poco que ha legado del que fuera el convento de la Paz, residencia de las monjas agustinas desde su fundación, en 1572, hasta el «temible» siglo XIX, cuando fueron exclaustradas en 1837.
    Tras el decisivo episodio, el recinto quedó en desuso hasta la llegada de la Corporación en 1936. Tal vez la esencia de su belleza sea esa: el ofrecer al «visitante» una estampa de la Sevilla monacal que aún rezuma el verdor de sus plantas, los retablos cerámicos de las paredes, los pequeños faroles que enmarcan la sobria cruz negra o el mimo en su mantenimiento.
    Como curiosidad, sobre la portada de la iglesia se halla una pintura de Maireles en la que se representa el momento en que fue encontrada la Piedad en la torre de Santa Marina, antigua sede de la Hermandad.

    7) Molviedro

    El apacible día a día en Molviedro, lejos del bullicio de Semana Santa / Fran Piñero

    Lo que ocurre con Molviedro es un caso muy curioso. Durante la Semana Santa es uno de los puntos de paso fundamentales, dado el número de cofradías que procesionan por los alrededores y la propia plaza, y por los momentos de recogimiento que ofrece el enclave.
    Sin embargo, el bullicioso aforo tiende a fijar su atención en los cortejos, y no a reparar en el propio espacio que, dicho sea de paso «allí se queda», oculto, por norma general, «hasta el año que viene».
    Cualquier día es buen momento para recalar en esta tranquila plaza, en contraste con la actividad de las cercanas Zaragoza y Arfe-Adriano. Entonces podrá observar la cruz de forja, o los edificios de corte sevillano, entre los que se encuentran una de las sedes de la Escuela de Hostelería o el taller de orfebrería de Marmolejo, además de la capilla del Mayor Dolor, templo de Jesús Despojado.
    Como dato histórico, el lugar recibe el nombre del arquitecto Manuel Prudencio de Molviedro, que reformó a mitad del siglo XVIII lo que era conocido como Compás de la Laguna, o lo que es lo mismo, la mancebía hispalense, comprendida entre la calle Harinas, Zaragoza, Santas Patronas y la antigua muralla almohade, paralela a Adriano. La plaza de Molviedro, concretamente, era lugar de encuentro y fiestas.

    8) Contratación

    Majestuosa fachada del edificio de la Junta de Andalucía que ocupa el lugar de la antigua Casa de la Contratación / F. Piñero

    Este enclave del Casco Antiguo ofrece un doble juego, una doble «plaza» oculta. Es cierto que, por su situación a la espalda de tres monumentos fundamentales de la ciudad, su presencia no es un completo misterio para el sevillano.
    Sin embargo, lo que seguramente no conozca es que, en el interior del edificio principal, hoy sede de la Consejería de Presidencia, y de la Delegación del Gobierno de la Junta de Andalucía, existe un patio almohade, en su tiempo parte de los Reales Alcázares.
    Pasarelas, desniveles, cuatro albercas en las esquinas, una fuente central que da forma al conjunto, motivos de sebka en los arcos… Rasgos definitorios del estilo al que pertenece este espacio abierto.
    Volviendo al exterior, cabe destacar que el actual edificio, con reminiscencias historicistas, se comenzó a levantar en 1973, con diseño de Rafael Manzano, sobre el solar que ocupaba la emblemática Casa de la Contratación de Indias, integrada inicialmente en el palacio almohade.

    9) Virgen de las Angustias

    A la espalda del antiguo convento de los terceros se encuentra esta plaza rematada en un inmenso ficus / Fran Piñero

    ¿Sabría decir donde se encuentra la calle Virgen de las Angustias? Una pista: se encuentra a medio camino entre los dos últimos templos en los que ha radicado la hermandad de los Gitanos: San Román, y el Santuario actual en la calle Verónica.
    La manera de encontrarla es enfilar Matahacas y, en torno a la mitad, verá como a la derecha se abre un pequeño callejón, de los que engañan, tras una cancela. Esto es así porque realmente pertenece al recinto privado de la Urbanización Escuelas Pías y sus locales comerciales.
    Al avanzar por la angosta calle se desemboca en una amplia plaza, aunque lo mejor está por llegar. Al límite del callejón se llega a un nuevo ensanche, con un inmenso ficus de inabarcable copa. De apariencia casi mística.
    Se trata de la trasera del antiguo convento de los Terceros, una zona que bien podría corresponder a las amplias huertas de que constaba el recinto, hoy reducido a los dos patios porticados y ciertas dependencias que pertenecen a Emasesa, y la iglesia del mismo nombre. Un lugar en el que parece mantenerse esa sensación de «retiro espiritual» que trascendía antaño.

    10) San Andrés

    El colorido y las formas, rasgos de la plaza de San Andrés, remanso de paz a pocos metros del circuito comercial / F. Piñero

    Tal vez no sea la más oculta de esta lista, pero tiene un encanto irrefutable. Para aquellos que no la conozcan, San Andrés es un rincón a medio camino entre la Encarnación y el Duque, entre San Martín y la calle Laraña. Realmente es la continuación, hecha plaza, de la calle Orfila.
    Una vez situado, la disposición triangular del espacio hará el resto, con el irremediable «punto de fuga» en el templo que da nombre al lugar, creado en el siglo XIV con evidente estilo gótico-mudéjar.
    Resulta muy llamativo observar los distintos volúmenes de la iglesia, así como los remates almenados», entre los cuajados y abundantes naranjos que delimitan la plaza, con su característico suelo empedrado. Tome asiento en alguno de sus bancos de forja, y recuerde los 20 rincones «ocultos» de Sevilla que ya no tienen secretos para el que los mira.

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