Estimados ERASMUS Y CRUZ Y FIERRO:
En primer término debo excusarme pero, por motivos que no viene al caso enumerar, no he podido responder con anterioridad.
En segundo lugar y entrando de lleno al tema, es innegable la ayuda chilena a Inglaterra durante la guerra de las Malvinas pero, precisamente por una lamentable situación de hecho como lo fue la revolución independentista, nuestras naciones han quedado escindidas no solo física sino moralmente, al pasar de constituir una monarquía católica a repúblicas liberales aconfesionales. De lo anterior se sigue que, nuestras naciones son repúblicas cuyas relaciones solo se basan en la razón y los intereses de estado, plasmados en los objetivos estratégicos y toda esa monserga que es la verdadera intención oculta bajo la falsos y ateos abrazos y demostraciones de fraternidad bolivariana, y que data de aquellos días de triste memoria.
Mientras nuestros países se mantengan renegando su origen con la burda mitología de los padres de la patria (que no fueron otra cosa que un hato de descastados), se seguirá cultivando en cada uno de ellos un orgullo insano, basado en ridículas superioridades raciales, especiales virtudes criollas y toda una larga lista de falsos supuestos.
Por otra parte, es obvio que en Chile existe en muchos sectores (independiente de su color político) un nacionalismo muy intenso, pero de origen revolucionario y por tal profundamente corrosivo. Debemos recordar que para el Imperio Español la palabra nacíon nada tenía que ver con el concepto que hoy tenemos de ella y, más aún, la noción de estado le era absolutamente ajena. A modo de ejemplo, durante la persecución contra el catolicismo en Inglaterra, los irlandeses refugiados en España fueron considerados connacionales por el solo hecho de ser católicos y es el caso del Gobernador de Chile, y después Virrey del Perú, Don Ambrosio O´Higgins (padre de quien no fue digno de tal nombre).
No he pretendido, en estas líneas, excusar a mi país por su actuación durante la Guerra de las Malvinas. Creo que no viene al caso y seguramente es una situación que en circunstancias similares y con cualquier gobierno también se repetiría, porque no hay que olvidar que una de las características de las repúblicas liberales es su mutua rivalidad entrañada, debido a que constituyen una proyección del individualismo, que como tal es ciego al Bien Común.
Pienso que ya me he extendido bastante, pero creo que ha valido la pena para despejar cualquier sombra de duda sobre algún chauvinismo o afán de polémica; asimismo, aprovecho de aclarar que no podría estar más de acuerdo con lo expresado por nuestra contertulia ARIANA en su acertada intervención.
Se despide atentamente y en la católica esperanza de algún día volver a llamarnos españoles:
C. YÁÑEZ D.
Santiago y cierra España!
P.D.: CRUZADO, gracias por la respuesta.
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