Los sacrificios humanos a
Atis consistían en elegir a un hombre joven que era tratado como un rey durante un año y luego sacrificado para asegurar una buena cosecha.
Esus era una dios sediento de sangre. Los sacrificios humanos ofrecidos a este dios consistían en colgar a los prisioneros de guerra de un árbol
(generalmente un tejo, que era su árbol sagrado).
Los celtas también realizaban sacrificios humanos para calmar a
Taranis, a quien le atribuían las tempestades y las tormentas, pudiendo «hacer caer el cielo sobre sus cabezas». Las víctimas sacrificadas a Taranis eran degolladas. En ocasiones, también, los prisioneros de guerra que eran inmolados en una pira.
A
Teutates los celtas lo veían como espíritu de guerra, productividad, constructividad y riqueza. Se le ofrecían sacrificios humanos para apaciguarlo y como medio de redención. Cada tribu nativa tenía su propio Teutates. En sus rituales era común hacer un sacrificio humano donde las víctimas ofrecidas a él generalmente eran cautivos de guerra que eran sumergidas cabeza abajo en un depósito de cerveza
(a muchos les gustaría morir de esa manera...). Fueron los galos establecidos en Asia quienes introdujeron esta bárbara costumbre de matar personas entre las tribus indígenas europeas.
Y también en España...
En Hispania los celtas tenían ritos y costumbres particulares para sus sacrificios humanos. En el norte de la península, se ofrendaban víctimas a una deidad indígena identificada con
Ares. En la zona de Salamanca, la tribu bletonense celebraba los acuerdos sacrificando a un hombre y un caballo. Los lusitanos incluían sacrificios humanos en sus ritos de adivinación, etc, etc...
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