Liberan a 17 esclavas en el hotel más elegante de Bruselas
Durante 8 meses, vivieron encerradas sin salir a la calle, solo dedicadas a satisfacer los caprichos y necesidades de la viuda de un emir de los Emiratos Árabes Unidos.
Por: Redacción ELTIEMPO
3 de julio de 2008, 05:00 am
La pesadilla terminó ayer cuando la policía belga llegó hasta el Hotel Conrad, el más famoso y lujoso de Bruselas, y las liberó.
La historia de estas esclavas modernas comenzó el pasado mes de diciembre, cuando la viuda, de quien no se ha revelado su identidad, se instaló en el Conrad y alquiló todas las 53 habitaciones del cuarto piso.
A su llegada, se registró junto son sus cuatro hijas y su enorme servidumbre: 17 mujeres.
Desde afuera todo parecía normal, salvo el misterioso comportamiento de las empleadas domésticas, que nunca salían a la calle, y a las que se les veía poco por los corredores del hotel.
En el cuarto piso del Conrad se vivía una escena propia de las más oscuras épocas de la humanidad, pues las empleadas eran tratadas como esclavas por su patrona.
Todo quedó al descubierto la semana pasada cuando una de las mujeres, de nombre Jamila, y de nacionalidad marroquí, logró escapar del sitio donde permanecía cautiva y le contó todo a la Policía.
La prensa belga reveló ayer algunos detalles de lo que vivieron las 17 mujeres en el encierro.
Jamila le explicó al diario Le Soir que la viuda le había prometido un empleo de cocinera en Abu Dhabi, pero que cinco meses después de comenzar a trabajar la trasladó al hotel de Bruselas, en donde la obligó a realizar todo tipo de tareas domésticas durante todo el día, a cambio de un bajísimo sueldo.
"Las mujeres que trabajábamos como sirvientas compartíamos dos habitaciones: una para las musulmanas y otra para las católicas. Mientras la viuda y sus hijas dormían, nos obligaban a esperar sentadas frente a la puerta en caso de que alguna requiriera algún servicio. Había que hacer mucho oficio, y se dormía poco, si acaso 3 horas por noche".
Según la joven, escaparse de allí era prácticamente imposible porque la patrona les había quitado los pasaportes; además, en 8 meses nunca se le permitió salir a la calle.
"Cada vez que alguna intentaba huir, la perseguían".
Aunque Jamila aseguró que nunca recibió malos tratos físicos, les confesó a las autoridades que varias veces presenció cómo castigaban a sus compañeras por hacer las cosas mal. "En una ocasión, una de las empleadas fue abofeteada por romper un jarrón".
De acuerdo a la información suministrada por la joven, ella recibía como salario 500 euros (millón y medio de pesos) al mes por ser la responsable de las cocineras, un salario muy superior a la mayoría de sus compañeras, que recibían un pago de 150 euros, unos 450 mil pesos.
Mientras tanto, la viuda millonaria cancelaba 4.500 euros, 13,4 millones de pesos, por cada noche que dormía en la suite real.
Según Jamila, parte del personal del hotel estaba al corriente de lo que ocurría, e incluso algunas personas les ofrecieron ayuda para escapar.
Asimismo, tiene sospechas de que la dirección también lo sabía, aunque el director del Conrad, Mark De Beer, le aseguró a un diario belga que el establecimiento no estaba al tanto de la situación.
La prensa local reveló que la familia del fallecido emir reclutaba sus sirvientas en países como Filipinas, Marruecos, India, Egipto, Turquía, Irak y Siria.
Por el momento, no se ha producido ninguna detención en relación con estos hechos.
BRUSELAS (Efe)
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Fuente:
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