En este país en el que nadie da puntada sin hilo, y al socaire de la fecha tan significativa que acaba de pasar, como no, este melifluo personaje tenía que darse un baño de antiifranquismo, como si eso fuese algo extraño a su ego herido por sus apoyos a D. Juanito, al que se empeñó en querer convertir en rey a ver si así le caía un ducado. Dentro del artículo hay muchos aspectos que se pueden comentar, los hechos son tozudos y la realidad nos muestra cada día el desastre que eran las propuestas de estos picatostes anti-régimen, pero cuando se lee sobre la falta de libertad de expresión en el franquismo, yo es que me las agarro con alambres. ¿Falta de libertad de expresión? y hoy ¿qué carajo tenemos en cuanto dicha expresión se sale del mandato del pensamiento único? Pero yo no veo al melindroso Ansón quejarse de esto. Ya quisiéramos muchos disponer de la oportunidad de que se nos pregunte en los medios, empezando por La Razón, ya quisiéramos muchos poder estar sin cobrar en las múltiples tertulias televisadas en las que poder exponer razones o desmontar tanta falacia, pero ¡que va! ahí sólo están siempre los mismos y además orlados del don de la ubicuidad. Pero de nada de esto se queja Ansón, ¿de qué se queja entonces? de lo que a él convenía e interesaba y no le dejaron. Es una pena que entonces no se hubiese quedado en Hong Kong para siempre, España hubiese salido beneficiada con un tuercebotas menos.