Re: Franco ordenó el secuestro de ABC en 1966
Y he acá otra muestra de las absurdas posturas del personaje, que coronó él sólo a Don Juanito como Juanito III, sin que le asistiesen derechos de legitimidad de ejercicio alguno. Aún prescindiendo de la ilegal norma inventada por Fernando VII, la llamada "Pragmática" sin base legal y que hasta la presente Constitución ignora, habría que decirle al "aúlico" personaje juanista que ningún rey puede nombrar "Príncipe de Asturias sin obtener el beneplácito de Las Cortes, y ni las de la II República, ni las de Franco, así lo hicieron. Que sostener que Don Juanito fue apartado de la línea sucesoria por Franco por cachondearse, es de un reduccionismo ridículo, pero siempre ha sido esta su firma precisamente. Que hoy sea académico no demuestra otra cosa que el nivel intelectual del país está por los suelos, júzguese como funcionan sus dotes de adivinación.
CANELA FINA
El éxito de Pablo Iglesias
LUIS MARÍA ANSON Actualizado: 22/12/2014
PEDRO Sáinz Rodríguez, el consejero áulico de Juan III, el exiliado durante tres décadas por cachondearse de Franco, el académico de la Real Academia Española, el catedrático de bibliología, el amigo de cardenales y meretrices, me dijo un día en la biblioteca de su casa del Parque de las Avenidas, entre el erotismo de los libros antiguos y la caricia de cartivanas, cantoneras, nervaturas, tejuelos, lomeras, viejas pieles azacanadas por los siglos: «He conocido a tu amigo Mengano de Tal y a su dos hijos. El mayor es político y el otro también es medio tonto». La España de la Transición incorporó a la vida política a gentes de considerable talla intelectual, desde José María Areilza a José Luis Álvarez, desde Enrique Tierno Galván a Joaquín Leguina. La decadencia posterior y el dinero fácil de la corrupción atrajeron a los partidos a infinidad de gentes sin preparación, fracasados en la empresa privada, que presentían la posibilidad de prosperar en los partidos políticos. Lo que caracteriza a la clase política española no es solo la corrupción sino sobre todo la mediocridad. Una buena parte de los ministros y secretarios de Estado de los últimos veinte años no hubieran podido trabajar en los periódicos que yo he dirigido ni como auxiliares de Redacción.
«El político -escribió Winston Churchill, primera cabeza del siglo XX- se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones». No le será fácil al lector de EL MUNDO citar a media docena de nombres en el PP, en el PSOE, en los demás partidos, que puedan alinearse en el segundo supuesto planteado por el inolvidado primer ministro del Reino Unido.
No sé si Podemos es una estrella fugaz que se eclipsará en el firmamento como tantos partidos precarios que aparecieron y desaparecieron en buena parte sin dejar rastro en la Europa democrática tras la II Guerra Mundial. La insoportable levedad de la televisión agiganta, primero, y sepulta, después, a docenas de nombres todos los años, lo que ha trastocado la seriedad de la vida política, también de la actividad cultural. Lo que me parece claro es que el éxito de Podemos se debe sustancialmente a la inteligencia de su líder Pablo Iglesias. Cuando habla en público, cuando maneja las redes sociales, cuando se expresa ante las cámaras de televisión, cuando debate en las tertulias, contrasta con la inmensa mayoría de los políticos que balbucean, reiteran los mismos argumentos, se repiten y aturullan. Iglesias, al margen de que se coincida o se discrepe de lo que dice, expone sus ideas con claridad, es conciso en la expresión, contenido en los ademanes, convincente con la mirada. No hay en él ni presunción ni prepotencia. Se dirige a todos desde la sencillez. Decía Luis Calvo, el inolvidado director del Abc verdadero, periodista a veces de hierro a veces de seda, que la fortaleza de su periódico se demostraba porque podía publicar artículos del duque de la X sin perder lectores. Pablo Iglesias es capaz de ganar votos sin desprenderse de la coleta de caballo percherón con la que se adorna.
Luis María Anson, de la Real Academia Española.
El éxito de Pablo Iglesias | Opinión | EL MUNDO
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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