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Tema: Franco ordenó el secuestro de ABC en 1966

  1. #1
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    Franco ordenó el secuestro de ABC en 1966

    Franco ordenó el secuestro de «ABC» por un artículo de Anson

    Luis María Anson


    Hace 11 horas

    El 21 de julio de 1966, hace ahora 50 años, el dictador Franco ordenó el secuestro del diario «ABC» que publicó un artículo de Luis María Anson, titulado «La Monarquía de todos». La Ley de Prensa del nuevo ministro de Información, Manuel Fraga Iribarne, había suprimido la censura previa en el mes de abril de aquel año 1966. Franco telefoneó a Fraga y le reprochó: “¿Es ésta la libertad que quiere dar a los españoles?”. El ministro cumplió sin reservas la orden de secuestro de «ABC». El periódico fue recogido en todos los quioscos y la Policía se lo arrebató a muchos ciudadanos en los transportes públicos. La Guardia Civil se ocupó en ciudades y pueblos. El escándalo fue mayúsculo y la Prensa internacional se hizo amplio eco del atropello. José Antonio Novais publicó una información en «Le Monde» en la que afirmaba que se habían hecho más de un millón de copias del artículo de Anson por medio de multicopistas, que era la fórmula técnica de hace 50 años.

    Franco Salgado Araujo, en su libro Mis conversaciones con Franco (pág. 478, primera edición, 1976), recogió lo que el dictador escribió ese día 21 de julio de 1966 en su diario. Afirmaba Franco que «después de una guerra de tres años, con cerca de un millón de muertos y media España destruida, no se le ocurre a este señor otra cosa que la salvación de España está en una Monarquía democrática con Don Juan de Borbón». Y consideraba a Luis María Anson como «el mayor enemigo del Régimen».

    El resultado del secuestro de ABC fue la decisión de Franco de enviar al exilio al autor del artículo. Fraga Iribarne amenazó a Juan Ignacio Luca de Tena con suprimir el cupo de papel al periódico. Luis María Anson decidió exiliarse en Hong Kong. Miembro del Consejo Privado de Don Juan, Anson pasó por Estoril para informar al Conde de Barcelona de la situación.

    Reproducimos a continuación «La Monarquía de todos», el artículo de Luis María Anson que motivó el secuestro de «ABC» y cuya lectura da una idea de la falta de libertad de expresión en la España de Franco.

    Lea el artículo íntegro

    La Monarquía de todos

    En la vieja Europa de las experiencias y de las sabidurías políticas, una serie de países avanzados, de alto nivel de vida, que han hecho una reforma social justa y han distribuido la riqueza de manera equitativa, sin necesidad de revoluciones armadas, ni de sangre; que, en fin, gozan de libertad en medio de paz prolongada y de ejemplar estabilidad política, son monarquías: Suecia, Noruega, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Inglaterra... Con esto no quiero negar la existencia de repúblicas justas y estables, sino sencillamente subrayar un hecho incuestionable: la Monarquía es un sistema que responde a las exigencias de la más avanzada modernidad social y política, y no sólo no entorpece el progreso y la libertad, sino que, por el contrario, los favorece al máximo. De ahí se deriva, tal vez, la profunda popularidad de la institución monárquica en los países europeos que disfrutan de ella, en todos los cuales, por cierto, han gobernado o gobiernan los socialistas. Que en Bélgica, en Dinamarca o Inglaterra el pueblo está con la Monarquía, nadie puede dudarlo. Por eso toda la propaganda antimonárquica desbordada en España por ciertos demagogos enraizados en ideologías más o menos totalitarias y torpemente planteadas sobre pintorescas imágenes de pelucas, marqueses empolvados, rigodones y explotación del pueblo, se desmorona como un castillo de arena ante la realidad de la Europa de hoy. Mirando hacia Noruega o Suecia resulta verdaderamente difícil convencer a nadie de que la Monarquía es un sistema atrasado que utilizan los poderosos para exprimir al pueblo y privarle de la libertad y de su derecho a intervenir en la vida pública. Aún más, es cierto que algunas de las monarquías derribadas desde la crisis de la Gran Guerra se han convertido, tras pruebas durísimas, en repúblicas libres: la Alemania partida en dos, Austria, Italia, donde si gana el partido de la oposición se terminaría la democracia. Pero la mayor parte de los países europeos que perdieron sus monarquías no lo hicieron en favor de la libertad, sino que, tras breves periodos republicanos, desembocaron en dictaduras. Así, Rusia, Hungría, una parte de Alemania, Yugoslavia, Albania, Rumanía, Polonia, Bulgaria... En Portugal y España, la caída de la Monarquía y la República consiguiente concluyeron en regímenes autoritarios occidentalistas. Hoy, en fin, libertad y Monarquía en Europa se identifican y eso no lo puede negar nadie.

    Conviene tener en cuenta todas estas consideraciones ahora que se habla tanto en España de Monarquía. Porque la Monarquía en sí misma quiere decir poco. Si interesa a los españoles es en función de que cumpla una serie de condiciones: las mismas que satisfacen las monarquías europeas, según ha señalado certeramente Carlos Ollero, en su reciente y gran discurso académico. Habrá diferencias de matices y de tal o cual estructura, porque las circunstancias son también diferentes, pero, en líneas generales, la Monarquía española no podrá ser muy distinta de la belga, la noruega o la danesa. Desde 1945 el Régimen español –poco propicio a la permeabilidad– ha experimentado una evolución de noventa grados. Basta leer los discursos y los periódicos de entonces y los de ahora para comprobarlo. ¿Cómo se puede pretender entonces que dentro de veinte años la Monarquía sea igual que el Régimen de hoy? El inmovilismo sobre todo después del ejemplo del Concilio, es imposible, la evolución se impone y la Monarquía española, incorporada en el futuro, económica y políticamente a Europa de forma casi inevitable, será, en líneas generales, como sean las otras monarquías europeas, con sus inconvenientes, pero con todas sus inmensas ventajas de paz, continuidad, progreso económico y libertad.

    Por eso, en España los caminos políticos conducen a la Monarquía de Don Juan, que es la Monarquía a la europea, la Monarquía democrática en el mejor sentido del concepto, la Monarquía popular, la Monarquía de todos. En unos meses, desde Serrano Súñer a Tierno Galván, las principales figuras políticas españolas de numerosas tendencias han hecho declaraciones públicas en favor de Don Juan. Hace unos días hablaba yo con Hermenegildo Altozano, el político de más porvenir que tiene el Opus Dei, de este hecho significativo: en la cena que, con motivo de la onomástica del Jefe de la Casa Real Española, se celebró el 23 de junio pasado en Madrid, se encontraban presentes no sólo los sectores tradicionalmente conservadores y monárquicos desde Arauz de Robles y su grupo de carlistas a Joaquín Satrústegui y sus liberales, sino también –y esto es lo más significativo– los representantes de ideologías en otro tiempo hostiles a la Monarquía. Así, Villar Massó y sus socialistas, Federico Carvajal y los suyos. Así, Dionisio Ridruejo y su grupo, los socialistas de Tierno y republicanos históricos como el magnífico Prados Arrarte o Félix Cifuentes, hombre de mente extraordinariamente fría y lúcida. Así, el equipo de la Revista de Occidente, con José Ortega a la cabeza, sin que faltara Aranguren, ni las adhesiones de Laín y Marías. Mención aparte, por cierto, para algunos sectores del grupo de democracia cristiana, centro de equilibrio de la vida política española, con hombres de la calidad humana y la inteligencia de Moutas, Adánez, Barros de Lis, Juan Jesús González, Guerra Zunzunegui. En la mesa donde yo cenaba estaba Miguel Ortega, hijo de Ortega y Gasset, miembro del Consejo Privado de Don Juan, y, viéndole yo pensaba: «Lo importante de esta noche no es la presencia de los grupos conservadores, de los grupos que el 18 de julio sustentaron el Régimen actual, y cuyos nombres sería demasiado largo enumerar ahora. Lo importante es que se encuentren en un acto en honor de Don Juan los que derribaron a su padre, los que dijeron «delenda est Monarchia», y hoy, con un patriotismo admirable y una honestidad intelectual ejemplar, dicen: «La Monarquía debe ser construida». Así se podrá cumplir el deseo del Jefe del Estado cuando al impedir a Don Juan incorporarse al frente durante la guerra afirmó que no debía pertenecer a los vencedores ni a los vencidos para poder ser un día el Rey de todos los españoles. Pensaba yo esto y pensaba también en la postura ejemplarísima de Don Juan Carlos cuando un periodista indiscreto le habló de sus posibilidades al Trono y el Príncipe hizo esta declaración perfecta, recogida en la revista «Time» de 21 de enero de 1966: «Nunca, nunca aceptaré la Corona mientras mi padre esté vivo».

    La Monarquía de Don Juan, pues, que es la del sentido común, significa la sucesión del Régimen sin alteraciones de la paz y del orden. No la convirtamos por matices bizantinos en un problema más, sino en un lugar común de convivencia para que los españoles de todas las tendencias puedan abordar pacíficamente la solución de los problemas de España. La Monarquía permanece en Inglaterra, en Bélgica o en Dinamarca porque es útil, mucho más útil que la República. No podemos actuar de espaldas a los tiempos que vivimos, y por eso es necesario, aun a costa de sacrificar matices o posiciones de grupo, ensanchar las bases de nuestra Monarquía. Porque la Monarquía no puede ser excluyente, como lo fue la República. De cara al futuro no hay más Monarquía posible que la Monarquía de todos, al servicio de la justicia social y de los principios de derecho público cristiano.

    Luis María ANSON

    ABC / 21 de julio de 1966



    Leer más: Franco ordenó el secuestro de «ABC» por un artículo de Anson Franco ordenó el secuestro de «ABC» por un artÃ*culo de Anson
    DOBLE AGUILA dio el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

  2. #2
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    Re: Franco ordenó el secuestro de ABC en 1966

    En este país en el que nadie da puntada sin hilo, y al socaire de la fecha tan significativa que acaba de pasar, como no, este melifluo personaje tenía que darse un baño de antiifranquismo, como si eso fuese algo extraño a su ego herido por sus apoyos a D. Juanito, al que se empeñó en querer convertir en rey a ver si así le caía un ducado. Dentro del artículo hay muchos aspectos que se pueden comentar, los hechos son tozudos y la realidad nos muestra cada día el desastre que eran las propuestas de estos picatostes anti-régimen, pero cuando se lee sobre la falta de libertad de expresión en el franquismo, yo es que me las agarro con alambres. ¿Falta de libertad de expresión? y hoy ¿qué carajo tenemos en cuanto dicha expresión se sale del mandato del pensamiento único? Pero yo no veo al melindroso Ansón quejarse de esto. Ya quisiéramos muchos disponer de la oportunidad de que se nos pregunte en los medios, empezando por La Razón, ya quisiéramos muchos poder estar sin cobrar en las múltiples tertulias televisadas en las que poder exponer razones o desmontar tanta falacia, pero ¡que va! ahí sólo están siempre los mismos y además orlados del don de la ubicuidad. Pero de nada de esto se queja Ansón, ¿de qué se queja entonces? de lo que a él convenía e interesaba y no le dejaron. Es una pena que entonces no se hubiese quedado en Hong Kong para siempre, España hubiese salido beneficiada con un tuercebotas menos.
    ALACRAN, DOBLE AGUILA y Trifón dieron el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  3. #3
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    Re: Franco ordenó el secuestro de ABC en 1966

    Luis María ¿Mansón?
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  4. #4
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    Re: Franco ordenó el secuestro de ABC en 1966

    Y he acá otra muestra de las absurdas posturas del personaje, que coronó él sólo a Don Juanito como Juanito III, sin que le asistiesen derechos de legitimidad de ejercicio alguno. Aún prescindiendo de la ilegal norma inventada por Fernando VII, la llamada "Pragmática" sin base legal y que hasta la presente Constitución ignora, habría que decirle al "aúlico" personaje juanista que ningún rey puede nombrar "Príncipe de Asturias sin obtener el beneplácito de Las Cortes, y ni las de la II República, ni las de Franco, así lo hicieron. Que sostener que Don Juanito fue apartado de la línea sucesoria por Franco por cachondearse, es de un reduccionismo ridículo, pero siempre ha sido esta su firma precisamente. Que hoy sea académico no demuestra otra cosa que el nivel intelectual del país está por los suelos, júzguese como funcionan sus dotes de adivinación.


    CANELA FINA

    El éxito de Pablo Iglesias


    LUIS MARÍA ANSON Actualizado: 22/12/2014

    PEDRO Sáinz Rodríguez, el consejero áulico de Juan III, el exiliado durante tres décadas por cachondearse de Franco, el académico de la Real Academia Española, el catedrático de bibliología, el amigo de cardenales y meretrices, me dijo un día en la biblioteca de su casa del Parque de las Avenidas, entre el erotismo de los libros antiguos y la caricia de cartivanas, cantoneras, nervaturas, tejuelos, lomeras, viejas pieles azacanadas por los siglos: «He conocido a tu amigo Mengano de Tal y a su dos hijos. El mayor es político y el otro también es medio tonto». La España de la Transición incorporó a la vida política a gentes de considerable talla intelectual, desde José María Areilza a José Luis Álvarez, desde Enrique Tierno Galván a Joaquín Leguina. La decadencia posterior y el dinero fácil de la corrupción atrajeron a los partidos a infinidad de gentes sin preparación, fracasados en la empresa privada, que presentían la posibilidad de prosperar en los partidos políticos. Lo que caracteriza a la clase política española no es solo la corrupción sino sobre todo la mediocridad. Una buena parte de los ministros y secretarios de Estado de los últimos veinte años no hubieran podido trabajar en los periódicos que yo he dirigido ni como auxiliares de Redacción.

    «El político -escribió Winston Churchill, primera cabeza del siglo XX- se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones». No le será fácil al lector de EL MUNDO citar a media docena de nombres en el PP, en el PSOE, en los demás partidos, que puedan alinearse en el segundo supuesto planteado por el inolvidado primer ministro del Reino Unido.

    No sé si Podemos es una estrella fugaz que se eclipsará en el firmamento como tantos partidos precarios que aparecieron y desaparecieron en buena parte sin dejar rastro en la Europa democrática tras la II Guerra Mundial. La insoportable levedad de la televisión agiganta, primero, y sepulta, después, a docenas de nombres todos los años, lo que ha trastocado la seriedad de la vida política, también de la actividad cultural. Lo que me parece claro es que el éxito de Podemos se debe sustancialmente a la inteligencia de su líder Pablo Iglesias. Cuando habla en público, cuando maneja las redes sociales, cuando se expresa ante las cámaras de televisión, cuando debate en las tertulias, contrasta con la inmensa mayoría de los políticos que balbucean, reiteran los mismos argumentos, se repiten y aturullan. Iglesias, al margen de que se coincida o se discrepe de lo que dice, expone sus ideas con claridad, es conciso en la expresión, contenido en los ademanes, convincente con la mirada. No hay en él ni presunción ni prepotencia. Se dirige a todos desde la sencillez. Decía Luis Calvo, el inolvidado director del Abc verdadero, periodista a veces de hierro a veces de seda, que la fortaleza de su periódico se demostraba porque podía publicar artículos del duque de la X sin perder lectores. Pablo Iglesias es capaz de ganar votos sin desprenderse de la coleta de caballo percherón con la que se adorna.

    Luis María Anson, de la Real Academia Española.


    El éxito de Pablo Iglesias | Opinión | EL MUNDO
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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    Re: Franco ordenó el secuestro de ABC en 1966

    Cita Iniciado por Valmadian Ver mensaje
    Franco ordenó el secuestro de «ABC» por un artículo de Anson

    Luis María Anson


    Hace 11 horas

    El 21 de julio de 1966, hace ahora 50 años, el dictador Franco ordenó el secuestro del diario «ABC» que publicó un artículo de Luis María Anson, titulado «La Monarquía de todos». La Ley de Prensa del nuevo ministro de Información, Manuel Fraga Iribarne, había suprimido la censura previa en el mes de abril de aquel año 1966. Franco telefoneó a Fraga y le reprochó: “¿Es ésta la libertad que quiere dar a los españoles?”. El ministro cumplió sin reservas la orden de secuestro de «ABC». El periódico fue recogido en todos los quioscos y la Policía se lo arrebató a muchos ciudadanos en los transportes públicos. La Guardia Civil se ocupó en ciudades y pueblos. El escándalo fue mayúsculo y la Prensa internacional se hizo amplio eco del atropello. José Antonio Novais publicó una información en «Le Monde» en la que afirmaba que se habían hecho más de un millón de copias del artículo de Anson por medio de multicopistas, que era la fórmula técnica de hace 50 años.

    Franco Salgado Araujo, en su libro Mis conversaciones con Franco (pág. 478, primera edición, 1976), recogió lo que el dictador escribió ese día 21 de julio de 1966 en su diario. Afirmaba Franco que «después de una guerra de tres años, con cerca de un millón de muertos y media España destruida, no se le ocurre a este señor otra cosa que la salvación de España está en una Monarquía democrática con Don Juan de Borbón». Y consideraba a Luis María Anson como «el mayor enemigo del Régimen».

    El resultado del secuestro de ABC fue la decisión de Franco de enviar al exilio al autor del artículo. Fraga Iribarne amenazó a Juan Ignacio Luca de Tena con suprimir el cupo de papel al periódico. Luis María Anson decidió exiliarse en Hong Kong. Miembro del Consejo Privado de Don Juan, Anson pasó por Estoril para informar al Conde de Barcelona de la situación.

    Reproducimos a continuación «La Monarquía de todos», el artículo de Luis María Anson que motivó el secuestro de «ABC» y cuya lectura da una idea de la falta de libertad de expresión en la España de Franco.

    Lea el artículo íntegro

    La Monarquía de todos

    En la vieja Europa de las experiencias y de las sabidurías políticas, una serie de países avanzados, de alto nivel de vida, que han hecho una reforma social justa y han distribuido la riqueza de manera equitativa, sin necesidad de revoluciones armadas, ni de sangre; que, en fin, gozan de libertad en medio de paz prolongada y de ejemplar estabilidad política, son monarquías: Suecia, Noruega, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Inglaterra... Con esto no quiero negar la existencia de repúblicas justas y estables, sino sencillamente subrayar un hecho incuestionable: la Monarquía es un sistema que responde a las exigencias de la más avanzada modernidad social y política, y no sólo no entorpece el progreso y la libertad, sino que, por el contrario, los favorece al máximo. De ahí se deriva, tal vez, la profunda popularidad de la institución monárquica en los países europeos que disfrutan de ella, en todos los cuales, por cierto, han gobernado o gobiernan los socialistas. Que en Bélgica, en Dinamarca o Inglaterra el pueblo está con la Monarquía, nadie puede dudarlo. Por eso toda la propaganda antimonárquica desbordada en España por ciertos demagogos enraizados en ideologías más o menos totalitarias y torpemente planteadas sobre pintorescas imágenes de pelucas, marqueses empolvados, rigodones y explotación del pueblo, se desmorona como un castillo de arena ante la realidad de la Europa de hoy. Mirando hacia Noruega o Suecia resulta verdaderamente difícil convencer a nadie de que la Monarquía es un sistema atrasado que utilizan los poderosos para exprimir al pueblo y privarle de la libertad y de su derecho a intervenir en la vida pública. Aún más, es cierto que algunas de las monarquías derribadas desde la crisis de la Gran Guerra se han convertido, tras pruebas durísimas, en repúblicas libres: la Alemania partida en dos, Austria, Italia, donde si gana el partido de la oposición se terminaría la democracia. Pero la mayor parte de los países europeos que perdieron sus monarquías no lo hicieron en favor de la libertad, sino que, tras breves periodos republicanos, desembocaron en dictaduras. Así, Rusia, Hungría, una parte de Alemania, Yugoslavia, Albania, Rumanía, Polonia, Bulgaria... En Portugal y España, la caída de la Monarquía y la República consiguiente concluyeron en regímenes autoritarios occidentalistas. Hoy, en fin, libertad y Monarquía en Europa se identifican y eso no lo puede negar nadie.

    Conviene tener en cuenta todas estas consideraciones ahora que se habla tanto en España de Monarquía. Porque la Monarquía en sí misma quiere decir poco. Si interesa a los españoles es en función de que cumpla una serie de condiciones: las mismas que satisfacen las monarquías europeas, según ha señalado certeramente Carlos Ollero, en su reciente y gran discurso académico. Habrá diferencias de matices y de tal o cual estructura, porque las circunstancias son también diferentes, pero, en líneas generales, la Monarquía española no podrá ser muy distinta de la belga, la noruega o la danesa. Desde 1945 el Régimen español –poco propicio a la permeabilidad– ha experimentado una evolución de noventa grados. Basta leer los discursos y los periódicos de entonces y los de ahora para comprobarlo. ¿Cómo se puede pretender entonces que dentro de veinte años la Monarquía sea igual que el Régimen de hoy? El inmovilismo sobre todo después del ejemplo del Concilio, es imposible, la evolución se impone y la Monarquía española, incorporada en el futuro, económica y políticamente a Europa de forma casi inevitable, será, en líneas generales, como sean las otras monarquías europeas, con sus inconvenientes, pero con todas sus inmensas ventajas de paz, continuidad, progreso económico y libertad.

    Por eso, en España los caminos políticos conducen a la Monarquía de Don Juan, que es la Monarquía a la europea, la Monarquía democrática en el mejor sentido del concepto, la Monarquía popular, la Monarquía de todos. En unos meses, desde Serrano Súñer a Tierno Galván, las principales figuras políticas españolas de numerosas tendencias han hecho declaraciones públicas en favor de Don Juan. Hace unos días hablaba yo con Hermenegildo Altozano, el político de más porvenir que tiene el Opus Dei, de este hecho significativo: en la cena que, con motivo de la onomástica del Jefe de la Casa Real Española, se celebró el 23 de junio pasado en Madrid, se encontraban presentes no sólo los sectores tradicionalmente conservadores y monárquicos desde Arauz de Robles y su grupo de carlistas a Joaquín Satrústegui y sus liberales, sino también –y esto es lo más significativo– los representantes de ideologías en otro tiempo hostiles a la Monarquía. Así, Villar Massó y sus socialistas, Federico Carvajal y los suyos. Así, Dionisio Ridruejo y su grupo, los socialistas de Tierno y republicanos históricos como el magnífico Prados Arrarte o Félix Cifuentes, hombre de mente extraordinariamente fría y lúcida. Así, el equipo de la Revista de Occidente, con José Ortega a la cabeza, sin que faltara Aranguren, ni las adhesiones de Laín y Marías. Mención aparte, por cierto, para algunos sectores del grupo de democracia cristiana, centro de equilibrio de la vida política española, con hombres de la calidad humana y la inteligencia de Moutas, Adánez, Barros de Lis, Juan Jesús González, Guerra Zunzunegui. En la mesa donde yo cenaba estaba Miguel Ortega, hijo de Ortega y Gasset, miembro del Consejo Privado de Don Juan, y, viéndole yo pensaba: «Lo importante de esta noche no es la presencia de los grupos conservadores, de los grupos que el 18 de julio sustentaron el Régimen actual, y cuyos nombres sería demasiado largo enumerar ahora. Lo importante es que se encuentren en un acto en honor de Don Juan los que derribaron a su padre, los que dijeron «delenda est Monarchia», y hoy, con un patriotismo admirable y una honestidad intelectual ejemplar, dicen: «La Monarquía debe ser construida». Así se podrá cumplir el deseo del Jefe del Estado cuando al impedir a Don Juan incorporarse al frente durante la guerra afirmó que no debía pertenecer a los vencedores ni a los vencidos para poder ser un día el Rey de todos los españoles. Pensaba yo esto y pensaba también en la postura ejemplarísima de Don Juan Carlos cuando un periodista indiscreto le habló de sus posibilidades al Trono y el Príncipe hizo esta declaración perfecta, recogida en la revista «Time» de 21 de enero de 1966: «Nunca, nunca aceptaré la Corona mientras mi padre esté vivo».

    La Monarquía de Don Juan, pues, que es la del sentido común, significa la sucesión del Régimen sin alteraciones de la paz y del orden. No la convirtamos por matices bizantinos en un problema más, sino en un lugar común de convivencia para que los españoles de todas las tendencias puedan abordar pacíficamente la solución de los problemas de España. La Monarquía permanece en Inglaterra, en Bélgica o en Dinamarca porque es útil, mucho más útil que la República. No podemos actuar de espaldas a los tiempos que vivimos, y por eso es necesario, aun a costa de sacrificar matices o posiciones de grupo, ensanchar las bases de nuestra Monarquía. Porque la Monarquía no puede ser excluyente, como lo fue la República. De cara al futuro no hay más Monarquía posible que la Monarquía de todos, al servicio de la justicia social y de los principios de derecho público cristiano.

    Luis María ANSON

    ABC / 21 de julio de 1966



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    ¿Y cuando se enteró el Sr. Anson de todo esto que lo cuenta ahora?

  6. #6
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    Re: Franco ordenó el secuestro de ABC en 1966

    ¿Y cuando se entero Don Anson de esto que lo cuenta ahora?

  7. #7
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    Re: Franco ordenó el secuestro de ABC en 1966

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Que nombraran "académico" a este ligón de piscinas, a este pamplinero cortesano, es indicativo del nivel de degradación intelectual del país. Eso sí, siempre "dió lustre" en el jurado de Miss España, donde sin duda se movía "como pez en el agua" entre tanta chica en bragas, y tanto hortera.
    ALACRAN dio el Víctor.

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