Por lo general, yo no sería partidario de conceder la nacionalidad a prácticamente ningún extranjero salvo en casos muy excepcionales, como por ejemplo si el extranjero en cuestión ha contraído matrimonio con un español y dicho matrimonio tiene hijos. También me parece bien que a los veteranos de los Tercios se les diera la nacionalidad, pero aplicar este principio con el actual Ejército Español me parece más que dudoso.
En realidad, en un país sano los casos de extranjeros nacionalizados son residuales y el fenómeno de la inmigración masiva no sucede. Pero para ello es necesario tener unos índices de natalidad mucho más altos que los de la España actual. Por lo demás, cuanto más en común tiene el extranjero/inmigrante con la sociedad receptora, mejor para todos. Esa afinidad puede darse en diferentes aspectos: religión, sangre, lengua, etc.
Respecto a la última pregunta, ni todos los católicos son españoles ni tampoco todos los hispanoparlantes. Al final la unidad política se sustenta si el pueblo tiene conciencia de sí mismo y de tener un papel propio y único en el mundo. Durante siglos, fue la defensa del Catolicismo Romano y empresas como la Reconquista o la Conquista de América lo que proporcionó esa unidad política a España, y jamás, en dos siglos de liberalismo, se ha logrado unidad política a partir de otra cosa, pese a intentos de muchos políticos e intelectuales en este sentido. De ahí el estado de descomposición de nuestra Nación, porque ya nadie, desde el oficialismo, es capaz ya de justificar convincentemente su existencia y unidad. Caso distinto es el de otra nación como Francia, donde sí se logró una nueva unidad política con la Revolución Francesa y Napoleón, aunque con resultados nefastos.
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