Revista FUERZA NUEVA, nº 562, 15-Oct-1977
Editorial
Amnistía, traición consumada
Cuando escribimos estas líneas parece ser que se ha llegado a un acuerdo total entre el Gobierno y la oposición marxista-separatista para la promulgación de la nueva amnistía, que ha de consumar, de forma inequívoca, la gran traición por parte de quienes ahora ocupan el Poder.
Traición a unos ideales que se juraron defender, a unos muertos a los que se les dijo, de cuerpo presente -con medallas póstumas y todo-, que su sangre no habría sido inútilmente derramada, a unos familiares a los que se les prometió se haría justicia, y a la misma Justicia, escarnecida y conculcada desde una supuesta legalidad.Y a unos combatientes que todo lo dieron por devolver a España su unidad, grandeza y libertad.
El texto del proyecto amnistiador, aprobado por la Comisión nombrada al efecto en las Cortes, representa, a nuestro juicio, aparte de su antijuricidad manifiesta, una burla a los principios generales del Derecho y una palmaria demostración de que el confusionismo más amplio, respecto a la interpretación de los textos normativos, ha tenido cabida entre sus redactores.
Estamos seguros de que cualquier hombre de leyes, o jurisconsulto honesto, pondrá el grito en el cielo ante la arbitrariedad que se desprende de este texto que se pretende legal, pero que encierra en sus partes un contexto rencoroso, demagógico y partidista.Con esta amnistía no se pretende, como hipócritamente se dice, reconciliar definitivamente a los españoles, sino agraciar con la impunidad –borrón y cuenta nueva- a una serie de criminales autores de los más viles asesinatos cometidos contra unidad de España, contra sus Fuerzas Armadas y contra aquellos ciudadanos, humildes en su mayoría, que fueron fieles a las mismas ideas y Régimen político que hicieron posible, entre otras cosas, la instauración del actual Monarquía.
Así, con esta amnistía de la traición, vemos cómo el separatismo, con el rompimiento de la unidad patria, es considerado, en su diferenciación del perdón, obra de la UCD y no del PCE o PSOE, como más digno, en sus asesinos, que los cometidos por quienes –equivocados, y en acción que no aprobamos, desde luego-, en uso de la violencia, causaron víctimas en manifestación pública, creyendo que con ello defendían los mismos principios y valores políticos y morales que aún se encuentran contenidos en la constitucionalidad del Estado y que don Juan Carlos I se comprometió a defender y a hacer que fuesen defendidos, al aceptar su designación como sucesor,a título del Rey, en la Jefatura del Estado, del Caudillo de España, Francisco Franco.
Se pretende amnistiar al autor de los delitos contra la unidad de la Patria; al que, ya perdonado, transgredió su palabra y retornó a conculcar la ley; al que, olvidándose del juramento a la bandera y del honor del Cuerpo o Institución a que pertenecían, traicionó, consciente, a todo ello.
Con esta amnistía, de ser elevado a ley el proyecto ahora aprobado, se justifican y se sancionan como buenas las actitudes antipatrióticas, insolidarias y de violencia común bajo el simple pretexto de una “defensa de la democracia” con lo cual ésta, la democracia, por muy excelsa que sea como institucionalizadora del Estado, queda por encima de la misma Patria, por encima por tanto de la unidad de España.
Además, al hablar de “democracia” hemos de insistir en que el término es ambiguo, pues democráticos se denominan desde los países comunistas del Este de Europa hasta las dictaduras centroamericanas, pasando por Cuba o los gobiernos militares del Cono Sur, por lo que exaltar su defensa como total eximente de la criminalidad puede llevar a los jueces españoles a un auténtico confusionismo a la hora de dictaminar quien o por qué se asesinó “políticamente” en la nación.
Pero de lo que no cabe duda alguna es de que, con esta amnistía, el Gobierno Suárez, otra vez, ha cedido a todas las presiones -las positivas y las negativas- en su afán de mantener a su “líder” en el Poder, aunque para ello se arruine y se destruya España. Para el presidente parece ser, a la vista de los hechos, que es más importante unos votos parlamentarios separatistas a su favor que la sangre derramada por la acción de ETA, GRAPO o FRAP, y no digamos que el peligro de una España rota para siempre.
El triple asesinato del pasado sábado en Guernica, desgraciadamente, avala cuanto decimos y denunciamos ante el pueblo español.
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