Revista FUERZA NUEVA, nº 561, 8-Oct-1977
Editorial
España, apuñalada
El tercer gobierno dictatorial de la Corona (Adolfo Suárez), que por desgracia y cobardía de los españoles nos desgobierna, acaba de dar paso con el real decreto-ley firmado el pasado 29 de septiembre por el Rey Juan Carlos a la constitución de la Generalidad de Cataluña, es decir, al comienzo de la ruptura, desde el Poder, de la unidad sagrada de la Patria.
Saltándose una vez más las normas constitucionales aún vigentes; haciendo caso omiso al mandato de la Ley Orgánica del Estado; vulnerando el sentimiento nacional de millones de españoles y traicionando la sangre y sacrificio de cientos de miles de españoles -entre ellos muchísimos catalanes- que lucharon y murieron por esa unidad de España, se inicia el camino hacia la total desmembración de España, aun cuando artera y, desde luego, hipócritamente se pretenda envolver el hecho en textos leguleyos o en apuntes históricos parciales que todos sabemos no responden a la auténtica intencionalidad de los comprometidos a respetarlos
El 29 de septiembre de 1977 será, en lo sucesivo, la fecha inicial -desde una supuesta legalidad- de la gran maniobra de servir, con el pretexto de respetar una voluntad popular torpemente amañada, a los intereses de la anti-España, de las múltiples Internacionales, de la masonería y el marxismo principalmente, abocados, desde siempre, con ayuda de fáciles Don Oppas, a romper la intangibilidad española como unidad de destino en lo universal.
Una ruptura por real decreto-ley, que ni siquiera ha guardado la apariencia de un respeto a esas fórmulas democráticas de las cuales el Gobierno se dice defensor y servidor, pues en algo tan trascendente para el Estado, para el pueblo español, ni tan siquiera ha tenido el gesto -por otro lado, obligado en una verdadera democracia parlamentaria, como se ufanan en proclamar quienes nos desgobiernan- de llevar a las Cortes tal proyecto de reconocimiento autonómico-separatista para su aprobación o repulsa por los que se dicen “auténticos representantes de la voluntad popular”.
Como españoles, como amantes, sin duda, de la cultura, de las sanas tradiciones y de la personalidad catalana, tenemos que levantar nuestra voz airada ante este hecho que descalifica para siempre, ante la Historia, a quienes gestaron y autorizaron esta entrega de Cataluña a manos de los que pretenden, aun cuando lo nieguen, desgajarla del único y vital tronco de España.
Como españoles, como gentes que confiamos todavía en la repulsa de una mayoría de la nación ante este comportamiento del Poder en asunto tan grave, creemos que no se hará esperar la patriótica reacción de quienes llevan dentro de su corazón y en su conciencia el orgullo de ser y sentirse españoles y por ello fieles al convencimiento de respetar y hacer que se respete la sagrada unidad entre los hombres las clases y sobre todo las tierras de España.
La Patria ha sido indudablemente apuñalada al amparo de una supuesta reforma democrática y de una apertura liberalizadora de la sociedad nacional. Pero lo más triste es que en este apuñalamiento, envuelto en el fariseísmo gubernamental, del cual este reconocimiento de la Generalidad es el ejemplo más palmario, se da paso obligado a otros actos que indudablemente han de llevar al pueblo español a la triste condición de cipayo de poderes ocultos y espectador de la ruina más humillante de cuanto representa nuestra españolidad. |
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