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Tema: ¡Edad Media, Edad Media!

  1. #21
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    Respuesta: ¡Edad Media, Edad Media!

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    Harás bien. En cuanto a las reseñas. Bueno, sabes que hay colectivos incapaces de la más mínima autocrítica, y también es cierto que uno de los personajes de las obras es un inquisidor... Bernardino de..., no me acuerdo. Y claro, ya te puedes imaginar por dónde van los tiros.

    Es Guillermo de Baskerville, pero ¿a que te recuerda a Bernardo de Claraval? El problema de esta novela, Hyeronimus, es que fue escrita para un público culto, formado, no para esos absorbedores de "best sellers" compulsivos de todo lo que huela a moda, por ejemplo las birrias del tal Dan Brown. Y es que Humberto Eco es mucho pensador, mucho literato, incluso para unos pésimos críticos, que son de bajo perfil, a los que se les notan sus filias y fobias. En esta novela lo que queda claro es que en la Edad Media si bien hubo situaciones nada edificantes (hoy en día tenemos todo un museo de los horrores actuales), también sabían cómo poner coto, algo de lo que hoy se ha perdido el norte.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  2. #22
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    Respuesta: ¡Edad Media, Edad Media!

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    Es Guillermo de Baskerville, pero ¿a que te recuerda a Bernardo de Claraval? El problema de esta novela, Hyeronimus, es que fue escrita para un público culto, formado, no para esos absorbedores de "best sellers" compulsivos de todo lo que huela a moda, por ejemplo las birrias del tal Dan Brown. Y es que Humberto Eco es mucho pensador, mucho literato, incluso para unos pésimos críticos, que son de bajo perfil, a los que se les notan sus filias y fobias. En esta novela lo que queda claro es que en la Edad Media si bien hubo situaciones nada edificantes (hoy en día tenemos todo un museo de los horrores actuales), también sabían cómo poner coto, algo de lo que hoy se ha perdido el norte.
    Lo has descrito muy bien Valmadian.

    Pero te equivocas con Guillermo de Baskerville. Guillermo es el personaje principal, un Franciscano inquieto y apasionado de la ciencia, que había sido inquisidor, pues entendía el Santo Oficio y su función de la forma en la que lo entiende Hyeronimus, pero yo me refiero a Bernardino Gui, el villano de la trama, más allá del equivocado Jorge de Burgos.

  3. #23
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    Respuesta: ¡Edad Media, Edad Media!

    Y sí me recuerda a Bernardo de Claraval, pero quizás un poco más a Guillermo de Ockham.

  4. #24
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    Respuesta: ¡Edad Media, Edad Media!

    Lo había entendido de la otra manera.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  5. #25
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: Respuesta: ¡Edad Media, Edad Media!

    EL NIÑO Y SU EDUCACIÓN EN LA EDAD MEDIA... (LA EDAD DE LA CRISTIANDAD; CONTRA LA IDEOLOGIZADA LEYENDA NEGRA)


    Por:Horacio Boló
    La Dra. Inés F. de Cassagne ha escrito un artículo muy interesante sobre el tema.

    Generalmente se cree que la Edad Media fue un periodo oscuro y bárbaro y que Europa recuperó la luz y la civilización cuando redescubre los valores y la cultura de la Antigüedad Clásica en el Renacimiento. Nada más lejos de la verdad.



    Veamos cómo se trataba y se educaba a los niños en la Edad Media.

    La Edad Media en toda Europa va a impregnarse del espíritu de la Regla de San Benito, fundador del monasterio de Monte Casino y de la Orden Benedictina que fue la verdadera cuna de toda la cultura europea. Leamos algunos preceptos de su regla dedicada a los monjes de su orden, escrita en el siglo VI.

    “Cada edad y cada inteligencia debe ser tratada de una manera adecuada.” (Capítulo 30, 1)


    “(en los niños y los ancianos)... siempre se ha de tener en cuenta su debilidad y de ningún modo se atendrán al rigor de la regla.” (Capítulo XXXVII,1)


    Al referirse al mayordomo del monasterio dice:

    “Cuide con todo su desvelo de los enfermos y de los niños.. en el día del juicio darán cuenta de ellos.” (Capítulo XXXI, 9)


    Es necesario resaltar que en el mundo de la antigüedad se valoraba muy poco a los niños y desde el comienzo los primeros cristianos condenaron el aborto y el abandono de los recién nacidos. En la Roma antigua el padre tenía un poder absoluto sobre los niños, la famosa pater potestas era un régimen difícil de imaginar para nosotros. Cuando nacía un chico se lo colocaba a los pies del padre y si éste lo levantaba quería decir que lo aceptaba y el chico iba a vivir, pero si le daba la espalda significaba que lo rechazaba y el niño iba a la muerte. Soranos de Efeso (siglo II de nuestra era) fue tal vez el primer ginecólogo y pediatra, pero es interesante saber que definía como uno de las principales funciones de la puericultura como “el arte de decidir cuáles son los recién nacidos que merecen ser criados.” (Gynaecia 2, 5). El famoso Séneca nos refiere que “... estrangulamos a un perro rabioso, ahogamos a lo niños” y Tácito se sorprendía de la costumbre de los judíos de no suprimir a ningún recién nacido. Un tal Hilarión, que vivió en el primer siglo de nuestra era, le escribía a su mujer: “Te pido y te suplico que cuides mucho a nuestro hijo pequeño..en cuanto al que viene, suerte para ti si es varón, si es mujer arrójala.” Es interesante ver como, en esta época en la que se pensaba de esta manera, aumentaban los abortos, se multiplicaban los divorcios y las uniones ilegítimas, nacían tan pocos niños que se dictaron leyes en Roma en las que se estipulaba una reducción en el monto de la herencia a las parejas sin hijos. Como vemos todo esto empezamos también a vivirlo nosotros en nuestra sociedad. Señalemos que en Holanda ya se ha empezado a discutir la eutanasia para los recién nacidos y los menores de 12 años y la decisión, tal como lo propugnaba Soronos en Roma en el siglo II, puede estar en manos de los médicos. Como vemos Occidente se aleja del espíritu que le dio origen, niega sus raíces y vuelve a lo peor de la Antigüedad. La tradición de los pueblos germanos que invadieron Roma no era muy diferente.

    Durante los siglos XI, XII y XIII hay un aumento notable de la población europea lo que atestigua el cuidado que se daba a los chicos. Un poema de principios del siglo XIII enumera los elementos que había en las casa de campo para atender a los bebés. Cunas, vestidos, biberón, andadores, juguetes y palanganas para su baño ya que debía bañárselo dos veces al día.

    A partir del siglo V los monasterios comienzan a recibir a los niños abandonados, sobre todo de las clases populares para las que representaban una carga. Su número fue muy grande, ya que incluso hubo abades que se quejaban de que los monasterios se habín transformado en verdaderos jardines de infantes. Los padres podían visitar a sus hijos. Se prescribe que deben tener buena comida, vestido adecuado y calefacción en invierno y se indica que deben tener recreos y se recomienda que el Abad premie a los buenos con algunas golosinas.

    Todo este espíritu que impregna la educación tuvo una gran influencia en la sociedad ya que muchos monjes fueron nombrados obispos y en crearon en sus diócesis escuelas parroquiales para la instrucción de los laicos. Por ejemplo el obispo Teodulfo de Orleans ordenó que en todos los pueblos de su diócesis hubiera una escuela y que “cuando los fieles les confíen sus niños para aprender las letras, los reciban y los instruyan con toda caridad y no exijan por ello ninguna paga.” Lo mismo sucedió en toda la Europa del siglo VII. Carlomagno en el 803 recuerda a los padres que deben enviar a sus hijos a las escuelas y en la escuela de su palacio de Aquisgrán estudiaban los niños de origen humilde al lado de los hijos de los nobles.

    En el siglo IX una mujer, llamada Dhuoda, escribió un “Manual para mi hijo” que es el primer tratado de educación y además escrito por una mujer. Uno de los principales consejos que le da a su hijo es “leer y orar”, que tenga muchos libros y los estudie.

    Siguiendo con este espíritu los obispos ordenan en los siglos XI y XII a los curas párrocos a abrir escuelas para la educación gratuita de los niños y muchos señores feudales abrieron escuelas dentro de sus dominios. A estas deben sumarse las escuelas que dependían de los monasterios. A principios del siglo XII sólo en Francia había 70 escuelas dependientes de los monasterios. Una de las primeras fue la de la Abadía de Saint Denis, en las afueras de París a la que asistieron juntos en su niñez el futuro rey de Francia y Suger, que era hijo de humildes campesinos y que luego llegó a ser abad de Saint Denis y regente del reino. Suger construyó nada menos que la primera catedral en ese estilo maravilloso que es el gótico en Saint Denis, la que aún hoy podemos admirar.

    El Concilio de Letrán de 1215 impuso que en todas las diócesis la obligación de abrir escuelas semejantes a nuestras escuelas secundarias, llamadas catedralicias o capitulares, en las que tanto ricos como pobres recibían instrucción gratuita desde los 7 a los 20 años. Continuó siendo gratuita en las dependientes de los monasterios mientras que en las dependientes de los obispos se hizo costumbre que los ricos pagaran y en los sucesivos concilios se castigó a los maestros que exigían que pagaran todos.

    Muchos profesores famosos provenían de las clases populares y las numerosas actas notariales en las que los testigos deben firmar son un testimonio de la difusión de la escritura la sociedad de esa época.

    Por supuesto que las mujeres no estaban excluidas del proceso educativo, es más, por ejemplo en el año 1206 Santo Domingo funda una escuela especial para niñas y bastaría citar los nombre de Hildegarda von Bingen, de Eloísa, Hedewijch de Amberes, mujeres de gran ilustración entre tantas otras. En un próximo artículo hablaremos de la mujer en la Edad Media sobre lo cual se tienen en general ideas totalmente falsas.

    Tal fue el espíritu con el que se educó a los niños y jóvenes en la Edad Media. Y pensar que se han negado a reconocer las raíces cristianas de Europa. Esto va a cambiar siglos más tarde con el comienzo de las Monarquías absolutas.


    Sociedad Religiosa San Luis Rey de Francia
    ReynoDeGranada dio el Víctor.

  6. #26
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    Re: Respuesta: ¡Edad Media, Edad Media!

    Historias Paralelas con Úrsula Camba Ludlow - 5 mitos del Medioevo







    https://www.youtube.com/watch?v=ggIXqXX0Vyk

  7. #27
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    Re: Respuesta: ¡Edad Media, Edad Media!

    Ni sucia, ni reprimida, ni brutal: ocho errores históricos comunes sobre la Edad Media

    Encajar mil años en un mismo cajón requiere obviar lugares y momentos concretos que contradicen todo lo que pensamos sobre el Renacimiento o la Antigüedad

    César Cervera

    Actualizado:25/03/2020 08:



    La idea de que el mundo estaba en la completa oscuridad durante mil años y de repente, a mediados del siglo XV, unos cuantos europeos encendieron el interruptor y se hizo la luz es una interpretación inventada por las corrientes protestantes y luego los ilustrados. La Edad Media no fue el periodo oscuro, sin cultura ni evolución científica, dominado por la religión que tenemos clavado en el imaginario. O desde luego no fue más sombrío que otros momentos de la historia. Encajar mil años en un mismo cajón requiere obviar lugares y momentos concretos que contradicen todo lo que pensamos sobre el Renacimiento o la Antigüedad. Requiere sacrificar la verdad en pos de mitos y tópicos...

    En la etapa que conocemos como Plena Edad Media, entre los siglos XI al XIII, se produjo un espectacular crecimiento en Europa a nivel económico y demográfico que casi nunca se menciona, lo que se tradujo en el incremento de las ciudades y en la expansión de la cultura y la alfabetización, aún a un ritmo lento, por todo el continente. De aquellos años, minimizados en los libros de historia, nació el humanismo cristiano, el parlamentarismo, el desarrollo universitario o la difusión de los libros, por poner unos cuantos ejemplos de elementos que han configurado la Europa actual.


    1.º La caída de Roma no fue culpa de la religión

    Edward Gibbon y otros representantes de la historiografía tradicional achacaron el derrumbe del Imperio romano, punto de partida de la Edad Media, a que el cristianismo convirtió a sus soldados y ciudadanos en monjes. La oscura religión cristiana habría provocado así la pérdida de los valores grecorromanos. Trabajos posteriores no han dejado de enmendar esta visión tan limitada. Las razones del colapso del Imperio romano en Occidente están relacionadas con múltiples factores, entre ellos cuestiones demográficas, económicas y relacionadas con las luchas internas de poder, que no dejaron de restar eficiencia a la administración civil y desligar a sus élites de su compromiso en la defensa de las fronteras. La presión sufrida a manos de elementos externos a la cultura romana terminaron por romper todas las contenciones.




    Justiniano en los mosaicos de la iglesia de San Vital en Rávena.


    Al contrario, se suele ignorar que fue la religión cristiana la que creó un sentimiento de identidad común para todos los romanos y que incluso cuando cayó el Imperio Occidental permitió que sobreviviera su legado a través de la Iglesia. Y, en cualquier caso, el egocentrismo de la Europa occidental oculta que puede que Roma cayera en Occidente, pero no lo hizo en Oriente. El llamado Imperio bizantino, en su día simplemente el Imperio, fue una potencia cultural, económica y militar durante siglos y siglos de la Edad Media.

    A pesar de que el diccionario de la RAE de la Lengua Española (edición de 1970) defina «bizantinismo» como «corrupción por lujo en la vida social, o por exceso de ornamentación en el arte», este imperio fue todo menos decadente o corrupto. Gracias a su labor cultural se mantuvo y transmitió el legado cultural del helenismo que permitió a los sabios del Humanismo encontrar el camino de vuelta al mundo clásico. Comos señala Guglielmo Cavallo en su libro «El hombre bizantino» (Alianza, 1994), «Bizancio anticipa el estado centralizado de la Edad Moderna, experimenta formas estatutarias de asistencia pública y privada a la pobreza, se abre a modos capitalistas de expansión económica, concede a la mujer -aunque sea bajo el ropaje de un difundido antifeminismo- una dignidad y un papel desconocidos hasta nuestro siglo, y anticipa prácticas de trabajo intelectual (ediciones de textos, formas de lectura) de la Edad Moderna».


    2.º La Iglesia no destruyó la cultura europea

    La caída del Imperio romano en Occidente desencadenó siglos muy duros, siglos de peligros y de un rápido proceso de feudalización, esto es, de fragmentación. Desapareció el Estado y apareció la inseguridad. Cuenta el historiador británico Tom Holland, autor de «Dominio», que si alguien fue garante de la cultura en esos años de caos fue precisamente la Iglesia:

    «No hubo un decrecimiento de la cultura. Tenemos la construcción de las grandes catedrales, como la de Santiago, y tenemos a grandes escritores como Dante. La Europa de la Edad Media fue la primera gran civilización de nuestro mundo y de donde surgieron las demás. La actual Europa no es heredera de Roma y Grecia, sino de la Europa medieval. Occidente nació entonces».

    En el seno de la Iglesia se desarrollaron las primeras universidades y el trabajo de copistas, traductores y otros elementos que permitieron conservar del olvido la cultura clásica. Como explica el historiador Javier Martínez-Pinna en su obra «Eso no estaba en mi libro de Historia de la Edad Media» (Almuzara), el desarrollo de la enseñanza universitaria en Europa estuvo muy vinculado a la recuperación de la filosofía aristotélica, de la a partir de los siglos XII y XIII se generalizaron las traducciones de Aristóteles sobre lógica, metafísica, ética y política. Tomás de Aquino, doctor de la Iglesia y fraile, fue uno de los maestros europeos que más contribuyó a extender la obra del filósofo heleno.

    Las universidades y centros de enseñanza que se crearon en esas fechas contaron con la imprenta aristotélica y el impulso de la Iglesia.


    3.º ¿Una higiene deficiente?

    Desde su cuenta en Twitter y en sus blogs Indumentaria y costumbres en España (desde la Edad Media hasta el siglo XVIII) e Historias para mentes curiosas, Consuelo Sanz de Bremond Lloret se ha convertido en todo un fenómeno de la divulgación histórica por su labor desmontando mitos populares sobre la Edad Media. En contra de la creencia extendida de que de buenas a primeras toda la humanidad se abandonó a los métodos higiénicos más nauseabundos, esta experta en indumentaria histórica explica que «es ridículo pensar que nuestros antepasados medievales no conservaran los antiguos saberes botánicos y de limpieza personal, como ridículo es pensar que las mujeres, responsables principales de las comodidades domésticas, fuesen incapaces de cuidar la higiene no solo de su propio cuerpo, sino también la de su gente».


    «Existen recetarios medievales para la limpieza del cuerpo, para mantener la piel sana, para quitar manchas de la ropa, para la elaboración de cosméticos, para la fabricación de perfumes»


    «Tal vez haya sido nuestra superioridad tecnológica la que nos ha llevado a creer que la vida de nuestros antepasados transcurría entre porquería. Los hábitos de higiene han sido importantes siempre, también en la Edad Media. Existen recetarios medievales para la limpieza del cuerpo, para mantener la piel sana, para quitar manchas de la ropa, para la elaboración de cosméticos, para la fabricación de perfumes. Había normas en hospitales para asear a los enfermos y mantener limpia la ropa de la cama. Cualquier tipo de prenda se consideraba un bien muy valioso, se heredaban incluso las apolilladas. En la propia iconografía podemos ver hombres y mujeres preocupados por su imagen, con cabellos bien peinados, arreglados con sofisticación», apunta.


    4.º Sucios cristianos contra limpios musulmanes

    La otra cara de la moneda sobre el mito de la falta de higiene medieval está relacionada con el supuesto contraste que había entre los sucios cristianos y los limpios musulmanes. Este mito tiene su origen en el contexto de lucha propagandística entre musulmanes y cristianos en la Edad Media, donde el abismo cultural entre estas dos religiones agrandó los prejuicios y los recelos de ambos pueblos.

    Entre muchos ejemplos de textos musulmanes criticando los hábitos del otro bando, un cronista árabe escribió en la Baja Edad Media que los cristianos de la Península «son criaturas traidores y de condición vil. No se limpian ni se lavan al año más que una o dos veces, con agua fría. No lavan sus vestidos desde que se los ponen hasta que, puestos, se hacen tiras; creen que la suciedad que llevan de su sudor proporciona bienestar y salud a sus cuerpos».




    Escena en una casa de baños, miniatura del siglo XV


    La mala fama de la higiene cristiana también es extrapolable a la comparación con los judíos, de los que se suele decir sin pruebas ni cifras que sobrellevaron mejor las sucesivas epidemias de peste gracias a sus mejores hábitos higiénicos, o la de los conquistadores españoles y los indígenas de América.

    Lo único cierto en esta imagen de una sociedad que, a ojos actuales, podría parecernos descuidada, es que a principios del siglo XVI aparecieron nuevas normas de higiene en la Europa cristiana ante la creencia de a través de los poros de la piel entraban las infecciones. De ahí que se desaconsejaran los baños calientes o de vapor, sin que ello fuera obstáculo para que hasta gente corriente, por descontado los reyes y los nobles, realizaran una limpieza exhaustiva y diaria de las distintas partes de su cuerpo a través de método en seco como era la frotación de las prendas.


    5.º Sexo y desnudez

    No hay pruebas de que existieran cinturones de castidad en la Edad Media, esto es, bragas de hierro instaladas por los maridos a sus esposas para evitar que les pusieran los cuernos. La mayoría de cinturones de castidad que hoy se exhiben en museos y gabinetes de curiosidades fueron artefactos creados por mentes del moralista siglo XIX que quisieron imaginar una Edad Media repleta de perversiones.




    Beato de Osma. La victoria del cordero (escena del Apocalipsis).


    La idea de que el sexo en la Edad Media era algo restringido, algo bajo llave, la manzana prohibida, es en su mayoría una reinvención posterior y nacida de la creencia de que la Iglesia tenía un poder omnipresente. Las leyes de la Iglesia nunca prohibieron que esposo y esposa se vieran desnudos, como mucha gente piensa. Este mito surge de achacar a los Penitenciales, un manual para confesores escrito a mediados del siglo VI en las Islas británicas, más influencia de la que tuvo en su día. La obra fue escrita por una comunidad religiosa de ascetas que combatían el paganismo, pero su impacto en el resto del continente fue marginal.

    «El Decamerón» de Giovanni Boccaccio, escrito entre 1351 y 1353, es una crónica bastante picante de las relaciones en aquella época incluso en los conventos que demuestra que la moral era más relajada de lo que se suele imaginar. La presencia multitudinaria de desnudos incluso en representaciones religiosas obligan a plantearse una imagen diferente de lo que tradicionalmente se atribuye a la Edad Media.


    6.º El derecho de pernada

    El derecho de pernada o «ius primae noctis» era el privilegio feudal por el que los nobles tenían potestad de pasar la noche de bodas con la mujer de sus vasallos, esto es, de desvirgarla. No en vano, la mayoría de historiadores reducen la incidencia del derecho de pernada a casos y lugares muy concretos, aunque recuerdan que este privilegio feudal se ejercía de forma indirecta mediante el pago de un impuesto al señor por haber autorizado el enlace de sus vasallos. Es más, era tradicional en muchos lugares que el señor simulara el acto sexual o saltara encima de la novia en las celebraciones que seguían a la boda, a modo de recordatorio del poder del noble sobre sus vasallos y como remanente de lo que algún día fue el derecho de pernada.

    Quienes defienden que nunca existió se aferran a la escasa documentación y a los pocos textos legales en los que hay referencia al este abuso. Así y todo, l a Sentencia arbitral de Guadalupe (1486) por la que Fernando El Católico puso fin a muchos de los abusos de la nobleza contra los vasallos catalanes se menciona que «ni tampoco puedan [los señores] la primera noche quel payés prende mujer dormir con ella o en señal de senyoria». Una frase que demuestra que el derecho de pernada había sido algo al menos teórico en otro tiempo.


    La Iglesia luchó por que el derecho canónico se situara por encima de cualquier uso o fuero ancestral, incluido el derecho de pernada.


    Si bien existe la creencia de que la Iglesia fue cómplice de este supuesto derecho, lo cierto es que las instituciones eclesiásticas se alzaron como el escudo que protegió al pueblo llano de algunas de esas injusticias cometidas por los nobles. La Iglesia se preocupó por que el matrimonio cristiano no fuera una concesión de un rey o de un señor feudal, sino una comunidad de la vida y del amor entre dos personas regida por las leyes de Dios. Así, luchó por que el derecho canónico se situara por encima de cualquier uso o fuero ancestral, incluido el derecho de pernada.


    7.º Persecución de brujas pertenece a otro periodo

    La imagen de una quema de brujas es una de las estampas más representadas por el cine y la literatura a la hora de recrear la Edad Media. Sin embargo, la realidad es que fue la Edad Moderna la que trajo episodios tan avanzados como las guerras de religión o la caza masiva de brujas.

    Salvada la Edad Media, se desató a comienzos de la Edad Moderna una inesperada obsesión por la caza de brujas, porque, según sostiene el historiador Ricardo García Cárcel, se introdujo una nueva novedad en la sociedad: «La idea de que el demonio estaba en todas partes y que las brujas habían sido creadas por él». La fiebre cazadora empezó a finales del XV, respaldada, en 1484, por el Papa Inocencio VIII en la bula Summis desiderantes affectibus: «Muchas personas de ambos sexos se han abandonado a demonios, íncubos y súcubos, y por sus encantamientos, conjuros y otras abominaciones han matado a niños aún en el vientre de la madre, han destruido el ganado y las cosechas, atormentan a hombres y mujeres y les impiden concebir». Se abría la veda.




    Hoja relatando la quema de una mujer en 1531, acusada de haber quemado la ciudad alemana de Schiltach con ayuda del Demonio.


    La fiebre tornó en delirante conforme avanzaban los años. «A finales del siglo XVI el problema se agravó porque la intelectualidad europea y racionalista se obsesionó con el demonio y mezcló esta idea con la de las brujas», explica García Cárcel, autor de «La Inquisición», Madrid, Anaya, 1995. A consecuencia de este fenómeno se vivieron ochenta años de terror que afectaron, sobre todo, a la Europa central, Inglaterra y a los países más avanzados. Los investigadores actuales estiman que, entre mediados del siglo XV y mediados del siglo XVIII, se produjeron de 40.000 a 60.000 condenas a la pena capital por este concepto. La mayor parte de los ejecutados tuvo lugar en Alemania y los países colindantes.


    8.º La delicada convivencia en Al-Ándalus

    En la sociedad andalusí hubo una coexistencia pacífica en algunos momentos y lugares entre musulmanes, cristianos y judíos que a comienzos de la Edad Moderna hubiera resultado impensable en una Europa que se desangraba incluso entre distintas ramas del cristianismo. Sin embargo, cabe recordar que la tolerancia que se estableció en Al-Ándalus no es trasladable al concepto actual de tolerancia y tenía en ese momento unos límites claros.

    En todo momento se dio una separación de carácter legal entre unas comunidades y una cesión de espacios obligada, en parte, porque los invasores no estaban en condiciones de implantar sus creencias y, además, porque el Corán establece que la fe islámica no se puede imponer por la fuerza.




    Batalla de la Reconquista, miniatura de las Cantigas de Santa Maria


    Como cuenta el doctor Juan Abellán Pérez en el libro coordinado por Vicente Ángel Álvarez Palenzuela «Historia de España de la Edad Media» (Ariel), los jefes visigodos recibieron distintos tratos en función a si durante la conquista habían ejercido oposición o no. A los hostiles se les exigió sumisión total al Islam (sulh), mientras a los que no se resistieron únicamente se les reclamó respeto a la autoridad política (‘ahd). No en vano, y tal vez esta es la base del mito de la buena vecindad entre religiones, en ambos casos se garantizó su vida y sus creencias a cambio de pagar un impuesto personal o capitación en metálico (yizya), aparte de la contribución territorial en especie (jaray), que debían pagar incluso si optaban por convertirse a la fe de los conquistadores. También las posesiones de la Iglesia fueron respetadas en este tipo de pactos que primaron el pragmatismo por encima de los dogmas religiosos:

    «Que no se confiscarán sus propiedades ni serán esclavizados. Que no serán separados de sus mujeres e hijos, ni serán asesinados. Que no serán quemadas sus iglesias ni expoliados los objetos de culto que contienen. Que no serán discriminados ni aborrecidos por sus creencias religiosas».


    En todo momento se dio una separación de carácter legal entre unas comunidades y una cesión de espacios obligada, en parte, porque los invasores no estaban en condiciones de implantar sus creencias


    A largo plazo, sin embargo, los judíos y cristianos que no se convirtieron padecieron los estragos de un sistema legal, impuesto por una minoría no autóctona, que en función a los vaivenes políticos discriminaba más o menos a los no mahometanos. El resultado es que en Al-Ándalus convivieron dos sociedades duales, yuxtapuestas y claramente diferenciadas: la de los conquistadores y la de los conquistados. Entre los conquistados, se incluían también los muladíes, conversos de origen hispánico, que no gozaban de la misma igual que la clase árabe dominante, quien a su vez mantenía relegada a la de los bereberes.

    La discriminación religiosa se difuminaba en muchos aspectos con las división social reinante. De hecho, la aristocracia hispana que se convirtió al Islam convivió a la perfección con la árabe, de modo que ambos unieron esfuerzos contra las revueltas de bereberes, eslavos y clases bajas. Porque, ya se sabe, poderoso caballero es don dinero.




    _______________________________________

    Fuente:

    https://www.abc.es/historia/abci-suc...b6n0K-X9bDnkvU
    ReynoDeGranada dio el Víctor.

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    Re: Respuesta: ¡Edad Media, Edad Media!

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Pólvora, inquisición y caza de brujas: la oscura verdad sobre lo que vino con el Renacimiento

    Un mito creado en la Ilustración, siempre hostil a la Edad Media, presenta el Renacimiento como la madrugada tras una larga noche





    Caída de los ángeles rebeldes, 1562, de Pieter Brueghel el Viejo


    César Cervera

    Actualizado:22/04/2020 12:24h



    Algunos quieren imaginar la historia como el escenario de una obra de teatro donde van entrando los distintos actores y activándose los efectos como si obedeciera a un guión. ¡Adelante la Edad Media! ¡Desactivar el efecto peste negra! Apagar el modo cruzadas…. Pero la realidad es que la historia es algo más complejo, más parecido a una línea de autobús donde suben y bajan elementos sin reparar a qué periodo pertenece cada uno.

    Un mito creado en la Ilustración, siempre hostil a la Edad Media, presenta el Renacimiento como la madrugada tras una larga noche. Un lugar de luz que, de golpe, dejó atrás todo lo nocivo que había traído la edad feudal a Europa. Y, sin embargo, ni la Edad Media fue tan terrible a nivel cultural y científico, sobre todo a partir del siglo XIII, ni el Renacimiento que dio paso a la Edad Moderna fue un periodo tan idílico.





    Portada del juego «Pax Renaissance»


    No hay que olvidar que hechos históricos que se suelen vincular a la Edad Media, como la creación de tribunales de Inquisición no dependientes del Papa o la brutal caza de brujas en el centro de Alemania, tuvieron lugar en siglos modernos. O que las guerras de religión entre cristianos, que desangraron Europa durante varios siglos, fueron en verdad consecuencia del debate abierto por el humanismo cristiano. Sin olvidar que la peste siguió castigando el continente en los mismos años en los que la cultura vivía el celebrado renacer. Las armas de fuego y el aumento del tamaño de los ejércitos, conforme crecía el poder de los reyes, añadieron a la guerra un nivel de salvajismo desconocido.

    Reseña del juego «Pax Renaissance»

    Sobre la premisa de que el Renacimiento fue un periodo trepidante y tan peligroso o más que cualquier otro se sustenta el juego de mesa «Pax Renaissance», del que la MásQueOca Ediciones ha publicado recientemente en español una edición para coleccionistas. Cada jugador encarna a un banquero del Renacimiento, los grandes (y olvidados) protagonistas del periodo, que debe decidir dónde invertir su dinero: si financiar monarquías o repúblicas, si apoyar matrimonios entre príncipes o, por el contrario, sabotear las acciones del resto financiando cruzadas o yihads a beneplácito personal.

    Una forma diferente de acercarse al periodo que, gracias a la impresionante edición en castellano, no descuida en ningún momento la fidelidad histórica que abarca eventos desde mediados del siglo XV hasta aproximadamente 1530. Cada carta incluye textos con un gran rigor y un sentido didáctico que van aportando el contexto a acontecimiento, personajes y detalles curiosos de esta etapa histórica. El reglamento incluye 44 referencias históricas que explican de forma resumida, por ejemplo, quién era el banquero humanista Cosme de Médici, por qué el norte de Italia era una de las regiones más avanzadas de Europa o cómo funcionaban las rutas comerciales a mediados del siglo XV.





    El mecanismo del juego es, en apariencia, muy sencillo pero luego incluye muchas reglas derivadas para poder manejar todas las facetas del juego. Cada jugador (hasta cuatro) debe realizar durante su turno dos acciones, entre las que se incluyen la compra de cartas en el mercado, el juego de cartas a tu muestrario, la organización de ferias comerciales, la activación de las cartas de tu muestrario, etc.

    El uso de estas acciones va alternando, con el paso de los turnos, el equilibrio de poderes entre los diez imperios que se confrontan en el tablero de juego (un mapa de Europa repartido entre Inglaterra, Francia, Aragón, Sacro imperio romano, Hungría, Bizancio, Imperio otomano, Venecia, Estados pontificios, Mamelucos y Castilla-Portugal). En ese mapa aparece la influencia de las distintas religiones y las rutas comerciales que vertebraron Europa.

    Los jugadores representan a familias de banqueros que jugaron un papel determinante en el Renacimiento. El florentino Cosimo de Medici, el banquero más rico del mundo; el alemán Jakob Fugger, llamado a sustituir a los Medici; Jacques Coeur, magnate del comercio en el Lejano Oriente; Bartolomeo Marchionni, tratante de esclavos de Crimea y África que asentó su imperio comercial en Lisboa. El sistema de juego se basa en ir obteniendo (comprando), bajando y activando cartas para aumentar el poder de cada familia.

    Cada carta, todas ellas temáticas, tienen asociadas hasta ocho acciones diferentes, además de otras seis formas de batalla diferentes, relacionadas en su mayoría con poner, quitar o mover piezas en el tablero. El objetivo es lograr más y más poder en lo religioso, lo cultural y lo político.





    Las partidas duran entre una y dos horas. Lograr la victoria, esto es, ser el banquero más poderoso de Europa, se puede conseguir por diferentes vías: la victoria santa (a lo Torquemada, eliminando los obispos de las demás religiones para lograr una religión suprema), la victoria imperial (a lo Carlos V, que traducido en el juego es conseguir más cartas de Imperio por su cara de Rey que el oponente), la victoria por globalización (a lo Colón, a base de ganar prestigio en los descubrimientos) o la victoria por Renacimiento (a lo Leonardo, con más apoyos republicanos).

    La interacción entre los distintos banqueros es la salsa del juego. Los jugadores pueden lograr con su dinero comprar tropas a sueldo, elementos religiosos que favorezcan sus intereses e incluso reinos enteros. Un curso acelerado de lo que son y han sido siempre los poderes en la sombra, de modo que, por una vez, no se trata de manejar países o imperios sino de luchar por el poder a toda costa, y a costa de tus rivales. Piratas, jihads, revueltas de campesinos, reformas religiosas, rutas comerciales son algunas de las posibilidades contenidas en sus cartas con las que se puede fastidiar al rival y, dicho sea de paso, perder unos cuantos amigos. Se trata, sin duda, de uno de esos juegos de puñalas por la espalda.

    Dada la dificultad que tiene el juego, incluso una vez comprendido su funcionamiento básico, MásQueOca incluye junto al reglamento un segundo libro de instrucciones pensado para aplanar la curva de aprendizaje y orientar a los jugadores hacía la mejor forma de lograr la victoria.




    _______________________________________

    Fuente:

    https://www.abc.es/historia/abci-pol...mPCwj7zrQbiE6o

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