Búsqueda avanzada de temas en el foro

Resultados 1 al 13 de 13
Honores14Víctor
  • 1 Mensaje de ALACRAN
  • 1 Mensaje de ALACRAN
  • 1 Mensaje de ALACRAN
  • 1 Mensaje de ALACRAN
  • 1 Mensaje de ALACRAN
  • 1 Mensaje de ALACRAN
  • 1 Mensaje de ALACRAN
  • 1 Mensaje de ALACRAN
  • 2 Mensaje de ALACRAN
  • 1 Mensaje de ALACRAN
  • 1 Mensaje de ALACRAN
  • 1 Mensaje de ALACRAN
  • 1 Mensaje de ALACRAN

Tema: Historia de España en Africa

Ver modo hilado

  1. #12
    Avatar de ALACRAN
    ALACRAN está desconectado "inasequibles al desaliento"
    Fecha de ingreso
    11 nov, 06
    Mensajes
    5,443
    Post Thanks / Like

    Re: Historia de España en Africa

    XI - La guerra del 60

    Mientras Francia iba conquistando Argelia, aquí nos entreteníamos en rompernos la crisma carlistas y cristinos; hubiéramos podido, cuando menos, reivindicar la posesión de Orán y Mazalquivir, pero en otras cosas pensaban nuestros gobiernos.

    Y, sin embargo, como escribe don Gonzalo de Reparaz en su libro ‘Política de España en África', «con la décima parte de lo que se malgastó en las guerras civiles, que poco después surgieron, habríamos puesto los cimientos de un imperio africano.»

    Cayó en el más profundo olvido cuanto se refiriera a cuestiones en la otra parte del Estrecho, hasta que en 1844 ocurrió un incidente que por un momento hizo temer pudiese dar lugar a graves complicaciones, y fue el asesinato de nuestro agente consular en Mazagán. Acababa de subir al poder el famoso general Narváez, y, sin embargo, en vez de ponerse de acuerdo con Francia, de cuyo gobierno era devotísimo, para una acción militar mancomunada, prefirió dejar el arreglo en manos de Inglaterra, por lo cual no ocurrió absolutamente nada de lo que se temía.

    Tal vez envalentonados con ello los rifeños se atrevieron a atacar a Melilla al siguiente año, pero gracias a las impetuosas salidas de su gobernador, con fuerzas del Fijo de Ceuta y cazadores de África, quedaron rudamente escarmentados los agresores. Iguales ataques ocurrían contra Ceuta, pero lo verdaderamente alarmante era el auge que había tomado la piratería marroquí, sin que valieran de nada nuestras reclamaciones al Majzén. Lo cual no hubiera sucedido si en vez de acudir Narváez a los buenos oficios de Inglaterra, hubiese mandado bombardear Tánger o Mogador, ya que no enviara una expedición de castigo.

    Más acertado estuvo el referido general al proceder según procedió en 1848, y fue que como un oficial de ingenieros, que seguía las operaciones de los franceses en Argelia, comunicara a Narváez que el mariscal Bugeaud, general en jefe de aquel ejército, se disponía a apoderarse de las islas Chafarinas, llave del valle del Muluya, ordenó en seguida al general Serrano, que ejercía el cargo de capitán general de Granada, ocupase sin pérdida de tiempo dichas islas. Y así fue como en una tempestuosa noche de primeros de enero del citado año, se hacía a la mar en Málaga la expedición, a las órdenes del futuro regente de la monarquía española y futuro presidente de la república de 1874. El efectivo ascendía a 550 hombres, sacados de los regimientos de África y Navarra y fuerzas de artillería e ingenieros, componiéndose la escuadrilla de los vaporcitos «Piles» y «Vulcano» y algunos veleros.

    Verificóse el desembarco el 6 de enero, y acto seguido izóse la bandera española, y proclamó Serrano por tres veces: ¡Islas Chafarinas,por S. M. la Reina de España Doña Isabel ll!

    Inmediatamente se procedió a la fortificación de aquel pequeño archipiélago, de inapreciable valor estratégico y marítimo, y el 23 de enero regresaba la escuadrilla a la Península, después de dejar, bien guarnecida la nueva posesión. A cuerno quemado les supo a Francia y al sultán de Marruecos nuestra ocupación, pero nada pudieron hacer, pues estábamos en nuestro plenísimo derecho al realizarla.

    Tal vez sea digno de recordación que, en vista de aquel aumento de territorio, fuese nombrado capitán general de las posesiones españolas de África el bravo general e ilustre literato don Antonio Ros de Olano, ministro que había sido de Instrucción y Obras públicas en el gabinete Pacheco, llamado de los puritanos, en 1847; introdujo importantes mejoras en Ceuta, y al triunfar O'Donnell, en 1854, aunque cediendo la presidencia a Espartero, le nombró conde de la Almina, denominación de un castillo de aquella plaza.

    Pocos años después subía al poder el eminente político don Juan Bravo Murillo, y desempeñaba la cartera de Estado el respetable diplomático señor marqués de Miraflores (1851), quien con más decisión de lo que podía esperarse de su carácter apacible, propuso una intervención armada en Marruecos, aliada España con Inglaterra y Francia. Comenzaron, en efecto, las negociaciones, aunque con toda la lentitud característica de las cancillerías, y cuando parecía que de un momento a otro íbamos a Marruecos, surgió la guerra de Crimea y se fue a rodar la intervención anglo-franco-española en el Mogreb.

    Sea como fuere, Francia e Inglaterra habían reconocido nuestro pleno derecho a emprender una acción armada en Marruecos, y por lo mismo nos dejaron dueños insolutos de proceder como quisiéramos.

    Ocupaba por entonces el poder el conde de San Luis, don José Luis Sartorius, que se disponía a organizar el cuerpo expedicionario, pero sublevados O'Donnell y otros generales en el Campo de Guardias (1854), quedó para mejor ocasión el envío, que no hubiera sido sin duda tan disparatado como el que proponía, en el transcurso del bienio progresista, nuestro embajador en París don Salustiano de Olózaga, empeñado en que mandáramos 40.000 hombres a Crimea, en auxilio de los turcos, ingleses y franceses.

    Así se perdió una ocasión sumamente propicia para imponer nuestra influencia en Marruecos, pues se nos habían dejado las manos completamente libres, lo cual no sucedió ya después.

    Y atribuyendo sin duda los rifeños a nuestra debilidad aquella suspensión, volvieron a atacar a Melilla, siendo nuevamente contenidos por la guarnición de la plaza (1855).

    Subió, por fin, la Unión Liberal, y si en 1854, cuando todo nos era favorable, había tenido O'Donnell la culpa de que no se emprendiera la expedición que estaba ya preparando el conde de San Luis, creyó muy favorable para su sostenimiento en el poder declarar entonces la guerra al infiel marroquí (1859), excelente manera de distraer la atención de la política.

    Pero las circunstancias internacionales eran ahora muy distintas; si Napoleón III, en efecto, nada tenía que objetar, Inglaterra, en cambio, nos imponía las más humillantes condiciones.
    Prueba de su malquerencia fue su exabrupto cuando en vísperas de la declaración de guerra nos exigió el inmediato pago de una porción de millonadas, como deuda del tiempo de la guerra civil de los Siete Años. Y, ya en campaña, nos impuso el más rotundo veto a que pudiésemos ocupar Tánger, pues si por acaso llegábamos a entrar había de ser para salir en seguida de concertada la paz.A decir verdad, fundados motivos para una declaración de guerra no los había, pero le convenía a O'Donnell que la hubiera, y justo es afirmar que el país acogió con delirante entusiasmo la empresa. El gobierno español se dirigió bruscamente al sultán, exigiendo el pago de cuantiosas indemnizaciones por apresamiento de algunos laudes y goletas y ampliación de las zonas de Ceuta y Melilla, todo a un tiempo.

    Irritada la morisma, derribó la cábila de Andyera, cercana a Ceuta, un cuerpo de guardia en construcción y un mojón, en vista de lo cual el ministerio unionista exigió una reparación que equivaliese a una ruptura de hostilidades.

    No hemos de referir aquí la gloriosa campaña de 1859-1860, aunque bien sabíamos que nada nos había de producir, vedada la ocupación de Tánger. Elegida como base de operaciones la plaza de Ceuta, fueron acudiendo allí, desde mediados de noviembre, las tropas de los tres cuerpos de ejército y la división de reserva, al mando de los generales Echagüe, Zavala, Ros de Olano y Prim, que, a las órdenes de O'Donnell, debían invadir a Marruecos. El plan consistía en llegar desde Ceuta a Tetuán y después remontar desde Tetuán a Tánger.

    Comenzó el avance el 1.° de enero de 1860, y el 4 de febrero tremolaba la bandera española en Tetuán, dejando escritas el ejército en este transcurso las brillantes páginas de Castillejos, Cabo Negro, llano de Tetuán y tantas otras.

    Ya en Tetuán prosiguió el avance hacia Tánger a últimos de marzo, librándose la terrible batalla de Wad-Ras, a consecuencia de la cual pidió las paces el sultán, a pesar de faltarnos aún pasar por el Fondak para llegar a Tánger.

    Razones de política interior aconsejaban poner fin a la campaña, sin reparar en la inmensa impopularidad que representaba tal desenlace. La prensa ministerial procuraba convencer al país de que ya lavada la afrenta- no nos tocaba más que hacer, y en igual sentido se expresaba el héroe de los Castillejos en carta en la que dice, con fecha 1.° de abril de 1860:
    «Nuestra bandera, ¿no ondea orgullosa del valor de sus hijos? Pues, ¿a qué más? Estamos en estado de conquistar la tierra?, etc. » Por todo lo que, bien venida sea la paz, que, salvado el honor, Tetuán y sus vegas no valen el sacrificio del último de nuestros soldados

    Un triste episodio vino a empañar la alegría de la feliz victoria de Tetuán. Ejercía el cargo de gobernador de Melilla el brigadier Buceta, con orden terminante de no salir para nada del recinto amurallado, pero como el día 6 de febrero, el mismo en que entraban nuestras tropas en la capital de Yebala, se presentaran los rifeños en actitud hostil ante Melilla y colocara la cábila de Beni-Sidel un viejo cañón en una altura de Tres Forcas, organizó el referido gobernador una columna compuesta del segundo batallón del Fijo de Ceuta, otro de provinciales de Murcia—reservistas— y algunos presidiarios y moros adictos.

    Puesto al frente, apoderóse con facilidad de la altura llamada «Ataque Seco», pero reapareciendo al siguiente día los de Beni-Sidel, atacaron dicha posición, guarnecida por el batallón del Fijo, y, aunque no lograron desalojarnos, nos causaron bastantes bajas. Continuaron las agresiones los días sucesivos, 7 y 8, hasta que en la noche del 10 atacaron furiosamente al provincial de Murcia, que había relevado al Fijo en la custodia de aquella posición. Acudió entonces Buceta en su socorro, pero, por fin, tuvo que replegarse con sensibles pérdidas. En suma, costó aquéllo, para nada, 55 muertos y 169 heridos, motivo más que suficiente para que fuese relevado y sumariado, como lo fue.

    A. OPISSO
    Última edición por ALACRAN; 03/06/2016 a las 13:35
    Pious dio el Víctor.
    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

Información de tema

Usuarios viendo este tema

Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)

Temas similares

  1. Elogio del pudor
    Por Hyeronimus en el foro Religión
    Respuestas: 7
    Último mensaje: 10/05/2018, 06:03
  2. Apuntes Socieconómicos Hispanoamérica XVIII
    Por Ordóñez en el foro Hispanoamérica
    Respuestas: 4
    Último mensaje: 27/05/2011, 20:25
  3. La política y el orden de la convivencia, de Rubén Calderón Bouchet
    Por Ordóñez en el foro Política y Sociedad
    Respuestas: 0
    Último mensaje: 16/07/2007, 19:48
  4. Informe sobre la cuestión de Gibraltar
    Por Lo ferrer en el foro Gibraltar
    Respuestas: 7
    Último mensaje: 19/06/2006, 19:09

Permisos de publicación

  • No puedes crear nuevos temas
  • No puedes responder temas
  • No puedes subir archivos adjuntos
  • No puedes editar tus mensajes
  •