Esto me lo llevo a Tercio. No conocía ésta anécdota, Aquilífero, gracias por traerla. Después de leer este hilo otra vez entero no puedo sino decir: GRACIAS DIOS POR HACERME ESPAÑOL.
Hombre Mazadelizana, pues este suceso que te traigo ahora no corresponde a ese glorioso pasado, pero es un remedo de lo que siempre ha sido el carácter ibérico por excelencia. Si no lo conocías espero que lo disfrutes

Desde Roma hasta Cartago, pasando por los visigodos y los tercios hasta llegar a los ejércitos napoleónicos, todas las civilizaciones que han pasado por Hispania han valorado con certeza y admiración a los “guerreros” ibéricos.
Durante la Guerra de la Independencia, invadido todo el territorio y sometido más o menos a la voluntad del corso, cada uno de los hombres que había en el suelo, gritaba su desesperación y su determinación de servir a una causa común: expulsar al invasor.

Es así como hasta los pastores se ofrecieron como voluntarios para ser enviados a “destrozar” franceses. Martínez Laínez, en su obra “Como lobos hambrientos” lo cuenta así de boca de otro autor, Gómez de Arteche:

“¡Usías! Como somos tan bolonios que no sabemos cuándo es la hora de hacer la arremetida, podemos gastar el zurrón antes; es preciso que usías nos den un oficial que sea ducho, que nos lleve a donde aprieta la dificultad y diciéndonos ¡ahora muchachos! Pedrada que te crió y tente perro, que yo aseguro que no han de quedar para llevar el cuento a Francia ¿Pastores! No hay que dejallo, que somos los mejores soldados para la guerra con los gabachos. Los señores generales bien nos conocen y saben que a los pastores nada les espanta y que estamos hechos a trabajos porque el sol, la escarcha y la nieve cae sobre nosotros; dormimos al sereno, la cama siempre hecha; jamás nos desnudamos, el uniforme siempre es el mesmo, nuestras armas son de la fábrica de nuestras ovejas porque de su lana hacemos las hondas y nuestra munición la hallan en todas partes..., bien saben los señores que también sabemos andar por vericuetos y que jamás de los jamases necesitamos camino real porque sabemos los atajos... Pues no hay que venirnos con bayonetas porque de cada trancazo echaremos al infierno a cuantos franceses se pongan por delante”.

El recuerdo de los honderos ibéricos resuena en estas letras. Igual que García de Paredes, igual que los honderos de Baleares, siempre la honda y la piedra. El ibérico, despojado de sus armas convencionales, arremete contra su adversario con lo más simple que la naturaleza le aporta, la dura roca..., eso sí, jamás se rinde sin combatir.